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“Busco hombre acuerpado y cero plumas”

13 hombres hablaron con Sentiido sobre la presunta discriminación que existe entre homosexuales cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o de comportamiento

El martes 27 de noviembre de 2012, más de 50 parejas del mismo sexo y otras tantas personas LGBT se dieron cita frente al Capitolio Nacional, en Bogotá, para protestar por las declaraciones del senador Roberto Gerlein cuando se debatía el proyecto de ley sobre matrimonio entre personas del mismo sexo. Allí, Gerlein dijo que el sexo entre homosexuales es asqueroso, excremental y merece repudio.

Al día siguiente, un joven publicó en su perfil de Facebook: “si al famoso besatón (como se denominó al evento que tuvo lugar frente al Capitolio) hubiesen ido homosexuales físicamente atractivos, simpáticos y/o lindos, estoy más que seguro que el Senado dice ‘sí’ al matrimonio homosexual. Pero al contrario, van homosexuales bien feos, super mal vestidos, aparte de gritones y super afeminados. Obvio que las personas que deciden qué es bueno o malo para nuestro país dicen ‘no’ al matrimonio homosexual”.

Además de comentarios como este, en los grupos de encuentro de hombres homosexuales también es frecuente ver frases como: “Quién interesante para conocer, no locas, no afeminados”, “busco manes serios, cero plumas, pintas de Bogotá (solo jóvenes)”, “soy activo, 18 cm de pene, preferiblemente de 20 años de para abajo” o “soy chico de gym, 24 años, busco gente varonil, agregar solo gente de gym y de mi edad”.

Lo anterior, es tan solo una muestra de una tendencia que existe entre algunos hombres homosexuales, de desaprobar a aquellos que no cumplen con ciertos parámetros físicos, rango de edad, forma de vestir y de comportarse. ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de ese afán por lucir muy masculinos y por rechazar a quienes consideran afeminados o no les interesa lucir un cuerpo de gimnasio? 13 hombres opinan al respecto.

Jaime Parada. Foto: archivo particular.

Vocero del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual de Chile (Movilh) y concejal de la comuna de Providencia (Chile).

1. Jaime Parada

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

Las personas LGBT pertenecemos a una población y no a una comunidad. Por el hecho de tener reivindicaciones comunes no puede hablarse de comunidad. Somos diversos, pertenecemos a todas las clases sociales, tenemos diferentes opiniones políticas, hemos sido formados en pensamientos distintos en temas religiosos o en la ausencia de estos. Somos tan diversos como los heterosexuales.

En el “macro mundo” o en aquel que involucra a heterosexuales como a LGBT, existen las más diversas formas de pensamiento y se ejercen todo tipo de acciones que no tienen justificación alguna, como por ejemplo la discriminación. En este sentido, no es raro que lo que pase en este “macro mundo” se replique en el “micro mundo” de la población LGTB. Y digo “micro mundo” porque numéricamente es menor que el heterosexual.

Nadie escapa de la segregación que nos ha transmitido la cultura del individualismo que no nos transforma en comunidad sino que nos mantiene como entes atomizados. En este sentido, es reprochable pero comprensible que en la población LGBT se repita lo que pasa en el “macro mundo”.

A mí, por ejemplo, me criaron en un sistema de pensamiento clasista, xenófobo y homofóbico. Yo, en un proceso personal, generé un rechazo hacia eso porque tomé conciencia de que había sido educado en un sistema de valores contrario al que quería. Falta mayor conciencia sobre lo nociva que puede ser la discriminación a pesar de que nosotros mismos hemos sido objeto de ésta.

Tenemos que luchar contra eso. Un paso importante es saber que la persona discrimina cuando rechaza a alguien, en este caso un homosexual a otro, por su apariencia física o condición socioeconómica. Así no podemos avanzar en la lucha por nuestros derechos. En este tema, las políticas públicas tienen un rol fundamental, porque si bien aquellos procesos de toma de conciencia son personales, pueden fomentarse a través de políticas educativas y de no exclusión.

Lo cierto es que no solamente los homosexuales sino todo el mundo debería capacitarse en temas de discriminación. Este es un fenómeno que tiene lugar en el “gran sistema social” y no es algo aislado de los hombres homosexuales.

Nuestros países están avanzando hacia legislaciones que eviten la discriminación, y los propios discriminados deberían dar ejemplo sobre el tipo de sociedad en la que quieren vivir. Si nosotros como población discriminada, estamos situados dentro de este círculo que discrimina, la lucha no es la correcta.

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

No creo que sea más que en la población heterosexual. No pienso que el 90 por ciento de los hombres que asisten a un gimnasio sean homosexuales. Allí, como en cualquier parte, el sistema social es el mismo de siempre. No sé si exista un “culto al cuerpo” más arraigado en los hombres homosexuales que en los heterosexuales, lo que pasa es que, por ser una población más pequeña, esto es más notorio.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

Es frecuente y, es más, en muchas discotecas gays se discrimina a las personas transexuales.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

Veo muy difícil iniciar campañas al respecto solamente para el movimiento LGBT. Existe una cultura muy arraigada que no se puede enfrentar con paliativos dirigidos a gente adulta y con pocas ganas de cambiar. Pensaría que esto tiene que empezar desde la infancia más temprana para que los niños adquieran conciencia sobre la importancia de respetar al otro en su sentido más integral y sin esperar si esos niños serán o no homosexuales, sino teniendo en cuenta solamente que deben vivir en sociedad y que no pueden discriminar ni a homosexuales ni a heterosexuales.

Veo difícil cambiar la discriminación dentro del mismo movimiento LGBT si no se cambia la que existe en todo el continente. Hay un machismo latinoamericano, aunque no exclusivamente, proyectado en la población homosexual. Y ese machismo se aprende en las casas, en los colegios, en la universidad. Entonces, cuando alguien dice “no me gustan los homosexuales afeminados”, lo que hace es reproducir el discurso del machismo aprendido.

Rodrigo Aguayo. Foto: archivo particular.

Estudiante de posgrado en psicología clínica con enfoque en diversidad sexual y de género de la Universidad George Washington (Estados Unidos).

