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Gina Parody

Gina Parody: sentí que tenía que ser más visible

Después de la movilización contra la llamada “ideología de género”, Gina Parody, quien como ministra de educación vivió de frente sus efectos, entendió que era importante ser más visible como mujer lesbiana.  

Bogotá. Miércoles 10 de agosto de 2016. Cientos de personas avanzan enfurecidas hacia el Ministerio de Educación con carteles que, entre otras cosas, dicen: “prefiero un hijo muerto que marica”. Al llegar al Ministerio le hacen un “exorcismo” al edificio. En otras ciudades del país se viven marchas similares. ¿Por qué tanta indignación? ¿Por qué tantos papás, mamás, docentes y líderes religiosos marchan como nunca antes lo habían hecho? (Ver: “La muerte de Sergio Urrego nos deja muchas enseñanzas”).

La respuesta es sencilla: por orden de la Corte Constitucional, el Ministerio de Educación debía revisar los manuales de convivencia de todas las instituciones educativas del país para garantizar que fueran respetuosos de la orientación sexual e identidad de género de su comunidad educativa. (Ver: 5 claves para entender el enredo de los manuales de convivencia).

A este proceso de revisión y ajuste, algunos líderes religiosos le llamaron “imponer la ideología de género”. Esta idea se difundió rápidamente por WhatsApp y redes sociales como sinónimo de amenaza para niños, niñas y adolescentes y desembocó en las marchas del 10 de agosto.

La llamada “ideología de género” también influyó, ese mismo año, en el triunfo del “No” en el plebiscito que buscaba refrendar los acuerdos de paz entre la guerrilla de las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos. (Ver: La tal ideología de género, ¿de dónde viene y para dónde va?).

Gina Parody, la entonces ministra de educación, fue la primera sorprendida con todo lo que estaba pasando. “El presidente Santos me llamó para preguntarme: ‘¿qué es ideología de género?’ y mi respuesta fue: ‘¡no tengo ni idea!’.

Mucho tiempo después supo que se trataba de un concepto creado, décadas atrás, por personas conservadoras-fundamentalistas que veían la diversidad sexual y de género como una amenaza para la sociedad. Pero en ese entonces, 2016, nadie le supo explicar a la ministra qué era “ideología de género” ni la estrategia que había detrás y le explotó de frente sin imaginarla y mucho menos sin saber cómo reaccionar. (Ver: Qué es el fundamentalismo religioso y qué implica realmente).

Gina Parody fue representante a la Cámara por Bogotá, Senadora, directora del SENA, aspiró a la Alcaldía de Bogotá y fue ministra de educación durante el gobierno de Juan Manuel Santos.

“Ser lesbiana ha sido enriquecedor para mí”, Gina Parody.

De hecho, el domingo anterior a esas marchas de agosto de 2016, la mayoría de columnistas de opinión le expresaron su apoyo al Ministerio en la revisión de los manuales de convivencia y se manifestaron en contra de quienes hablaban de que existía una “ideología de género”. “También recibí un correo de una persona que forma parte de una familia empresarial muy conocida en Colombia, que me decía: ‘con eso que están haciendo en el Ministerio, están salvando vidas’. Me contaba que su hermano y su sobrino habían tenido que salir del país porque en Colombia ser una persona diversa lleva a mucha gente al suicidio”, señala. (Ver: Lo que dejó el debate de los manuales de convivencia).

Ese 10 de agosto, día de angustia y de estrés, Gina Parody recordó unas palabras que, cuando tenía 26 años, su mamá le había dicho: “Creo que tu vida va a ser más difícil, pero siempre te voy a apoyar”. ¿Cuándo y por qué le dijo eso?

Todo empezó mientras Gina compartía con unos amigos una noche en Cartagena. De repente, una amiga muy cercana la besó. Le gustó lo que sintió. Fue, dice, un vuelo al infinito y el momento en el que entendió muchas cosas de su vida: “ah, ya sé quién fue en realidad mi primer amor” o “ya entiendo por qué no me sentía tan cómoda con los hombres”.

