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Brasil Ele Nao

Brasil: una elección presidencial en tiempos de odio

Jair Bolsonaro y su visión homofóbica y racista de la sociedad están a punto de llegar a la Presidencia de Brasil. Los ecos de su inflamado discurso ya se traducen en actos de violencia.

Por Andrea Domínguez*

Brasil Ele Nao
Por ser el aspirante presidencial Jair Bolsonaro considerado por muchas personas la expresión máxima del machismo, del racismo y de la LGBT-fobia, millones de opositores se han movilizado en Brasil para decir #EleNao (él no). Foto: AFP.

Cuando se creía que Donald Trump había pasado con exceso de velocidad todos los límites de la incorrección política, aparece en el vecindario latinoamericano el ultraderechista Jair Bolsonaro, el candidato con mayor posibilidad de ser elegido presidente de Brasil el próximo domingo.

Bolsonaro no es siquiera políticamente incorrecto; el congresista originario de Río de Janeiro defiende sin sonrojos concepciones abiertamente antidemocráticas. Ha dicho cosas como que el principal error de la dictadura de su país fue haber torturado, en lugar de haber matado al menos unas treinta mil personas.

Bolsonaro ha dicho que la solución a la inseguridad que aqueja a Brasil es que la policía mate más delincuentes.

También ha expresado que una colega suya del parlamento es demasiado fea para ser violada por él. O que después de haber tenido cinco hijos hombres, se “descachó” y tuvo una hija mujer.

A pesar de todo esto y de mucho más, Bolsonaro encabeza las encuestas en Brasil con un 60% de la intención de voto, muy por encima de su opositor Fernando Haddad, miembro del desprestigiado Partido de los Trabajadores, PT.

Apoyo a ideas violentas

En un país con 210 millones de habitantes, en el que el voto es obligatorio, se trata de una cantidad importante de gente apoyando ideas violentas, como lo son sus concepciones frente al tema de la diversidad sexual y de género.

Ver: Diversidad sexual y de género para dummies

De hecho, una de sus frases más famosas es la de que preferiría un hijo muerto que uno homosexual. Más exactamente, lo que dijo en 2011 para la revista Playboy fue: “Yo sería incapaz de amar a un hijo homosexual. No voy a ser hipócrita aquí: prefiero que un hijo mío se muera en un accidente a que aparezca por ahí con un bigotudo. Porque para mí, moriría en ese momento“.

En esa misma ocasión dijo que el hecho de tener vecinos homosexuales desvalorizaría su propiedad y que los comportamientos homosexuales en los hijos deben ser corregidos con una “buena paliza”.

Ver: Aceptar a los hijos LGBT

Al ser increpado durante la actual campaña electoral sobre estas posturas, Bolsonaro se ha reafirmado en su posición homofóbica.

En Brasil, el país en el que mueren asesinadas más personas LGBT en el mundo -1 cada 19 horas- las afirmaciones de Bolsonaro no son ligeras.

Según un informe del Grupo Gay de Bahía, que realiza el seguimiento de ataques a las personas LGBT desde hace 38 años, en 2017 hubo 445 asesinatos contra esta población en razón a su orientación sexual o identidade de género.

El número aumentó un 30% con respecto al año inmediatamente anterior, pero los investigadores consideran que la cifra real es mucho mayor, ya que el subregistro es muy alto.

Crímenes de odio en época electoral

En las últimas semanas en las cuales Bolsonaro se ha consolidado como líder indiscutible de las encuestas, se han presentado varios crímenes de odio contra personas LGBTI.

Ver: Violencia contra las personas LGBT, ¿hasta cuándo?

El más reciente se registró en la madrugada del 16 de octubre en  el centro de Sao Paulo cuando cinco hombres acuchillaron a una mujer trans mientras cantaban -según testigos citados por los investigadores- “Bolsonaro, Bolsonaro” y “Él sí, Él sí”, en respuesta al hashtag #ElleNão (él no) que han adoptado en redes sociales los opositores del político derechista.

La semana anterior a la primera vuelta electoral, un homosexual de la ciudad de Curitiba fue asesinado dentro de su apartamento. Los testigos afirman que se escucharon gritos pro-Bolsonaro en el edificio poco antes de conocerse el asesinato y el crimen aún es materia de investigación.

Pero estos no han sido los únicos crímenes que involucran a seguidores de Bolsonaro. La semana del 4 de octubre, un grupo de bolsonaristas amenazó a ciudadanos LGBTI en el metro de Sao Paulo al son de cantos como “Ô bicharada, toma cuidado, o Bolsonaro vai matar venado!” que traduce: “¡Locas, tengan cuidado que Bolsonaro va a matar maricas!”. Un video que ganó miles de likes.

No sólo las personas LGBTI han padecido estas agresiones. Ese mismo mes, una funcionaria pública del Norte de Recife fue apaleada después de criticar a Bolsonaro.

Y el 8 de octubre, poco después de la primera vuelta electoral, el maestro de Capoeira, Romualdo Rosário da Costa, de 63 años, fue asesinado a cuchilladas por un seguidor de Bolsonaro, después de una discusión política en Salvador en la que había anunciado su voto por el PT.

