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Terapia de conversión

Esto no es terapia

Sentiido llega al mundo del podcast con esta historia sobre las llamadas “terapias de conversión”, prácticas que en vano y sin necesidad, buscan cambiar la orientación sexual o la identidad de género LGBTIQ. Esto no es terapia.

Imaginemos la escena: un hombre joven está sentado frente a una pantalla que le muestra actos eróticos entre otros hombres. El joven tiene una erección y es justo en ese momento que por sus venas -conectadas a un catéter- empieza a circular un medicamento que le produce convulsiones. La escena se repetirá hasta asociar el deseo homosexual con un malestar intenso. (Ver: “Cuando acepté que ser homosexual no era enfermedad ni pecado, mi vida cambió”).

No, esto no es un fragmento de una película setentera de Stanley Kubrick. Es una de las muchas formas que durante décadas han tomado las mal llamadas “terapias de conversión”, una serie de prácticas implementadas en nombre de la ciencia, la religión y el canon social para intentar “convertir” a personas gais, lesbianas, bisexuales y trans en heterosexuales y cisgénero. (Ver: ¿Qué dice la Biblia realmente sobre la homosexualidad?).

Lobotomías, electrochoques, inyección de hormonas, encierros prolongados, amarramiento del pene y los testículos, sometimiento a periodos de inanición… Todas estas prácticas están en el extremo de la violencia contra seres humanos -generalmente jóvenes llevados a esto por sus propias familias- para intentar borrar su orientación sexual o su identidad de género. (Ver: Nerú, ¿un traidor de la homosexualidad?).

Las llamadas “terapias de conversión” no solamente son un fraude sino que son, antiéticas, inmorales y muy perjudiciales.

El consenso médico ha señalado enfáticamente que la diversidad sexual y de género no es una enfermedad y, por tanto, no hay nada que curar.

Hoy todos estos actos violentos están relegados a la ilegalidad en gran parte del mundo. Pero los esfuerzos por cambiar la orientación sexual o la identidad de género continúan tan activos como siempre, sólo que han tomado formas más sutiles. (Ver: Qué es el fundamentalismo religioso y qué implica realmente).

Esto, a pesar de que el consenso médico subraya enfáticamente que: uno, la diversidad sexual y de género no es una enfermedad y, por tanto, no hay nada que curar y dos, las “terapias de conversión” no sólo son ineficientes en el sentido de que no pueden “convertir” a alguien homosexual en heterosexual -como tampoco podrían convertir a alguien heterosexual en homosexual- sino que son, antiéticas, inmorales y muy, muy, perjudiciales.

No es necesario padecer prácticas violentas para sufrir los efectos de la homofobia y de las “terapias de conversión”, algunas llamadas “terapias psicológicas” o “consejerías espirituales” son la nueva cara de este tipo de esfuerzos para pretender cambiar la orientación sexual o la identidad de género.

Sé que mis padres le hablaron al psicólogo y le dijeron ‘arréglenlo’, no queremos que tenga esa sexualidad. Y durante mis terapias con este psicólogo muy a menudo él me hacía sentir incómodo acerca de mi sexualidad, intentando convertirme en heterosexual. Me acuerdo que incluso yo le dije a su cara: esto es terapia de conversión. Usted no debería hacer eso. Usted es mi psicólogo, usted sabe que esto está mal. Y me dijo: pues sí, yo admito que en algunos países lo que yo estoy haciendo es ilegal. Y siguió. No le importó”.

Este es Jorge, un joven estudiante recién graduado de la secundaria quien nos ha pedido cambiar su nombre. Junto a él, Xiomy Díaz y Paola Santillán compartirán su vivencia como víctimas de estos atropellos que alguna vez pretendieron cambiar su orientación sexual.

Sentiido, con doble i, organización que aporta conocimiento en género, diversidad sexual y cambio social, se estrena en el mundo del podcast. Empezamos con este episodio sobre las “terapias de conversión”. Pronto podrán escuchar más en nuestra página web o desde su aplicación favorita de podcast. Con ustedes, “Esto no es terapia”. Andrea Domínguez les cuenta esta historia. Advertencia: esta historia contiene descripciones gráficas de actos de violencia, se recomienda discreción.

