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“A muchos medios les interesa lo LGBT cuando hay enfrentamiento”

Es importante que los periodistas tengan claro que no en todos los temas hay dos caras de la moneda o que no siempre los argumentos de un lado son tan válidos como los del otro. En temas de igualdad, las creencias religiosas no pueden asumirse como la contraparte.

Hace unos días en La W Radio entrevistaron a Jared Taylor, a quien presentaron como editor de la publicación American Renaissance. El motivo para invitarlo fue lo que días atrás le había dicho al periodista Jorge Ramos en Univisión: que fueron los europeos y no otros inmigrantes quienes hicieron de Estados Unidos un “país grande” y que quienes llegaron de otras partes, como latinos o asiáticos, han pretendido alterar la cultura y valores asentados.

Taylor expresó en La W que él pretende vivir en un Estados Unidos conformado por personas blancas de origen europeo. También dijo que los latinos y los asiáticos deben vivir en “sus” países y que él “merece” estar rodeado solamente de “los suyos”.

En otras palabras, el motivo para entrevistarlo era su xenofobia. Nunca se presentó otra justificación para tenerlo al aire durante casi 30 minutos. Allí, Taylor llegó a afirmar que las personas afroamericanas deberían vivir en una nación propia, ratificando así la idea que nunca expuso de manera directa pero que rodeó toda la conversación: su creencia en la superioridad de la raza blanca.

Aunque cada medio de comunicación está en libertad de entrevistar y de invitar a quien considere pertinente, no deja de llamar la atención que La W sí tuvo espacio para una persona que promueve un trato diferente según la raza, pero no, por ejemplo, para las mujeres que lideran la campaña contra el acoso sexual en las agencias de publicidad. (Ver: Menos periodismo Kardashian).

Ellas contactaron a una de las periodistas de la emisora, quien decidió que abordaría el tema en otro medio. Y el acoso sexual que ellas denuncian no es un tema menor. Según le dijeron a Sentiido, después del artículo en El Espectador donde Oriana Castro (una de las víctimas de acoso) relató su historia, cerca de 20 mujeres más la buscaron para decirle que a ellas también les había pasado. Esto sin contar las que no hablan por miedo a perder sus empleos.

¿Por qué líderes religiosos?

A lo anterior se suma otra práctica frecuente no solo en La W – en programas como “Partida W” – sino en otros tantos, de invitar a líderes religiosos cuando el tema a tratar es, por ejemplo, el matrimonio o la adopción por parte de parejas del mismo sexo o la existencia de baños neutrales a los que pueda entrar cualquier persona. (Ver: Lo que le falta al periodismo para ser más “LGBT friendly”).

De hecho, cuando de “Partida W” invitaron a Sentiido para discutir sobre “personajes homosexuales en películas infantiles”, dijeron que la otra participante sería Ángela Hernández, diputada de Santander. (Ver: La tal ideología de género, ¿de dónde viene y para dónde va?).

¿Por qué la diputada Hernández, quien salió a la luz pública por promover las creencias de la Iglesia Cristiana Cuadrangular de Bucaramanga, participaría en un programa que abordaría un tema cultural?

¿Cuál es su experiencia en cinematografía o cuáles sus conocimientos en Psicología si acaso la intención era determinar qué tanto “afecta” a un menor saber que en la vida real hay personas homosexuales? (Ver: ¿Ustedes por qué siempre están juntas?).

Además, la advertencia de la productora del programa – de ahí la elección de Hernández – era que más que una discusión calmada querían “un debate fuerte, caliente, nada tranquilo, donde las personas se pisen la palabra”. Sentiido no aceptó participar.

Además, suele suceder que la discusión termina en que las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) deben justificar su existencia con frases como “nadie se vuelve gay por ver una película” o “somos normales”. ¡Ya es hora de superar debates tan anacrónicos!

Algunos periodistas creen que enfrentando a dos personas garantizan una supuesta objetividad cuando la discusión, al menos en este caso, no tenía nada que ver con asuntos religiosos.

