Las doulas son mujeres que acompañan antes, durante y después del parto, y que defienden a capa y espada una gestación y un parto humanizados.
Por Claudia Milena González Bernal*
Foto apertura: Doula Caribe.
Reconocer, respetar y garantizar los derechos durante el embarazo, el trabajo de parto y el posparto con conciencia y libertad de decisión, así como reconocer y garantizar los derechos de los recién nacidos, son aspectos estipulados en la Ley 2244 de 2022 o la Ley colombiana de Parto Digno, Respetado y Humanizado.
Muchas personas no están informadas sobre qué es la violencia obstétrica ni sobre embarazos, partos y pospartos humanizados. De ahí que el oficio de las doulas se haya popularizado. Pero ¿quiénes son? Y ¿qué hacen exactamente?
Se trata de mujeres que acompañan durante y después del parto y también en los procesos de preconcepción, infertilidad y pérdidas. Esencialmente, cumplen una labor en pedagogía y empoderamiento para que las personas puedan adueñarse de su estado, conocer y defender sus derechos y llevar cada etapa de manera saludable.
Omitir información, diagnosticar de manera errada, saturar de medicamentos sin necesidad o hacer intervenciones innecesarias o mal hechas son parte de la violencia obstétrica.
Las doulas saben que, si las personas no cuentan con la información necesaria, corren el riesgo de perder autonomía y de ser presa fácil de violencia obstétrica. “Uno de los mayores temores de las personas es perder a su bebé, que se presente cualquier complicación o que, si están pasando por una depresión, transmitírsela. Entonces la idea es acompañarlas, brindarles la información pertinente y empoderarlas con su gestación”, explica Lorena Caicedo Amaya, doula y enfermera profesional.
Según Caicedo, es fundamental tener un control prenatal empático e informado, con el que las personas se sientan a gusto y con un personal que guíe y explique los cambios propios de cada trimestre. También, que haya un buen apoyo en ecografías y dar una adecuada preparación para el embarazo, el parto, el posparto y la lactancia.
El parto humanizado se relaciona, entre otras cosas, con el respeto a la voluntad de la persona. “Nosotras abogamos porque se cumplan sus deseos y derechos y, junto con ella, hacemos un plan de parto, llenamos un formato y hacemos respetar todo lo que allí se consigna, siempre y cuando sea acorde con su cuadro clínico”, continúa Caicedo.
Las doulas cuidan, por ejemplo, de que, durante el parto, se respete el tiempo entre contracción y contracción y que, al momento del pujo, no sea asistido, sino con activación de la oxitocina (la hormona de la calma y del contacto), evitando que le pongan a la persona líquidos o anestesia epidural, a menos de que se trate de un parto inducido y este sea el deseo de la persona.
“En el entrenamiento previo al parto también trabajamos la posición que la persona tiene frente al dolor y cuáles son sus miedos asociados a este porque muchas veces hemos construido la idea de que el dolor debe ser suprimido y en el parto el dolor cumple una función importante: permite transformar la manera en que nos relacionamos con el mismo dolor. Habrá quienes lo quieran experimentar acompañadas y sostenidas por otras estrategias”, añade Valeria A. Marín Otálvaro, doula y psicóloga clínica.
En el artículo “Aportes de las doulas a la obstetricia moderna”, publicado en la revista Scielo, se destaca el trabajo de más de 25 años de los doctores M. Klaus y J. Kennell, quienes escribieron The Doula Book, llegando a la conclusión de que este tipo de ayuda reduce la duración del trabajo de parto y la necesidad de anestesia y de cesáreas.
Las doulas no interfieren en las decisiones médicas, ni suplen la función de las matronas. Tampoco atienden partos ni diagnostican.
En uno de sus estudios dividieron tres grupos de mujeres que iban camino al parto: uno que recibió apoyo de una doula de manera permanente, otro que contaba con la presencia de una de ellas, pero no se les permitía hablar, y un grupo sin la presencia de una de ellas.
7.8% de las que fueron acompañadas por una doula respondieron que sí necesitaban anestesia epidural. 22,6% de las que solo fueron observadas dijeron: “sí” a esta anestesia y 55% de quienes hicieron un manejo habitual con profesionales de la salud, dijeron “sí” a esta anestesia.
