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El apoyo familiar a las personas trans marca la diferencia

Los índices de ansiedad, de depresión y de ideación suicida son mucho más bajos en las personas trans que cuentan con el apoyo de sus familias y amigos que en aquellas que no lo tienen.

Por creencias religiosas, visión de mundo o estrategias políticas, algunas personas insisten en que las infancias trans no existen. Sin embargo, como lo afirma en Sentiido el doctor Mario Angulo, endocrinólogo pediatra y director del Servicio de Endocrinología Pediátrica de la Fundación Clínica Valle de Lili en Cali, entre el 1 y 2 por ciento de la población es trans. (Ver: Dr. Mario Angulo: Las infancias trans están expresando quiénes son).

Por lo general, esta es una identidad que se descubre en la infancia, desconociendo incluso conceptos como “trans” o “género”. La persona simplemente experimenta que su género no coincide con el que le asignaron al nacer con base en sus genitales. (Ver: Orgullosamente trans).

Para conocer más sobre cómo es el descubrimiento de la identidad de género, Sentiido habló con la doctora Angélica María Restrepo, psicóloga clínica con una maestría en terapia de familia y con estudios de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. (Ver: “Dejemos que nuestros hijos vivan su vida y no nuestros sueños”).

Desde 2018, Restrepo se ha especializado en identidades de género y se desempeña como psicóloga de la Clínica de género de la Fundación Clínica Valle de Lili (Cali), en donde valora a infancias y adolescencias. (Ver: Diferentes formas de ser trans).

“Mientras que en la población infantil cisgénero (o que no es trans), hablamos de uno por ciento de ideación suicida, en la población con identidades de género diversas, es de cerca del 40%, por no poder vivir acorde con su identidad”, Angélica Restrepo, psicóloga clínica.

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Angélica Restrepo es psicóloga clínica con una maestría en terapia de familia.

Sentiido: Cuando estás en etapa de valoración de infancias y adolescencias, ¿papás y/o mamás participan de las sesiones?

Angélica Restrepo: Cuando el niño o la niña son muy chiquitos, tienen cinco o seis años, la primera cita la hago solamente con los papás para que me describan la historia del menor y cómo ha sido su desarrollo. Yo hago una evaluación completa. Esa primera cita la hago solamente con papás y/o mamás y las otras solamente con el niño o la niña. (Ver: “Dejemos de decir que no queremos hijos LGBT”).  

“En las identidades trans que no reciben el acompañamiento adecuado, la persona experimenta un malestar muy profundo con su cuerpo que puede llevar a autolesiones”, Angélica Restrepo, psicóloga clínica.

S: ¿A qué edad una persona tiene clara su identidad de género y cómo la manifiesta?

A.R.: A los tres años una persona puede decir: “soy niño” o “soy niña” o “no me gusta ninguna de las dos”. Claro, a esa edad no dicen: “soy niño” o “soy niña”, sino que expresan roles y estereotipos propios del género con el que se identifican y muestran interés por ciertos juguetes, ropas o comportamientos. En conclusión, existe una idea temprana de “quién soy yo”. (Ver: Todo lo que siempre quisiste saber sobre sexo y tu hijo sí se atrevió a preguntar).

Y a esto se suma lo que pasa en espacios como los colegios, donde suele decirse: “niños aquí” y “niñas acá”. Entonces, quienes se asumen niños, toman un lado y quienes se asumen niñas, el otro. Pero, muchas veces pasa que cuando no se identifican con el género asignado al nacer, corrigen a los papás: “yo soy niña, mamá, no niño”. (Ver: “Desde que las niñas son rosadas y los niños azules, estamos jodidos”).

Yo trabajé con una chiquita que desde temprana edad le decía a su mamá: mamá, yo soy una niña”. Era una niña trans. Ella, de alguna manera, le expresaba a su mamá: “no te equivoques” o “me estás nombrando mal”. (Ver: Cristina Rodríguez: mujer orgullosamente trans).

S: ¿Cuál es la razón por la que papás y mamás agendan una cita con la Clínica de género de la Fundación Valle de Lili? ¿Cuál es la pregunta con la que llegan?

A.R.: Llegan acá cuando ven en su hijo o hija expresiones de género cruzadas. Es decir, cuando a quien han asumido como niño quiere jugar con muñecas o se quiere poner la falda de la mamá o cuando a quien han asumido niña, dice que le llamen Juan. Ese es el momento de la consulta porque papás y mamás experimentan angustia y preocupación. No entienden qué está pasando. (Ver: Juguetes sin barreras de azul ni rosado).

