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Diversidad sexual y de género: lo que se dice vs. lo que es (I parte)

Detrás del rechazo hacia la diversidad sexual y de género hay prejuicios e ignorancia. Sentiido seleccionó algunas de las ideas que más circulan y las aclaró una a una.  

“No tengo nada en contra de los gais, pero…” o “no soy homofóbico, es más, tengo muchos amigos homosexuales” son dos frases que, por lo general, no empiezan ni terminan bien.

Muchas veces la primera concluye con un “que no se metan conmigo” dando por hecho que a las personas homosexuales les atraen, sin filtro alguno, todo lo que se mueva de su mismo sexo. La pregunta es: ¿a las heterosexuales les atraen todas las personas del sexo opuesto? Entonces, ¿por qué pensar que a las homosexuales sí?

La segunda frase normalmente viene antecedida de ideas como “las personas LGBT quieren más derechos que las heterosexuales” o “quieren imponer su estilo de vida”.

Ver: ¡Victoria! El estilo de vida homosexual sale del clóset

Estas y otras creencias que tanto circulan en redes sociales están fundamentadas en desconocimiento, en prejuicios y en una educación sesgada. Sentiido reunió algunas de las ideas más frecuentes para aclararlas una a una:

1. ¿Qué significa la frase “no se nace hombre ni mujer sino se llega a serlo” que circuló en un vídeo pronunciada por el entonces jefe negociador del proceso de paz Humberto De La Calle?

Esta frase no es una idea original del entonces jefe negociador del proceso de paz, Humberto De La Calle, como algunas personas lo sugirieron. En ese vídeo, por cierto editado, que tanto circuló en redes durante el proceso de paz, De La Calle cita las palabras “No se nace mujer, se llega a serlo” que la filósofa francesa Simone de Beauvoir (1908 – 1986) incluyó en su obra El segundo sexo (1949).

Ver: Humberto De La Calle: están renaciendo visiones oscurantistas de la sociedad

De Beauvoir las utiliza para señalar que al otorgarle una importancia exagerada a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, dejando de lado sus múltiples similitudes, se han construido desigualdades entre unos y otras.

Simone de Beauvoir contribuyó a romper con el uso de las diferencias biológicas para justificar desigualdades entre hombres y mujeres.

Así, a los bebés con genitales masculinos se les asignan unos colores (azul) y unas características y otras a las bebés con genitales femeninos (rosado): de los primeros se espera un comportamiento agresivo, racional, activo y público; de las segundas que sean dulces, emocionales, pasivas y hogareñas.

Ver: Es feminismo: no humanismo ni “igualismo”

De Beauvoir se refiere a que la feminidad y la masculinidad no son características con las que se nace sino construcciones sociales impuestas. De ahí que el comportamiento esperado de los hombres (agresividad, poca sensibilidad, racionalidad etc.) y de las mujeres (dulzura, sacrificio, actividades del hogar etc.) no estén dados por la genética o la biología, sino por la manera cómo han sido educados.

2. ¿Las personas LGBT quieren imponer su “estilo de vida”?

¿Cuál estilo de vida? Porque las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) no son una masa homogénea que vive agrupada en una comunidad. Cada persona, independiente de su orientación sexual e identidad de género, tiene sus características y particularidades y, por tanto, su propio estilo de vida.

El problema es que muchas veces las personas LGBT son presentadas por los medios de comunicación como “colectivo” o “comunidad” y nunca como individuos que lo único que comparten es una orientación sexual o una identidad de género. En otras palabras, las generalizaciones que reducen a un individuo a ser representante de toda una población deben descomponerse para reconocer su singularidad.

Ver: 8 respuestas para un periodismo incluyente  

Así como no existe un “estilo de vida homosexual” tampoco existe un “estilo de vida heterosexual”.

Lo que sí puede intuirse detrás de la frase “las personas LGBT quieren imponer su estilo de vida“, es que no se refiere precisamente a un “estilo de vida” que reúna valores socialmente apreciados, sino más bien a clichés como “todos los gais son promiscuos”.

Sin embargo, vale la pena agregarlo, en las personas homosexuales hay la misma promiscuidad que en las heterosexuales. Finalmente, tener o no este comportamiento es una decisión de cada quien que no está relacionada con su orientación sexual.

3. ¿Elegir la educación sexual de los hijos no es un derecho de los papás de acuerdo con su moral y con sus creencias?