Existe un acervo vigoroso de evidencia científica sobre el hecho de que la orientación sexual es algo que no puede ser cambiado con una intervención psicosocial, médica o espiritual”.

Aunque les duele recordar, estos tres jóvenes compartieron su testimonio para que no se repita con otrxs lo que les pasó a ellxs.

Las llamadas “terapias de conversión” se llevan a cabo en todo el mundo, a pesar de las pruebas científicas en su contra.

Quien habla es Víctor Madrigal-Borloz, experto independiente de las Naciones Unidas para la protección contra la violencia y la discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género. Dada la gravedad de la situación, Víctor dedicó su último informe al tema de las llamadas “terapias de conversión” o lo que en el activismo se denomina Ecosig: esfuerzos de conversión de la orientación sexual y la identidad de género.

Este tipo de prácticas se llevan a cabo en todas las sociedades alrededor del mundo, a pesar de las pruebas científicas en su contra.Además, aparte del hecho de que existe este acervo de evidencia, nunca se ha podido documentar una práctica médica, psicológica o espiritual que logre este objetivo sobre una base científica clara. También la conversión está fundamentada en una concepción errada de que las orientaciones sexuales diversas son en sí mismas algo indeseable”.

Indeseable, inadecuado, rechazado. Es así como se sentía Jorge, el joven estudiante cuyos padres lo llevaron a terapia psicológica para ayudarle a manejar los ataques de pánico que estaba sufriendo pero que en realidad era una “terapia de conversión” disfrazada. “Yo desde que era muy pequeño sabía que era diferente a mis compañeros. Al principio lo atribuía a que he sido más callado. No me gustaba mucho ir a fiestas. Tampoco era que me invitaran y era más que todo reservado. Y mis compañeros, como hace gran parte de la sociedad cuando encuentra algo diferente, reaccionaron con miedo, aislándome”. (Ver: Bullying escolar LGBT: más fuerte y dañino).

Terapias de conversión: esto no es terapia
Sólo cuatro países tienen legislaciones nacionales que prohíben explícitamente las “terapias de conversión”: Brasil, Ecuador, Malta y Alemania. Cómic: @pizza_hawaiiana

Como tantas familias latinoamericanas, la de Jorge es una familia católica tradicional. Para sus padres no era fácil escuchar lo que él tenía para decirles a pesar de ser unos padres amorosos y presentes. Eso llevó a Jorge a “salir del clóset” frente a sus padres en tres oportunidades, pero ellos actuaban como si no les hubiera dicho nada. Hasta que aparecieron los ataques de pánico y ahí fue cuando lo llevaron al psicólogo. “No sé si ellos sabían del todo cómo él me estaba haciendo sentir. Yo me acuerdo que yo les dije que no me sentía bien con este psicólogo”. (Ver: “Dejemos de decir que no queremos hijos LGBT”).

Al cabo de un año Jorge se reveló contra la terapia y no volvió. Eventualmente, sus padres por fin entendieron que su hijo es homosexual. Y están en el proceso de asimilarlo. Jorge está más a gusto ahora, aunque todavía tiene ataques de pánico esporádicamente y episodios involuntarios de ensoñación, momentos en los que se evade a un mundo paralelo, como cuando estaba en lo peor de sus crisis y se escapaba a un mundo en el que él era un superhéroe. Su gran imaginación ha sido un sitio seguro en los momentos más difíciles y su idea ahora es escribir, convertir todo esto en historias. (Ver: Cuando los hijos salen del clóset, los papás entran en él).


Sólo cuatro países tienen legislaciones nacionales que prohíben explícitamente las “terapias de conversión”: Brasil, Ecuador, Malta y Alemania. Y hay otros que no lo han hecho a nivel nacional pero sí tienen provincias o estados que han avanzado en este sentido y en ese grupo están: Canadá, México, Estados Unidos y Australia. Sin embargo, hay otros marcos legislativos locales como leyes anti discriminatorias por motivos de orientación sexual o identidad de género que podrían servir para defenderse de abusos como el que fue cometido contra Jorge.

Sólo cuatro países tienen legislaciones nacionales que prohíben explícitamente las “terapias de conversión”: Brasil, Ecuador, Malta y Alemania.

