El modelo ucraniano Strav Strashko, nueva competencia del afamado Andrej Pejic, es la reciente imagen del Toyota Auris. ¿Aparecerá también en los calendarios de taller?
La empresa japonesa Toyota ha sorprendido con un innovador comercial de televisión para promover su último automóvil, el Toyota Auris.
Se trata de una provocativa escena en la que el modelo de 20 años Strav Strashko aparece con tacones, una tanga roja y una chaqueta de la cual se despoja en su camino hacia la camioneta último modelo.
Strashko, como su colega Andrej Pejic, quien en 2011 fue seleccionado entre las mujeres más sexis por la revista FHM, se caracteriza por una belleza femenina propia del centro y este de Europa y por ser poseedor de uno de los anhelos más poderosos de muchas mujeres latinoamericanas: el cabello rubio y los ojos claros.
Como es de esperarse, el comercial sorprende por su audacia y por recurrir a la vieja fórmula de unir un carro innovador con una persona atractiva, sea hombre (preferiblemente para pick-ups o carros veloces) o mujer (generalmente carro con baúl para que quepa el mercado o carrito “cuco” para ir de compras). La diferencia es que el modelo reúne ambos perfiles en su cuerpo, su caminado y la imagen que proyecta.
La pregunta que más debe estar asaltando a los gestores de la cultura popular relacionada con motores, chasis y llantas, es cómo será el calendario que adornará una gran porción de talleres y montallantas donde se utilizan estos “cuadros” de doce meses de duración.
Si se recurre al reconocido estereotipo del centro de operaciones de los médicos de automotores y motocicletas, el paisaje suele variar poco. Son espacios pequeños, rodeados de neumáticos viejos e inutilizables, el suelo escarpado no por piedras sino por toda suerte de herramientas, tuercas, gatos y elementos de hierro que nunca antes se han visto pero que parecen ser muy usados.
Una radio o un televisor con una pobre señal que a duras penas proyecta una imagen medianamente visible, una silla de oficina que nunca se sabe cómo llegó ahí y un perro dormido debajo de un estante, una mesa o la estructura de un carro que nunca se terminó de arreglar.
Entre llantas y herramientas
¿Qué lugar tiene el sofisticado Strashko, objetivo de las cámaras más codiciadas en el mundo de la moda, en este lugar en el que todo lo pueden arreglar y generalmente a un mismo precio? Sí: en el calendario de pared.
Este pequeño lujo surge entre tubos de escape y bómperes, como un oasis. Como la zona libre de tuercas, clavos engarzados en las llantas y uñas negras. Año tras año, las damas voluminosas y provocativas han sabido crear poses de todo tipo entre neumáticos de tractor, motocicletas decoradas con llamas abrasadoras y repuestos de retroescavadoras.
El turno ahora será para este joven. Los talleristas y mecánicos de amplia experiencia y trayectoria en el rudo mundo de las manos manchadas de aceite de carro deberán despreciar la voluptuosidad toráxica de las jóvenes teñidas con agua oxigenada, por la lisura y fineza del pecho de una señorita muy agradable que no necesita sostén ni acostumbrador, y oculta un sospechoso material bajo la tanguita roja.
La estética automotora fácilmente podrá subsanar aquello que falta en lo alto y sobra en lo bajo, con nuevas poses entre llantas, llaves inglesas y canecas cortadas por la mitad que funcionan como reveladoras de pinchazos y huecos en las ruedas, pero que en esta ocasión pueden hacer las veces de tina o pequeño jacuzzi al calor de una carretera tropical.
La propuesta, no se duda por un instante, ya debe estar cocinándose en las oficinas del área comercial de Toyota. Tractoristas, conductores de remolques, transportadores de contenedores, ha llegado el día en que los aburridos calendarios que mostraban sosas mujeres con la punta del dedo en la boca, los senos al aire y una Harley Davidson entre las piernas ha terminado.
Ahora todo es hilo dental rojo con relleno (preferiblemente natural) y pechos que no signifiquen un (literal) dolor de espalda para quien los carga. Esta es la revolución de los profesionales de la mecánica automotora.