La educación sexual en Colombia es obligatoria en todas las instituciones educativas del país desde 1993 a través de la resolución 3353: “Por la cual se establece la obligatoriedad de la educación sexual en todos los establecimientos educativos del país que ofrecen y desarrollan programas de preescolar, básica, media y media vocacional”.

Esta resolución se elevó a ley a través de la Ley General de Educación (115 de 1994). El artículo 14 ratifica la obligación de la educación sexual “impartida de acuerdo con las necesidades psíquicas, físicas y afectivas de los educandos según su edad”.

Ver: Lo que dejó el debate de los manuales de convivencia

Adicionalmente, en marzo de 2013, el Congreso de la República expidió la Ley 1620, a través de la cual se creó el “Sistema Nacional de Convivencia Escolar y Formación para el Ejercicio de los Derechos Humanos, Sexuales y Reproductivos y la Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar

La educación para la sexualidad es un derecho de niños y adolescentes lo que implica que el Estado debe garantizar que se cumpla.

Todo esto significa que niños, niñas y adolescentes tienen derecho a una educación sexual integral y de calidad. Además, los derechos fundamentales de esta población gozan de especial protección en un Estado social de derecho como el colombiano donde el interés superior del niño prima sobre el de los adultos.

Ahora, impartir una educación sexual de calidad como lo establece la ley implica abordar, entre muchos otros temas, que existen diferentes orientaciones sexuales e identidades de género y que todas son igual de válidas.

Ver: Diversidad sexual y de género para dummies

Es cierto que el artículo 68 de la Constitución Política de Colombia estipula que los papás tienen derecho a escoger el tipo de educación que quieren para sus hijos. Pero esto no significa que puedan impedir que en los colegios les hablen de diversidad sexual y de género, por más que los papás o la institución elegida no estén de acuerdo con el tema o tengan alguna filiación religiosa.

Enseñar que existe diversidad sexual y de género y que esta debe respetarse no atenta contra la autonomía de los colegios ni la de los papás.

Además, le corresponde al Estado, en cabeza del Ministerio de Educación, garantizar una formación de calidad y que se cumpla lo que está en las normas. Si bien los papás tienen derecho a escoger el colegio de sus hijos, no pueden impedir que allí reciban una educación sexual integral.

El problema de fondo es que algunos sectores religiosos en alianza con grupos políticos (o su mezcla), están convirtiendo la educación sexual en una lucha política, difundiendo información falsa y creando pánico para hacer creer que por recibir formación al respecto sus hijos están en peligro.

Ver: 5 claves para entender el enredo de los manuales de convivencia

4. ¿No compartir la “elección de vida” de las personas LGBT es homofobia?

Lo primero: las personas LGBT no eligen su orientación sexual o identidad de género como quien va a un supermercado y escoge su saber de helado favorito. O ¿cuándo una persona decide ser heterosexual? En este caso sucede igual.

En la mayoría de los casos, en algún momento de sus vidas, las personas LGBT descubren esa parte de su identidad y, según su contexto y posibilidades, la viven o la ocultan. Algunas de ellas desde que tienen uso de razón sienten atracción por personas del mismo sexo o de ambos. Otras lo descubren más tarde.

Ver: Nace o se hace, ¿importa?

Muchas veces por presión social o por creencias religiosas una persona se toma más tiempo en aceptar su orientación sexual o identidad de género.

Para algunas personas, el rechazo por quienes tienen orientaciones sexuales o identidades de género diversas no puede ser considerado una fobia o un miedo irracional, tal como el miedo a las alturas o a la oscuridad.

Algunos académicos coinciden en que rechazar o discriminar a una persona por ser LGBT va más allá de un sentimiento de miedo: quien ataca a alguien por ser gay o lesbiana no lo hace por fobia sino porque muy seguramente creció escuchando que lo correcto es ser heterosexual y que cualquier otra orientación sexual debe ser censurada o castigada.

Algunas personas dicen “por qué hay tantas personas LGBT con problemas emocionales”. ¡Y cómo no! Si muchas de ellas han crecido en sociedades homofóbicas.

Cuando alguien, por ejemplo, ataca a una mujer trans, este hecho va más allá de esa acción: es la respuesta a una educación recibida y a un aval social. Detrás de lo que se ha llamado “homofobia” y, en general de estos actos de discriminación, hay prejuicios o esa primera impresión que una persona tiene sobre algo o alguien y que carece de fundamento.