Ahora, no se trata de obligar a todas las personas a tener doulas, ni a que tengan a sus hijos con parteras o a no usar anestesia, la idea es que tengan la información necesaria para tomar una decisión adecuada en cualquiera de las etapas de la maternidad en la que se encuentren. (Ver: Mujer trans, pastora evangélica y mamá).
En general, el acompañamiento de una doula trae los siguientes beneficios:
- Disminución del número de cesáreas, promoviendo partos más naturales.
- Disminución de partos medicados e instrumentalizados.
- Disminución del uso de fórceps (tenazas que sirven para ayudar a la extracción fetal).
- Disminución del uso de anestesia epidural.
- Reducción en la duración de los partos.
El oficio de las doulas tiene una raíz ancestral e históricamente estuvo en manos de parteras que contaban con sus propios conocimientos para apoyar física y emocionalmente a las personas antes, durante y después del parto y, aunque la doula no hace partería, su origen viene de allí, al igual que el apoyo espiritual y emocional que presta.
En el artículo “Entre mujeres: apuntes hacia un parto libre” de Isabel Zapata, publicado en la revista Gatopardo, se explica que fue durante la Edad Media que la Iglesia intervino en el campo de la salud y que la labor de las parteras empezó a desprestigiarse hasta que, en el siglo XVIII, los hombres ya habían adquirido un papel central en la atención de los partos, en especial, en las instituciones médicas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dicho que el apoyo ofrecido durante el parto por una doula, matrona o enfermera, trae importantes beneficios.
Todo esto trajo que la posición que venían ocupando las mujeres fuera reemplazada por médicos hombres. Y aparecieron los fórceps, la episiotomía y la maniobra de Kristeller (métodos que apresuran la salida del bebé extrayéndolo con tenazas o a través de incisiones quirúrgicas) y empezaron a usarse también fármacos para acelerar el proceso del alumbramiento.
“La medicalización del parto fue resultado de una pugna por el control del cuerpo femenino y la desconfianza de los hombres en nuestra capacidad de parir”, escribe Esther Vivas en su libro Mamá desobediente. Ya en los años setenta del siglo XX la atención al parto se desplazó casi por completo al ámbito hospitalario.
***
Cuando mi bebé nació tuve problemas de lactancia. La niña lloró toda la noche en la clínica y temía que tuviera hambre. Llamé a las enfermeras, me oprimieron los senos y nada. “Señora usted no tiene leche, le vamos a dar leche de fórmula a la bebé”, pero yo me revisaba y veía un líquido amarillento que, aunque poco, es suficiente para los recién nacidos. Pero las enfermeras insistían en que no tenía nada. Al siguiente día, la bebé seguía llorando y terminé accediendo a la fórmula con jeringa.
Si hubiera tenido una doula especializada en lactancia habría mediado con enfermeras y personal médico para hacer las verificaciones del caso, de manera que no se estuviera entorpeciendo el proceso natural de lactancia, un derecho tanto de la madre como del bebé.
Lo primero que hace la doula es un diagnóstico para ver con quién cuenta la persona en estado de embarazo, postparto o en cualquiera de las fases en la que esté, para así diseñar un plan estratégico de trabajo: ¿cómo vive? ¿tiene una red de apoyo? ¿el ambiente es armonioso? ¿es estresante? ¿con qué herramientas cuenta?
En el caso de una madre cabeza de hogar, por ejemplo, si no tiene familia, entonces se facilita el contacto con otras comunidades o con otras personas porque la presencia de una red de apoyo es uno de los factores clave. “Pero si no se cuenta con este recurso, ayudamos en lo que se necesite”, explica Valeria A. Marín Otálvaro, doula especialista en psicología de la reproducción asistida.
“Se revisa si fue un embarazo deseado o no, pero sí aceptado. Se revisa la parte económica, se verifica que la persona tenga sustento durante el embarazo y posparto y apoyo, ya sea de la pareja, amigos o seres queridos”, Lorena Caicedo Amaya, doula.
Las doulas van a la casa de las personas, durante su quehacer cotidiano, para ayudarles física y emocionalmente, al tiempo que van haciendo un trabajo pedagógico con pautas útiles.