“Tristemente todavía hay profesionales de la salud que actúan desde sus creencias personales y no desde los parámetros científicos”, Carolina Herrera, psicóloga clínica.

Así lo expresa la psicóloga Carolina Herrera, de Liberarte, un centro especializado en atención psicológica para personas LGBTI. “Hoy en día es clarísimo que la orientación sexual diversa y que la identidad de género diversas no son patologías y, por tanto, no deberían pretender curarse o hacer ningún cambio forzado en estas diversidades. Hay argumentos muy sólidos para que una persona pueda denunciar o reclamar cuando este tipo de cosas pasen”.

El abordaje psicológico es una de las formas modernas de las “terapias de conversión”. Sin embargo, hay otra modalidad que ha ido tomando fuerza especialmente en América Latina y es la de la consejería espiritual, muchas veces ligada a comunidades católicas y evangélicas. Lucas Ramón Mendós es investigador del Ilga mundo, la Asociación Internacional de lesbianas, gais, bisexuales, trans e intersex. Lucas es autor de un completo estudio llamado “Poniéndole límites al engaño”, sobre estas prácticas. El informe incluye un completo listado de personas que durante muchos años se definieron como “ex-gais” y que defendieron las terapias de conversión pero que recientemente se han retractado públicamente, reconociendo que nunca dejaron de ser homosexuales.

Lucas llama la atención para ese fenómeno particularmente preocupante en América Latina. “Lo que está ocurriendo es un proceso que en inglés llamamos rebranding, pero que vendría a ser algo así como un reformular, formatear, cómo se ofrece todo esto. Entonces, como ya empieza a haber bastante conciencia sobre las terapias de conversión y sobre el rechazo a esta idea, quienes proveen estas terapias están teniendo la inteligencia -si se quiere, para lo que es su objetivo primordial- de presentar esto como un servicio que asiste a las personas con determinado tipo de necesidad. Entonces, son términos presentados de manera muy positiva que ofrecen counseling de identidad o que asistencia a personas en dificultades espirituales, pero que son una serie de tecnicismos que terminan teniendo el mismo contenido de manera velada”.

Esto fue lo que le pasó a Xiomy Díaz, una publicista de 29 años, quien frecuenta la Iglesia evangélica desde que era una niña. Para ella ser cristiana es parte fundamental de su identidad, tanto como lo es hoy día ser lesbiana. “Hacia mis 19 años la iglesia pasó de ser ese lugar al que yo pertenecía para ser donde cogieron la piedra y me apedrearon porque hacia mis 19 años, luego de tener novio desde los 15 y de estar muy presionada para casarme, conozco a una mujer en el trabajo que me empieza a atraer muchísimo”.

Este descubrimiento acerca de sí misma la tomó por sorpresa y ella fue la primera interesada en “resolver el problema”, pues durante toda su vida había escuchado que los homosexuales no eran dignos de Dios. Habló con su pastora, habló con su mamá y ambas le recomendaron unirse a Romanos VI, un grupo afiliado a la iglesia evangélica a la que asistía y en el que se ofrecía apoyo para lo que ellos llaman “quebrantamiento sexual”. Estos encuentros empezaban con una reunión general tomando café, escuchando música cristiana de fondo, socializando.

“Luego te pasan a los grupos pequeños donde separan a hombres de mujeres y en estos grupos las personas cuentan cómo les fue en la semana como si fueran alcohólicos anónimos y cuentan si van bien, si no, si recayeron: puede ser que se volverán a ver con esa persona, que pasaron cosas, la llamé o caí en aceptarle la invitación a un café. No pasó nada, pero igual nos vimos o fui a un bar gay y no estaba bien hacerlo”.

Esto no es terapia

“No se puede predicar que Dios es amor y al mismo tiempo discriminar, odiar, llevar a la gente al suicidio, Xiomy Díaz.

Xiomy hizo juiciosamente todo lo que le decían porque ella no quería irse de su iglesia a la que por tanto tiempo había pertenecido. Pero a medida que pasaba el tiempo se afianzaba más su orientación homosexual y llegó a un punto de tanta represión y culpa que tuvo un ataque de pánico que ella recuerda como una convulsión. Esto sumado a los discursos homofóbicos de su iglesia la hizo reaccionar.

