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Lenguaje incluyente para todas, todos y todes

Nuestra lucha por la igualdad también incluye el lenguaje. Si coincidimos en la necesidad de hacernos escuchar y de salir a las calles para presionar por el cambio, ¿por qué tenerle miedo a hablar de todas, todos y todes?

No existe revolución sin cambio. Y no existirá igualdad sin que las condiciones actuales se transformen para garantizar una real equidad de derechos y de oportunidades para todas las personas.

Esto implica escuchar las voces de quienes son señalados de “gritar sin sentido”. Debemos reconocer a quienes el sistema pretende desaparecer. (Ver: Existencia y resistencia no binaria: consejos para aliados).

Esto mismo pasa con el lenguaje. ¿Por qué tenerle miedo a transformar el español cuando coincidimos en la necesidad de cambiar las estructuras sociales y en salir a las calles para hacernos escuchar?

“Nuestra lucha también incluye el lenguaje”.

El lenguaje incluyente es mucho más que decir “señoras y señores”. Personas trans*, no binarias, de género fluido, etc (como yo) no nos vemos reflejades en esas dos únicas categorías.

Buscando y buscando, hemos pasado por alternativas como “tod@s” y “todxs” pero la que más me gusta es “todes” porque puede pronunciarse fácilmente, mientras que las otras no.

Quizás más adelante encontremos nuevas formas de incluirnos en el lenguaje, pero no quisiera descartar la “e” solamente porque no les gusta a quienes se denominan “protectores del castellano”. Lo que hay detrás de esta “pureza del lenguaje” son mentalidades binarias, patriarcales y colonialistas.

“A mí no me molesta intervenir el castellano porque fue una lengua impuesta”.

Mucha gente repite a boca llena: “en Colombia se habla el mejor español del mundo”. Pero en ocasiones detrás de este orgullo hay clasismo y racismo y la creencia de que esto nos hace menos indígenas, menos afrodescendientes y más cultos.

La escritora feminista y activista norteamericana Gloria Jean Watkins, conocida como “bell hooks”, dice a propósito del inglés: “este es el lenguaje del opresor y, sin embargo, lo necesito para hablarte”.

Lo mismo sucede con el castellano. Pero esto no significa que en nuestra lucha por la igualdad no podamos transformarlo, voltearlo y torcerlo hasta que diga lo que no dice.

El lenguaje no es fijo

La “e”, la “x” y la “@” se comenzaron a utilizar para no recurrir al masculino “genérico” que desaparece a la mujer. Así, en lugar de decir “hola a todos”, las feministas comenzaron a referirse (o mejor, a escribir) “hola a todxs”. ¡Bravo por eso!

Pero de lo que yo hablo y por lo que abogo (y no solamente yo) es aún más profundo: es por el reconocimiento de que existe un género que no es estable, que se transforma o que va y vuelve. Es decir, por una “e” además de la “a” y la “o” y una “e” entre el binario hombre y mujer.

Es cierto. No todas las personas no binarias o de género fluido usan pronombres neutros o abogan por este uso del lenguaje. Yo hablo como quien sí lo usa y sí se siente reconocide cuando así sucede.

El año pasado escuché a personas cisgénero burlarse del lenguaje incluyente. Sus “chistes”, que son micro agresiones, ni siquiera son originales, siempre repiten”: “Hola a todos, todas, todes, todis y todus ja, ja, ja” o “ahora tendremos que hablar del Transmileno y la Transmilenia”, como si unos buses tuvieran identidad.

Algunas personas que dicen esto se identifican como “feministas” o “intelectuales” o son artistas que trabajan el género. Feministas: deben saber que existimos personas que no nos reconocemos como hombre ni como mujer. Desde el inicio de los tiempos hemos estado y nos han querido exterminar, pero aquí seguimos. (Ver: Alanis Bello: no quiero ser un hombre ni una mujer).

También hay editoras de diarios LGBTI y de revistas feministas que no me han permitido utilizar el lenguaje neutro argumentando: “el público general no lo entiende”. Ahí es cuando digo: piensa en el futuro. ¿De qué lado de la historia estás?

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