Lo interesante es que como los prejuicios no tienen sustento, pueden superarse. Finalmente una persona ve una cosa pero el conocimiento determina otra.

Ver: Más que homofobia, violencia por prejuicio

5. ¿La Biblia condena la homosexualidad?

En muchas ocasiones la Biblia ha sido interpretada y utilizada para marginar a ciertos sectores minoritarios. Hace 200 años, por ejemplo, se utilizó para justificar la esclavización de las personas negras.

Sin embargo, la palabra “homosexualidad” como identidad aparece en el siglo XIX, entonces nada de lo que está en la Biblia puede referirse a esta orientación sexual. A menos, claro está, de que se trate de traducciones con intenciones de asociar la palabra “homosexualidad” con otras que hace dos mil o tres mil años no significaban lo mismo.

Una fe que realmente quiera incluir a todas las personas debe apostarle a Nuevos discursos.

Todo escrito religioso está elaborado en un contexto social histórico y cultural particular. Trasladar esos textos desconociendo el momento en el que fueron escritos para usarlos en el actual, es no solamente una mala interpretación sino crear una excusa para legitimar la discriminación.

Tanto la Biblia Hebrea o el Antiguo Testamento como la Biblia Cristiana o el Nuevo Testamento no condenan la homosexualidad. En ninguna religión existe un texto sagrado que se oponga a una relación consentida entre dos personas adultas del mismo sexo. Eso es algo que actualmente se le adjudica a estos escritos pasando por encima de su intención original.

El diálogo entre las distintas visiones de mundo tiene que construirse a partir de unos consensos mínimos como el respeto por la dignidad de cada quien.

En la Biblia cristiana no se encuentra ningún texto en el cual Jesús condene a las personas LGBT. Por el contrario, su actitud, según los evangelios, es la de amar a todas las personas, independiente de quienes fueran.

Los textos de la Biblia que habitualmente se usan contra las personas LGBT no hablan específicamente de relaciones consentidas entre personas del mismo sexo sino de situaciones que en ese momento transgredían el orden social.

Ver: ¿Qué dice la Biblia realmente sobre la homosexualidad?

Usar los textos sagrados por separado sin tener en cuenta su contexto implica manipularlos con intereses específicos.

¿Por qué pensar que citar un pasaje suelto de la Biblia podría decir algo del texto como un todo? Son escritos que acogen muchas voces. El problema de fondo es que muchas corrientes cristianas no comparten un método para interpretar la Biblia y sus doctrinas no están reguladas por ningún magisterio.

Sus líderes espirituales no requieren de un diploma en teología porque interpretan la Biblia de manera libre para buscar respuestas a sus necesidades inmediatas, con base en sus experiencias personales y en las “revelaciones” que reciben. Su teología es reformulada para ajustarse a los intereses del predicador y a las demandas de los fieles.

Por el contrario, el Concilio Vaticano II, autoridad máxima de la Iglesia católica, les exige a todos sus fieles leer la Biblia aplicando los análisis científicos e históricos, teniendo en cuenta lo que significaban las palabras en ese entonces, así como la cultura y las tradiciones del momento para entender el sentido de cuando fueron escritos.

La revolución del cristianismo es el amor, lo que significa justicia y reconocimiento del otro en su diferencia.

En todo caso, el amor es el centro del cristianismo, lo que configura esta fe. Es, para quienes son creyentes, el modelo de convivencia propuesto por Jesús que significa amar a todos los seres humanos sin discriminación, reconociendo su pluralidad.

Asimismo, la misericordia, un aspecto fundamental de las enseñanzas de Jesús, implica cuidado y consideración preferentemente hacia las personas marginadas, discriminadas o maltratadas como en el contexto actual serían las personas LGBT.

6. ¿No será que esos “gustos sexuales LGBT” son una moda?

Algunas personas han difundido la idea de que las orientaciones sexuales homosexuales y bisexuales o las identidades de género trans son “modas” o “etapas”. La realidad es otra.

Hay quienes desde muy temprana edad reconocen haber sentido algo especial por las personas de su mismo sexo, mientras que hay quienes hasta mucho más adelante señalan haber experimentado esta atracción. En algunos casos se toman más tiempo para reconocerlo porque están en un contexto adverso al tema y no lo podían aceptar y en otros porque simplemente no lo habían experimentado previamente.

