La adopción de su hijo Ángel llevó al escritor y profesor Mauricio Arévalo Arbeláez a escribir el libro Un álbum familiar sobre familias diversas. En esta entrevista, Mauricio habla de paternidad, diversidad y literatura.
Por: Andrea Domínguez*
Ilustraciones: Sebastián Santafé.
“Ángel, mira, este eres tú”. Esa es la voz emocionada de Mauricio Arévalo leyéndole a su hijo de un año y cuatro meses el libro que él mismo le escribió para que Ángel creciera conociendo y amando su propia historia y la de sus padres: una pareja enamorada que vivía junto a su perrita Isis y que esperaba pacientemente la llegada de su hijo. (Ver: Mauricio Arévalo: Podemos aprender a vivir con la diferencia).
Sólo que no se sabía cuándo llegaría ese hijo, ni si sería un bebé recién nacido o uno mayor o si sería un niño o una niña. Todo lo que sabían Mauricio e Iván, sus dos papás, es que lo esperaban con todo el amor del mundo y que se habían estado preparando junto a los abuelos y al resto de la familia para el gran día en el que los llamarían del centro de adopción y les dirían: “ya pueden venir a encontrarse con su hijo”. (Ver: La Corte Constitucional aprobó la adopción igualitaria, ¿por qué esta vez sí?).
A partir de esta historia nace Un álbum familiar, el primer libro infantil del escritor y profesor Mauricio Arévalo Arbeláez, uno de los primeros libros escritos en Colombia sobre un modelo de familia diverso dirigido a infancias. Este álbum de familia, además de mostrar un hogar con dos papás, ofrece una mirada honesta -pero no por ello menos mágica- de la adopción como punto de partida de muchas familias. (Ver: Nicolás, el de los 2 papás, no está solo).
“El eje de la historia es el amor como ingrediente fundamental de las familias”, Mauricio Arévalo.
También es un libro sobre cómo la fantasía puede ayudar a sobrellevar una ausencia, en este caso, la de la perrita Isis que en la vida real y en el libro se va “a un viaje sin retorno” justo unas semanas antes de que Ángel llegara a casa de sus padres.
La grandeza del libro está en que toca temas a los que muchos autores para infancias les huyen -diversidad, adopción y duelo- de una manera genuina y con los matices naturales de alegría, nostalgia, tristeza y júbilo que hay en la vida. Todo ese universo de realidad y ficción está materializado en las bellísimas ilustraciones de Lucy Medina, quien además de ilustradora es la madrina de Ángel.
Mauricio, profesor de español y también autor de la novela ¿Alguna vez jugaste a las escondidas? y de la pieza de radioteatro Las bestias invisibles, explica que escribió el libro para que su hijo reconozca su historia a medida que crece, pero también para que otras infancias que tengan vivencias parecidas a las de Ángel puedan verse retratadas en ese álbum de familia.
“Todos merecemos una narrativa y la de mi hijo no va a ser el silencio. No va a ser: ‘ay, están preguntando por la familia biológica de Ángel pero es un secreto de la familia’. No. Ángel llegó así a nuestra familia y esa es su historia. Y yo quiero que él esté orgulloso de ella y que no sienta ningún complejo, porque la nuestra es una configuración familiar tan digna como cualquier otra”.
Sentiido: ¿Cómo fue el proceso de adopción de Ángel?
Mauricio Arévalo: Nosotros habíamos iniciado el proceso de adopción antes de que empezara la pandemia pensando en que podría tomar entre 16 meses y tres años, en realidad tomó 26 meses. Es una espera rara porque no tienes ni idea de cuándo va a suceder ni de cuánto va a cambiar tu vida de un día para otro. Entonces realmente no puedes planear porque no sabes si será en 6 meses o en tres años, si tu hijo será niño o niña, si va a ser un bebé recién nacido o uno de dos años. (Ver: Cuando nos volvamos a encontrar).
Alguien me decía: es como un embarazo largo pero no, no me gusta esa comparación, primero porque nosotros no tuvimos la experiencia del embarazo, pero además porque creo que no hay que buscarle una simulación biológica a algo que no fue biológico. No tenemos por qué simular ser una familia igual a otras. (Ver: La Constitución de 1991, un paso fundamental en los derechos LGBT y de las mujeres).
