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Mi primera navidad como hombre en Kansas

Por: Sebastian.
Traducción: Esteban Bayona T.

Una de las primeras cosas que recuerdo que me dijo mi padre después de haber aceptado mi transición fue, “bueno, sabes que ahora tendrás que manejar en las vacaciones”.

Mi familia es bastante progresista cuando se trata de expresión y roles de género y no hay muchas cosas que catalogaría como “tareas de madre”, “tareas de padre”, “deberes de esposo” o “deberes de esposa”.

De hecho algunos de los roles de género tradicionales se voltearon en mi casa. Mi mamá mataba las arañas. Mi papá, que disponía de mayor flexibilidad en el trabajo, se quedaba en casa cuando mi hermana y yo éramos bebés.

Así que me pareció extraño pero a la vez significativo que mi papá sugiriera que a mi cambio de género correspondiera un cambio de rol. La idea de ser el “conductor de las vacaciones” se ha quedado conmigo desde entonces.

En todas las parejas heterosexuales que conocía el hombre solía manejar cuando ambos estaban en el carro y lo hacía exclusivamente durante viajes largos. ¿Era esto común? ¿Habría otros roles en los que nunca había pensado que serían míos como esposo y como padre? (O que me serían impuestos) ¿Y qué hay de mis otros roles en la familia? ¿Ser hijo sería distinto a ser hija? ¿Ser hermano distinto a ser hermana? ¿Sobrino de sobrina? ¿Tío de tía?

Mi ansiedad antes del viaje consistía en si sería aceptado o no como hombre, si sería visto fácilmente como nieto o como sobrino.

Esta navidad mis padres, mi hermana y yo volamos a nuestro estado-hogar de Kansas desde nuestras respectivas esquinas del país. Invertimos una semana yendo y viniendo entre Kansas City, Lawrence y Topeka visitando amigos y familiares que no veíamos hacía dos o diez años. Varios de mis familiares y ninguno de mis viejos amigos me habían visto desde mi transición.

Pero a medida que los clanes mostraron aceptación rápidamente e incluso comodidad con mi masculinidad, pude aprender más acerca del anteriormente mencionado cambio de rol y sus implicaciones.

Primero visitamos el lado paterno de la familia, a quienes no había visto en cuatro años. Antes del viaje habían preguntado si estaría bien tener fotos viejas de mí por la casa —dije que sí— pero el hecho de que preguntaran demostró que estaban sintonizados con la seriedad de mi “situación” y querían que estuviese cómodo.

En el momento en que llegamos salieron con abrazos para todos, nos dijeron a todos que nos veíamos de maravilla y no creo que se me diera ningún tipo de atención especial. Nadie dijo nada acerca de mi voz ni nada relacionado con mi transición ni con mi masculinidad. Pero todos dijeron mi nombre, Sebastian.

De pronto mi abuela, ya adentrada en los ochentas, llegó. La saludamos en su carro y le dio abrazos a todo el mundo. Cuando llegó a mí dijo con una gran sonrisa “¿Y quién es este chico?” y con eso bastó. Yo era Sebastian, era un chico, y estábamos todos tan felices de estar reunidos para las festividades.

Durante los próximos dos días nadie hizo ningún alboroto alrededor de mi transición. No hablamos acerca de ello y nadie parecía estar observando; ni siquiera hubo equivocaciones con pronombres o con mi nombre. Pero ser un hombre de veinticuatro años sí se sentía distinto a ser la lesbiana enclosetada de veinte que habían conocido. Era tratado de otro modo.

No pasó mucho tiempo antes de que alguien mencionara a la joven muchacha con la que había estado saliendo. Creo que mencioné haber estado viajando con frecuencia a la ciudad y mis padres, algo orgullosos, anunciaron que había estado visitando a mi “no-novia”, como la llaman.

No había hablado con este lado de la familia acerca de mi vida romántica desde que estaba en la primaria y salía con chicos incómodos a ver películas con sus padres. Ahora podía ser este hombre heterosexual de veinticuatro años con una bella y exitosa no-novia en la gran ciudad.