2. Rodrigo Armando Aguayo

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

Los esfuerzos de la sociedad para evitar la discriminación hacia las personas LGBT han ignorando que muchas veces estas personas también lo hacen dentro del movimiento. Existe una falsa noción de que ser miembro de una minoría implica la aceptación innata de los demás, pero en la práctica, esto no garantiza sensibilidad hacia la diversidad. Al crecer en un ambiente heteronormativo (donde las relaciones heterosexuales son las dominantes), la mayoría de hombres interiorizan esquemas de lo que el rol masculino implica, como tener cuerpos y expresiones que demuestren virilidad. El problema, en mi opinión, es el machismo/misoginia (odio hacia las mujeres). Existe la creencia de que para ser vista con igualdad, la comunidad gay debe seguir ciertas normas sociales heteronormativas. Esta es una estrategia distorsionada que fomenta prejuicios y discriminación hacia todos aquellos que no encajan ahí.

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

El “culto al cuerpo” refleja la lucha continua por la autoaceptación y la de los demás. Existe la idea de que ésta se logra siendo perfectos en los distintos ámbitos de la vida. La búsqueda de una perfección inalcanzable es más evidente en aspectos como nuestros cuerpos, en los cuales tenemos mayor control. El problema emerge cuando el “culto al cuerpo” se convierte en obsesión por recibir la aprobación continua de los demás y donde aceptarse uno mismo implica la aprobación de otros basados en nuestra apariencia.

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

Los hombres, en general, le dan especial énfasis a la zona genital cuando el objetivo es tener relaciones sexuales. En mi opinión, los hombres gays que tienen como objetivo tener encuentros sexuales utilizan técnicas inspiradas en los negocios debido a que son consumidores y vendedores a la vez y compiten los unos con los otros. Por esto, en plataformas donde el objetivo es el encuentro sexual, la manera de tener éxito es demostrando las habilidades y cualidades que reflejan sus ventajas. Y enfocarse en el área genital es una estrategia que aumenta la probabilidad de éxito.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

La discriminación entre los hombres gays es frecuente porque los prejuicios establecidos determinan nuestro comportamiento con los otros. Al igual que el resto de la población, también rechazamos a todos aquellos que no siguen las normas sociales que fomentamos. Rechazamos a otros de la misma manera que lo hacemos con nuestra propia expresión de género porque refleja el temor de ser asociados con aquellos que han acogido una presentación que va en contra de lo que se ha establecido “debe ser” un hombre gay.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

Una manera de superar las barreras establecidas sería aprendiendo a respetar a los demás aunque no compartamos sus mismas perspectivas, y evitando imponer nuestras creencias y actitudes. Pero no solo los hombres gays, todos en general podríamos superar barreras acogiendo la diversidad de expresiones de género y sexualidad. Nos han enseñado que encasillando a las personas en categorías llegaremos a entenderlos, pero la realidad es que cada individuo es un ser mucho más complejo que la etiqueta que se le atribuye. En términos de género, el binario hombre y mujer fomenta la discriminación porque no tomamos en cuenta que, independientemente de la orientación sexual, existe un espectro de expresiones de género. El problema de los hombres gays no es acoger una presentación de lo “masculino” en términos de lo físico y de comportamiento, sino tratar de imponerlo a otros.

Alejandro Jaramillo. Foto: archivo particular.

Artista, director de TV y docente de la Universidad Nacional de Colombia.

3. Alejandro Jaramillo Hoyos

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

Hombres y mujeres hemos crecido en una sociedad patriarcal (o con la distribución desigual del poder entre hombres y mujeres, donde los primeros están favorecidos), con unas construcciones convencionales y binarias de masculinidad y feminidad. Por tanto, estas manifestaciones de discriminación responden a que algunas personas aún se encuentran sumergidas en esas convenciones rígidas. Repiten estereotipos machistas y discriminatorios porque eso es lo que la sociedad y la cultura han validado. Sin embargo, cada vez se puede ver más cómo avanzamos hacia un cambio cultural en donde todas las diferencias se aceptan y se celebran como parte de la construcción de lo humano.

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

Creo que, en la base de ese “culto al cuerpo”, hay un gran potencial de resistencia. Esa misma sociedad que busca la homogeneidad, ha practicado y posicionado la idea de ocultar el cuerpo y la desnudez, así como su separación de la vida social-afectiva y de la razón. El cuerpo presentado como forma de relacionarnos, el cuerpo exhibicionista, es la evidencia de que podemos escapar de las normas ilógicas y de las represiones impuestas por una sociedad cuyos valores morales se construyen desde una enunciación religiosa y no desde el lugar progresista. A esta práctica en la que el cuerpo se resiste a ser ocultado le falta aún la celebración de la diversidad de cuerpos, la posibilidad de exhibición de múltiples formas como vemos en algunas manifestaciones de arte contemporáneo. 

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

Hay allí una manera de relacionarse entre hombres por vías que el moralismo prohíbe. En ese sentido, veo muy positivo que existan estos espacios pues son la forma de construir un contexto de comunicación en el cual la orientación sexual y la identidad de género puedan mostrarse tal y como son. Las personas pueden elegir la manera de concertar citas y encuentros y la forma como se muestran en público. Uno de los mayores potenciales de Internet es que abrió paso para que el “entretenimiento adulto” se pueda vivir sin tantas restricciones y culpas impuestas socialmente. En cuanto a si esto fomenta el estereotipo de “hombre homosexual promiscuo” no le veo problema. Lo que se considera perverso por los sectores conservadores de la sociedad, se puede mirar como libre desarrollo de la personalidad. Siempre y cuando las prácticas sexuales sean consensuadas entre personas con las mismas capacidades para tomar decisiones, sin vulnerar ni abusar de nadie, no creo que deban ser calificadas o señaladas de ninguna forma.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

No puedo saber la frecuencia con la que esto ocurre. No tengo mucha experiencia en esto. Creo que puede haber ciertas formas de exclusión como que no le permitan a determinada persona entrar a un bar. Pero para hablar de matoneo se necesita que exista una situación de burla o persecución permanente. Esto se da más en entornos institucionales por parte de personas que se consideran mayoría y, por tanto normales, frente a quienes ellos consideran divergentes.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

Las campañas de comunicación y educación en materia de diversidad humana deben ir encaminadas a que todas las personas nos sintamos parte de la diversidad y celebremos el potencial que ésta tiene. Lo humano es la diversidad. Por tanto, no creo que deba haber acciones dirigidas de manera exclusiva a hombres homosexuales en esta materia. Tener músculos marcados puede ser tan atractivo como una barriga velluda, todo depende de quién siente la atracción. Debería impulsarse a la sociedad entera a que haya un culto al cuerpo en el sentido de poder vernos y mostrarnos tal y como somos con nuestras diferencias, nuestras manchas, cicatrices, mutilaciones y deformidades.