S: La adopción para parejas del mismo sexo en Colombia es legal desde 2015, pero ¿fue difícil hacerla realidad?
M.A.: A nosotros nos llegan muchas cartas de gente diciéndonos: “yo quiero adoptar pero no tenía ni idea de que en Colombia se podía”. Otra gente nos pregunta: “¿pero cómo hicieron?”. Y detrás de esa pregunta a veces hay un dejo de incredulidad. Entonces nuestra respuesta es: fuimos e hicimos el trámite como todo el mundo.
Nosotros lo hicimos a través de las instituciones autorizadas para adelantar el programa de adopciones (IAPA) y lo que más me gustó fue que el día que llamé a averiguar y a decir que mi esposo y yo queríamos adoptar me dijeron que no importaba que fuéramos una pareja del mismo sexo. Esa respuesta ya nos dio un buen pálpito. Ahí comenzó un proceso de preparación porque no es simplemente querer adoptar, sino que toda la familia y la red de apoyo de uno tiene que estar involucrada.
“Hubo cursos para las abuelas, cursos para nosotros, toda una preparación”.
No diría que fue difícil, en nuestro grupo éramos dos parejas del mismo sexo, otras parejas heterosexuales, mujeres solas y tanto a nosotros como al resto de personas les llegó su hijo. De hecho, mantenemos una relación cercana con ellos y nos reunimos para los cumpleaños. Sólo siento que el proceso aun está muy pensado para familias heterosexuales y eso hace que cualquier modelo de familia, incluyendo el de padre o madre solteros, se salga de ese estándar para el cual fueron pensadas las charlas y todo lo demás.
S: En enero de 2021 a ustedes los llaman para decirles: “vengan a conocer a su hijo”, que tenía tres meses de nacido, ¿qué pasó a partir de ahí?
M.A.: Nuestro encuentro con Ángel fue muy bonito, algo mágico pasó. Cuando nos dijeron que el nombre que le habían puesto era Ángel Esteban, Iván y yo nos miramos y supimos que le dejaríamos ese nombre. Luego, lo primero que le dije a Ángel cuando me lo pusieron en los brazos fue: “tú no tienes ni idea de cuánto tiempo te hemos esperado”. Para mi Ángel es un milagro y a pesar de que yo soy ateo, siento que sucedió algo mágico en ese momento: Ángel era mi hijo, yo lo sentí como tal desde ese momento. Y el niño también estaba igual. Cuando la persona que nos lo entregó lo iba a cargar para mostrarnos cómo le sacábamos los gases Ángel se rebeló y no quiso que lo cogiera nadie más.
“Las paternidades y las maternidades tienen que ser deseadas”, Mauricio Arévalo.
S: ¿Qué ha sido lo más difícil de ser papá?
M.A.: Una de las cosas más pesadas de ser papá y digamos un papá diverso entre comillas, es el ojo público. Por ejemplo, que entremos a un restaurante y que todos nos miren con cierta perspicacia y no es la perspicacia de “uy, que feo”, sino de “¿serán capaces?”. Eso me molesta. O por ejemplo cuando las tías nos preguntaban: “¿y quién lo va a cuidar?”. Y nosotros les respondíamos: “¡pues nosotros!”. Entonces ellas insistían: “no, pero quién es el que se va a quedar en la casa”. Es decir ellas lo que no se atrevían a preguntar era quién iba a ejercer ese rol de cuidador, de mamá. Y nosotros les decíamos que haremos como todas las parejas que cuidan a sus hijos, uno de los dos se queda en casa o tendremos una niñera.
“Hacemos como todas las parejas que tienen hijos y trabajan”.
En otra ocasión fui a sacar el pasaporte de Ángel, había mucha gente, mucho ruido y Ángel estaba muy inquieto. La mujer que me estaba atendiendo y que ya conocía toda la historia me miraba con una cara de: “¿y este man cómo se metió en eso? ¿Cómo van a criar un niño sin mamá?”. Como si los hombres no pudiéramos criar hijos sin una mujer al lado.
O que en un consultorio médico me insistan en que les dé el teléfono de la mamá porque le van a dar unas instrucciones sobre el bebé. Entonces yo les digo: anota el teléfono del otro papá, porque somos dos papás, a ver quién crees que te puede entender mejor las instrucciones. Todo eso ha logrado no sólo incomodarme sino ponerme incluso inseguro, porque estando en público me esfuerzo por ser aún más súper papá.
