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Soy raro

Inspirado en el #EstiloDeVidaHomosexual al que tanto le temen procuradores y concejales de la familia, un lector de Sentiido comparte su “abominable” experiencia de vida.

Les pido excusas por mi #EstiloDeVidaHomosexual, aquel que tanto les preocupa al procurador general Alejandro Ordóñez y al concejal de Bogotá Marco Fidel Ramírez.

Es terrible. Me implica trabajar sentado la mayor parte del tiempo en una empresa ubicada en la zona industrial de Bogotá, lo que en ocasiones me produce dolor de espalda. Lo más preocupante es que por las distancias que tengo recorrer, a veces al salir del trabajo llego tarde a mi casa.

Tienen razón el procurador Ordóñez y el concejal Ramírez, en censurar el abominable #EstiloDeVidaHomosexual. En mi caso, es tan grave que me obligó a trabajar de día y a estudiar de noche, hasta cuando tuve que aplazar el semestre por falta de dinero.

Las perversiones de este estilo de vida me obligan a confesar lo siguiente: soy ciego, vivo en estrato dos y estiro al máximo mi salario mínimo. Para completar mi inmoralidad: quiero estudiar, viajar, educar bien a mis hijos y contribuir a que Colombia sea un mejor país.

Debo afirmar con dignidad que en esta clase de vida los excesos son numerosos. En mi caso, soy adicto al McFlurry de McDonalds, a las chocolatinas Jumbo Jet y al pan que venden cerca de mi casa. Tampoco puedo vivir sin la única droga que calma mis angustias: los abrazos de mi mamá.

Por supuesto, quienes vivimos el #EstiloDeVidaHomosexual, padecemos de crisis. Recuerdo, por ejemplo, el día en que en el supermercado mi mamá me dijo: “mijo, no eche eso porque la plata no alcanza”.

Seguir este estilo de vida nos lleva a hacer cosas a las que pocos se atreverían: compramos ropa en San Victorino o en San Andresito cuando hay prima y pedimos rebaja. ¿Quiénes más que esos pervertidos se atreven a tanto?

Tal como algunas personas lo dicen, “somos unos impuros”. En mi caso, todos los días estoy muy cerca de miles de cuerpos, sintiendo sus respiraciones. ¿La razón? Uso a diario el sistema de transporte público de Bogotá.

Hay quienes afirman que los seguidores del #EstiloDeVidaHomosexual nos la pasamos practicando extrañas actividades. Lo acepto. Pertenezco a un club de lectura en la biblioteca Luis Ángel Arango y leo, mínimo, tres libros por mes.

He escuchado que quienes vivimos en esta inmoralidad hacemos preguntas raras. Yo, por ejemplo, formulo unas como: “Disculpe, ¿qué transmilenio para aquí?” “¿Me podría ayudar, por favor, a tomar un bus?” “¿dónde queda la dirección que dice este papel?” y “¿me podría avisar cuando lleguemos al parque Simón Bolívar?

Aquí entre nos les cuento que, en numerosas oportunidades, me he agachado de manera provocativa frente a miles de transeúntes. Los huecos de las calles causan que el bastón que a diario uso se suelte de mis manos, lo que me obliga a recogerlo tanteando el suelo con mis dedos.

Soy raro. Tan raro que donde hay problemas, intento ver soluciones, en la adversidad busco sacar provecho y, en cualquier situación, procuro ver las ventajas y no las desventajas. Y lo más raro de todo: quiero ser soy yo mismo.

También soy raro porque teniendo muchas razones para sentarme a llorar, he decidido no detenerme ante quienes me dicen: “no se puede”. En realidad, lo único que no está permitido es creer que cualquier persona, por no ser como la mayoría, es un “bicho raro”.

En conclusión, tienen razón quienes hablan con extrañeza del #EstiloDeVidaHomosexual. ¿Alguien se le mide a ser tan raro como yo?

PD. Quiero compartir el siguiente link para que las personas con discapacidad y que se identifiquen como LGBTI y, en general quienes quieran, se integren al grupo.

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