Incluso para mi familia, que definitivamente es más abierta de lo que suelen ser las familias de Kansas, ser una lesbiana andrógina era extraño. Seguramente no me llamarían así jamás, y me aman, y estoy seguro de que habrían aceptado con nerviosismo una pareja más seria que me acompañara para las festividades.

No encajaba en las narrativas con las que estaban familiarizados y no hacía juego con el resto de la familia. Mis primas por ejemplo son hermosas y delicadas porristas. Mi tío es entrenador de baseball en una universidad y hace chistes verdes. Mi tía y mi abuela cocinan mientras mi tío ve football. Así que tuvieron problemas para entenderme antes de mi transición.

Soy un hombre bastante heteronormativo ahora, por lo menos en la superficie. Sí soy pequeño, y tengo más estilo que el tipo promedio, pero soy mucho más normal como hombre que como mujer. Creo que ahora me pueden entender.

Aunque en general la sociedad, y ciertamente la ley, es menos tolerante con la gente trans que con la gente gay, para mi familia una identidad trans era más cómoda que una identidad gay.

Tal vez sea un asunto de qué tan cómodos se sienten con lo que es externamente normal (que a las niñas les guste el rosado y a los niños las películas de acción), o de pronto es que yo sea finalmente para ellos lo que siempre he sido para mí.

Y por primera vez pude ser un ejemplo de hombre mayor. Mi primo tiene un hijo de cuatro años que conocí por primera vez.

Se adhirió inmediatamente a mí al ayudarle a armar el modelo de la fuerza aérea que le habían regalado de navidad.

Me llamó su “compa” y quería hacer todo lo que yo hiciera. En algún punto vio una foto escolar mía de cuando tenía unos doce años. Preguntó quién era y su madre le dijo muy casualmente “Ese es Sebastian cuando era más joven”. ¿Su respuesta?

En vez de ropa interior de encaje este año recibí una tarjeta de obsequio de H&M (con una carta disculpándose porque era rosada y explicando que era el único color que quedaba).

cómo es pasar de ser mujer a hombre
Con el hijo de mi primo. Autostraddle.com

“¿Sebastian tenía pelo largo? ¡Yo quiero pelo largo!”

Estoy seguro de que habrá una explicación más larga en un futuro.

Durante el viaje una de mis tías enfermó así que mi familia pasó varias horas en el hospital de Topeka en Navidad y los días siguientes. En la cafetería mi hermana y yo hablamos de la transición.

Siempre me ha apoyado muchísimo pero me sorprendió aún más en este viaje. Me dijo que sentía como si siempre hubiese tenido un hermano. Pero no únicamente en el sentido de tener en mí a alguien trans o masculino.

Dijo que incluso sus recuerdos se han alterado hasta tal punto que es Sebastian y no Sarah quien hace parte de ellos (incluso a mí me ha pasado esto). Dijo que es tan claro quién soy ahora que se ha vuelto igual de claro quién era, también.

Creo que esto es también cierto para el resto de la familia. Su aceptación de mi género me ha recordado lo buenos que son y cuánto me aman. Y tal vez aún más importante que el acercamiento general de la familia, encajo mucho mejor en los roles masculinos de la familia que en los roles femeninos que alguna vez ocupé.

Más cómodo como el hombre joven de la familia, como el conductor de las vacaciones, como el primo mayor que el pequeño aspira ser, el hermano protector, el nieto con una no-novia, etcétera, podré conectarme con ellos mejor que nunca.

Acá puedes leer la versión completa de Mi primera navidad como hombre en Kansas.

Agradecemos a Sebastian y a Autostraddle.com por permitirnos publicar la traducción de este texto.

2 thoughts on “Mi primera navidad como hombre en Kansas

  1. que bien Sebas, muchos exitos en tu vida y a lo mejor nos estrellamos en el camino jaja en el buen sentido. de verdad toda mi admiracion y respeto para ti y la suerte de familia que tienes te hace aun mas afortunado…… Marco Rakower

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