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Condecorar la violencia contra las mujeres

El Concejo de Medellín condecoró al técnico Hernán Darío “El Bolillo” Gómez por “dejar huella en el deporte”. Parece que el Concejo olvidó que la violencia contra la mujer que él protagonizó no es “un desliz personal” sino un problema de salud pública.

Es tal la importancia que en Colombia le damos a la violencia que sufren las mujeres que hasta condecoramos a un maltratador. No es una exageración. Ocurrió la semana pasada. (Ver: Decir “no”: un privilegio de los hombres).

El Concejo de Medellín decidió otorgarle a Hernán Darío “El Bolillo” Gómez la orden al Mérito Don Juan del Corral Grado Oro, por haber logrado con tres selecciones de fútbol —la colombiana, la ecuatoriana y la panameña— clasificaciones a la Copa Mundial de la Fifa.

Para quienes no lo recuerdan, en el año 2011 “El Bolillo” golpeó a una mujer a la salida de un bar. Según testigos, la agarró a puños. Fue tal la indignación que causó este hecho, que el técnico no tuvo otra opción que ofrecer excusas y abandonar su cargo. (Ver: La convivencia pacífica con el machismo). 

En algunos medios relataron que el entrenador perdió el control. ¡Pobre hombre! No pudo controlarse. En ocasiones no nos damos cuenta, pero con una palabra podemos excusar un acto violento.

Los medios de comunicación tienen una enorme responsabilidad en la manera como reportan los casos de violencia de género.

Recientemente, la condecoración que le dieron al “Bolillo” causó revuelo en medios de comunicación, al menos por un día. Sin embargo, el cubrimiento que se le dio fue meramente informativo y a mi parecer muy pasivo.

En un programa radial de la mañana, hablaban de “las mujeres” y las “feministas” que pusieron el grito en el cielo. Y menos mal fue así. Pero me pregunto: uno como periodista, sobre todo en un programa en el que se opina de todo, ¿no debería sentar una voz de protesta? (Ver: Menos periodismo Kardashian).

¿Acaso son las mujeres las únicas llamadas a decir: “Un momento, le están dando una condecoración a un maltratador“? ¿los hombres vamos a callar como si aquí no pasara nada? La indiferencia no es una opción.

Otro periodista de la misma emisora dijo que ese episodio ya le había costado el puesto al técnico, el abandono temporal de su familia y que nadie tenía que pagar cadena perpetua por un error que cometió.

Errar es de humanos y es de humanos perdonar. Además, le dio muchas satisfacciones a Colombia”, concluyó. Luego, una voz soltó la siguiente perla: “¡Sí!, que no le den tan duro“.

Luego de escuchar estos argumentos, queda la sensación de que le debemos algo al “Bolillo”, que de victimario pasó a víctima. ¿Y la mujer que agredió qué?, ¿alguien pensó en ella?

Tal vez estarán pensando que de nada sirve denunciar porque al maltratador, tarde o temprano, lo van a premiar. Esto se llama revictimización y las mujeres la sufren día a día, pero también en los sistemas justicia y, como si fuera poco, en los medios de comunicación. (Ver: Feminicidio: crónica de una muerte anunciada).

No estoy diciendo que un hombre que maltrata a una mujer no pueda arrepentirse y no pueda cambiar. Al contrario, lo ideal sería que así fuera. Tampoco estoy diciendo que los hombres somos maltratadores por naturaleza.

Pero ¿vamos a llegar al extremo de necesitar que nos agradezcan y que nos den un reconocimiento por no maltratar a las mujeres? Carlos Alberto Zuluaga, concejal que promovió el reconocimiento al “Bolillo”, explicó que se le daba por dejar huella en el deporte y por sus triunfos, no por otros temas diferentes.

¿Se nos pasó por la cabeza el mensaje que se les está dando a las más de 49.000 mujeres que según  Medicina Legal son víctimas de violencia intrafamiliar?

Lo secundó la concejala Daniela Maturana, quien dijo que se le otorgó por su talento, pues lo ocurrido hace unos años fue un “desliz a nivel personal”Este tipo de violencia no es “otro tema”, mucho menos un “desliz”. Con este tipo de frases, le restamos al tema la importancia que merece. (Ver: Es feminismo: no humanismo ni “igualismo”). 

Por más esfuerzos y por más pedagogía, no hemos entendido que la violencia contra las mujeres no es un asunto personal ni íntimo: es un problema de salud pública.

Lo han dicho en reiteradas oportunidades entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud en Colombia. ¿Por qué? Porque según estimativos de la OMS, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida. (Ver: La media naranja y otras trampas del “amor verdadero”). 

Este tipo de violencia no es un trapo sucio que se lava en casa. Hacer esto es lo mismo que decir: no importa que maltrates a una niña o a una mujer, no importa que la violes o no importa que la amenaces, siempre y cuando cumplas con tus metas profesionales.

Es decirles a todas las mujeres que viven una situación de estas en sus casas, que se tienen que aguantar porque quienes las maltratan podrán hacer lo que quieran con ellas de puertas para adentro y que allí nadie se va a meter.

La semana pasada, la revista Time escogió como personaje del año a las silence breakers, mujeres que rompieron el silencio y a través del movimiento #MeToo o #YoTambién, denunciaron historias de acoso y abuso sexual en las redes sociales.(Ver: #AMíTambién: antes agradezca que le echan un piropo).

Que un medio de comunicación tan reconocido se le me mida a hacer esto es muy poderoso. No se trató solo de mujeres famosas, personas comunes y corrientes compartieron sus historias y se dieron cuenta de que no estaban solas.

De paso, nos permitió ver la magnitud del problema y, tal vez lo más importante, nos mostró que el silencio no será más un privilegio con el que van a contar los abusadores.

Deberíamos seguir el ejemplo en Colombia. Aunque este año comenzamos a hablar de acoso sexual en las universidades, el tema murió pronto porque la indignación nos dura poco.

No puede ser que mientras en el mundo hay movimientos como #MeToo o mientras medios de comunicación como el New York Times y The New Yorker, le dan amplios espacios a la violencia contra las mujeres, aquí condecoremos maltratadores.

Este no es un tema solo de las mujeres o de las feministas, como tantas personas quieren hacernos ver. Nos compete a todas las personas.

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