Antes de ese beso, Gina nunca se había cuestionado su orientación sexual. Tenía novios asumiendo que era lo que tocaba. Pero después de ese momento encontró respuestas a preguntas que nunca se había hecho. En otras palabras, aparecieron respuestas sin tener claras las preguntas. Finalmente nunca se había cuestionado si más allá de la heterosexualidad como mandato social, había otras posibilidades en las que sería mucho más feliz. En todo caso, el proceso de aceptación de su orientación sexual fue complejo. “Uno necesita ir tumbando murallas”, señala. (Ver: La obligación de ser heterosexual).

Esa noche quedó feliz pero también en shock. “Me morí del susto”, dice. Así que se fue del lugar en el que estaba sin despedirse y llamó a uno de sus tres hermanos. “Él me dijo ‘tranquila, todo está bien’”. Así, sin planearlo, ahí empezó su primera relación con una mujer. Ahí supo que lo que sentía no tenía marcha atrás. No hubo más novios. Nunca más. (Ver: El plan B de Mauricio Toro).

En su familia, como en tantas otras, nunca se habló de diversidad sexual y de género. Tampoco en el colegio ni en la universidad. Era un tema que no existía en su vida. Y sentir que ese beso la había impactado tanto, le hizo pensar en temas como “otras formas de ser familia” hasta unos más cotidianos: ¿Cómo una mujer conquista a otra? “Fue un proceso muy bonito y liberador porque uno empieza desde cero. No hay roles de nada”, señala.

“Mi familia es de Barranquilla y yo me siento muy costeña, a pesar de haber nacido en Bogotá. En mi casa, por ejemplo, se hacía sancocho y no ajiaco. Y pasaba las vacaciones del colegio en Barranquilla y en Cartagena, donde están las familias de mis papás”.

“Yo crecí en una familia tradicional que le tocó volverse progresista. Y a la cabeza de ese giro estuvo mi mamá”.

Tiempo después de esa primera relación Gina estableció otra, pero era una relación muy complicada. Y estaba muy triste por eso. Justo uno de esos días, su mamá la llamó -no vivían juntas- y Gina fue incapaz de contestarle. Su mamá insistió una y otra vez hasta que no tuvo más remedio que contestarle llorando.

Ya voy por ti”, le dijo su mamá.

Mamá, me duele el corazón – le dijo Gina cuando la vio.
– ¿Por quién es la pena? – le preguntó ella.
No te puedo decir – le respondió Gina.
– ¿Es por fulanita de tal? – preguntó su mamá.
– dijo Gina.
Creo que tu vida va a ser más difícil, pero siempre te voy a apoyar – concluyó su mamá.

A partir de ese momento Gina se tranquilizó para siempre. Su mamá, una mujer católica, abrió rápidamente su corazón y su mente y así sucedió con el resto de su familia. “Yo sentí en el apoyo de mi mamá como el cordón umbilical que lo protege a uno. Lo que dijeran los demás no me importaba”. (Ver: “Dejemos de decir que no queremos hijos LGBT”).

Ese 10 de agosto de 2016, día de las marchas contra la supuesta “ideología de género”, Gina confirmó la advertencia de su mamá: “Creo que tu vida va a ser más difícil”.

Los días previos a esas marchas, la acusación de que el Ministerio de Educación estaba “imponiendo una ideología de género” estaba moviéndose tanto por redes que Gina y Cecilia “Ceci” Álvarez, su pareja, (para ese entonces, exministra de Comercio, Industria y Turismo del mismo gobierno Santos) recibieron una imagen de un cómic pornográfico homosexual en el que se decía que ese era el material pedagógico que estaba distribuyendo el Ministerio de Educación. (Ver: Postverdad: la gente cree lo que quiere creer).