Desde temprana edad a muchos niños les dicen que ya les tienen novia y viceversa. Jamás les hablan de una persona del mismo sexo como posibilidad.

El problema de fondo es que en muchas sociedades se plantea la homosexualidad o la bisexualidad como consecuencia de hechos negativos: malas relaciones afectivas con personas del sexo opuesto o con el papá o la mamá (un papá muy duro o una mamá débil) o un abuso sexual en la infancia.

Sin embargo, nada más agresivo que una violación como para señalar que un episodio de esta naturaleza pudo determinar una orientación sexual. De hecho, no hay ninguna evidencia que demuestre que alguna de estas situaciones tiene un efecto sobre la orientación sexual o la identidad de género de una persona.

En la mayoría de casos los papás educan a sus hijos de la mejor manera posible con las herramientas que tienen y no hay una causalidad directa entre padres divorciados o un papá o una mamá con un temperamento fuerte o débil e hijos homosexuales.

No hay un hecho en la vida que pueda ser “la causa” de la homosexualidad, la bisexualidad o la heterosexualidad. Hay una serie de factores, no solo uno, que entran a jugar en la construcción de la orientación sexual de cada quien.

Muchas veces el malestar no es el del niño sino de los adultos que lo rodean. De ahí que quienes necesiten ayuda sean ellos y no el menor.

Ningún fenómeno del ser humano puede reducirse a la biología, a la genética o al aprendizaje. La interacción de muchos factores es lo que le permite a cada quien desarrollarse individualmente.

Lo que no funciona y es contraproducente para el desarrollo de cualquier menor es reprenderlo como una manera de forzarlo a que cambie su expresión de género cuando un niño, por ejemplo, juega con muñecas o una niña con carros.

Los adultos no tienen por qué obligar a que ese niño o esa niña sean como ellos esperan. No hay por qué presionar a un menor a que tenga los comportamientos que la sociedad considera masculinos o femeninos.

Ver: A mí sí se me nota.

Se asume que todos los menores son o tienen que ser heterosexuales pero esa no es la realidad.

Se trata, más bien, de permitirles explorar sus distintas expresiones para que cada quien identifique la manera como se sienta más cómodo. Muchas veces el problema no es del niño sino del contexto que lo rodea que no sabe cómo interpretar la situación.

Infortunadamente, todavía persiste la idea de que si a un menor se le permite ser como es, va a ser gay o trans, entonces más bien “evitémoslo”, como si una orientación sexual o una identidad de género pudieran evitarse o fomentarse. Cada quien es quien es.

Fuentes: María Mercedes Gómez, PhD en teoría política; Carolina Herrera, psicóloga clínica de Liberarte Asesoría Psicológica; Hugo Córdova, doctor en Estudios Interdisciplinarios en Migración, Etnicidad y Religión e integrante del Grupo de Estudios Multidisciplinarios sobre Religión e Incidencia Pública (GEMRIP) y William Mauricio Beltrán, sociólogo y autor de la investigación Del monopolio católico a la explosión pentecostal.

#ReligiónMásDiversidad es un proyecto apoyado por la Fundación Open Society Institute en cooperación con el Programa para América Latina de Open Society Foundations.

3 thoughts on “Diversidad sexual y de género: lo que se dice vs. lo que es (I parte)

  1. la escuela debe enseñarles a los niños y estudiantes en general el a,b,c y el 1,2,3 cosas asi,es decir cosas utiles para sus vidas para que puedan defenderse en la vida y elegir una profesion u oficio que les permita ganarse el sustento,ese es el fin ultimo de la educacion,lo demas son cosas superfluas.aparte ¿ por que el estado debe ser quien monopolize la educacion?

    1. El reconocimiento y la aceptación de algo tan troncal como la identidad sexual y la propia orientación sexual es el a, b, c, de cosas útiles para la vida. Y conocer los mecanismos para la defensa de sus derechos es el 1, 2, 3, para defenderse en la vida. Ninguno de estos asuntos son cosas superfluas.

      En cuanto a la monopolización de la educación por parte del Estado: no hay tal. La prueba es la proliferación de instituciones educativas privadas en todos los niveles del sistema educativo. Lo que sí hay es un monopolio de vigilancia y control del servicio público de educación, aunque lo presten entidades privadas. Esto es propio de la potestad de todo Estado.

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