Desde San Antonio, Texas, Melissa Peña comparte con Sentiido su historia “Creo en el yo superior” del especial #ReligiónMásDiversidad.
Melissa Peña creció en una familia que asistía a una iglesia evangélica que tenía reglas muy estrictas, especialmente para las mujeres. “Ser homosexual era uno de los pecados más graves. Lleva a las personas directo al infierno para quemarse por la eternidad“. (Ver: “Cuando acepté que ser homosexual no era enfermedad ni pecado, mi vida cambió”).
Cuando le robaron uno de sus perros, Melissa creyó que Dios la estaba castigando por amar tanto a sus mascotas y se sintió culpable. (Ver: Qué es el fundamentalismo religioso y qué implica realmente).
Tenía 8 años cuando en Disney Channel se estrenó el programa “Lizzie McGuire”. “Recuerdo haber pensado que era la persona más hermosa que había visto en mi vida. Me enamoré de ella y sentí mucha vergüenza por esto. Todos los domingos iba a la iglesia con un sentimiento de culpa por este amor. Pero a medida que crecía, me iba enamorando de más chicas“. (Ver: Sí, todo mejora).
Su familia no creía que Melissa debía ir a la universidad, sino que el paso a seguir era casarse con un hombre y tener hijos, porque esto agradaba a Dios. “Me advirtieron que no me apoyarían económicamente si decidía estudiar, pero el universo tenía otros planes para mí. Terminé obteniendo una beca para ir a la universidad“. (Ver: El reverendo cuir).
En su primer año tomó un curso de antropología. El profesor era ateo. “La información que aprendí me llevó a cuestionar la fe en la que me educaron. Me volví atea y, con el tiempo, en una personas más espiritual“. (Ver: “El amor por mis hijos estaba por encima de lo que decían en la iglesia”).
“Creo que todos somos parte de una conciencia colectiva mayor a la que llamo Dios. Ya no creo en el Dios en el que me enseñaron a creer durante 18 años. Ahora creo que el Dios verdaderamente digno de adoración soy yo. Creo que todos somos parte de Dios y que un poder superior nunca demandaría adoración. Creo en el amor verdadero y no en el amor condicional. Creo en el ‘yo superior’ de cada persona“. (Ver: Somos obra divina).
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