El 10 de octubre, una imagen que parecía venir de otros tiempos aterradores se tomó las redes sociales. Se trataba de la foto de una joven de Porto Alegre, que había sido abordada por tres hombres al bajarse de un bus debido a que ella usaba una camiseta con la frase “Él no” y un arcoiris. Los hombres, según denunció la víctima, le hicieron sobre su piel con un bisturí una esvástica.

Aunque el fiscal del caso afirma que no hay evidencias claras de lo ocurrido y que en todo caso, al ver él mismo el símbolo en el abdomen de la víctima constató que “se trata de un símbolo budista, de amor y de fraternidad”. Horas después, el funcionario se retractó de esta interpretación.

Parecería que los pronunciamientos públicos de Bolsonaro sobre el uso autoritario de la fuerza hubieran despertado en algunos de sus más radicales seguidores, la noción de que como él tiene amplias posibilidades de ganar las elecciones, ahora ellos tienen carta blanca para atacar minorías sociales y partidarios de izquierda”, dice en un comunicado Toni Reis, presidente de la Alianza Nacional LGBTI+.

El clima de odio, de polarización y de tensión en el que se vive es inmenso. Muchos electores parecerían justificarlo todo con tal de no votar por el PT. Afirman: “Bolsonaro no va a matar homosexuales, no va a apoyar ningún movimiento homofóbico, todo esto es resultado de la propaganda de la izquierda desesperada”.

Consecuencias dentro y fuera de Brasil

El congresista Chico Alencar, del Partido Socialismo y Libertad, PSOL ha compartido con Bolsonaro, desde orillas ideológicas opuestas, cuatro períodos como diputados al Congreso Nacional, ambos en representación del estado de Río de Janeiro.

En opinión de Alencar, la elección de Bolsonaro representaría un tremendo retroceso en el plano de las políticas públicas, especialmente en relación con el medio ambiente, la educación y las relaciones internacionales.

“Bolsonaro representa la sumatoria de autoritarismo, militarismo y afán privatizador extremos”, Chico Alencar, congresista.

Alencar también señala que en el campo de las costumbres, y en el aspecto cultural, él autorizaría el avance virulento de las concepciones de un único tipo de familia así como del individualismo máximo, cuya expresión más aguda es su frase: “cada ciudadano, un arma”.

También representa la expresión máxima del racismo, de la homofobia y de la LGBT-fobia. En la base de la sociedad, Bolsonaro significa autorización para matar, “solución” truculenta para cualquier conflicto.

Ver: La estrategia electorera de estar en contra de las personas LGBT

Entre las medidas que cabe esperar de Bolsonaro, explica Alencar, están la mudanza de la embajada brasileña a Jerusalén, la salida del Acuerdo de París, la aceptación de la tortura como método de investigación y la restricción aún mayor de derechos laborales. “Un atraso inimaginable, un Trump criollo”, puntualiza Alencar.

Una afrenta simbólica

Algo del envalentonamiento de grupos radicales ya se ha empezado a sentir a través de expresiones de violencia como las citadas anteriormente, pero tal vez uno de los actos más emblemáticos de lo que está ocurriendo es el hecho protagonizado por miembros del partido de Bolsonaro.

La primera semana de octubre, los entonces candidatos al Congreso, Daniel Silveira y Rodrigo Amorim, se dieron cita con un gran grupo de bolsonaristas vociferantes frente a la placa que había sido instalada en homenaje a la concejala Marielle Franco del PSOL, quien fue acribillada a tiros en las calles de Río de Janeiro el 14 de marzo pasado.

Marielle era negra, mujer y lesbiana. Se dedicaba a la defensa de los derechos humanos y a denunciar, principalmente, los abusos policiales cometidos en las favelas de su ciudad, en una de las cuales había nacido y continuaba viviendo al momento de su muerte.

Silveira y Amorim justificaron su acto de destrucción de la placa al decir que esta había sido colocada por los copartidarios del PSOL, de Marielle, y que no era oficial. Además, dijeron que la izquierda brasileña era hipócrita al llorar la muerte de Marielle e ignorar las de las demás víctimas de la violencia.

Pocos días después, tanto Silveira como Amorim resultaron elegidos para el Congreso que empezará a regir con una mayoría bolsonarista, en la que predominan lo que en Brasil llaman la bancada BBB: Bala, Biblia y Buey (en alusión a los intereses de los grandes latifundios).

El viejo truco de la “ideología de género”

Además de predicar su odio hacia personas LGBTI (así como su desprecio hacia los indígenas, los afrobrasileños y las mujeres), Bolsonaro y sus seguidores han utilizado asuntos como la “ideología de género”, para ganar un enorme caudal electoral entre muchos grupos evangélicos de Brasil.

Ver: La tal “ideología de género”, ¿de dónde viene y para dónde va?

Cualquier parecido con la realidad colombiana no es coincidencia, sino fruto de una mezcla de uso perverso de redes sociales y noticias falsas.

