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El detrás de cámaras del decreto del cambio de sexo en Colombia

El 9 de junio se cumple un año de la expedición del decreto 1227, conocido como “el decreto trans”, que les permite a las personas corregir el sexo en sus documentos de identidad. Tak Combative recuerda cómo se llegó a este avance.

La expedición del decreto 1227 para el cambio de sexo en los documentos de identidad en Colombia es una victoria política de la comunidad trans que, como sucede con los movimientos sociales, tiene detrás el trabajo de muchas personas y coaliciones.

Esta lucha no es suficientemente visibilizada (a veces es incluso invisible) y por eso es importante contribuir en la construcción de esa “micro historia”, para que “la historia” (la que va escrita en los logros de tal o cual personalidad pública) no sea la que predomine.

Hay incluso un sentido estratégico porque esta narración puede contribuir, por ejemplo, a inspirar o alimentar iniciativas similares en otros países y comunidades.

Es imposible cubrir todos los asuntos, por eso enumero de antemano mis fuentes de información: mi memoria, en cuanto yo también estuve involucrado con el proceso, los recuerdos que me contaron en su momento los compañeros del grupo y, finalmente, una entrevista que me concedió Laura Weinstein para este artículo.

Aquí hay un granito de arena para empezar a llenar los vacíos que existen en el proceso de cambio de sexo en los documentos de identidad en Colombia.

Escogí a Laura por ser una de las iniciadoras de lo que hoy se llama el Aquelarre trans. (Coalición conformada por: el Grupo de Apoyo y Acción a Personas Trans GAAT, Hombres en Desorden, Santamaría Fundación, Entre-Tránsitos y Parces ONG. El programa PAIIS de la Universidad de Los Andes y Colombia Diversa son aliados estratégicos).

La historia puede empezar en 2011, en Bogotá, con la complicidad de dos líderes del movimiento trans: Laura Weinstein (quien en ese momento, como ahora, representaba al Grupo de apoyo y acción trans GAAT) y Nikita Vargas (quien en ese momento dirigía el colectivo Entre-tránsitos). Una alianza entre mujeres y hombres trans poco usual en Latinoamérica.

También comenzó con Oriana Larotta, una mujer que no se identifica como trans, pero que ha trabajado con esta comunidad en Bogotá desde hace varios años y que en ese momento estaba vinculada con la Fundación Procrear.

Según Laura, “esto no salió de la nada. Niki (Nikita) ya tenía un proceso que se llamaba Redetrans. Un día, en el antes centro comunitario distrital LGBT de Chapinero, Niki me preguntó sobre las violencias que sufrimos las mujeres trans. Vimos que no había nada documentado, pero sí unas violencias y empezamos a pensar cómo visibilizarlas”.

Nace el Aquelarre trans

El Aquelarre se empezó a encontrar en casa de Niki con un nombre que hace referencia irónica a la idea de un grupo de personas que se reúnen a “conspirar”, siendo ellas consideradas “peligrosas” para el resto de la sociedad (el aquelarre de las brujas).

Curiosamente, en algún momento, la administración del distrito sí consideró al Aquelarre como un grupo que conspiraba en contra. Dice Laura: “cuando yo trabajaba con ellos sí me preguntaban qué era lo que hacíamos allí”.

“Hubo persecución, me preguntaban: ¿activismo o trabajo? Y no se nos permitía formar parte de nada que pudiera hacer una transformación. Con Niki sabíamos que hay cosas que el Estado no puede hacer y que las debemos hacer nosotros. Se atrevieron a pedirme un informe de mi participación en las reuniones, pero nunca entendimos por qué”.

En esos encuentros se trabajaba con la comunidad trans para que desde allí y no desde la academia o el discurso médico, se produjeran definiciones de palabras claves como transexual, travesti, etc. También se estableció una agenda y un árbol de problemas para que el grupo comenzara a proponer estrategias y acciones a corto, mediano y largo plazo.

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Laura Weinstein, del Grupo de apoyo y acción trans (GAAT).

Era la primera vez que médicos, psicólogos y psiquiatras se sentaban a hablar de personas trans y patologización.

