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Ayúdate que yo te ayudaré

Si a la marcha del orgullo gay acudiera, realmente, toda la población LGBT de la ciudad, no habría calles para tanta gente. La respuesta a por qué solamente una minoría asiste no debe quedarse en el cliché de que hay una buena parte dentro del clóset. También hay otra tanta que no se identifica con lo que allí ve. ¿Por qué?

Por: A.M.C. *

Aunque aún falta medio año para la marcha del orgullo gay, mejor conocida como de la ciudadanía plena, vale la pena hacer una reflexión sobre este evento y evaluar si hay aspectos que cambiar o, por el contrario, reforzar.

Nunca antes, hasta el año pasado, había asistido a una marcha de estas, pero ante la insistencia de algunas personas de que se trataba de un evento con una importante connotación política, que partió en dos la lucha de las personas LGBT, decidí ir.

Cuando llegué a la Carrera Séptima con 34 en Bogotá, uno de los puntos de encuentro, lo primero que encontré fue una pareja de niñas de unos 20 años que se sumaba a la marcha con otro grupo de chicas. Cada una lucía orgullosa su lata de cerveza en mano. No entendí muy bien el porqué de bebidas alcohólicas en un evento de corte político, pero dije, “ven este evento como una fiesta, así que adelante”.

Continué mi camino, y ya no solamente me encontré con unas cuantas latas de cerveza sino con varias botellas de licor camufladas en bolsas y maletines. Fue entonces cuando empecé a preguntarme “¿es esta una marcha para visibilizarse y exigir igualdad de derechos o una cata clandestina de licores?”

El argumento de que era “mucho más que el circo que acostumbraban mostrar los medios” fue uno de los que más me convenció.

Mi objetivo tampoco es profundizar en el debate que causa el hecho de que algunas de estas mujeres acostumbren asistir a este evento con poca ropa.

Sin embargo no quiero detenerme en el número de botellas que logré identificar, sino en otros aspectos que vi en mi trayecto por la Séptima. Recuerdo que mientras caminaba, le abrí paso a un grupo de mujeres trans que se trataban unas a otras, a grito herido, “apúrele que la marica aquella ya nos dejó”.

Sé que para ciertas personas esto le resta seriedad a la marcha, pero también entiendo que en su defensa existen argumentos tales como que “su cuerpo es su principal logro para mostrar, porque la sociedad no les ha dejado espacio para nada más que la prostitución o la peluquería”.

Lo cierto es que por razones profesionales he conocido mujeres trans que estudiaron y lucharon por sacar adelante una profesión que hoy ejercen, muchas veces sin el apoyo de sus familias ni de nadie.

Sin duda, el camino fue más largo y difícil, pero hoy tienen mucho más para mostrar. De hecho, recuerdo una que me aseguró que no asistía a la marcha porque le parecía un evento excluyente.

En algún momento de mi recorrido también me encontré con una persona que fácilmente podía ser hombre o mujer. En realidad personas así es lo que abunda ese día y bienvenida sea la diversidad. Bienvenidos sean todos, todas y todes y, si quieren, todus y todis.

Si todas las personas LGBT decidieran salir a la marcha, no habría suficientes vías. Es cierto, una inmensa mayoría no lo hace porque no ha salido del clóset, otra por miedo, pero otras tantas porque no creen en este evento, porque no se identifican con lo que allí ven.

No van porque simplemente no sienten que esa marcha, tal cual como se vive, contribuya en algo en la lucha por la ciudadanía plena sino que, por el contrario, ratifica los estereotipos y clichés que la mayoría de la población tiene con respecto a las personas LGBT.

Algunos activistas dicen que el problema radica en que los medios de comunicación siempre registran lo mismo, a las mujeres trans semidesnudas y a los hombres en calzoncillos, pero me pregunto ¿qué más quieren que tomen si eso es lo que predomina, si esa es la noticia?

Las personas LGBT no puede reducir su lucha, en el evento anual más importante de visualización, a pancartas y versos en contra del Procurador. Debe demostrar con hechos que la igualdad es real. De vez en cuando viene bien autocriticarse.

Criticas a la marcha del orgullo gay
Foto: Sentiido

2 thoughts on “Ayúdate que yo te ayudaré

  1. La marcha ha sido el lugar más ambivalente, desde el año 2007 he tenido la oportunidad de asistir a tan complejo carnaval (y lo digo con orgullo); la ultima marcha he sido agredido por una vendedora al decirle que en mi comparsa no podía vender trago, con tristeza he mirado a una persona con diversidad funcional para hacerle entender que en mi comparsa no se toma y en si invertir muchos días en repetir y repetir que en mi comparsa no se toma. Y mi gente lo ha cumplido como acto de auto responsabilidad ¿Pero, todavía me pregunto si los policías estacionados para adornar la acera, sabían que en mi comparsa no se tomaba y que no era yo el que debía haber interrumpido la labor de la señora?