“¿Con quién vives?”, me preguntó Lorena, a quien contraté por recomendación de una pediatra cuando mi hija tenía un mes de nacida. “Sola”, respondí, mientras que el padre de la bebé respondía: “conmigo”. Le expliqué, entonces, a Lorena: “él vivirá acá los primeros tres meses de la niña, después regresará a su casa”. El ambiente era tenso. (Ver: Celebración de una maternidad feminista).
Fui contestando una a una sus preguntas, cada vez más sensibles, hasta que no aguanté y rompí en llanto. “Me siento sola y sobrecargada”, dije. Justo en ese instante el papá de la niña se encerró en un cuarto, en el que le salieron algunas lágrimas que intentó ocultar. “Quiero alimentar a mi bebé”, continué. “No es que no tengas leche, pero estás bloqueada, y eso cuenta”, me explicó Lorena. (Ver: “Ser mamá no es un instinto ni un mandato, es una elección”).
Una vez se rompe el hielo y la verdad sale a flote, la doula le comunica tanto a la persona como a su familia, de manera pedagógica, en qué consiste la etapa por la que se está atravesando y todo lo que implica. Lorena le dio al papá de la niña múltiples recomendaciones que resultaron de gran utilidad. (Ver: Los retos de apostarles a otras masculinidades).
“Podemos recuperar la lactancia. Pero la niña no se te va a pegar al seno si no le sale mucha leche y va a llorar de hambre y de rabia”, añadió ella. A continuación, me pegó con cinta una sonda muy delgada al seno justo en la aureola conectada a una jeringa con leche de fórmula, así que a la niña le salía leche y se pegaba más fácil.
Al hacerlo con frecuencia, estimulaba la salida de leche natural. También me enseñó a estimularle la boca con los dedos para que se pegara sin problema. La cosa fluyó y pude tener a la bebé comiendo de mi seno por un ratico. Fue emocionante.
Lorena también me dio un formato con horarios para hacerme masajes en los senos, ponerme extractores de leche que ayudan a estimular la glándula mamaria y le indicó masajes específicos al papá que debía hacerme en la espalda. Sorprendería saber que muchas mamás en esta etapa se sienten solas, a pesar de tener gente alrededor porque lo que necesitan es empatía. Por eso, lo primero que hace una doula es sensibilizar e informar. (Ver: Las madres trans: otra forma de ser mamá).
Ahora, no todas las doulas tienen el mismo énfasis. Están las que se dedican a acompañar pérdidas, otras trabajan la preconcepción, la infertilidad, etc. Además, tienen conocimientos holísticos que aportan a que la mamá pueda descansar y relajarse a través de técnicas como la meditación, los masajes, la música, la aromaterapia, técnicas de spa y ciertos rituales, entre otros. (Ver: Ser una mamá feminista).
En el caso de las personas que han pasado por una o varias pérdidas, por ejemplo, “es importante detectar si requiere del acompañamiento de un profesional de la salud mental porque es vital garantizar que haya tenido un buen proceso de duelo para así posibilitar que la actual gestación sea vivida con plenitud. Con miedos y desafíos, claro, pero no con la memoria de la anterior”, agrega Valeria A. Marín Otálvaro, experta en duelo gestacional.
“Doula”, significa estar al servicio. Por esto su trabajo es una vocación, una entrega con paciencia y amor, afirma Marcela Ocampo, doula, quien asegura que lo más importante es “saber escuchar antes que hablar”.
El acompañamiento de Lorena me trajo alivio. No me había percatado de lo estresada y frustrada que estaba. Me sentía sola, vulnerable y atravesaba por profundos cambios psicológicos. Gracias a este proceso, empecé a ser más reflexiva, amorosa y suave conmigo misma.
Lugares para certificarse como doula:
1. Doula Caribe: doula Marcela Ocampo. Cel.: +57 310 3749935. email: colombia@doulacaribe.com.
2. Diplomado en doula de gestación, parto y posparto de la Universidad de La Sabana. Cel.: +57 310 4327267.
¿Dónde entrar en contacto con una doula?
1. Club de mamás W: email: clubdemamasw@gmail.com, cel.: +57 311 8812181.
2. Doula Valeria A. Marín Otálvaro, psicóloga perinatal, doula@psicologiaperinatal.co
*Periodista.
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