En noviembre de 2012 se organizó el evento “Buenas prácticas en salud para las personas trans”, el cual formaba parte del proyecto de la organización Entre-tránsitos, financiado con cooperación internacional (TransformArte es tu derecho).

El evento tuvo lugar en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. “Fue entonces cuando se sumaron organizaciones como Santamaría Fundación y Liberarte Asesoría Psicológica y profesionales como el psicólogo Daniel Verástegui”, cuenta Laura.

En enero de 2013, habiéndose unido aliadas como la abogada Catalina Lleras y la líder trans Daniela Maldonado, se llevó a cabo el evento “Tacones legales y barbas jurídicas” en la Universidad de los Andes.

Esta actividad pretendía reunir a la comunidad trans de Bogotá así como a expertos en materia legal para visibilizar las violencias de las personas trans y tratar temas clave como la libreta militar, el cambio de nombre y sexo en los documentos y la violencia policial.

Allí fue donde el Aquelarre conoció a PAIIS (Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social) de la universidad de Los Andes, en ese momento dirigido por Andrea Parra. Esta alianza con PAIIS aún perdura.

Allí también el Aquelarre se comenzó a familiarizar con la idea del “litigio estratégico”. Este evento también estaba inserto en el marco del proyecto del Colectivo Entre-tránsitos. Las memorias de este encuentro están aquí.

Se suman más voces

Luego aparecen personas como Matías/Matilda González, quien a través de PAIIS se vinculó al Aquelarre y comenzó a socializar su tesis de grado sobre libreta militar y personas trans.

“Después de Matías/Matilda, llegó el abogado Alejandro Lanz y la ONG PARCES apareció en el panorama. Algunos grupos que antes no estaban organizados empezaron a hacerlo como la Red comunitaria trans”, comenta Laura.

Personalmente, me vinculé al Aquelarre a mediados de 2013. El primer trabajo que hicimos fue completar un cuestionario que Andrea Parra nos había traído para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con el fin de contribuir a un informe regional sobre la violencia contra las personas lesbianas, gays, transgeneristas, bisexuales e intersex en las Américas. (El último informe de la CIDH, de 2015, se encuentra aquí).

Por esa época, agosto de 2013, volvimos a hablar de la ley de identidad de género, ya que llegó a nuestras manos un “documento dinamizador” para la formulación de una ley al respecto, escrito por la activista trans Diana Navarro.

Para este entonces, Andrea Parra resultó muy importante para el Aquelarre, porque fungió como un puente entre la Universidad de los Andes, sus estudiantes, los asuntos jurídicos, los invitados internacionales y las instituciones internacionales de derechos humanos.

En enero de 2014, el Aquelarre organizó una conferencia con Dean Spade (invitado por la Universidad de Los Andes) que a muchos nos resultó inspiradora y donde escuchamos hablar a este abogado trans sobre su trabajo y propuestas anarquistas y anti-militaristas en Estados Unidos.

En marzo de 2014, el tema de la ley de identidad de género claramente ocupaba la agenda del Aquelarre. Sin embargo, gracias a las investigaciones de los aliados expertos en temas jurídicos, se empezó a pensar que quizás la forma más rápida de obtener un posible cambio de sexo en los documentos no era mediante una ley de identidad de género.

El Aquelarre comenzó a planear sus acciones respecto a la ley de identidad de género.

Así es como Alejandro Lanz (que en esa época formaba parte de PAIIS), Manuela Rodríguez y yo nos unimos en lo que en su momento se llamó “el caso Tak“.

La idea era que, dado que no he cambiado mi nombre, no tengo el certificado de disforia de género ni he utilizado hormonas, pidiera en diferentes instancias (notaría, registraduría y juzgado) el cambio de sexo en mi cédula hasta llegar a una posible tutela que permitiera avanzar hasta la Corte Constitucional de Colombia.

Alejandro Lanz y yo teníamos la idea de que este proceso se volviera también algo mediático y de acción colectiva. Comenzamos a ir a las notarías a pedir que cambiaran mi sexo en la cédula, a grabar las respuestas de los funcionarios (están disponibles aquí) y a ponerlas en Facebook.

