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Feminismo creativo

Feminismos innovadores

Las Reinas Chulas

Es una compañía de cabaret mexicano feminista integrada desde 1998 por Marisol Gasé, Cecilia Sotres, Ana Francis Mor y Nora Huerta.

Desde 2005 Las Reinas Chulas dirigen el Teatro Bar El Vicio, catedral del cabaret en México y espacio de difusión del arte y la cultura como entes de transformación social. Foto: Cortesía Las Reinas Chulas.

 “Cuando una mujer se hace feminista, ya no hay marcha atrás”

En 2014 Las Reinas Chulas recibieron de la Asamblea Legislativa de Ciudad de México la medalla al mérito cultural y artístico y, dos años después, un reconocimiento por su aporte a una cultura de respeto por los derechos de las mujeres.

Su audiencia que oscila entre los 20 y los 50 años, está conformada principalmente por mujeres. En general son personas que les gusta el teatro, de izquierda, intelectuales, periodistas y activistas.

Las cuatro son actrices, creadoras y promotoras del cabaret. Utilizan la sátira, la farsa y la música para hacer crítica social.

Las Reinas Chulas llegaron al feminismo después de acercarse a Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez, artistas cabareteras mexicanas de la generación de feministas reconocidas como Marta Lamas, María Consuelo Mejía, Marcela Lagarde y Ana Luisa Luguori.

Al principio fue una relación más personal y de admiración, como de tías y sobrinas, pero a partir de ahí empezaron a conocer más sobre feminismo.

Las Reinas Chulas trabajaron con Tito Vasconcelos actor y activista gay, con quien empezaron a involucrarse en el activismo.

Después se vincularon a una iniciativa del Instituto Mexicano del Seguro Social, una de las entidades a cargo de la salud, para promover ciertos temas en las comunidades más necesitadas. Así, organizaron talleres de teatro con sectores indígenas y campesinos.

Fue un trabajo con una perspectiva de género muy clara que se les quedó. Sin embargo, les tomó varios años decir públicamente que eran feministas. Pero una vez recibieron varios premios en derechos humanos y contaron con un reconocimiento artístico y ciudadano importante sintieron más libertad para decirlo.

 “Todavía hay resistencia al feminismo pero cada día encontramos más personas que se suman al cambio”.

Además, después del 24 de abril de 2016, a partir del hashtag #MiPrimerAcoso, vieron crecer una ola en las mujeres del teatro hablando de violencia de género en ese medio. Y cuando una mujer se hace feminista, ya no hay marcha atrás. Cuando una persona empieza a dejar atrás el machismo, no tiene reversa.

1. ¿Cómo responden a la frase: “para qué el feminismo si ya hay igualdad”?

Es suficiente con lanzar tres o cuatro cifras reveladoras y listo. Por ejemplo, el número de feminicidios en cualquier país de América Latina. (Ver: Feminicidio: crónica de una muerte anunciada).

Ahora, el dos por ciento del territorio del mundo está a nombre de mujeres, el 98 por ciento de hombres. ¿Algo más? A lo mejor somos las “reinas de la casa” pero ni siquiera somos las dueñas legales de estos espacios.

2. ¿Cómo responden a la frase: “son unas ‘feminazis’ que odian a los hombres”?

Son frases fáciles de desarticular. No hay ningún grupo de mujeres que haya matado miles de hombres por el único hecho de ser hombres. No hay ningún grupo de mujeres que haya invadido Polonia o que esté presionando para que los hombres no estudien, no trabajen o no salgan de sus casas. (Ver: Feminismo: lo que se dice vs. Lo que es).

“El humor nos ayuda. Caemos bien y pasamos derechito”.

Hay que hacerles frente a estas frases con educación, paciencia, diálogo y poniéndoles límites a las provocaciones porque muchas veces se trata de eso, de provocar, no de dialogar, porque quienes las dicen no conocen de feminismo y lo único que quieren es insultar.

3. ¿Por qué movimientos como el feminista poco le apuestan al humor?

En México el humor es muy importante. Tiene una tradición muy larga y potente en el cine y en el teatro. El asunto acá es que como se está hablando de temas serios, de repente la gente tiende a pensar que el humor ahí no tiene cabida.