Manuel Velandia. Foto: Juan Sanz.

Sociólogo, sexólogo y cofundador del Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia. Refugiado político y asilado en España por orientación sexual.

4. Manuel Antonio Velandia

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

Con Leonardo Davinci surgió un patrón ideal de belleza masculina. Ese hombre ideal no existe en la realidad. Los primeros modelos atléticos aparecieron en “Physique Pictorial” y desde esa revista se fortaleció la idea del hombre masculinizado en el gimnasio como el modelo del cuerpo deseado por los hombres homosexuales. Por otra parte, el peso de la homofobia internalizada lleva a la discriminación, no solo de sí mismo, sino del otro que es percibido como la imagen amanerada de lo que se teme proyectar. Emerge así el temor a la “pluma” o más concretamente a la “pluma propia”, como algo que el otro le recuerda. Mientras no nos reconozcamos como seres únicos, no reconoceremos al otro como un auténtico otro.

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

La publicidad se ha valido del imaginario de la masculinidad física con músculos como símbolo de la belleza. Con ese patrón, algunos hombres homosexuales se miden a sí mismos y a los otros. Los cuerpos masculinos también se entienden como mercancía y como tal se promocionan y se adquieren, porque en muchos casos el otro es un objeto, una cosa para mostrar, para consumir. Al pensarse como mercancía, el hombre homosexual transforma las redes sociales en un escaparate y su imagen en una representación de la mercancía que pretende ofertar. No todos los homosexuales tienen el mismo patrón de belleza, también hay osos, cazadores, cachorros, admiradores, reinonas, etc. Hay una gran diversidad de imaginarios, representaciones y modelos. Creo que lo importante es ser consientes de qué se quiere ser y por qué y no resultar siendo o exigiendo a los demás por negación a sí mismo.

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

Quien frecuenta las páginas de encuentro no suele hacerlo por azar sino porque sabe lo que quiere, aún cuando algunos llegan allí por casualidad se quedan porque lo desean. Cada cual se promociona como le plazca y está en su derecho a optar por ello. Yo no pongo fotos de mi pene, creo que lo más bello de mí está en mi cerebro y no en el culo, por ejemplo. Pero si la persona cree que tiene una verga que saca la cara por él, pues tiene derecho a mostrar su mejor imagen.

Los hombres gays suelen tener un valor sobre el cuerpo diferente al que le dan las mujeres: antes que gays son machos y, como tales, algunos consideran que la masculinidad está relacionada con ser un semental. Los hombres en general tienen un mayor número de parejas sexuales que las mujeres, pero la moralidad judeocristiana olvida que en el intercambio genital hay erotismo, deseo, placer, sensibilidad y goce.

Las personas deberían tener el número de relaciones genitales que necesitan siempre y cuando no vulneren a los demás para conseguirlo y no nieguen sus propios valores cuando lo hacen. Cada cual sabe cuánto y qué necesita y, si para ser feliz lo logra, me parece bien. El problema es que solemos dar más valor al “qué dirán” que a ser honestos con nosotros mismos y con los otros.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

Existen varias éticas: la que cree que el otro solo es valioso en cuanto más poder económico tenga y por la que se rechaza al pobre. La que valora el intercambio en la que solamente se da algo si se recibe algo a cambio. Está la ética que asume al otro como cosa y como tal se le trata: cosa fea, cosa bonita o cosa “bien vestida”. En esta ética, el otro es una mercancía y tiene un valor de uso y de cambio. También hay una ética en la que el otro es reconocido como un ser auténtico.

Cada cual vive en una de esas éticas o en una mezcla de una y otra. El matoneo se presenta cuando desde la ética particular, el otro no es reconocido en sí mismo sino desde esa cosa, mercancía, pobreza o belleza con la que se mide al ser humano. El matoneo es más frecuente de lo que se cree, pero menos visible de lo que debiera ser, tal vez porque estamos acostumbrados al rechazo, al estigma y a la discriminación y, mientras no nos sintamos víctimas, no nos afecta lo que le sucede al otro.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

La sociedad ideal solo existe como modelo. Mientras alguien se asuma como mercancía no le afectará tratar al otro en iguales condiciones. Yo abogo por el derecho a la “pluma”, al amaneramiento masculino o femenino, a querer compartir el culo, a penetrar solamente o a tener prácticas orales. No somos más o menos maricas por hacer lo uno o lo otro, pero somos peores seres humanos cuando le negamos al otro el derecho a ser lo que quiere.

Fabián Chibcha. Foto: El Espectador.

Abogado colombiano y activista ambiental y cultural.

5. Fabián Chibcha

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

Esto siempre se ha presentado tanto de manera interna (lesbianas con gays o estos con transgeneristas), como entre las mismas lesbianas, gays, bisexuales y trans. Es una conducta excluyente que perjudica tanto a víctima como a victimario. La discriminación dentro de la población LGBT no es más que una extensión de las mismas tensiones en las relaciones y los prejuicios que se evidencian en la sociedad en general y que no solamente se reproducen dentro de esta comunidad, sino en todos los grupos poblacionales. Es una herramienta para clasificar y jerarquizar donde se sobrevalora lo masculino y los altos niveles socioeconómicos expresados por la apariencia y la belleza corporal.

 ¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

Ese “culto al cuerpo” que se le atribuye a los hombres gays, no es más que una manera de socializar y de contactar amigos o parejas que también utilizan las personas heterosexuales. Es usada por un porcentaje no muy alto de hombres que tienen sexo con otros hombres y de manera temporal según la etapa de la vida en la que se encuentren. Esto tiene que ver con la alta visibilidad e impacto propio de las imágenes corporales insinuantes. 