Hay una tendencia al periodismo como una manera de divertir

“No siempre hay dos lados. No siempre los dos argumentos son iguales de válidos. En temas como la igualdad en el matrimonio, por ejemplo, no me parece que haya dos lados sino uno”, señaló Juanita León, directora del portal La Silla Vacía, en el Seminario Internacional Democracia y Medios de Comunicación, organizado por Fescol, La Universidad de los Andes y la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP). (Ver: Matrimonio Igualitario en Colombia, paso a paso).

Asimismo, en el evento “Una agenda periodística sin lugar para tabúes” que tuvo lugar en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO 2016), el abogado Mauricio Albarracín recordó que en lo concerniente a temas de igualdad de derechos LGBT, los medios acostumbran invitar a un activista y a un representante de alguna iglesia o movimiento religioso. (Ver: Carolina Sanín y la censura en Colombia).

“Pero en realidad lo que allí se hace es darles mayor resonancia a quienes están en contra porque ellos juegan con la cancha ganada. Finalmente, los sectores religiosos y conservadores tienen recursos económicos, redes en todas las ciudades, púlpitos y, además, el espacio que les otorgan esos medios”, aseguró Albarracín. Mientras que una organización LGBT está lejos de contar con la estructura y financiación de una iglesia.

La tendencia “equilibrista”

Según Omar Rincón, crítico de televisión y director del Centro de Estudios en Periodismo de la Universidad de los Andes (CEPER), al periodismo colombiano le gusta la polarización como manera de informar.

“Una tendencia aprendida en las facultades de Comunicación es el ‘equilibrismo’ o la idea de que si entrevisto a una persona que esté a favor, hay que poner a otra que esté en contra. Si participa una de derecha, la otra debe ser de izquierda”, agregó Rincón.

Hace 20 años, por la presión de la Iglesia Católica, era impensable que los medios hablaran de derechos humanos y de diversidad sexual y de género. Y aunque desde hace años esa etapa quedó superada, no significa que hoy las orientaciones sexuales e identidades de género sean abordadas de la mejor manera. (Ver: 8 respuestas para un periodismo incluyente).

“A los medios les interesan los temas LGBT cuando pueden convertirse en un espectáculo o en un enfrentamiento”, señaló Albarracín. Ese afán por simplificar los debates a dos caras de la moneda, olvidando los matices, fue parte de lo que se vio durante el cubrimiento de los acuerdos de paz establecidos entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, especialmente antes del plebiscito del 2 de octubre de 2016.

“No fue muy efectiva la estrategia del Gobierno de decirles a los no convencidos: ‘si usted no está conmigo, está contra mí”, Álvaro Sierra, periodista.

“En el periodismo colombiano hay una lógica binaria. Se cree que las historias son mejores cuando hay un bueno y un malo”, señaló Juanita León en La Silla Vacía.

León también dijo que, por ejemplo, en el cubrimiento del proceso de paz se vio una práctica frecuente: limitarse a publicar las declaraciones de funcionarios dejando de lado el contexto. “Ni siquiera se comparaban con lo que pasó el día anterior y no había mayor análisis para entender qué significa lo que la persona dijo”.

Una muestra de la polarización como manera de informar fue la idea creada por el Gobierno y reproducida por buena parte de los medios de que quienes estaban a favor del proceso querían la paz y quienes estaban en contra la guerra.

“Se le llamó paz a la terminación de un conflicto armado entre el Gobierno y una de las guerrillas colombianas. El discurso se simplificó al punto de que esa negociación se hizo ver como la llegada de la paz”, señaló el periodista Álvaro Sierra en el Seminario Internacional Democracia y Medios de Comunicación.

El columnista Héctor Riveros, director del Instituto de Pensamiento Liberal, reconoció en un foro organizado por la Fundación Buen Gobierno que parte de la equivocación fue haber dicho que la paz era lo que estaba en juego cuando en realidad eran las condiciones para que las FARC dejaran de ser guerrilla.

Razones para dudar

Según Sierra, el porcentaje de quienes abiertamente querían sabotear el proceso de paz era mínimo y obedecía más a intereses políticos. “La gran mayoría tenía razones de peso para dudar y nadie fue capaz de conectarse con esas personas para legitimar sus inquietudes y explicarles por qué era más conveniente votar por el ‘Sí'”.