Eso a mí ya me hizo caer en cuenta de que tú no puedes predicar que Dios es amor y al mismo tiempo decirle a una madre que se olvide de su hijo y le dé la espalda y al mismo tiempo discriminar, odiar, llevar a la gente al suicidio. Porque de verdad, o sea yo muchas veces contemplé quitarme la vida de tanta presión, como estoy mal, soy muy pecadora y no puedo con esto. Entonces para mí la conclusión es que la presión de la iglesia, la terapia reparativa, terapias de conversión o como se llamen, te afectan tremendamente, te destruyen emocional, psicológicamente, te pueden llevar a un suicidio”.

Hoy día Xiomy puede vivir en paz como una mujer lesbiana con la cara en alto frente a su comunidad, la iglesia Metodista de Bogotá, una congregación incluyente donde es la líder de alabanza. Desafortunadamente, no todos los casos tienen final feliz. Como lo indican tanto el informe de la ONU como el de ILGA, mencionados antes, las personas que han padecido “terapias de conversión” son más vulnerables al suicidio.

El papel que tienen a jugar en ello las comunidades religiosas en creciente ascenso en el continente es fundamental. Así como hay iglesias incluyentes, muchas continúan con un discurso excluyente de la diversidad sexual.

Como lo dice Lucas, el investigador de ILGA Mundo: “Muchas veces hay entusiasmo. Lo vemos en algunos episodios donde el Papa Francisco, por ejemplo, tiene mensajes que alientan a pensar que pueda haber un cambio. Entonces, lo que las organizaciones también esperan es que el cambio sea de sustancia, que no sea: bueno, te acepto a vos, pero no acepto tu pecado, que es un discurso que está presente en muchas denominaciones. Eso genera un conflicto muy fuerte porque se trata de extirpar a la persona de su propia identidad en un proceso de separación imposible. Y volvemos a entrar en el mismo ciclo vicioso. La clave está en las denominaciones cristianas que logran tener un mensaje legítimamente abrazador”.

Ecuador es uno de los lugares en los que esta nueva modalidad de esfuerzo por “convertir” la homosexualidad en heterosexualidad ha tomado la cara de consejería espiritual. Esto debido a que hace diez años activistas de la sociedad civil desenmascararon las llamadas “clínicas deshomosexualizadoras” que fueron denunciadas por organizaciones de la sociedad civil a finales de los 2000. Cayetana Salao es una de las activistas que ha hecho parte de este proceso de denuncia. Ella integra el Taller de Comunicación Mujer.

Hemos encontrado casos en donde se dan encierros en calabozos de aislamiento, colgamiento, amarres, mala alimentación o no alimentación, temas de acoso sexual de parte de funcionarios hacia las personas integradas y de otros internos a la persona. Y casos muy extremos y perversos de violaciones correctivas en donde la presunción de que violar a una mujer genera el gusto por la heterosexualidad que desde 2014, el Código Orgánico Integral Penal considera tortura a esa forma de abuso sexual”.

Tras denunciar todo esto, Cayetana y sus compañeras decidieron hacerle un juicio público al estado ecuatoriano en una plaza principal de Quito. Allí invitaron a los ministros que tenían que ver con el tema, pero ninguno asistió. Los que sí asistieron fueron los medios de comunicación, suficiente para que se le diera visibilidad al testimonio de la única víctima que se animó a revelar en público lo que le había pasado.

Yo fui secuestrada de mi casa, esposada, me golpearon, me torturaron, me dejaron y abusaron de mí en todos los sentidos, por un período aproximadamente de dos años de mi vida. Para esas personas yo no merecía nada más que sus orinas en mí, su semen en mí, sus insultos y sus porquerías. Tres, cuatro, cinco días sin comer, oscuridad total. Eso no es terapia”.

Esto impulsó los cambios que condujeron a Ecuador a tener una de las pocas legislaciones nacionales que prohíben las “terapias de conversión”, pero como lo explica Cayetana, por un lado, no hubo judicialización de los responsables de estos crímenes y por otra parte, estos esfuerzos por cambiar la orientación sexual o la identidad de género siguen presentes de otra manera.