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

Estos grupos son una manera de contactar o “ligar” que surgen de la necesidad de conocer personas con la misma orientación, de manera un poco más segura que en la calle o en otros espacios. El hecho de mostrar penes y culos es un acto “subversivo” o rebelde que no es exclusivo de personas homosexuales porque en redes heterosexuales también se usa. Sin embargo, por el apego a la heteronormatividad (donde las relaciones heterosexuales son las dominantes) el uso de ese tipo de fotografías es más bajo. El prejuicio sobre la promiscuidad entre hombres homosexuales (práctica que de mantenerse dentro de límites sanos no es negativa) se debe a la manera directa y sin tapujos en que las personas de la comunidad asumen su sexualidad, a diferencia de las formas reservadas y discretas de hombres y mujeres heterosexuales que aún, por lo general, manejan una doble moral respeto a la sexualidad, especialmente cuando mantienen una relación de pareja.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

El matoneo interno por este motivo es alto entre grupos de diferente nivel sociocultural y económico, pero no tanto como se cree entre grupos del mismo nivel educativo o de ingresos cuando las relaciones interpersonales están cruzadas por lazos de amistad. 

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

Se requiere de la difusión de la teoría de los “otros tipos de masculinidades” o de las “nuevas masculinidades”. También de su incorporación en las dinámicas cotidianas, además de la valoración de lo femenino y de la construcción propia y franca de un plan de vida en el que exteriorizar el género y aspecto físico sean solamente asuntos accesorios frente a la importancia real de las metas colectivas, personales, familiares y profesionales.

A causa de la discriminación y la segregación que aún es visible, es necesario que las personas que formamos parte de la población LGBT, seamos consientes de la importancia de autovalorarnos y de valorar al otro o a la otra, de apreciar a los demás miembros de nuestra comunidad como personas dignas y como ciudadanos libres que tenemos el derecho de ser y expresar nuestra personalidad y de desarrollar nuestras vidas tal como queramos.

Manuel Meza. Foto: archivo particular.

Abogado colombiano.

6. Manuel Meza

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

No solamente por el hecho de ser gays los hombres discriminan a otras personas. Creo que esto depende más de factores a partir de los cuales las personas están construidas: nivel educativo, estrato socioeconómico, raza, saberes culturales y populares etc. Estamos en una sociedad que discrimina constantemente y en la que, por un lado, hay un sujeto dominante y, por el otro, alguien dominado: el rico contra el pobre, el letrado contra el analfabeta, el hombre contra la mujer, el blanco contra el negro, el bonito contra el feo, el atlético contra el gordo o el masculino contra el afeminado. Es una situación más cultural que refleja lo que se ha aprendido y desde donde se tejen relaciones que evidentemente resultan discriminatorias contra quienes no representan ese estatus de poder.

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

Hemos sido educados bajo una lógica de reconocimiento frente a lo que me puede dar estatus social: mi posición socioeconómica, mis títulos universitarios o mi cuerpo y belleza. Y todo esto junto es algo que se cree debe mostrarse y exaltarse porque a partir de allí puedo gustar más. Pero es algo que no pasa solamente con los hombres gays, muchas personas se sienten atraídas por esos factores. Lo que sí es evidente es que dentro de las dinámicas de la mayoría de hombres homosexuales, Internet ha sido un facilitador de encuentros y citas. Y venderse bajo la idea de guapo, atractivo o sexy por ahí es muy efectivo.

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

Creo que estos chats o grupos han sido utilizados por todos los hombres gays y cada cual tiene sus intereses y búsquedas. Estas páginas permiten que se generen todo tipo de dinámicas, desde el chico que se encuentra aún en el clóset y quiere conocer otros hombres, hasta el que ofrece servicios de acompañamiento. Ambas son válidas. El hecho de mostrar fotos de contenido sexual refuerza el estereotipo de lo que comúnmente se conoce como promiscuidad, entendida desde el moralismo con el que va cargada esta apreciación. El sexo es algo cotidiano y común y los hombres gays lo reconocen como una necesidad e Internet es la forma más fácil, informal y casi que clandestina de conseguirlo.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

Es alto, pero depende de la construcción de cada persona y de sus búsquedas. Si vemos un chico que vive en Chapinero (Bogotá), de 25 años, profesional, que sale a rumbear cada ocho días y va a diario al gimnasio -el estereotipo falso del hombre gay-, es probable que él también esté en una búsqueda similar y descarte o rechace personas que no cumplan con algunos de esos parámetros.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

Entender la diferencia y procurar no formar parte de ese juego. Si yo respeto y valoro las capacidades y singularidades de cada quien, contribuyo a construir un mundo menos violento y discriminador.

Andrés Gómez-Peña. Foto: archivo particular.

Economista, vive en Estados Unidos.

7. Andrés Gómez-Peña

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

Yo creo que este comportamiento oculta un temor y es una forma de protegerse del matoneo. Sentir que uno es diferente porque le atraen los hombres es algo que al principio asusta, especialmente si se creció en una familia católica y conservadora. Para completar, cuando yo empecé a reconocerme como homosexual, a principios de la década del 2000, no encontraba mayor información sobre el tema.

Así que cuando escuchaba comentarios como “tal hombre es afeminado” o “tal otro es gay o marica”, lo último que quería era confirmar era que yo podía serlo porque no tenía ningún referente con quien identificarme. No encontraba ningún modelo a seguir. Y ese miedo que sentía me llevaba a no querer que me asociaran con “fulanito”, abiertamente gay, y señalado de ser afeminado. Entonces, en mi concepto, esta actitud oculta un temor y una ausencia de referentes con quienes identificarse.

En ese entonces, en la televisión nacional solamente había homosexuales artistas, lo cual era aceptado, o estilistas. Y esas dos opciones estaban muy alejadas de mí. Además, estaban los comentarios de mi familia en donde veían a los homosexuales  como un chiste. Es una situación triste porque uno no entiende lo que está pasando, no tiene mayor información al respecto y ve que su familia se burla del tema. Uno intenta no ser diferente.

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

Sí. Es una realidad. Este, de hecho, fue uno de los temas más difíciles que enfrenté cuando empecé a conocer el mundo gay. Yo sé que hay promiscuidad y consumo de drogas, aunque no sé si más o menos que en las personas heterosexuales. Para mí fue un choque porque yo no consumo drogas y ese “culto al cuerpo” me parece estúpido. Aunque no todos son así, es algo muy visible.

