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La estrategia electorera de estar en contra de las personas LGBT

Aunque el referendo de la senadora Viviane Morales no pasó, muchas de las ideas que este proyecto promovía siguen vivas en la opinión pública y serán aprovechadas en las campañas a la Presidencia y al Congreso de la República. Llegó la hora de desmontarlas.  

Por: Andrea Domínguez*

Ilustración: Electrobudista, especial para Sentiido.

El referendo que pretendía prohibirles a parejas homosexuales y a personas solteras, viudas y divorciadas la posibilidad de adoptar menores se hundió en mayo pasado. (Ver: Lecciones de un referendo que discrimina).

Sin embargo, el mensaje que estaba detrás de este proyecto sigue flotando en las agitadas aguas de la opinión pública colombiana y tiene la posibilidad de tomar nuevos ímpetus si llega a tierra firme.

Y la tierra está a la vista: en este año preelectoral son varios los candidatos a la Presidencia que se han mostrado ante el electorado como abanderados de un modelo único de familia: aquel conformado por mamá, papá e hijos.

Entre ellos está la propia Viviane Morales, impulsora del referendo náufrago, quien de manera paradójica forma parte del Partido Liberal (hasta ahora). Aparte de Morales, no faltará quien esté dispuesto a capitalizar los votos de esa Colombia conservadora.

Algunos aspirantes a la presidencia saben que apostarle a la “defensa de la familia” les representaría un significativo rebaño de votos.

Y el primero en la lista sería el exprocurador Alejandro Ordóñez. Le seguirían el exvicepresidente Germán Vargas Lleras y el candidato del Centro Democrático, entre otros.(Ver: La “mano negra” detrás del matrimonio igualitario).

Así las cosas, la polarización que se vivió durante las discusiones del referendo promete invadir la arena de la política y convertirse en uno de los principales temas de campaña, en un país que todavía se debate entre unos valores conservadores de origen colonial y unos preceptos republicanos de talante progresista.

Por ello, más que nunca, es urgente desmontar aquellas postverdades o más exactamente, aquellas mentiras que presentaba el referendo como argumentos para oponerse a la adopción por parte de hogares diversos. (Ver: 9 razones por las que el referendo de Viviane Morales sí discrimina). 

Son los mismos, alejados de la ciencia y apegados a intereses personales, que hoy se exponen en muchas congregaciones de todo el país:

1. Sí hay evidencia científica suficiente

Muchos países llevan tres décadas investigando los efectos de la crianza comparada entre familias conformadas por parejas del mismo sexo y familias de papá y mamá.

Sin embargo, el primero de los argumentos de Morales en su propuesta de referendo -para apoyar la tesis de que las parejas homosexuales no deben adoptar niños- es que no existe evidencia científica suficiente que demuestre que los hijos criados por padres heterosexuales y homosexuales tienen el mismo tipo de desarrollo.

Es decir, la senadora sí reconoce que hay estudios realizados por médicos, pediatras, psiquiatras, trabajadores sociales de diversas organizaciones que señalan que no hay mayores diferencias en el desarrollo intelectual, afectivo, social y sexual en los niños criados por parejas del mismo sexo que aquellos criados por parejas heterosexuales.

Pero inmediatamente refuta la validez de dichos estudios al sostener que se trata de “muestras pequeñas”, “realizadas con metodología pobre”, “sin seguimiento a largo plazo” o que presentaron evidencia deficiente.

Para ello se apoya en otros estudios en contra de la adopción homosexual, algunos de los cuales han sido financiados por organizaciones reconocidamente conservadoras o han sido descalificados por fallas metodológicas. (Ver: Herramientas para oponerse al matrimonio igualitario).

Universidades, peritos e instituciones del Estado colombiano consultadas por la Corte Constitucional para su fallo en 2015 a favor de la adopción por parte de parejas del mismo sexo, coincidieron en calificar la evidencia científica disponible como suficiente. (Ver: La Corte Constitucional aprobó la adopción igualitaria, ¿por qué esta vez sí?). 

En 27 países del mundo está permitida la adopción por parejas del mismo sexo, entre ellos, Uruguay, Brasil, Argentina y México.