Ahora estamos encontrando estos casos en ámbitos religiosos o espirituales, en donde no hay ningún tipo de regulación”. Otro de los lugares en los que están expresamente prohibidas las terapias de conversión es la Ciudad de México. La organización Yaaj, que en maya quiere decir amor, ha jugado un rol protagónico en impulsar esta legislación junto con otros actores sociales y políticos. En este momento Yaaj está trabajando para lograr que el Senado apruebe la prohibición de estas prácticas a nivel federal.

Paola Santillán es directora del programa Mujeres Diversas Yaaj y es además sobreviviente de un crimen atroz que se perpetró con el objetivo de cambiar su orientación sexual cuando tenía 15 años. “Me pasó a los 15 años. Dos hombres y lo repito tal cual como ellos lo decían, intentaron quitarme lo lesbiana mediante un abuso sexual durante muchos años. Esto me causó un gran dolor, inclusive pena. Podría decir que hasta vergüenza. De alguna forma interioricé que me había sucedido por ser como era, una especie de castigo. En algún punto entre el deseo de vivir y de olvidar logré encerré mis recuerdos en una cajita en el fondo de mi corazón, alejado de mi mente. Tomé esas memorias y las puse bajo llave. Diez años me costó hablarlo. Diez años me costó entender que no existe justificación para lo que me sucedió”.

No sólo fue violentada por dos criminales lesbofóbicos. Al conocer su orientación sexual, su familia que hasta entonces había sido acogedora y amorosa le hizo la vida imposible. “Cuando salí del closet en la adolescencia, todo cambió para mí. Mi familia sufre de lo que llamamos LGBT fobia. Durante muchos años, a partir de que salí del closet, sufrí de violencia intrafamiliar por mi orientación sexual. Varias veces tuve que regresar a ese closet para sobrevivir, para poder terminar mis estudios y vivir más o menos normal, mientras que intentaba con amor hacerle ver a mis seres queridos que no estaba enferma, que no había nada que curar, que seguía siendo su hija amada, hermosa, que con tanto esfuerzo mi madre sacó adelante”.

“Diez años me costó hablarlo. Diez años me costó entender que no existe justificación para lo que me sucedió”, Paola Santillán.

“Las primeras palabras que escuché de una persona homosexual como yo, fue eres bella tal y como eres. Esas palabras me significaron el mundo, salvaron mi vida”, Paola Santillán.

Paola guardó el secreto de la violación durante diez años. Nunca habló de lo que le había sucedido, ni siquiera con su familia. Hasta que se acercó a los grupos de jóvenes de Yaaj en el que escuchó el testimonio de otros jóvenes como ella que habían padecido alguna Ecosig. Fue entonces que se animó a sacar a la luz su historia escondida por tanto tiempo. “Era la primera vez que lo había contado. Por supuesto, las muestras de cariño y afecto no se hicieron esperar. Ese día me salvaron. Comencé a involucrarme más y más. Pude decidir ponerle un alto a la violencia que vivía en casa e independizarme, mandar amor a mis padres y desearles su sanación y continuar con mi vida contando mi historia. Hice lo personal político”.

Sí, para Paola lo personal es político. Y eso trata de irradiar a otros que han pasado por lo mismo. “Las primeras palabras que escuché de un par, de una persona homosexual como yo fue eres bella tal y como eres. Esas palabras para mí significaron el mundo porque salvaron mi vida por completo. Dejé de tener vergüenza y empecé a empoderarme, a ver que otros vivían lo mismo que yo pasé. Hablar de ello, entender que no somos culpables, que no hay nada que curar, que el problema está afuera y hay que trabajar contra ello y luchar para erradicarlo”.

Ese otro mundo con el que sueña Paola es posible. En ese mundo no hay familias rotas ni corazones lastimados irremediablemente. Eso lo demuestra Elvira Arango, integrante de la organización FAUDS (Familiares y Amigos Unidos por la Diversidad Sexual y de Género). “Tenemos que hacer grupos de apoyo con otras mamás y otros papás y otros hijos e hijas para acompañarlos en ese proceso de aceptación de uno, no aceptación del otro, del hijo sexualmente diverso, sino de nosotros como papás y como familiares. Aceptar que tenemos prejuicios, estereotipos y paradigmas que no nos dejan evolucionar en el reconocimiento de nuestro ser querido”.