A principios de 2000, cuando empecé a reconocer mi orientación sexual, lo único que encontré fue un chat para hombres y solamente veía que preguntaban por “hombres cero plumas y activos”. Y yo ni siquiera entendía qué era eso.

En algún momento llegué a pensar que no había gente como yo, cuya orientación sexual era tan solo una parte de su ser, porque también me encontré con el otro extremo: hombres que le hacen mala cara a todo lo gay, critican todo el tiempo y no hacen nada por generar un acercamiento.

Así que uno tiene tres opciones y la decisión que se tomé depende de lo aprendido en la casa y del apoyo de la familia: la primera es parecerse a ellos y caer en la ridiculez de lo superficial; ser capaz de decir “soy diferente y no voy a cambiar” o mantenerse lejos de todo lo gay.

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

Me parece triste porque siento que son personas muy solas. Yo no sé si esos grupos o chats son una adicción o una manera de huirle a la soledad y a la falta de afecto. Al principio, yo me iba en contra de toda la gente que se promocionaba así en las redes y ahora sé que no son lo peor sino simplemente que reducen el mundo al plano sexual y viven su vida así. Sé que hay mucha gente que comparte mi opinión de que esa no es la forma de vivir, porque eso puede desencadenar situaciones negativas si uno no tiene alta su autoestima. Cada quien puede ser feliz con un hombre o con una mujer, pero esa no es la forma de conseguir el amor o de llenar el vacío de la soledad.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

En Colombia el matoneo por este motivo es horrible o, por lo menos, hace unos años era así. A uno lo pueden hacer sentir muy mal. Y el tema no es solamente cómo se viste la persona sino en qué barrio vive o en qué colegio estudió. En Estados Unidos pude encontrar más gente parecida a mí. En Colombia, aún falta ganar espacios para, más allá de respetar, valorar la diferencia.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

Se necesita que más personas que han superado el tema del cuerpo atlético, de ser “cero plumas” y que entienden que un ser humano va mucho más allá de su cuerpo, salgan y hablen, cuenten sus historias y digan “yo soy feliz”. Se requiere abrir más espacios para tratar esos temas, ir a los colegios y abrir diálogos al respecto. Falta más información, más historias de vida y que más gente ponga la cara.

Esteban Paulón. Foto: archivo particular.

Presidente de la Federación Argentina de Lebianas, Gays, Bisexuales y Transgeneristas.

8. Esteban Paulón

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

Hay distintas formas de vivir y expresar la sexualidad y el género, pero lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas formamos parte de esta sociedad diseñada para moverse entre determinados estereotipos y nosotros mismos los reproducimos al interior del colectivo. Muchas veces pareciera que se permitiera que una persona tenga una determinada orientación sexual pero sin que se lo note. Yo creo que eso es reproducir los prejuicios y la discriminación que la sociedad impone porque nosotros no luchamos por la aceptación a partir de la adaptación sino por la aceptación tal cual somos.

Nuestro lema es ser lo que uno es, expresarse como uno es, y muchas veces la sociedad nos impone determinados modelos y, nosotros mismos, que somos un colectivo discriminado terminamos discriminando a aquellas personas que al interior del mismo no responden a ciertos estereotipos. Así como el modelo antes era la heterosexualidad ahora se nos impone un “modelo” de homosexualidad: cómo debe ser un gay, cómo debe ser una lesbiana o una persona trans. En ese sentido la idea es reivindicar el derecho a ser como cada uno quiera. Poder vivir abiertamente como se es, es también una reivindicación política.

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

Sí. Y tiene mucho que ver con una búsqueda. En un contexto de discriminación y exclusión, nosotros mismos intentamos adecuarnos a lo que vemos. Muchas veces se dice que los gays somos más aplicados y trabajadores y a veces esto puede ser una respuesta a una sociedad que nos discrimina. Uno intenta hacer lo que uno cree que pueda ser una estrategia de aceptación: el estudio, el carácter o la apariencia física. Y son todas reacciones a la discriminación reinante. Si las personas no juzgaran a las demás por su orientación sexual o identidad de género, seguramente todas podríamos expresarnos de manera más libre e independiente.

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

Aunque hay sitios de citas para heterosexuales y lesbianas, quienes más consumen este tipo de comunidades son los hombres gays. Como las reglas del juego son claras en estos espacios, se juega mucho con lo explícito, con no dar vueltas sobre el tema. Si se busca a alguien para una relación sexual, la mayoría de la gente opta por ser muy clara en lo que busca y ofrece. En estos casos la imagen tiene un valor enorme: encontrar lo que cada uno está buscando de la manera más directa posible.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

Es muy frecuente. Nosotros, lamentablemente, reproducimos lo que la sociedad impone y, en sectores discriminados, hay una mayor presión por ser incluidos. Como existen menos lugares en los cuales un hombre gay es aceptado, los espacios comunitarios son clave. Y esa necesidad de aceptación e inclusión en los propios lugares comunitarios ha llevado a que quien no cumpla con determinados parámetros sea discriminado cruelmente. Quien no responde al estereotipo dentro del colectivo probablemente también tenga dificultades por fuera de éste. Se da así una doble discriminación.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

Se requiere un cambio social. La disminución de la discriminación y la aceptación social eliminarían la presión sobre el colectivo gay acerca de la necesidad de la inclusión. Es una vía interesante para pensar en una sociedad más incluyente que permita que cada quien sea como es, sin miedo a la discriminación. Después, también, sería importante la promoción de referencias positivas y por fuera de los estereotipos existentes como parte de la política pública para la población LGBT. Destinar algunos esfuerzos por combatir esos estereotipos y mostrar otras realidades porque en el mercado y los medios lo que se suele mostrar es la imagen más estereotipada de la vida gay: la rumba, los bares, el turismo, los viajes y el consumo.

Felipe Cárdenas. Foto: archivo particular.

Presidente de la Cámara de Comercio LGBT de Colombia.