No había nada

Al hacer este ejercicio comprobamos cómo en Colombia carecíamos de un protocolo para este tipo de casos y cómo las respuestas de los funcionarios estaban sujetas a su libre interpretación y a sus prejuicios sobre el tema.

Adicionalmente, le propusimos al Aquelarre hacer un plantón en la Registraduría Nacional que se realizó el 2 de abril de 2014. Si bien no fue una convocatoria multitudinaria, sí fue importante en la medida en que atrajo a los medios de comunicación, a políticos como Angélica Lozano y a otros sectores de la comunidad trans que se habían mantenido ajenos al proceso.

Jorge Parra y otras dos personas lograron entrar a la Registraduría y nos encontramos con el trato violento de los funcionarios. Pudimos evidenciar los prejuicios de personas que supuestamente dan línea técnica para el cambio de sexo en el documento”, dice Laura.

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Imagen tomada durante el plantón del 2 de abril de 2014 frente a la Registraduría Nacional en Bogotá.

El “caso Tak” pasó a ser luego el caso del activista trans Andrés Felipe Aguacia, quien estaba preparado para cambiar sus documentos.

La cercanía de Andrea Parra y del abogado y activista Mauricio Albarracín permitió que la ONG Colombia Diversa se acercara al Aquelarre como entidad aliada. Se propuso una socialización de los diferentes casos alrededor del cambio de sexo por parte de PAIIS y Colombia Diversa.

El 8 de mayo de 2014 llevamos a cabo un encuentro de organizaciones trans sobre la ley de identidad de género que contó con la participación de Daniela Maldonado de la Red Comunitaria trans, Sebastián Cifuentes de la Colectiva Transpopulares, Nikita Vargas en nombre del Aquelarre y Entre-tránsitos y, Diana Navarro, por parte de la Corporación Opción.

Lina Cuellar, directora de Sentiido, fue la encargada de moderarlo. En este conversatorio se plantearon las diferentes visiones y necesidades que cada organización tenía en mente.

En agosto de 2014, gracias al contacto de Andrea Parra, contamos con la visita de Nico Amador, un activista trans que venía a compartir con nosotros en un taller llamado “Estrategias de acción en temas de incidencia para las personas trans” que se realizó en la Fundación Procrear.

Algunas organizaciones mostraban ciertas diferencias con el Aquelarre, pero al final la mayoría de activistas trans fueron convocados, así como las entidades “neutras” consultoras PAIIS y Colombia Diversa.

Entonces, figuras hoy prominentes en el Aquelarre como Camilo Losada de Hombres en desorden y Julián Salamanca de PARCES aparecen en el panorama. Fueron tres días de taller muy productivos, donde pensamos estrategias, métodos y formas de organizarnos.

El Aquelarre se consolida

Según Laura, “se invitaron a muchas personas, incluso que no estaban muy de acuerdo con nuestro trabajo, con quienes habíamos tenido dificultades, y fue un espacio interesante porque se consolidó todo este trabajo que se venía haciendo”.

Luego del taller de Nico Amador, el Aquelarre trató de tomar una estructura diferente. Se plantearon una misión, una visión y unos objetivos que todavía perduran.

En ese momento, también se insistió en la idea de que el Aquelarre era una coalición de organizaciones, no una organización, y se estipuló que entidades como PAIIS y Colombia Diversa eran aliados estratégicos pero sin voto.

En noviembre de 2014, el Aquelarre, a través de Andrea Parra, conoció al GDIP (Grupo de derecho Interés público), otro consultorio jurídico de la Universidad de Los Andes liderado por Daniel Bonilla.

Antes de la reunión fueron citadas las organizaciones trans para escuchar nuestras posiciones y las de GDIP y crear acuerdos. Allí, la idea de pedir la corrección/actualización del registro civil a través de un decreto resultó una de las salidas más sencillas para resolver el asunto.

El 11 de diciembre de 2014, las organizaciones pertenecientes al Aquelarre junto con sus aliados estratégicos PAIIS y Colombia Diversa, así como el GDIP y Dejusticia, radicamos lo que se conoce como amicus, una opinión fundamentada para la Corte Constitucional a propósito de un fallo que estaba por darse.

