Los discursos de la mayoría de religiones y las creencias y estereotipos difundidos sobre las personas LGBT, han llevado a que muchas de ellas lamenten y rechacen su orientación sexual o identidad de género llegando, incluso, a comportamientos insospechados.
Crecer escuchando en la casa, en el colegio y en la iglesia, entre otros espacios, que ser homosexual es “pecado”, una “condición contranatura” o una “desviación que debe corregirse”, dificulta que muchas personas puedan reconocerse como son.
En algunos casos, la incapacidad de auto aceptarse llega al extremo de atacar a otras personas homosexuales por el mecanismo defensivo de la proyección: cuando proyecto en alguien externo mis miedos, rabia o lo que no me gusta de mí.
El problema no es que ese otro sea LGBT, sino lo que representa para mí: la no auto-aceptación, el miedo a la soledad o a perder el apoyo social. Con frecuencia, detrás de quien agrede o trata mal a alguien se esconde una víctima.
También es común que algunas personas LGBTI, a pesar de vivir abiertamente su orientación sexual o identidad de género, se justifiquen frente a terceros diciendo que no eligieron su “condición” y que si pudieran cambiarla para ser como “la mayoría”, lo harían sin dudarlo.
Un buen número de personas, sin importar su orientación sexual, tiene algún grado de homofobia.
Son, en buena medida, a quienes les molesta que a los homosexuales “se les note” y que censuran a las parejas del mismo sexo que se demuestran afecto públicamente porque “pueden incomodar a los demás”. Pero no opinan lo mismo si quienes lo hacen son parejas heterosexuales.
Esta forma de ver la vida refuerza la idea de que “lo correcto” es sentir atracción por las personas del sexo opuesto y que lo demás, para ser aceptado, necesita explicaciones como “no lo elegí” o “esto no es contagioso”.
“Es algo de esperarse en sociedades heterosexuales como algunas latinoamericanas”, explicaba hace unos años José Toro-Alfonso, Ph.D en psicología clínica y quien se desempeñó como docente e investigador del departamento de psicología de la Universidad de Puerto Rico y como presidente de la Sociedad Interamericana de Psicología.
Por tanto, independiente de ser o no homosexual, las personas tienden a incorporar los sentimientos de rechazo y exclusión que históricamente han visto hacia las personas LGBT. “Esto crea conflicto porque a pesar de sentir atracción por las personas del mismo sexo, rechazan esta orientación”, señalaba Toro-Alfonso.
Sociedades homofóbicas
Así, el reconocimiento de la propia homosexualidad puede venir acompañado de una homofobia aprendida. Esto es común especialmente en quienes están rodeados de personas que de manera permanente hacen chistes homofóbicos o señalan las orientaciones sexuales distintas a la heterosexual como algo malo. Eso, desde luego, influye en la dificultad de aceptarse.
Si el objetivo es vivir las orientaciones sexuales o identidades de género sin prejuicios, sintiéndose a gusto y sin pensar que lo mejor sería ser como “la mayoría”, el primer paso es analizar cuáles son las creencias respecto a tener una orientación sexual distinta a la heterosexual o una identidad de género diferente a la esperada por la sociedad.
Según Carolina Herrera y Simón Torres, psicólogos clínicos de Liberarte Asesoría Psicológica, se trata de evaluar por qué se piensa que ser homosexual es algo malo, pecaminoso o indeseable. Revisar qué es lo que se siente frente al tema o por qué se cree que es algo negativo para empezar a reformularlo.
“Se puede sentir culpa por no cumplir con las expectativas que los papás o la sociedad tienen de alguien, sentir que no se encaja en ninguna parte o percibirse diferente y no saber qué hacer al respecto”, señalan Herrera y Torres. La idea es evaluar por qué se experimenta esto o se cree que es una contradicción lo que se desea para la vida con lo que en realidad es.
Más allá de la orientación sexual
Adicionalmente, vale la pena revisar qué otros aspectos no están de acuerdo con las expectativas propias y analizar cómo esa sensación de sentirse mal consigo mismo o insuficiente para los demás, puede estar relacionada con ámbitos distintos a la orientación sexual.
Se trata de empezar a reescribir la historia de vida bajo parámetros propios y responder: además de las enseñanzas sobre el “deber ser” ¿cómo se quisiera vivir y qué criterios se podrían adoptar o desechar?
En la medida en que la persona reconozca que esas actitudes homofóbicas no aportan para su bienestar y que son producto de la apropiación de un discurso social, se podrá ir superando el tema, reconociendo sin problema que se siente una atracción sexual y afectiva distinta a la mayoritaria, pero que eso no la hace diferente ni inferior a los demás. Por el contrario, en las propias manos está construir la vida que se desea.
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Nota: este artículo fue originalmente publicado en 2013 y actualizado el 14 de junio de 2016.
Que buen articulo. Yo antes no me aceptaba a mi mismo. Promovia el odio atraves de una nefasta ideologia. Me odiaba a mi mismo y al resto de la humanidad. Me platinaba el pelo y me ponia lentillas azules para imaginarme que era ario. Ahora aceto feliz que soy un pardo marica uruguayo.