9. Felipe Cárdenas

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

No creo que sea algo propio de los hombres homosexuales o de la comunidad LGBT. Hay conductas, como la de comparar, que atraviesan toda la sociedad. El problema, desde mi punto de vista, es que este hábito propio de sociedades latinas como la colombiana, se agudiza en los hombres gays porque el componente estético juega un rol muy relevante en nuestras relaciones interpersonales. La forma como nos conectamos y establecemos relaciones de amistad, sentimentales o incluso profesionales, se ven ampliamente influenciadas por la estética. Los hombres gays tienen una sensibilidad aún mayor por el tema de su imagen. Esto no justifica conductas de discriminación pero da un contexto sobre por qué esta actitud es más marcada.

Hay personas que lo justifican diciendo que el sobrepeso y el descuido en la presentación tiene que ver con falta de disciplina y problemas de autoestima. Y en parte uno podría estar de acuerdo porque verse saludable o tener un cuerpo sano no es síntoma de nada malo, es un tema de salud. El problema es cuando eso se estereotipa y es la única forma como un hombre gay puede lucir.

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

Hay una tendencia a exhibirse en los espacios virtuales como redes sociales o espacios de encuentro para personas del mismo sexo. Eso responde a que la población gay en Colombia ha tenido muy restringido el acceso a sitios de socialización y, los espacios virtuales, han facilitado la interacción entre muchas personas. Como allí lucir atractivo para otras personas es inicialmente mediante fotos, la gente sale sin camiseta o con sus cuerpos construidos. Hay cierta vanidad en algunos hombres gays por verse muy bien, pero es más la respuesta a la historia que hemos tenido donde los espacios de socialización siguen siendo pocos y restringidos y, los virtuales, son esas escasas alternativas para interactuar, darse a conocer y mostrar los atributos que se tienen.

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

No creo que sea algo exclusivo de la población gay masculina. En la dinámica general, los atributos físicos son un primer punto de atracción y Colombia tiene un buen ejemplo con la cultura enfocada en los senos de las mujeres. En los hombres, el órgano sexual es un elemento muy importante en la atracción física entre personas del mismo sexo. Hay toda una serie de teorías alrededor del órgano genital masculino en cuanto a su tamaño, formas, y a través de esas categorías se generan espacios de interacción. Y para no enfocarlo solamente en el aspecto sexual, ha trascendido a espacios virtuales con la cultura en torno a los penes que son circuncidados o de las personas que manejan cierto estilo en su vello púbico. Muchas veces no trascienden a relaciones sexuales sino que son herramientas de socialización.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

Aunque la moda es diversa, en Colombia tanto hombres como mujeres tienden a ser uniformados. En Bogotá, en un edificio de oficinas, el 99 por ciento de los hombres lleva traje de corbata y zapatos oscuros, hay casi que un código social sobre qué corbatas y correas usar. Sí creo que hay actos de discriminación por la presentación personal o el estilo de cada persona y creo que la población gay masculina no es la excepción.

En esos actos de discriminación hay una gran responsabilidad de los medios de comunicación que encarrilan a la sociedad en una misma línea y, cuando la gente se sale de esa carrilera, es discriminada.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

Debe primar la autenticidad. Si se trata de un hombre gay que por alguna razón es afeminado, es su decisión. Aunque hay muchos hombres que rechazan esto, también hay otras tantas personas que disfrutan compartir con una persona que se sale de lo esperado como ser macho o masculino.

Un asunto que no es solamente gay o LGBT sino importante en cualquier ser humano es ser auténtico. Las personas cuando están orgullosas de cómo lucen, tienen una autoestima mucho más alta, lo que resulta determinante en sus relaciones interpersonales y en su productividad laboral. La gente debería ser como se sienta mejor y lucir como le guste sin temerle al rechazo producto de los estereotipos que tiene la sociedad. Si se dejaran atrás esos miedos, habría mucha más gente arriesgada a salirse de ese molde rígido que tiene la sociedad colombiana sobre cómo debemos lucir.

Andrés Useche. Foto: archivo particular.

Director del Colectivo Hombres Gay de Bogotá.

10. Andrés Useche

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

Obedece a adoptar patrones de belleza y de consumo “americanizados”. Es una manera de encontrar pareja y de ser aceptado socialmente: así no tenga nada en la cabeza, el cuerpo habla. Entonces, si la persona no tiene un perfil físico “esperado por la sociedad” pasa a ser alguien de segunda categoría. Esta es una realidad muy visible en los sitios de rumba: hay quienes señalan a otros de no encajar en el patrón de belleza que se ha estipulado “deben tener” los hombres con una orientación sexual diversa. El discurso de quienes discriminan por estos motivos no va más allá de creer que los únicos hombres gays que valen son los que tienen abdominales marcados y un buen culo.

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

Ese es un tema de más o menos un 40 por ciento de los hombres homosexuales. Para muchos, se es un hombre gay no por lo que construye a partir de su orientación sexual sino por lo que tiene entre las piernas. Esto forma parte de una sociedad en la que se cree que si no se es atractivo no se sale adelante. Me pregunto: ¿quienes no son muy atractivos o no les interesa crear un modelo físico sino un conocimiento, no están incluidos en la sociedad? Hay personas que se quedan en estereotipos, en ser pasivos o activos como su carta de presentación.

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

A veces el rostro no vende y el cuerpo se convierte en una carta de presentación. En esas redes sociales aún se impone que quien muestre un buen culo o una buena verga comunica qué tan bueno es en la cama. Pero ¿de qué nos sirve hablar de una ley antidiscriminación, una política pública para la garantía de los derechos de las personas LGBT, si a veces nosotros mismos reforzamos esos imaginarios de discriminación?

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

Eso se suele ver por estrato social. Una vez no me dejaron entrar a un sitio de rumba de la Avenida Primera de Mayo con el argumento de que yo vivía y rumbeaba en Chapinero. El matoneo es visible también en sitios de encuentro donde los hombres gays, a partir de los 40 años, son considerados viejitos y por tanto excluidos y, si tienen sobrepeso, aún más. El matoneo también es reforzado en los colegios y en zonas de prostitución donde muchos jóvenes deben simular una cierta construcción física y un determinado comportamiento para poder ofrecer sus servicios. Aunque el matoneo existe, también es cierto que están tomando fuerza los modelos de nuevas masculinidades.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

La clave está en tener un discurso que rompa barreras. El discurso desarma. El cuerpo debe ser una herramienta política. A veces su construcción es superficial: solo se buscan cuerpos de gimnasio, mientras que el discurso desarma esos mandatos físicos. La discriminación que a veces se ve desde afuera del movimiento también hay que verla adentro. La diversidad debe trascender, ir más allá de estereotipos físicos.