Se trataba del caso de la mujer trans Sara Valentina López, quien había demandado a la Registraduría Nacional por haberle exigido demostrar que se practicó cirugías de cambio de sexo, para obtener la modificación de su registro civil.

Estudiantes de este grupo habían trabajado en el tema del cambio de sexo y existía la opción de tener una reunión con el Ministerio de Justicia.

En este amicus se expresaba la necesidad de defender el derecho a la identidad de género de la demandante. El documento se dividía en cuatro partes. La primera, analizaba las dificultades que enfrentan las personas trans debido a sus documentos de identidad. En la segunda se hablaba de los avances al respecto en otros países y en el derecho internacional.

En la tercera, se analizaba el proceso que se le había exigido a la demandante Sara Valentina y, en la cuarta, se pedía una regulación del procedimiento para el cambio de sexo en los documentos y se sugería que se pudiera dar a través de la actualización del registro.

Sin duda, la alianza entre las organizaciones trans y los estudiantes de derecho fue lo que permitió la redacción y la emisión de este texto. El 13 de febrero de 2015 la Corte Constitucional falló a favor de Sara Valentina en la sentencia T-063/15 (disponible aquí).

Llega el decreto trans

La reunión con el Ministerio de justicia y el Ministerio del interior se realizó con éxito. Allí estuvo Diana Navarro, las organizaciones del Aquelarre, Dejusticia, Colombia Diversa, PAIIS y algunos de nosotros para pensar en hechos concretos como que el cambio fuera sencillo, con un formulario fácil y un juramento de la persona declarándose trans.

Entonces preguntaban: “¿cómo certificamos que es una persona trans?”.  Era de nuevo el prejuicio de que nosotros somos mentirosos y que nos toca bajarnos la ropa para probar nuestra identidad. Todo esto fue un proceso silencioso y algunos de los que fueron a la primera reunión no volvieron, seguramente porque no era lo que querían.

Quedaron muchos vacíos legales -como qué pasa con los hijos de las personas que cambian de sexo en el documento de identidad- que dan pie a la búsqueda de una ley de identidad de género integral. Algunas personas no quieren que se siga poniendo la letra F o M en los documentos y buscan que esa categoría desaparezca.

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Algunas de las personas que participaron en la expedición del Decreto Trans: Andrea Parra de PAIIS Universidad de Los Andes; Laura Weins del GAAT; Camilo Losada de Hombres en desorden; Carlos Perdomo del Ministerio de Justicia; Ana Bejarano del Ministerio de Justicia y, Daniela Maldonado, de la Red Comunitaria Trans.

Este decreto no soluciona la vida de las personas trans, pero era lo que nos daban. era aceptarlo o dejarlo. Es un inicio para pelear por otras cosas.

Finalmente, el 9 de junio de 2015 los Ministerios de Interior y de Justicia expidieron el decreto 1227 para el cambio de sexo en los documentos de identidad. El Aquelarre acompañó este momento en la notaría 65 de Bogotá, donde se realizaron los primeros diez cambios.

“Ahora se está pensando en la ley de identidad de género. El decreto nos pone a pensar en los hombres trans por la libreta militar y cuáles son nuestras exigencias frente a esto”, agrega Laura.

“Por eso tuvimos una reunión para articular la mayor cantidad de organizaciones y ver cómo podemos avanzar en el restablecimiento de los derechos de las personas trans”, señala Laura. Espero que ahora resulte evidente todo lo que tuvo que pasar y la energía de tantos que confluyó para que el decreto trans fuera una realidad.

2 thoughts on “El detrás de cámaras del decreto del cambio de sexo en Colombia

  1. Yo soy Sara Valentina lopez, la q demando a la Registraduría nacional, demanda de la q deriva el decreto 1227-2015
    Y me alegra saber q colombia nos de nuestros derechos!

    Saludos

  2. Una tutela mia fue la que genero ese decreto aun que jamas me nombran que curioso ni me invitaron al aquelarre, mad curioso aun

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