En dicha ocasión, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), el Ministerio de Salud, la Fiscalía General, la Defensoría del Pueblo y las Universidades Nacional, de Antioquia, del Valle y de los Andes afirmaron que la literatura científica frente a este tema es amplia, proviene de fuentes confiables y en su gran mayoría coincide en que el ajuste de niños, niñas y adolescentes que son criados por personas homosexuales no es diferente de los que crecen con familias heterosexuales. (Ver: Brócoli con sobrebarriga).

En sus análisis de las investigaciones existentes, las instituciones mencionadas hacen referencia principalmente a dos fuentes internacionalmente reconocidas: la Academia Americana de Pediatría y la Academia Americana de Psiquiatría de Niños y Adolescentes, dos de las fuentes desestimadas por Morales.

En los países donde está permitida la adopción por parte de parejas del mismo sexo, la decisión la han tomado autoridades judiciales o cuerpos legislativos teniendo en cuenta el interés superior del menor, no el interés de los adoptantes y para ello han analizado en profundidad la literatura científica disponible.

La conclusión es la misma: sí hay estudios científicos serios sobre el tema y el resultado en la mayoría de ellos es que la orientación sexual de los padres por sí sola es una característica irrelevante en la crianza.

En el fallo de la Corte Constitucional de Colombia que en 2015 protegió la adopción de niños por parte de familias con padres de orientación sexual diversa, y por tipos de familia diferentes a la conformada por papá y mamá, la Corte tomó en cuenta toda esta literatura científica, así como conceptos de peritos expertos.

Su conclusión, consignada en la sentencia C-683/15, fue que era “posible constatar que la evidencia científica mayoritaria, por demás significativa, coincide en señalar que:

  1. La adopción por parte de parejas del mismo sexo no afecta el desarrollo, el bienestar, ni la salud física o mental de los niños.
  2. En caso de existir alguna afectación, proviene de otros factores como la situación económica, las relaciones dentro del grupo familiar, el inadecuado rol parental, la violencia intrafamiliar, los estereotipos discriminatorios y los prejuicios sociales, entre otros, que nada tienen que ver con la orientación sexual de los padres.
  3. El ajuste en el desarrollo de los menores criados en familias homoparentales, su comportamiento y adaptación social son similares a los de aquellos que crecen en familias heterosexuales; incluso aquellas tienden a promover mayores valores de tolerancia y una representación real de la diferencia sexual.
  4. Los procesos de adopción deben basarse en asegurar la adecuada estabilidad socioeconómica de los solicitantes y en el cumplimiento de requisitos que garanticen el cuidado del menor en cada caso concreto, sin que para ello deba ser evaluada la orientación sexual de los padres, por ser un criterio de discriminación.

2. La orientación sexual de los padres es irrelevante

La evidencia científica afirma que los niños tienen necesidades emocionales y de desarrollo parecidas y que reciben pautas similares de crianza si ambos padres son del mismo o de diferente sexo.

Esta es una afirmación que ha reiterado la Asociación Americana de Pediatría. Por su parte, la Asociación Americana de Psicología ha expresado: “la investigación muestra que el ajuste, desarrollo y bienestar psicológico de los niños no está relacionado con la orientación sexual de sus padres y que los niños de padres gais o madres lesbianas están tan predispuestos a prosperar como los hijos de padres heterosexuales“.

Según estas y otras voces, lo verdaderamente esencial en una familia no es el tipo de estructura que la constituye (madres solteras, padres y madres viudos o divorciados, dos madres o dos padres) sino las relaciones de armonía y compromiso que hay entre sus miembros y el ambiente seguro que los adultos les proveen a los niños.

El referendo defendía -como aún lo hacen muchos políticos y líderes religiosos- que hay un solo tipo de familia para criar niños.

En esa misma dirección, una investigación sobre el tema publicada por el Anuario de Psicología Jurídica de España en 2004, concluyó que lo que más influye en la crianza de los hijos y en su adecuado desarrollo psicológico es la falta de conflictos familiares, independientemente de la orientación sexual de los padres.

Este trabajo tuvo en cuenta los estudios más significativos a nivel mundial en el tema durante los últimos 20 años.

La jurisprudencia reciente en el país ha ido asimilando las transformaciones en la sociedad colombiana y ha defendido los derechos de los diferentes tipos de familia que existen.

Colombia es el país suramericano con más madres solteras: 56% de las mujeres colombianas son madres jefes de hogar, de acuerdo con un estudio de la Universidad de la Sabana. En Bogotá, por ejemplo, las mujeres son la cabeza del hogar en el 36,7% de las familias.