Manuel José Bermúdez. Foto: archivo particular.

11. Manuel José Bermúdez

Periodista y docente universitario en Medellín.

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

A pesar de que se han venido revisando, aún persiste en algunos sectores la creencia de que ser gay es ser bonito, exitoso, conquistador y tener dinero. Hay dos elementos que nos permitieron revisar esto: el Sida, porque la aparición del VIH permitió que nos diéramos cuenta de que nos podíamos morir y que teníamos que ser solidarios. Y el segundo, Internet, porque permitió escuchar otras voces. De alguna manera, este comportamiento de discriminación entre hombres homosexuales es una lucha contra la “loca” como la caricatura tradicional de ser homosexual.

Nosotros, además, apenas nos estamos descubriendo en la afectividad porque toda nuestra historia fue construida en el deseo del cuerpo, lo que implica un físico con unos estándares de consumo muy altos: un pene grande, un buen culo y ser estilizados para poder ser atractivos. Ahora hemos venido descubriendo el cuerpo desde una perspectiva más afectiva, entonces ya no nos “comemos” tanto sino que tratamos de construir otras relaciones. Nos enseñaron que ser marica es “comerse otro cuerpo”, entonces tal cual como sucede con la comida, queremos el mejor plato. Pero ahora que estamos descubriendo que también nos podemos querer, entonces empezamos a ver otras posibilidades relacionadas con el afecto. 

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

Esto tiene que ver con una cultura heterosexista (la suposición de que todo el mundo es heterosexual y la creencia de que las personas heterosexuales son superiores a las homosexuales)  que ha dicho que un hombre que a los 30 años no tenga barriga es “marica”. Entonces eso que parece un chiste, de alguna manera indica patrones. La barriga es símbolo de heterosexualidad. Un marica con barriga casi que está traicionando la identidad homosexual. Esto tiene que ver con el cuerpo ideal que se manejaba en la Grecia antigua. Sin embargo, ahora también existen otras subculturas como la de los osos que defienden otras estéticas. Cuando uno empieza a socializar en los grupos gays, muchos de ellos no perdonan que uno no esté bien vestido o no sepa de moda. Se generan así presiones sociales que, de cierta manera, obligan a meterse en ese esquema.

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

Estamos en una sociedad de consumo del cuerpo y del sexo. Esto tiene que ver con la manera como nos enseñaron a ser maricas, es decir “comiéndonos al otro”. Se nos “permite” comernos al que se nos dé la gana y las veces que queramos. Las redes sociales han ido cambiando esquemas pero, por supuesto, siguen siendo exitosas Manhunt y esas de conquista, pero en muchas otras también se encuentran hombres que quieren conversar y enamorarse.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

Es frecuente y evidente, especialmente, en los sitios de diversión homosexual. Hay discotecas donde el filtro de entrada no deja ingresar a una persona que considere está mal vestida. Eso es matoneo y segregación.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

Tenemos que pasar del derecho a la diferencia al derecho a la indiferencia. Buscar cada vez más que el gueto se rompa, vernos menos como comunidad gay o LGBT y cada vez estar más inmersos en ser seres sociales y ciudadanos. Ser un gay indígena, un gay afro o de cualquier otro núcleo, pero donde lo gay no me implique matricularme en un determinado perfil sino poder vivir desde lo que soy, desde mi entorno, mi condición de homosexual.

Luis Carlos Porto. Foto: archivo particular.

Biólogo y activista colombiano.

12. Luis Carlos Porto

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

Eso es producto de los imaginarios sociales que han hecho que cuando una persona revela su orientación sexual no heterosexual, de una vez la enmarquen en un proceso de tránsito. Cuando un hombre, por ejemplo, cuenta que es homosexual, algunas personas a su alrededor piensan que ahora viene un cambio de sexo. Debido a este tipo de imaginarios, ciertas personas LGBT tienen reticencia a verse relacionados con ciertos comportamientos. Igualmente, en el ámbito gay, hay muchas tendencias, una de ellas involucra una estética física orientada hacia lucir muy atlético, aunque también está la llamada bear (osos) propia de los hombres velludos y que no están tan pendientes de su cuerpo. Ahora, cuando se es más joven es común preocuparse por tener una estética atlética, pero con el tiempo, deja de ser tan importante. Lo cierto es que el cuidado del cuerpo también está presente en algunas personas heterosexuales.

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

Hay personas en las que se podría hablar de un culto por mantenerse bien. Los hombres somos seres visuales por naturaleza y la primera impresión cuenta mucho, por eso un buen número de ellos le dedica tiempo a la estética corporal.

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

Las redes sociales son una alternativa para encontrar lo que uno está buscando  de manera rápida. Allí hay un lenguaje en el que predominan las fotografías y, directamente, las personas manifiestan sus gustos y comportamiento sexual. Ahora, no todos los hombres homosexuales acuden a este tipo de redes, hay unos más tradicionales que buscan pareja en otros lugares.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

Hemos sido una comunidad contestataria debido a la discriminación que hemos vivido. Esto hace que si en el interior del movimiento una persona se siente rechazada o discriminada por su estética, reaccione y no se deje.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

Es importante que la gente no se deje encasillar en los estereotipos que la sociedad quiere imponer. No es obligación tener un cuerpo marcado, ser “cero plumas” o activos y, afortunadamente, en la práctica no es así.  Es importante que entre los hombres gays exista más educación sobre el tema para que esto no se convierta en una barrera y que conozcamos otros grupos poblacionales dentro de nuestra misma comunidad, como los osos. Sin embargo, yo creo que no se puede hablar de “discriminación interna” porque esto es más un mito.

Daniel Pascon. Foto: archivo particular.

Psicólogo especializado en temática LGBT radicado en Madrid (España).

La voz de un experto: Denis Pascon

¿A qué le atribuye la discriminación que se dice existe entre algunos hombres homosexuales por razón de su apariencia o comportamiento?

