El mexicano Omar Feliciano, cuyo alter ego es Franka Polari, presentó su libro “Such is Life in Banana Republic”. Con humor e ironía, reivindica el derecho a todas las formas torcidas de felicidad.
Altarte Asociación Civil es una organización mexicana que trabaja en la promoción de derechos sexuales y en el respeto a la diversidad sexual a través del arte.
En 2014 cumple 15 años y, como parte de las celebraciones, presentó el libro digital de Omar Feliciano, cuyo alter ego es Franka Polari
Su autor lo describe como “una crónica imaginada de la experiencia no heterosexual en la ciudad de México en la primera década del siglo XXI”.
Para Jorge Harmodio, quien estuvo a cargo del prólogo, se trata de “una crónica de los terrenos sociales poco iluminados en donde la decencia tiene miedo de entrar”.
El propósito de fondo de Omar Feliciano, agrega Harmodio, es remojar los mitos orientales y occidentales en pop ranchero, dinamitarlos con panfletos y caricaturas para levantar con los restos el derecho a todas las formas torcidas de procurarse felicidad.
“Es una crónica cotidiana de la experiencia de un joto radical en los márgenes del capitalismo contemporáneo”, señala Harmodio.
Según Feliciano, con la legalización del matrimonio homosexual en el Distrito Federal en 2009 y la batalla por este mismo objetivo en otros estados de México, pareciera que la diversidad sexual buscara presentar una narrativa de amor romántico monógamo para “limpiar” la cara del movimiento homosexual.
Sin embargo, de manera paralela han surgido grupos de política sexual radical como las Lesboterroristas, el Bloque Rosa o proyectos queer como Casa Gomorra, a quienes Feliciano define como sus interlocutores.
“Es necesario criticar la ‘heteromerma’ o la renuncia a la imaginación, al adoptar valores heterosexuales como el matrimonio. Pero al mismo tiempo, hay que evitar los riesgos del pensamiento único y el estalinismo radical, mediante dosis de humor e ironía”, agrega.
El libro también es una curaduría ilustrada de 29 obras visuales a cargo de fotógrafos, pintores y artistas que tienen en común la exploración del deseo y el género. El Santo Niño Marica de Medusczka, una ilustradora transfeminista, es una de las piezas favoritas de Feliciano.
Lo divino del placer
De hecho, la religión y la sexualidad atraviesan buena parte del texto. “Aunque yo lo hago por medio de las religiones asiáticas que no tienen dios. Eso hace que sea más fácil reconciliar el placer con lo divino”.
El clímax ocurre en un espacio inspirado en los mandalas, donde cada esfera representa un espacio de placer. Por ejemplo, el capítulo “Resurrección Esmeralda” o The Green Way, toma como modelo un jardín de la Ciudad Universitaria donde ocurrían encuentros sexuales y, Black Nest of Darkness, se refiere a los cuartos oscuros.
El libro fue producido por la editorial electrónica Ediciones del Apocalipstick de Omar Feliciano. El nombre proviene de una fiesta que él organiza cada dos años para su personaje Franka Polari.
Según Feliciano, con el título del libro en un inglés gramaticalmente incorrecto hace una parodia de aquellos que van llamándose a sí mismos con un vocablo extranjero, que no representa la realidad homosexual en el capitalismo periférico.
El teórico francés Michel Foucault influyó en Feliciano, no solamente en su noción de sexualidad sino también en su concepto de autor. “¿Es una obra lo que escribió el autor?”, se pregunta. “Para Such is Life in Banana Republic, utilicé la copia y la imitación para crear un collage. Así, por ejemplo, la dedicatoria está tomada de la novela “El vampiro de la Colonia Roma” de Luis Zapata.
La selección de las obras gráficas que acompañan el libro son una forma de diálogo, una especie de paréntesis y un ejercicio de promoción cultural. “Me gusta decir que el texto creció como musgo alrededor de las imágenes, así estas no existieran”, dice Feliciano.
En la selección hay material de archivo de Altarte y del fotógrafo Oscar Sánchez, quien tiene uno de los registros más completos de la vida homosexual en ciudad de México.
Uno de los aspectos que caracteriza Such is Life in Banana Republic es la experimentación lingüística. Al tiempo que recupera palabras en desuso que fueron utilizadas para ofender a gais, lesbianas y transgeneristas, también incluye el eslang (jerga coloquial e informal) usado actualmente en las calles de ciudad de México y lo explica con humor.
“Aquí fui al pie de la letra para usar como recurso literario una estrategia tradicionalmente queer de retomar el insulto para hacerlo propio, despojándolo de su carga emocional”, agrega.
Feliciano encuentra reconfortantes los sonidos de palabras como “somético” o “nefando”, en un mundo de anglicismo como software y marketing. “Al retomarlas y explicarlas no me interesa una reivindicación LGBT, sino trazar genealogías del odio”.
También acude a términos del Polari (eslang inglés propio de homosexuales, cirqueros y otros marginados en el siglo XIX) y del Singlish (inglés en su versión local de Singapur).
En el Polari se preservaron términos de la lengua franca, propia del mar mediterráneo, que mezclaba italiano, árabe y francés, entre otros. “Me fascinó la historia de resistencia de esas palabras que pasaron literalmente de lengua en lengua y de cama en cama”. De esta mezcla viene su alter ego Franka Polari.
Este Objeto Textual No Identificado (OTNI), como Jorge Harmodio define “Such is Life in Banana Republic”, requiere de un lector dedicado a desembrollar con esmero las historias talladas en las palabras.
“Escribí el libro para filólogos maricas, activistas marimachas, teóricas perras y divas de la academia. Pero el humor y el pop incrustados serán familiares para cualquier persona anglo e hispana. Al final, busco una comunidad de hablantes que ría y adopte las palabras recuperadas del desuso o los neologismos propuestos”, concluye Omar Feliciano.
Sobre el autor
Omar Feliciano estudió Psicología Social en la Universidad Autónoma Metropolitana en Xochimilco (México). Aunque inicialmente pensó estudiar comunicación, cambió de opinión después de trabajar como voluntario en Telsida, una línea de ayuda sobre VIH/Sida.
En esta organización y en otra llamada La Manta de México, tuvo oportunidad de explorar el efecto del arte en el cambio de conciencia. Fue así como empezó a interesarse por aspectos artísticos relacionados con el cambio social, una especie de ‘artivismo’.
En 2002 comenzó a explorar el performance en una compañía llamada “Las Enmascaradas $in Plata”, haciendo referencia a El Santo, el reconocido luchador mexicano. Este contraste entre la masculinidad tradicional y la precariedad, era el centro del proyecto.
En 2006 ganó una beca para estudiar en Japón. En Tokio, además de aprender japonés y un poco de mandarín y koreano, Omar Feliciano entró en contacto con culturas asiáticas, fundamentales en su visión del lenguaje y la sexualidad.
Regresó a México en 2008 y desde entonces trabaja en derechos humanos. Actualmente está enfocado en la promoción y defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.