Uno de esos mensajes que se tomó las cadenas de WhatsApp tuvo que ver con la noticia falsa de que el candidato del PT, Fernando Haddad, había distribuido lo que los bolsonaristas llamaron peyorativamente “kit gay” con el objetivo de implantar la llamada “ideología de género” en los colegios, cuando trabajó como ministro de educación. Y que esa será la visión impuesta a las escuelas, en caso de ser elegido. “El fin de la familia”, etcétera, etcétera.

Ver: Postverdad: La gente cree lo que quiere creer

Lo cierto es que Haddad no creó ningún “kit gay”. El programa que él y su ministerio implementaron se llamó “Escuela sin homofobia” y el material estaba compuesto por piezas impresas y audiovisuales que fueron encargadas por la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de los Diputados al Ministerio de Educación y que fueron realizadas por un grupo de ONGs especializadas en el tema.

Las cartillas tenían como principal objetivo promover valores de respeto y paz, así como la no discriminación por orientación sexual e identidad de género. En últimas, el proyecto surgió de una iniciativa legislativa y no del ministerio que entonces encabezaba Haddad.

Ver: 5 claves para entender el enredo de los manuales de convivencia. 

La banalidad del mal

Son muchas las voces que en Brasil señalan este momento como el último paso para un precipicio. Para muchos, estamos ante un líder populista de corte fascista.

La antropóloga Alessandra Oberling, profesora de la Universidad Católica de Brasil y experta en seguridad pública, está alarmada con la naturalización del odio y de las acciones violentas. “Ya no nos espantamos cuando vemos a alguien celebrar la muerte de un individuo, ya no nos aterramos con la humillación cotidiana de otros”, dice.

Oberling, quien actuó por varios años como consultora en proyectos de seguridad pública y de derechos humanos en el Congreso, dice que vio de cerca la actuación de Bolsonaro y su grupo.

Siempre violento con las palabras, siempre irrespetuoso, nunca actuó como un hombre civilizado, principalmente con las mujeres. Él siempre actuó contra todos los valores humanitarios en defensa de la industria de las armas. Sumado a una ceguera que lo imposibilita para aceptar quo otro piense diferente, el candidato jamás supo buscar soluciones para el país que no fueran la violencia y el aniquilamiento de todos los que piensan diferente a él”, aclara la antropóloga.

Ella cita la teoría de la filósofa judía Hannah Arendt sobre la banalidad del mal y recuerda que justamente, al intentar entender el nazismo, lo que la filósofa encontró fue que los nazis no eran monstruos sino personas comunes y corrientes que poco a poco fueron consintiendo y considerando normal las manifestaciones de violencia y odio.

Poco a poco, los alemanes estaban actuando como monstruos, considerando normal la muerte de negros y de judíos. Independiente de si se es de derecha o de izquierda, liberal o socialista, conservador o progresista, estamos hablando de fascismo, la puerta de entrada al retroceso civilizatorio definitivo”, concluye Oberling.

Entre el miedo y la acción

Los defensores de derechos humanos han empezado a organizarse para lo que estaría por venir. La Alianza Nacional LGBTI+, una organización de la sociedad civil con representación en los 27 estados de Brasil, acaba de lanzar la Plataforma Nacional para Denuncias de Violencia contra LGBTI+.

Según la organización, la plataforma fue creada debido al incremento de actos violentos durante la campaña y primera vuelta electorales.

Ver: Gobierno de Iván Duque: ¿está en riesgo la igualdad LGBT?

De las 41 denuncias de violencia electoral registradas hasta ahora por la Alianza Nacional LGBTI+, entre el final de septiembre y el 18 de octubre, 26 (es decir, 63%) tienen que ver con situaciones LGBTI-fóbicas“, dicen los directivos de la Alianza.

Su presidente, Toni Reis, firma un comunicado en el que la Alianza anuncia que ha solicitado la presencia de observadores de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos durante el período electoral para monitorear la situación de tensión social y de violencia y que las denuncias serán encaminadas a instancias jurídicas nacionales e internacionales.

Es el mismo miedo que se vivía en la dictadura por parte de muchos, pero evidentemente no es el mismo momento.

Como dice Alencar: “las personas LGBT no van a volver al clóset, las mujeres no admitirán la imposición del machismo, los trabajadores no asistirán pasivos a la retirada de sus últimos derechos, los indígenas y negros no admitirán sin resistencia, las tentativas de re-esclavización y toma de sus tierras. Va a haber resistencia, va a haber lucha“.

Ver: “Los gais no van a volver al clóset”

Sin embargo, agrega, me temo que vendrán también muertes, grupos clandestinos de tono fascista ampliarán su rayo de acción. Del resultado de esos conflictos abiertos, que se apoderarán también del parlamento, sabremos si los retrocesos serán grandes o si los derechos básicos serán preservados.

El lunes próximo habrá un nuevo gobierno en Brasil y su pueblo dirá si “Él sí” o “Él no”.

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* Periodista.

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