También es cierto que gracias a Televisa, una vergüenza que compartimos con toda América Latina, se ha propagado una manera de hacer humor misógina, machista, clasista, racista y homofóbica. Y en el imaginario colectivo, el humor está asociado con el que puso esta organización que está al servicio del poder.

Pero el humor popular es otra cosa. En México, tiene mucho que ver con la crítica, la sátira y la transgresión que es de donde justamente viene el cabaret contemporáneo.

4. ¿Cuáles son las ventajas de apostarle al humor a la hora de buscar cambios sociales?

El humor saca a la persona del centro, la hace pensar en lo que no había visto. Cuando se produce una carcajada por un chiste o un comentario que no se espera, el cerebro se mueve de lugar, se flexibiliza.

Y es justamente lo que necesitamos en momentos como este cuando hay alianzas perversas entre Estado, empresa y crimen organizado en muchos de nuestros países.

“La risa es la elección de la alegría y la esperanza”

A esto se suma al avance de los grupos de derecha y religiosos que luchan por imponer sus ideas, así muchas de ellas estén en contra de los derechos humanos.

El humor ayuda a afirmar con un gesto biológico, físico, humano y espiritual, como es la risa, la elección por la vida. (Ver: La tal ideología de género, ¿de dónde viene y para dónde va?).

5. ¿Cómo responden los sectores conservadores a la propuesta de Las Reinas Chulas?

Si no son tan conservadores ni tan corruptos, responden bien. En todo caso no hay mucha respuesta contra el humor. A la gente simplemente le gusta o no.

En términos de número de personas, los grupos que están en contra de los derechos humanos no son tantos. Que tienen poder y están bien organizados es otra cosa, pero sus discursos pueden desarticularse fácilmente.

6. ¿Cómo contribuyen Las Reinas Chulas a la igualdad de género?

El humor permite mirar la realidad desde otra perspectiva. Narra el mundo desde otro lugar. Y si a eso se le suma el feminismo, hay otra propuesta de visión de mundo.

En la literatura universal uno se encuentra con millones de historias machistas y con pocas mujeres a las que les vaya bien y no estén ligadas al amor romántico ni a la maternidad. (Ver: La media naranja y otras trampas del “amor verdadero”).

Estos cambios de narrativa son muy importantes y a eso le apostamos. Nuestro trabajo ha sido encontrar otro tipo de humor que no esté relacionado con la discriminación, el clasismo ni el machismo. No siempre le atinamos, pero nuestro camino ha sido encontrar el humor en donde, de entrada, el objeto de burla no son las mujeres.

7. ¿Qué le falta al feminismo para llegarle a más gente?

Dinero. El feminismo latinoamericano es muy creativo y aguerrido pero nos toca hacer milagros con los tres pesos que tenemos. También nos falta empezar a construir otros mundos. Es decir, al tiempo que resistimos y luchamos, necesitamos apostarle a ese mundo que queremos habitar.

“Un punto importante es conectarnos con otros movimientos”.

Hay que hacer un trabajo duro porque la mitad del mundo no quiere perder el poder y hay una ola importante de violencia contra las mujeres porque nos estamos liberando y ya no hay marcha atrás.

Sin embargo, es alentador ver una marcha multitudinaria como la que hubo al día siguiente de la posesión del presidente Trump. ¡Miles de mujeres salieron a las calles a protestar!

8. ¿Cómo conciliar violencia de género con humor?

Está claro que no se puede hacer humor sobre las víctimas. Es impensable. Lo que hay detrás de la violencia de género y los feminicidios es machismo. (Ver: Ataques con ácidos y el machismo de cada día).

Entonces, lo que tenemos que hacer es exhibir el machismo y demostrar cómo un piropo en la calle, un acoso callejero o un chiste machista pueden ser los primeros pasos de un feminicidio. Es sobre eso que se hace humor.

9. ¿Cómo enfrentan la creencia de que varias mujeres juntas no pueden trabajar porque hay envidias y rivalidades?

Nuestra respuesta es por qué a los Beatles nunca les preguntaron eso. Nos lo preguntan porque somos mujeres y eso solamente habla del machismo de quien formula la pregunta. Es un mito. A los entrevistadores les decimos: “estás hablando de ti, no de mi”.

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