Pero además están los núcleos familiares formados por tías y abuelas, madres o padres divorciados y, por supuesto, las familias conformadas por parejas del mismo sexo.

Para sustentar su punto de vista, Viviane Morales echa mano de varios psicólogos y pediatras que hablan de la importancia del rol paternal en la crianza de los hijos.

Pero omite que dichos profesionales jamás han argumentado que esto signifique que las familias conformadas por padres del mismo sexo no puedan satisfacer las necesidades emocionales y psicológicas de los niños que están criando.

Morales se refiere a los conceptos de William Coleman y Kyle Pruett, pediatra y psicólogo norteamericanos respectivamente, quienes han estudiado los aportes diferenciados que padres y madres dan a sus hijos en la convivencia diaria.

Al enterarse de que Morales pretendía utilizar sus hallazgos para descalificar a las familias homosexuales, Pruett dijo: “me decepcionó saber que la senadora Morales usó mi investigación para sustentar su oposición al matrimonio y adopción de parejas del mismo sexo porque no hay nada en mi investigación que lo soporte.

“Yo hablo de la importancia de los hombres en la vida de los niños, sin insistir en que tengan un lazo biológico, que deban ser heterosexuales o siquiera deban estar casados.

“Ella y su equipo de trabajo han escogido unas cuantas frases de mi trabajo que le servían perfectamente para apoyar su tesis y persuadir desde la ciencia”, aclaró el investigador en una entrevista concedida en agosto de 2016 a la revista Semana.

Otro de los estudios citados por Morales asegura que los niños criados por homosexuales, en particular por lesbianas, presentan diferencias con los niños criados en hogares heterosexuales.

Según dicho estudio, estos menores requieren mayor ayuda estatal en la infancia y al crecer presentan menores tasas de empleo, perciben menos logros educativos, tienen una mayor incidencia de consumo de marihuana y, en el caso de las mujeres, tienen mayor número de parejas sexuales que sus pares criadas por parejas heterosexuales.

Estas aseveraciones provienen del estudio “New Family Structure Study” de Mark Regnerus que ha sido ampliamente criticado por ser financiado por organizaciones conservadoras y por contener errores en su realización. (Ver: Lo que falta saber del referendo de Viviane Morales). 

Por el contrario, ciertos estudios señalan, incluso, algunas ventajas percibidas por los niños educados por parejas gais en comparación con sus pares educados por padres heterosexuales.

La investigadora Fiona Tasker, del Departamento de Ciencias de la Psicología de la Universidad de Birkbeck de Londres, realizó una investigación entre madres lesbianas divorciadas y madres heterosexuales divorciadas.

Allí encontró que los hijos de las primeras perciben como “segunda mamá” a la nueva pareja de su madre biológica, mientras que los hijos de las segundas perciben al hombre (nueva pareja) como un “intruso”, de manera que las relaciones de los niños y niñas con las parejas lesbianas fueron más positivas que con parejas heterosexuales.

Por otro lado, un análisis de 19 estudios publicado en el “Journal of GLBT Family Studies” en 2008, concluía que en muchos casos hay una relación afectiva más sólida entre hijos y padres homosexuales que entre hijos y padres heterosexuales, probablemente debido al rol protector ejercido por padres del mismo sexo en una contexto cultural mayoritariamente homofóbico.

3. La clave: las relaciones con los padres

Cualquiera que haya conocido a una persona o pareja en proceso de adopción en Colombia sabe que se trata de un largo y difícil camino para demostrar la idoneidad necesaria.

El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) tiene procesos de selección exigentes para determinar si el o los adoptantes son aptos para responsabilizarse por la crianza de un niño cuyo derecho a ser amado y protegido por sus padres biológicos ya ha sido vulnerado.

Según el propio ICBF: “será considerada mejor para el niño aquella familia que cuente con habilidades, recursos, capacidades y competencias para el adecuado ejercicio del rol parental que permita ofrecer una vida donde puede recibir cuidados, educación y amor”.

El ICBF en sus argumentaciones allegadas a la Corte Constitucional explicaba que el ajuste de niños, niñas y adolescentes que son criados por personas homosexuales no es diferente de los que crecen con familias heterosexuales.