S: ¿Cómo ha lidiado con esa presión ajena y propia?
M.A.: Nadie nos está calificando, pero esa sensación la deja el rezago de que estamos siendo evaluados para la adopción y que además nos tiene que ir bien porque somos una de las primeras familias con papás del mismo sexo en Colombia. Es un tema que yo he tratado de dejar de lado porque los hombres gais también podemos equivocarnos.
Las parejas que están casadas también se pueden divorciar. Somos seres humanos y una de las cosas que nos están vulnerando con este tipo de prejuicio es la posibilidad de equivocarnos. Entonces, si Angelito hace algún daño o se porta mal van a decir: “claro, es que ese es el adoptado por los gais”. Entonces estoy en esas, en deshacerme de esas exigencias y tratando de explorar una paternidad más tranquila, en la que yo me permita decirle un día: “Angelito, hoy tuve un día difícil, hoy no puedo jugar así de intenso contigo” y cosas así.
S: La experiencia con la adopción y la paternidad es lo que motiva la publicación de Un álbum familiar. ¿Cómo influyó el acto de escribir el libro en su vivencia como papá y en ustedes como familia?
M.A.: El proceso de escritura del libro me permitió entender la paternidad desde el lenguaje que mejor conozco que es el de la literatura. Además, me permitió procesar el duelo de Isis y los cambios que vivimos como familia y que viví yo durante la licencia de maternidad, que es un tiempo muy bonito pero también muy difícil en el que estás muy aislado, queriendo estar todo el tiempo con el bebé pero a la vez sintiendo la necesidad de volver a definir quién eres además de ser el papá del bebé.
“La autoficción funcionó para entender mi propia historia. También espero que cuando Angelito lea por sí mismo, se vea representado”.
Hoy quizás ya no tanto, pero los hombres gais de generaciones anteriores sí crecimos huérfanos de historias. De ahí viene el éxito de un libro como Un beso de Dick, que es la historia de dos adolescentes hombres enamorados y todos en nuestra adolescencia quisimos vivir esa historia. Tampoco pudimos leerla en algunos casos y si pudimos, tuvimos que callarla. Yo no quiero que a Ángel le pase eso con el tema de la adopción o de pertenecer a una familia diversa. (Ver: Guillermo Vives: tenemos que ser visibles).
S: En otros idiomas y en editoriales de otros países se han publicado muchos libros sobre familias diversas. ¿Cuál ha sido la recepción del libro en Colombia?
M.A.: A veces cuando estoy en ferias y están vendiendo el libro, llegan las mamás felices a mirarlo, atraídas por la portada que es divina porque muestra a Isis y las manitos de Ángel agarrando el libro, que en realidad se convierten en las manos de los niños que lo cojan para leerlo. Entonces las mamás ven la portada y dicen “ay, tan lindo el perrito” pero cuando se dan cuenta de qué se trata lo van dejando a un lado.
Tú alcanzas a darte cuenta de que muchas veces es porque la persona tiene metida esa idea de “ay, esto es ideología de género” pero muchas otras veces es simplemente que la gente no sabe cómo abordar este tema con sus hijos y en vez de decir “que chévere, esto puede ser la excusa para explicarles este asunto” lo dejan a un lado por el miedo a abordarlo. Y lo mismo sucede con los profesores y lo mismo sucede con el mercado editorial. Esta fue una edición independiente con la misma editorial que publicó mi novela hace siete años y que tiene un compromiso con estos temas. (Ver: El género existe y no es una ideología).
S: En realidad no es un libro sólo para infancias sino para los adultos lectores de esos niños, ¿no?
M.A.: Sí y de alguna manera es la historia de todas las familias. Porque detrás de la concepción biológica hay historias, detrás de los nacimientos hay historias, detrás de las adopciones hay historias, detrás de los partos hay historias. La vida son historias, eso es universal. Pero además, a mí me parece muy bonito resaltar la idea de que la adopción nos ha sido propia a las personas LGBT en el sentido de que ese amor familiar muchas de ellas lo han encontrado al abandonar una casa y una familia que no las aceptó y al encontrar en sus amigos y amigas y en personas que tenían experiencias de vida similares, una casa y una familia.