    Hay una corresponsabilidad en todas, todes y todos, justificamos que no vamos por no sentirnos representados pero si queremos ser representados, igual tampoco vamos… yo no dejare de asistir, seré una voz en el desierto con el esto del trago, pero también se que mucha gente no tiene otra manera de expresarse libremente, muy temprano se enseña a l@s niñ@s ha que esa es la manera de manjar las crisis y ser felices, no es comportamiento extraño, es uno de esos comportamientos que aprendimos como cualquier heterosexual, y además en Colombia no hay política clara sobre ese tema ni sobre ninguna droga aceptada socialmente y cuando hablo de política no solo hablo de legislación, sino educación al interior de las familias, de los centros educativos, etc.

    De mi parte no puedo negar que cada vez que alguien me dice que no va a la marcha porque no se siente representado, al ahondar sobre sus por que, descubro que de fondo hay un montón de nociones que hegemonizan las dicotomias heteronormativas en sus juicios de valor, que sus cuerpos y conciencias se sienten fracturados aun por su propia diferencia, que se quieren imponer modos de vida y normalidades, pero estoy de acuerdo, somos diferentes, raros y con una amplia gama de valores, por esta razón considero que es bueno que se den tantos contrastes, que estos tomen la palabra (o no si quieren o pueden también, a nadie se le ha prohibido ir a la marcha), que se fundan las diferencias para recordarle al mundo que somos diversos, no solo por lo que moralmente no guste sino por lo que moralmente nos incomoda, dar la oportunidad de que en este mundo quepan las diferencias es mejor humanismo, porque ha pesar de lo iguales que queramos ser, mejor buscamos equidad para cada ser humano porque es diferente a l@s demás.

    SI SEGUIRÉ ASISTIENDO A LA MARCHA PARA REPRESENTARME A MI MISMO Y MIS IDEALES, PROBABLEMENTE DESPUÉS NOS VAYAMOS DE RUMBA A CELEBRAR EL ORGULLO DE SER QUIENES SOMOS Y MIS AMIG@S TOMEN. UN ABRAZOTE ANA M.

  2. “No van porque simplemente no sienten que esa marcha, tal cual como se vive, contribuya en algo en la lucha por la ciudadanía plena sino que, por el contrario, ratifica los estereotipos, mitos y clichés que la mayoría de la población tiene con respecto a la comunidad LGBT.”

    Creo que ha dado en el clavo con muchas de sus observaciones. Hace años por ejemplo salí a una. Ahora si acaso salgo a verla desde la acera un par de minutos y me regreso a casa.

    Para mí, es muy carnestoléndica (carnavalesca). Muestra con las tarimas de discotecas y DJs y strippers una parte del mundo gay con la que no me identifico. No todos somos rumba, no todos somos alcohol y drogas ni a todos nos interesa mostrarnos ligeros de ropas, por más buen cuerpo que tengamos. Creo que tendría mucha más incidencia política si la gente saliera como es a diario, sin resaltar esa porción de que lo único que nos interesa es la rumba. En ese sentido, siento que es detrimental al perpetuar estereotipos. Pero es bonita, es simpática por lo general, es muy alegre y esa parte suele ser característica de la mayor parte de gente de las comunidades que componemos este saco de papas en el que nos quieren echar a todas, todos y todes, y que solo en ese sentido es GAY (Alegre, jovial).

    Hay otra cosa que no me gusta y es que si nuestro punto es hacer ver a la sociedad que es el amor por una persona que no caza en el estándar de hombre-mujer lo que queremos defender, pues en general en la marcha se hace un mal trabajo pues se centra en la sexualidad y en las muestras casi obscenas de la misma. Y esto sin mencionar los dildos, las cadenas, los cueros y otras cosas que deberían dejarse en la recámara de cada cual, donde pertenecen. Si la gente nos señala como morbosos y pervertidos, ¿Para qué darles más papaya?

    Claro, hay gente y mucha que es parte de las comunidades por sus inclinaciones puramente sexuales y no afectivas, pero también hay un grueso de quienes genuinamente les ( y nos) interesa el amor y conformar una pareja y una familia diversa. De eso no se ve mucho, insisto, es que nos tratan de embutir a todos en un mismo saco y dicho saco tiende a ser muy apretujado.

    Personalmente participaría de nuevo si la nota de carnaval le bajara un poco y le subiera un bastante la connotación política, e invitaría amigos y amigas que nunca van si en vez de disfrazarnos de colorines que nunca usamos, simplemente hiciéramos presencia como somos a diario, flacos, gordos, buenos, hmmm no tan buenos, de todo…

    ¿si me explico?

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