Elvira es mamá de unos mellizos, Felipe y Camilo. Ambos son homosexuales y eso fue lo que trajo a Elvira a trabajar por el respeto por la diversidad sexual y de género. “Nosotros como papás sentimos una pérdida emocional, porque cuando nacen nuestros hijos, uno se imagina, uno asume que se van a casar. Uno no dice la palabra heterosexual, sino que se va a casar. Por ejemplo, en el caso mío, dos hombres con dos niñas hermosas porque uno les pone la etiqueta, van a ser exitosos. Uno todo se lo imagina perfecto para ellos. Entonces, cuando conoce uno la realidad, en mi caso de la orientación sexual de mis hijos, uno entra en duelo, siente el shock. Se le junta a uno el cielo con la tierra. ¿Yo en qué me equivoqué? Empiezan las culpas, los miedos, la rabia. Todo esto por desconocimiento”.

Elvira es enfermera profesional y junto a su esposo David siempre se dedicó a su familia, porque su sueño era disfrutar la crianza. Cuando sus hijos, primero Felipe y un tiempo después Camilo, le contaron que eran homosexuales ella buscó motivos, explicaciones, culpas. “A mí me decían eso es por falta de papá o de mamá. Ellos no tuvieron falta de papá ni de mamá. Me decían que, si habían sido violados de chiquitos, pero ellos no fueron violados. Tampoco tenemos una familia disfuncional. Entonces, todo lo que me decían se iba derrumbando”.

“Uno no puede tragar entero, eso es lo que les enseñamos a las familias. Hay que analizar y pensar qué me están diciendo”, Elvira Arango.

Por fortuna para Felipe y Camilo, a pesar del shock inicial de su mamá, la respuesta de sus padres fue el apoyo incondicional. Elvira recuera las primeras palabras de David a Felipe: “Mira, de quien te enamores es tu decisión, pero los valores, la norma, la vida sigue común y corriente. Quien no te acepte, no nos aceptará a nosotros tampoco, pero así nos veas tristes o angustiados, nosotros estamos contigo”.

Entonces empezó un proceso de estudio, de búsqueda de información científica, médica y también de apoyo espiritual en un ámbito incluyente, pues para Elvira, una mujer católica de una familia tradicional, eso también era importante. Hoy ella y otras mamás y papás de hijos sexualmente diversos ayudan a otros padres a recorrer ese mismo camino. “Me acuerdo de una mamá que me decía que el pastor le decía que tenía que elegir entre Dios y su hijo. Yo le dije ¿a quién vas a elegir? Ella me respondió ‘yo creo que a mi hijo’. Pues claro, porque estás eligiendo a Dios que está en tu hijo. ¿Cómo vas a tirar a tu hijo a la calle?”.

Gracias a ese proceso es que hoy Elvira y David pueden disfrutar junto a Felipe uno de los momentos más felices en su vida. Con su pareja se comprometieron y se van a casar.

Cuando nos llamó Felipe a contarnos, llamó llorando y yo casi me muero del susto. Cuando conteste el teléfono. ¿Qué te pasó? ¿Por qué estás llorando? Y me decía: ¿estás con el papá? Sí. Entonces ahí llorando no decía gracias, gracias, gracias porque por ustedes soy feliz y estoy viviendo el momento más feliz de mi vida. Gracias porque siempre estuvieron a mi lado. ¡Qué hermosura! Si yo no hubiera reconocido a Felipe, yo me hubiera perdido esa felicidad de él y él no la hubiera vivido de la forma como la estamos viviendo en familia. Yo digo es que esto es un regalo de Dios”.

Agradecemos a todas las personas que hablaron a nuestros micrófonos para hacer posible este episodio y a ustedes, gracias por escuchar. Este episodio fue producido por Andrea Domínguez, Andrea Espinosa y Sebastián Duque. Lina Cuellar es directora de Sentiido. María Mercedes Acosta, es editora general de Sentiido. La mezcla sonora estuvo a Cargo de Elkin Oliveros.

Este fue un episodio de Sentiido de la mano de Cartagena Federal.

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