“Una identidad de género trans se sostiene en el tiempo. No es un capricho ni una confusión. Es consistente y persistente”, Angélica Restrepo, psicóloga clínica.

S: ¿Los papás que consultan suelen tener alguna idea de qué es ser una persona trans o piensan que estas “expresiones de género cruzadas” son comportamientos que deben corregirse?

A.R.: Sí llegan con miedo de que su hijo o su hija pueda ser una persona trans. Además, llegan con otra idea muy dolorosa: “¿qué hice mal para que esto pasara?”. (Ver: “El amor por mis hijos estaba por encima de lo que decían en la iglesia”).

“En buena parte de la sociedad hay una desconexión en la estrecha relación que existe entre por qué muchas mujeres trans terminan en el trabajo sexual y en el hecho de que sus familias las echen de sus casas”, Angélica Restrepo, psicóloga clínica.

S: ¿También llegan con la idea de que las identidades trans son una moda o una etapa?

A.R.: Eso lo preguntan más cuando tienen hijos o hijas adolescentes. Está el comentario de: “ahora todos quieren ser trans”. Cuando son niños o niñas de cinco o seis años, como no hay mayor socialización con personas trans ni tienen referentes al respecto, esta no suele ser una pregunta. 

Yo les explico a papás y mamás que, en esos casos, existe la posibilidad de que su hijo o hija esté cuestionando su identidad, haciéndose preguntas como: “¿qué lugar voy a ocupar?” O “¿quién soy aquí?”, de igual manera que se está cuestionando otros asuntos de su vida, pero esto no excluye la posibilidad de que exista una identidad trans o una identidad diversa porque esto es un espectro.

S: ¿Hay alguna edad particular de consulta del niño, niña o adolescente?

A.R.: Papás y mamás suelen agendar una cita cuando su hijo o hija tiene cinco o seis años y presenta expresiones de género cruzadas. Es decir, cuando, por ejemplo, a quien se asume niña se niega a usar falda y a quien se asume niño, pantalón.

O cuando ven que no pueden quitarle las muñecas al niño ni los carros ni los balones a la niña, entonces ahí puede venir un primer momento de consulta. Otro es a los 12 o 13 años.

S: Una vez se confirma una identidad trans en un niño, niña o adolescente, ¿cuáles son los pasos a seguir?

A.R.: Hasta que biológicamente no llega la pubertad, no hay ninguna intervención médicamente hablando. Lo que hacemos es promover que se le permita al niño o a la niña que pueda expresarse como lo siente.

A este proceso se le llama “transición social” que consiste en permitirle al niño ser quien es: si quiere usar vestidos, llevar el pelo largo, jugar con muñecas, llamarse Cristina en vez de Cristian, permitírselo y acompañarlo. (Ver: “Cuando los hijos salen del clóset, los papás entran en él”).

Eso se inicia en un ambiente cerrado, en la casa, y se va ampliando hasta llegar a una presentación general. Si ese proceso es exitoso, se sigue avanzando. Aunque hay casos en que ya llegan con transición social y nombre legal cambiado. 

Desde el punto de vista médico no se hace nada hasta antes de que empiece la pubertad biológica, que no es antes de los 10 u 11 años, en promedio. Y la intervención que se hace en ese momento es suspender la masculinización o la feminización del cuerpo, proceso que es completamente reversible. 

Nosotros por protocolo solo usamos hormonas cruzadas después de los 16 años. Y no se inicia porque una persona diga: “soy trans”.  existe todo un proceso de seguimiento y evaluación.

Pero cuando tengo un chico o una chica con una ideación suicida asociada a no poder vivir su identidad de género, primero está su vida y ahí no hay discusión frente a la atención requerida.

En esos casos, la solicitud de papás y mamás normalmente es: “ayúdenos a que mi hijo o mi hija esté bien”, que es lo que normalmente ocurre una vez se inicia el proceso de tránsito. (Ver: La libertad de ser quien uno es).

S: ¿Existe algún acompañamiento a las personas con identidades no binarias?

A.R.: En todos los casos, se hacen las mismas valoraciones y con base en los resultados se define el plan a seguir. Se trata de un plan ajustado a lo que cada quien necesita. (Ver: Ni hombre ni mujer: persona no binaria).