Entender cualquier forma de discriminación sin hablar de prejuicios y estereotipos es imposible. Siempre están a nuestro alcance. En cada instante de nuestra vida se ofrecen como una barata interpretación de la realidad y pueden influir en nuestras acciones y pensamientos. La cultura heteronormativa (donde las relaciones heterosexuales son las dominantes) nos enseña que una persona puede nacer varón o hembra: no hay otras posibilidades. El varón tendrá una identidad de género masculina y, la hembra, una femenina. No se permiten situaciones que no sean coherentes con estos principios. A lo largo del tiempo, de hecho, se ha ido explicando la homosexualidad como un curioso equívoco entre sexo biológico y género. El hombre homosexual, en su clásico estereotipo, es un varón afeminado, sexualmente pasivo y emotivamente inestable.

Muchos hombres gays pueden sentir la necesidad de negar rotundamente este estereotipo. Y si por un lado esto es positivo (cada persona vive su orientación sexual de manera única), por otro, representa un peligro llamado justificación. Para la muestra, solamente basta pensar en algunas frases que escuchamos a menudo o que leemos: “Soy un hombre homosexual, pero no tengo plumas” o “soy gay pero muy varonil”. Detrás de estas frases a veces podemos ver una sutil vergüenza de no considerarse como los otros y, por tanto, la necesidad de justificar lo que somos.

¿Existe entre buena parte de hombres homosexuales un “culto al cuerpo”?

A veces, el mismo cuerpo masculino se convierte en un instrumento de justificación. De allí el culto del físico varonil: los músculos, el gimnasio y la búsqueda de otros cuerpos perfectos. No cabe duda de que también en el colectivo gay hay posibilidad de discriminación, pero creo que está presente sobre todo en las personas que han olvidado nuestra historia y objetivos. ¿Qué pueden tener en común lesbianas, gays, transexuales y bisexuales? Creer que la normalidad es algo a lo que tenemos que ajustarnos justificando nuestras acciones y no algo que tiene que ajustarse a nosotros.

Un hombre gay que sienta la necesidad de justificarse al mundo exhibiendo su masculinidad, podría caer en la tentación de aceptar el estereotipo según el cual el sexo nos hace más fuertes y, el sentimiento, más débiles. Imaginamos las posibles ventajas de una “comercialización” de la sexualidad homosexual y del culto homosexual del cuerpo: el target de la población homosexual masculina es muy apetecible por el comercio de productos y servicios.

Hablamos de hombres que a menudo viven en condiciones económicas medio altas. Pensamos en bares, saunas, discotecas, gimnasios y productos cosméticos. Y también, en aplicaciones para celulares como GRINDR (permite localizar y comunicarse con otros hombres homosexuales que estén cerca), un escaparate de posibilidades sexuales y una oportunidad para vender publicidad extremadamente específica.

El verdadero problema que hay detrás de esta “comercialización de los deseos” es que el cuerpo se convierte en un objeto con sus respectivas consecuencias psicológicas. Investigaciones clínicas recientes llevadas a cabo en Estados Unidos detectan en la comunidad homosexual masculina un trastorno psicológico llamado “Physical Anxiety”. La persona que lo padece sigue percibiendo su cuerpo como constantemente juzgado e inapropiado. Intenta cuidarlo obsesivamente, no se siente a la altura de las expectativas sociales.

¿Qué opina de la manera en que algunos hombres homosexuales se anuncian (con fotos de la zona genital, de los glúteos o sin ropa) en grupos y redes sociales concebidas para concretar encuentros entre ellos?

En general no tengo prejuicios sobre grupos, chats y redes sociales dedicados al sexo. Creo que para los hombres homosexuales representan mucho: la posibilidad de vivir y experimentar libremente su propia sexualidad. Personalmente y profesionalmente he conocido más de una pareja cuya relación empezó por casualidad en un sauna. Lo que no me gusta es la imagen social que estos recursos fomentan del hombre homosexual. La imagen del cuerpo desnudo masculino se utiliza para alimentar las fantasías y los deseos sexuales tanto como se usa la imagen del cuerpo desnudo femenino. Los peligros del cuerpo como objeto son los mismos. En ambos casos se fomenta una imagen ideal y absurda de lo que es la belleza. Al mismo tiempo la sexualidad se convierte en algo agobiante y vacío.

¿Qué tan frecuente es el matoneo entre los hombres gays cuando no se cumple con ciertos parámetros físicos o manera de vestir, por ejemplo?

En Madrid (España), donde vivo y trabajo, no percibo esta discriminación y rechazo. Creo que, en general, hay variedad en los parámetros físicos y en las maneras de vestir. Claro que esta situación cambia mucho de lugar en lugar.

¿Cuál sería su propuesta para empezar a superar esos “mandatos” como que los hombres gays deben ser “masculinos” o “cero plumas”?

La solución siempre es la misma: rechazar las respuestas fáciles e inmediatas, y descubrir una manera propia de vivir nuestra orientación sexual, nuestro cuerpo, nuestra persona. La identidad siempre es un proceso de búsqueda continua: arriesgarse a actuar más allá de las expectativas sociales y culturales y de pensar por estereotipos o de convertirse en un estereotipo. Saber que la sexualidad es un fenómeno mucho más complejo de lo que creemos y que en un mundo ideal no hay ni heterosexuales, ni homosexuales, ni bisexuales, sino personas que entran en contacto con los propios deseos y que se aprecian por lo que son y no por lo que tendrían que ser. Personas orgullosas de ser diferentes, personas que creen en el valor de su historia mucho más que en el valor de su cuerpo.

3 thoughts on ““Busco hombre acuerpado y cero plumas”

  1. Bien por Fabian Chibcha, me parece la intervención más aterrizada, un saludo desde Tunja, lo importante al final es el respeto y la valoración

  2. La felicidad consiste en hacer lo que a cada uno le gusta. Si su felicidad es “matarse” en un gym sacando el cuerpazo, hágalo. Si su felicidad es comer papas fritas y gaseosa hasta parecer un balón, hágalo. Quien realmente es feliz, lo es sin importar lo que piensen los demás y sin detenerse en los rótulos que ciertos pseudogurús quieran imponer.

  3. Maravilloso artículo. Que mucho aprendí y conocí. Gracias por este
    artículo . Hoy me siento más libre que ayer y feliz con lo que soy. Adelante.

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