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El pánico de ver gente distinta

Me cuesta creer que todavía haya gente que entra en pánico cuando ve gente distinta a la mayoría. Para evitarlo, necesitamos recibir más información libre de prejuicios.

Hace unos días me encontré con unos amigos invidentes y, mientras departíamos, resultamos hablando de las personas diversas sexualmente que son sordas. Recordé, entonces, a los integrantes de la organización Arcoíris de sordos y dije: “¡Uf! Algunos están muy buenos”.

Hubo toces y risas que se transformaron en carcajadas y en el tradicional: “¡Ay!” mientras el codo del brazo derecho se apoya en el brazo izquierdo, con la muñeca derecha inclinada hacia afuera y la mano abierta. Una amiga agregó: “como ahora todo eso es normal”.

Aunque rápidamente cambiamos de tema, mi mente se quedó ahí. Recordé cuando la gente me dice que lo “mío” no es normal, que de eso no se habla y que no debo expresar en público “mis gustos sexuales” porque “eso incomoda a las familias y a los niños”.

Me acordé de mi mamá regañándome en el supermercado por hablar de un chico que me gustaba, a mi sobrino de 10 años poniendo cara de asco porque le conté de una pareja de mujeres que se quería y que, como en cualquier relación, se manifiestan con besos su amor.

“¿Y por qué?” Me pregunté mientras departía con mis amigos. ¿Cuál es la bobada? ¿Por qué se escandalizan tanto con lo que es diferente a la mayoría?

Y cómo olvidar a mi hermano diciéndome que dejaría de ser gay si me vestía como chica, “por miedo a convertirme en travesti“.

Investigué un poco en Internet y encontré que una persona entra en shock cuando los órganos no reciben el oxígeno necesario para realizar sus funciones. Diría, entonces, que uno entra en “shock mental” cuando el cerebro no recibe información libre de prejuicios, produciendo pensamientos violentos e impidiendo reacciones sensatas.

Estamos saturados de estereotipos, paradigmas y afirmaciones infundadas que, tal cual como sucede con el colesterol malo, también afectan nuestra mente.

Estar en shock no es estar enfermo sino en un estado que puede modificarse. El “shock mental” del que les hablo es causado por prejuicios e información poco veraz proporcionada generalmente por líderes religiosos, políticos y docentes.

Personas que lentamente y en muchos casos de manera casi imperceptible abonan el terreno para que mi familia y mis amigos, entre otros, se shockeen conmigo por ser como soy y se sientan incómodos por ese arcoíris que me acompaña y que, al parecer, empaña su mundo en blanco y negro.

Me comprometo a dar mi mejor esfuerzo por desintoxicar sus mentes, para que dejen a un lado sus shocks prejuiciosos y no entren en “paro mental” cuando vean a su alrededor seres humanos siendo quienes son.

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