Todo esto también demuestra la cada vez menor influencia de los periodistas y de los medios en la opinión pública. A pesar de que la mayoría estaba abiertamente sincronizada con el “Sí”, en el plebiscito ganó el “No”. (Ver: Es un “No” más profundo).

Ahora los medios tienen menos poder para inclinar la balanza en temporada de elecciones, como quedó claro con el triunfo de Donald Trump. En campañas dejaron de ser poderosos. Ya no son los periodistas quienes determinan la opinión de la ciudadanía, lo hacen directamente políticos y líderes a través de sus redes sociales.

“Antes los medios tradicionales monopolizaban los discursos de opinión. Ahora no. Cada vez son vistos con más suspicacia y con menos credibilidad. Apenas publican algo, son cuestionados y refutados por redes sociales”, afirmó Jaime Abello, director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), durante el Seminario Internacional Democracia y Medios de Comunicación.

“Hay una tendencia al periodismo mascota o aquel que vive lamiéndole al poder en vez de incomodarlo”, Omar Rincón.

Según Sierra, el éxito de líderes como el expresidente Álvaro Uribe es narrativo. “Uribe interpreta los sentimientos de una parte sustancial de la sociedad. Muchos de sus argumentos son falaces pero hábiles comunicativamente hablando”.

El gran secreto de Uribe, añade Sierra, es el mismo de las buenas campañas: ofrecer explicaciones simples a problemas importantes. “A un país con mucha violencia le dijo que toda la culpa es de las FARC. Su gran victoria es que convenció al país (incluidos los medios) de que las FARC son unos bandidos (y los únicos)”.

“Esto no quiere decir que esta guerrilla sea buena sino que Uribe logró simplificar el conflicto armado. El reto de los medios es no desconocer a los otros actores, lo que significa describir el conflicto de una manera equilibrada”, añade Sierra.

Una voz serena y racional

La gran contribución, agrega, que un periodista puede hacer a procesos de paz como el que vive Colombia, es producir información que contribuya a un debate público sano e informado. Ser una voz serena y racional que aporte argumentos.

No obstante, la ausencia de estas voces reflexivas también tiene que ver con los cambios en el modelo de negocio de esta industria. La publicidad, que era su eje central, se está concentrando en plataformas como Facebook y Google.

El cambio en el modelo de negocio ha llevado a una crisis interna del sector, lo que ha traído no solo la búsqueda de polarización a la hora de informar sino menor inversión en reportería. “Lo que baja la calidad del periodismo investigativo que demanda esfuerzo y recursos y disminuye la cobertura de las regiones”, explicó Sierra.

Según Juanita León, una parte de los medios no fue tan crítica a lo largo del proceso de paz con temas que lo ameritaban, porque en últimas estaban recibiendo recursos del Fondo de Paz. “Este proceso ha sido una gran bonanza para muchos medios. Los foros, los debates y la pauta les han representado una inversión importante”.

“Los medios dejaron de ser actores mediáticos para convertirse en actores políticos y económicos”, Omar Rincón.

Según el periodista Carlos Huertas, director de Connectas, cuando los medios dejaron de pertenecer a las familias tradicionales para pasar a manos del sector corporativo, sus directivas empezaron a evaluar si al medio le iba bien o mal no por calidad de sus contenidos sino por los resultados del P y G (estado de pérdidas y ganancias). “Asimismo, las denuncias de los medios empezaron a comprometer las amistades de los dueños”.

Con el cambio en el modelo de negocio, la búsqueda de la calidad -lo que significa pluralidad, independencia, rigor, precisión e investigación – dejó de ser una prioridad en muchos medios. El números de clicks se convirtió en el centro.

No es misión del periodismo acudir a lógicas binarias que planteen “libertades individuales” versus “creencias religiosas” o el “Sí” como sinónimo de paz y el “No” como de guerra. El mundo no se divide entre “buenos” y “malos”, “blancos” y “negros”, “ateos” y “creyentes” u “homosexuales” y “heterosexuales”. Bienvenidos sean los matices y los espacios para una argumentación sensata en un marco constitucional y de respeto.

“La esperanza de este oficio está en hacer lo de siempre: un trabajo apegado a los hechos, investigado, con contexto, de servicio a la ciudadanía y ahora aliado de la tecnología”, concluye Jaime Abello.

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