Entonces, la razón también para hablar de mi propia historia es sacar del clóset este tema de la adopción que nos es propia a las personas LGBT, pero también lo hago para honrar a esos antepasados míos que me enseñaron a hacer familia ya que gracias a sus luchas nosotros somos familia hoy. Pero no es solamente porque nos garantizaron unos derechos a través de sus luchas políticas, sino también porque yo sí siento que ese amor de ellos lo hemos heredado. Y esa forma de amar que nosotros podemos tener y que le podemos dar Ángel es la forma de amar de aquellos que se resistieron hace unos años.
“En series como Pose vemos que la familia no necesariamente es aquella en la que se nace sino muchas veces la que haces con tus amigos”.
S: En el libro usted no sólo aborda el tema de las familias diversas y de la adopción sino también el duelo. Todo esto pensando en que lo pueda leer un niño de cinco años. ¿Cómo hizo todo eso a la vez?
M.A.: Yo decidí abordar la historia como había sido. Quise contar cómo Ángel no llegó mágicamente sino que nos tocó esperar y cómo eso no fue fácil. También quise contar que teníamos mucha ilusión de que Isis y Ángel se conocieran pero Isis se murió antes de que Ángel llegara. Obviamente, todo esto lo cuento de acuerdo con la sensibilidad de la niñez, de pronto un niño entiende que la perrita se fue a un viaje largo o tal vez el adulto que lee pueda encontrar una excusa para hablar de esos temas. En el libro quise plasmar que sí, se murió Isis y dejó un vacío muy grande y ese vacío no lo reemplazamos con nada porque eso es lo que sucede en la vida real, queda una nostalgia.
Pero también encontramos la manera de que a través de la magia, Ángel conozca a Isis. Eso se me ocurrió viendo a Ángel jugar en la sala donde tenemos una pintura de Isis. Él se quedaba mirándola y le “hablaba”, le llamaba mucho la atención por los colores. En fin, creo que esos matices de las emociones últimamente los están manejando muy bien Disney y Pixar en películas como Inside Out, cuando vemos que la tristeza es necesaria, es un sentimiento y no lo podemos ocultar. Y a mí eso me parece muy bonito porque yo creo que les da inteligencia emocional a las infancias en lugar de llenarles de miedos y de expectativas falsas.
S: Gracias a su trabajo como profesor, usted conoce de cerca lo que están viviendo hoy los jóvenes. ¿Qué siente que les falta más hoy en día?
M.A.: Las infancias y los jóvenes necesitan más voz y más oídos prestos a escucharles con empatía y respeto, no desde la infantilización. A veces los niños saben más qué necesitan que tú mismo como padre, madre, profesor, adulto o acudiente. La infantilización es algo que a mí me produce mucho escozor, sobre todo porque somos los adultos diciéndoles a niños y niñas qué decir, cómo decirlo, qué sentir, cómo sentirlo y hasta qué necesitan.
Es urgente una educación más integral que les permitan a la niñez y a la juventud explorar de una manera auténtica el mundo en el que están viviendo que es completamente distinto al que vivimos nosotros más jóvenes, pero también es un mundo distinto al que vivían hace tres años. Necesitamos hablar de desigualdad, del cambio climático, de la emergencia humanitaria y ambiental. Y para eso se necesitan voces como la de Malala y como la de Greta Thunberg, personas como ellas son las que tienen que liderar esto.
S: ¿Cómo se aplica esto con Ángel?
M.A.: Nosotros vamos a permitirle a Ángel desafiar los valores que nosotros le enseñamos. Si yo le quiero enseñar a ser libre, tengo que ser valiente para que algún día me diga: “¿Cómo así papá que usted es ateo? Yo quiero ser católico”. Yo no le puedo decir “no”. Necesitamos educar también para poder manejar las diferencias y no leer eso como una rebeldía.
Nos falta mucha autocrítica como adultos, como padres, como profesores, como activistas también. Pero es innegable que tiene que haber cambios en los hábitos que nos permitan vivir más y mejor en el planeta.
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Guillermo Vives: tenemos que ser visibles
* Periodista. Email: adominguez@sentiido.com
Es el mejor artículo que conozco sobre el tema. Esta muy bien escrito, la historia es muy hermosa y al leerla me pareció más linda, me encantan las preguntas y la libertad de expresión para que el entrevistado cuente su historia tranquilamente. Felicitaciones a Andrea por la escritura y la sustentación sobre el tema. Gracias