“En la Clínica de género la Fundación Clínica Valle de Lili, en Cali, vamos hasta los 18 años, antes de que, en caso de que así se requiera, se inicien procesos quirúrgicos”, Angélica Restrepo, psicóloga clínica.

S: Como el proceso con la Clínica de género llega hasta los 18 años, ¿a dónde les remiten?

A.R.: Si ellos o ellas están en terapia conmigo, siguen conmigo hasta que el proceso culmine o decidan terminarlo, sin importar la edad. El área de endocrinología puede acompañar hasta los 19 años y de ahí se remite a endocrinología de adultos. Y si así lo requiere, porque no siempre es así, ahí se inician las intervenciones quirúrgicas necesarias con los especialistas pertinentes.

Ni los colores ni los juguetes definen el género de nadie.

S: ¿Qué podrías decirles a papás y mamás que llegan sintiéndose culpables o sin entender muy bien el comportamiento de su hijo o hija?

A.R.: Lo primero que les diría es: “tranquilos, los juguetes son juguetes y no tienen género” y “el juego es parte del proceso del desarrollo, permitir que jueguen con X o Y cosas no va a cambiar la identidad de género de nadie”.

Esto es muy importante de decir porque casi siempre, antes de llegar a consulta, ya han castigado al niño por querer jugar con muñecas o ya le han dicho: “me pones muy triste cuando juegas con muñecas”. (Ver: “La familia y la escuela, donde más se vulneran los derechos de niños y niñas”).

Lo segundo es que busquen ayuda y que los papás, por su parte, busquen acompañamiento competente, porque esto puede tener implicaciones también para ellos en sus relaciones familiares, porque cuando hay identidades de género trans, se pierden relaciones.

Hay, por ejemplo, abuelos que no les volvieron a hablar a sus hijos o hijas cuando esos papás o mamás permitieron que sus hijos o hijas usaran ropa del género con el que se identifican, por ejemplo.

S: Muchas veces cuando se explica la identidad de género, se utilizan argumentos asociados con la expresión de género, como por ejemplo que quien se asume niño quiera usar el pelo largo y jugar con muñecas o, quien se asume niña, quiera llevarlo corto y jugar con carros…

A.R.: Esto es así porque cuando hablamos de niños y niñas chiquitos, estamos hablando de ese tipo de expresiones. La verbalización de: “soy trans” suele ser más grande. Pero a los cuatro años es: “yo quiero jugar con eso” o “me quiero poner eso”. (Ver: El género desde una perspectiva trans).

Las palabras “trans” ni “identidad” ni “género” existen en ese momento de la vida. Ahora, lo importante es saber que la identidad de género no se “crea” por regalarle carros a un niño ni muñecas a un niña. (Ver: El género existe y no es una ideología).

“Las identidades de género son un espectro. Seguramente en unos años existirá menos alusión a las categorías existentes. Mucha menos clasificación”, Angélica Restrepo, psicóloga clínica.

S: ¿Cómo explicarles a papás y a mamás que regarles carros y balones no hace a un niño “hombre”, ni regalarle muñecas, “mujer”?

A.R.: El juego es el lenguaje de la niñez. Y fantasear es una condición básica del juego y del desarrollo. Pero lo que yo juego -o los colores que uso- no van a determinar quién soy, sino que es la manera de tramitar las cosas que pienso acerca del mundo. 

Es importante que papás y mamás sepan que las investigaciones demuestran que el apoyo familiar a las personas con identidades trans marca la diferencia en términos de salud mental. Los índices de ansiedad, de depresión y de ideación suicida son mucho mayores en quienes no tienen apoyo familiar, a diferencia de quienes sí. (Ver: Las infancias trans siempre han existido y existirán).

S: Vamos un poco más atrás. Cuando estudiaste psicología, ¿recibiste alguna formación en diversidad sexual y de género?

A.R.: No, ninguna. Y esa ha sido una de las críticas que he hecho en los diferentes documentos que he publicado. La formación que tengo al respecto la recibí, posteriormente, con la asociación de profesionales que atiende la salud trans. (Ver: Yusimil Carrazana, la médica dedicada a la salud de los hombres trans en Guatemala).

También he cursado diplomados con la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Y mi trabajo de grado de la especialización en Psicología Clínica estuvo orientado a identidades de género diversas.

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