Además, esta institución garante de los derechos de niños en el país, reconoce que según los estudios, los resultados negativos en el ajuste sicológico y en el desarrollo negativo de los niños y niñas, en general, no están relacionados con la orientación sexual de los padres.

El bienestar de los menores se ve afectado más por las relaciones con sus padres, las competencias parentales de estos, la seguridad que les brinda y la presencia de apoyo social y económico de la familia, que por el género u orientación sexual”.

En esto coincide el Ministerio de Salud, que concluye: “los menores sufren mayor afectación en su bienestar por las disparidades legales y el estigma que puede derivarse de normas restrictivas para las parejas del mismo sexo“.

 Los prejuicios de una sociedad no pueden ser utilizados como excusa para perpetuar la discriminación.

El Ministerio refuerza esta parte de su evaluación con la investigación realizada por la Facultad de Educación de la Universidad de Amsterdam en relación con los estudios empíricos publicados entre 1978 y 2003 sobre familias conformadas por parejas de mujeres.

Según explica, en ella se demostró que los posibles efectos de la salud de los menores pertenecientes a estas familias estaban relacionados con el estigma de las relaciones entre dos mujeres que con el hecho de que fueran dos mujeres las cabezas de familia.

Justamente por ello, continúa el Ministerio de Salud, “la Academia Americana de Pediatría ha sugerido que el bienestar de los menores de edad se beneficiaría de la legalización de los matrimonios de parejas del mismo sexo y la adopción de parejas dispuestas y capaces para esa tarea, independientemente de su orientación sexual”.

4. Mayorías no pueden decidir sobre minorías

Con frecuencia, a lo largo del debate sobre el referendo, la senadora Morales y Carlos Alonso Lucio, su esposo y vocero del Comité Promotor del referendo, dijeron una y otra vez que se les debía preguntar a los colombianos su opinión sobre este tema porque “quién mejor que el pueblo colombiano para decidir cómo constituir su propia familia“.

Probablemente, este será un argumento que los colombianos escucharán a lo largo de la campaña política que llevará a la elección de su próximo presidente en 2018. Y por increíble que parezca, para muchas personas todavía es válido pensar que la opinión de las mayorías es lo que cuenta a la hora de decidir sobre derechos fundamentales.

El  jurista Rodrigo Uprimny, investigador del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad, DeJusticia, explicó lo peligroso de esta afirmación. Según expuso, en una democracia constitucional hay un equilibrio entre los derechos fundamentales de las personas, en especial de las minorías, y el principio de la mayoría.

“Democracia no es que las mayorías hagan lo que quieran, sino que las mayorías gobiernen respetando los derechos de las  minorías”, Rodrigo Uprimny

Y continuaba con un ejemplo: someter a voto popular el alcance de los derechos de las minorías es antidemocrático. “Supongamos que en los años 50 en Estados Unidos se hubiera sometido a votación popular el derecho a voto de los negros… Obviamente las mayorías habrían privado aún más de sus derechos a las minorías negras“.

Morales expresaba que la adopción no es un derecho de ningún adulto y que por ello el referendo no proponía vulnerar el derecho de las parejas homosexuales a adoptar. Es verdad que no existe el derecho a adoptar.

Pero durante 140 años, el Estado colombiano les ha permitido por igual a parejas heterosexuales, personas solteras, viudas o separadas y más recientemente a parejas homosexuales, la posibilidad de ser consideradas elegibles para adoptar. Todos han recibido un trato igualitario. Y la igualdad ante la ley sí es un derecho.

Tras el hundimiento del referendo se reafirmaron los conceptos emitidos por la Corte Constitucional en 2015 cuando dijo que si el objetivo de nuestro ordenamiento jurídico y de la normativa internacional es la efectiva protección del interés prevalente de niños y adolescentes representado en su derecho fundamental a tener una familia.

Negarles la posibilidad de que sean adoptados por una pareja homosexual implica una violación de los derechos y obligaciones arriba mencionados y una infracción de la Constitución Política y el bloque de constitucionalidad.

Ahora les toca a los colombianos, en el ejercicio de la democracia, continuar respetando ese derecho de los niños y seguir velando por principios fundamentales de todo Estado moderno, como la igualdad, la no discriminación y el respeto a la diversidad. El debate apenas comienza.

*Periodista.

#ReligiónMásDiversidad, proyecto apoyado por la Fundación Open Society Institute en cooperación con el Programa para América Latina de Open Society Foundations.

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