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Avenida Q: un musical sobre ser uno mismo

Una extraña combinación de seres, a quienes les cansa ser ellos mismos, comparten el mismo edificio: son los protagonistas del musical Avenida Q, que se presenta en Bogotá.

Este edificio queda sobre la Avenida Q y cada noche, entre miércoles y sábado, se abren las puertas de su mundo para mostrar una peculiar convivencia. Con franqueza, cada uno de estos seres expone diversas razones que tiene, como cualquier persona, para no sentirse a gusto consigo mismo.

“Me mama ser yo” repite el estribillo de una canción; los muñecos y seres de caricatura confiesan que no han podido cumplir sus sueños y que viven en un entorno tan difícil que afecta sus vidas. Son seres que han aprendido el libreto del drama que afuera del teatro llamamos vida cotidiana, pero que sueñan con salir de ahí y empezar a improvisar.

El amigo Princeton, que está buscando desde hace años su propósito en la vida, me llamó la semana pasada para presentarme su mundo. Yo acepté y pude ir el 3 de septiembre con una barra de amistades. A todos nos interesa meternos en el ambiente de otras personas porque tenemos la sospecha de que no hay una norma ni una forma que defina la vida: hay que conocer y darse a conocer para saber cuestionar los papeles y convenciones establecidos.

Durante el tiempo que estuvimos de visita en este edificio de la Avenida Q, este grupo nos ratificó, a través de humor y de la música, que no hay una regla universal ni un derecho natural que nos dicte la manera lícita de vivir.

Entre ellos, algunos luchan para entender y asumir esto. La lucha no es fácil. Por ejemplo Rod, no puede aceptarse como un muñeco homosexual. Aunque en este entorno de fantasía donde vive no hay procuradores, concejales ni pastoras que legislen sobre la orientación sexual.

En cambio, hay un amigo, Nicky, quien comprende a Rod, pero no tiene la habilidad suficiente para ayudar de forma eficaz. Avenida Q podría ser un lugar ideal. Nadie se burla del Rod, encerrado en su armario; ni siquiera Trekkie Monster, un monstruo aficionado al porno que sorprende por su solidaridad.

Kate Monster también quiere cumplir un sueño. Uno muy paradójico: ya que los monstruos han sufrido diversas formas de discriminación, ella quiere un colegio para monstruos. Ante la exclusión, nos armamos nuestro propio cuartel exclusivo. Así es la vida; por lo menos así se vive en Avenida Q.

También está Lucy, mujer de tela que es a la vez mujer de carne y hueso y mujer fatal, quien juega el rol de antagonista de melodrama. Aprendió el libreto establecido de fémina con un gasto de vida bastante espinoso.

Estos seres se unen para cantar y contar, como dice María Isabel Murillo en la página web del evento: “…una burla a todos los prejuicios de la sociedad en el mundo actual, con un recurso maravilloso y es que en este caso son los muñecos los que se burlan  de la vida diaria, porque hay que quitarle peso a la vida y aprender a reírse de uno mismo para vivir con menos problemas, incomodidades y menos enfermedades. Después de todo la risa es salud y aquí uno se ríe desde que entra hasta que se cierra el telón”.

La visita me produjo alegría y tristeza a la vez. Me pregunto, después de haber estado, de metida, en estas tajadas de vida, si es adecuada la solución tan frecuente de reírse una de sí misma. Agradecí a Princeton la invitación. Salí con mis acompañantes a caminar un poco después de nuestra visita y a recorrer la ciudad hacia nuestras respectivas casas. Salí pensando…

qué es el musical Avenida Q de Misi

La ficción y la realidad

Una historia que comienza con varios personajes cantando que su vida apesta, promete la resolución muy fuerte de un conflicto. Además, si vemos la promesa de “Obra para adultos” este conflicto seguro se resolverá de una forma singular. El desenlace es sorprendente; no quiero adelantar la forma en que cada quien termina decidiendo si le mama o no le mama ser quien es, pues me parece que vale la pena que asistan y se armen su propio juicio.

Rod está rodeado de seres que lo aceptan, como se expresa por medio de la canción: “Si tú fueras gay”. ¿Dónde está, entonces la homofobia? ¿Quién juzga a Rod mientras sus vecinos lo aceptan?

En general, la obra aborda la aceptación y celebración de las diferencias. En este edificio de la Avenida Q, y en la acera de enfrente a él, muchas personas siguen buscando maneras de hablar y de incidir sobre el cambio en las sociedades. Yo sigo preguntándome si poner en escena las historias de convivencia es el inicio de un buen camino o no.

Le quería hacer varias preguntas a Princeton, pero yo salí de afán a buscar mi propia avenida y él tenía muchas cosas que hacer y pensar después una agotadora presentación en público. Así que, por ahora, les dejo la invitación de visitar a Rod este mes en el Teatro Cafam de Bellas Artes.

Culería

Un parlamento de Trekkie Monster a quien envío un abrazo caliente:

TREKKIE MONSTER:
¡PORNO!
Sin porno no hay internet
Sin porno no hay internet
Todo el resto está de adorno
¡Porno! ¡Porno! ¡Porno!

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