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Educación

Es urgente proteger a la niñez de la ignorancia existente sobre la diversidad sexual y de género

Ni las orientaciones sexuales ni las identidades de género pueden aprenderse. Pero la falta de información oportuna sobre la diversidad sexual y de género sí es decisiva en los estereotipos LGBTIQ, antecedentes de muchas violencias.

En redes sociales está circulando la imagen de un papá que, con la ayuda de un escudo, “protege” a sus pequeños hijos de un arcoíris… También se lee: “protejo a mis hijos para que cuando adultos puedan elegir libremente”. En otras versiones está escrito: “ser un hombre de Dios comienza en casa”. (Ver: Las infancias trans siempre han existido y existirán).

Aunque no suelo prestar atención a este tipo de publicaciones porque me parece innecesario invertir mi tiempo y mi energía en responderlas, esta me llamó la atención porque está relacionada con otras que me han compartido y sobre las que han pedido mi opinión. (Ver: Catalina Botero: las críticas se responden con argumentos, no con censura).

Grupos y movimientos en contra de los derechos de las personas LGBTIQ buscan hacer creer que su objetivo es proteger a la niñez de “información sobre diversidad sexual y de género, evitando su sexualización y erotización”, señalando que se debe esperar a que ellas y ellos “elijan” en su adultez su orientación sexual o identidad de género. (Ver: Los pasos de gigante de la avanzada conservadora).

Grupos en contra de los derechos LGBTIQ intentan hacer creer que las orientaciones sexuales e identidades de género “se eligen”.

Recibir información veraz y oportuna sobre diversidad sexual y de género no determina ni la orientación sexual ni la identidad de género de las personas, lo que sí fomenta es el respeto por la diversidad.

Este tipo de falacias no son nuevas. Desde la primera década de 2000 las han venido promoviendo para justificar que sus acciones no son en contra de las personas LGBTIQ sino a favor de los derechos de la niñez y, en algunos casos, de una libertad religiosa. (Ver: El género existe y no es una ideología).

Esto genera adhesión por parte de personas que no saben qué pensar sobre la diversidad sexual y de género. Pero ¿es verdad que su posición no es en contra de unas personas sino a favor de otras? No es así. (Ver: La educación sexual es un proceso, no una charla de un día).

El consenso de las personas expertas es que las orientaciones sexuales e identidades de género no son aprendidas. Se reconoce, sí, que la manera en que se expresan dichas orientaciones e identidades está influida por la cultura. (Ver: Ser LGBT no se aprende ni se impone, se vive).

En otras palabras, recibir información sobre diversidad sexual y de género no incide para que la niñez “defina” su orientación sexual o identidad de género. Pero la falta de información oportuna y adecuada al respecto sí resulta decisiva para fomentar estereotipos sobre las personas LGBTIQ, fundamento de muchas violencias cntra esta población. (Ver: 6 respuestas para los opositores a la educación sexual).

En otras palabras, el verdadero peligro que enfrenta la niñez es la falta de información -o la información estereotipada- que puede llevar a las infancias LGBTIQ a creer que su orientación sexual o identidad de género es “anormal”, como les ocurrió a muchas personas de mi generación y de las anteriores. (Ver: Bullying escolar LGBT: más fuerte y dañino).

Promover en las infancias la idea de que las orientaciones sexuales e identidades de género que se salen de la mayoría son “malas”, es seguir fomentando que quienes se apartan de “la heterosexualidad obligatoria” pueden ser objeto de señalamientos, burlas y agresiones. (Ver: “Está bien salirse de la heterosexualidad obligatoria”).

Yo crecí en una familia con padres y hermanos heterosexuales, en una Iglesia que enseñaba que el único modelo de familia definido por Dios era el conformado por un hombre, una mujer y unos hijos, así como en un pueblo cuyo himno proclama “la pujanza de un pueblo viril” … Y soy un hombre homosexual desde que tengo memoria. (Ver: “Muchas personas antiderechos hablan de ‘defender la familia’, pero rechazan a sus hijos LGBTIQ”).

El peligro que enfrenta la niñez es la falta de información -o la información estereotipada- que puede llevar a las infancias LGBTIQ a creer que su orientación sexual o identidad de género es “anormal”.

Debemos proteger a la niñez de la ignorancia, del dolor y del sufrimiento que causan la falta de reconocimiento y de aceptación de la diferencia.

¡Cuántos dolores me habría evitado si hubiera tenido la información adecuada, si hubiera sabido que hay muchas personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas y si me hubieran mostrado las diferentes formas de constituir una familia! ¡Cuánta ansiedad y miedo me habrían evitado ante la incertidumbre de mi futuro! (Ver: Educación sin prejuicios en cómic).

Exponer a la niñez a información sobre la existencia de la diversidad sexual y de género no promueve la homosexualidad ni la bisexualidad, lo que sí permite es que las personas heterosexuales reconozcan y respeten la diversidad sexual y de género. (Ver: “Mamá, ¿cómo así que el doctor no entiende que yo tengo dos mamás?”).

También evita en las infancias LGBTIQ el dolor de creer que son “seres únicos” o que su orientación sexual e identidad de género es “anormal”. Por todo esto, de lo que sí debemos proteger a nuestra niñez es de la ignorancia, del dolor y del sufrimiento que causan la falta de reconocimiento y de aceptación de la diferencia. (Ver: Sí, todo mejora).

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