Ante esa situación Gina Parody dio una rueda de prensa explicando que esa noticia era falsa y recordando lo que en realidad estaba haciendo el Ministerio en los colegios. Pero la mentira ya se había convertido en una bola de nieve imparable. Según Gina, la estrategia de la “ideología de género” funcionó porque se trata de un movimiento global, liderado por sectores conservadores-fundamentalistas que se oponen a la diversidad sexual y de género. Y segundo, porque ella, la ministra de educación, era una mujer lesbiana. (Ver: Cuando las creencias están por encima de la verdad).

Yo estaba muy triste porque cuando veía esas marchas pensaba lo que podía estar sintiendo un adolescente homosexual en Córdoba, al ver a un montón de gente diciéndole que está mal ser como es y que están marchando en su contra. Yo ya tenía mi vida resuelta, pero sabía que muchas personas LGBTIQ no”. (Ver: Sí, todo mejora).

Las marchas contra la “ideología de género” desencadenaron en un debate de control político a Gina Parody, ministra educación, el16 de agosto de 2016.

“El suicidio de Sergio Urrego llevó a que el Ministerio de Educación les dijera a los colegios que no discriminaran a sus estudiantes. De ahí vino lo que ya sabemos”, Gina Parody.

Pero en últimas todo lo que pasó en 2016 con la “ideología de género”, por difícil que fue en su momento, le trajo cambios importantes a su vida. “Primero, me ayudó a cerrar el capítulo de la política, como ejercicio político, que yo pensaba iba a estar siempre abierto. No volvería a exponer a mi familia a lo que tuvo que vivir. Buena parte de los carteles que se vieron en las marchas eran contra Ceci, contra mi mamá y contra mí. No vale la pena arriesgar tanto”.

También aprendió que es importante ser más visible. “Yo pensé por mucho tiempo que mi aporte a la igualdad LGBTIQ era no llevar una doble vida. Yo aspiré a todos los cargos públicos siendo quien soy”, señala. Pero nunca antes -hasta poco antes de que estallara la “ideología de género”- había dado entrevistas con Cecilia ni había hablado en medios o en redes sociales de su vida afectiva o de su orientación sexual como un aspecto más de su vida.

No me parecía necesario salir con mi pareja en la portada de una revista. Pero después de todo lo sucedido ese año entendió que, con vivir libremente como mujer lesbiana no era suficiente. Había que hablarlo. Ser más visible, más activista. (Ver: Guillermo Vives: tenemos que ser visibles).

Yo creo que hay muchísima gente en el clóset. Es una decisión que respeto porque significa que hay miedo. Pero me gustaría que pudieran salir de ahí por ellas mismas y por Colombia”. (Ver: ¿Cómo salir del clóset?).

Otro cambio en su vida fue tomar aún más distancia de las religiones. Aunque creció en una familia católica, ya para entonces estaba lejos de esa Iglesia, “de su jerarquía, de su machismo y de su rechazo a la homosexualidad estando llena de homosexuales“. Pero lo que pasó en 2016 fue la gota que derramó la copa. En todo caso, tiene una vida espiritual muy activa que incluye la práctica del yoga desde hace años. (Ver: ¿A quién hay que pedirle permiso para amar a Dios?).

También decidió no aplazar más su doctorado en Economía e irse a vivir a Nueva York. Asegura que es falso que ella y Cecilia hubieran huido del país por los señalamientos de que un contrato adjudicado a la firma Odebrecht beneficiaría a su familia. (Ver: Se reabre el caso contra Cecilia Álvarez y Gina Parody).

Nosotras nos fuimos del país apenas pasó lo de la ‘ideología de género’. Pero sucedió que un grupo de personas que no ven opositores políticos sino enemigos que hay que destruir, interpusieron una demanda penal en nuestra contra que está en proceso. Ya se había cerrado por falta de pruebas, pero el fiscal ad hoc reabrió la investigación. La justicia debe buscar la verdad y tiene todos los elementos para hacerlo”, concluye.

En 2015, cuando la Corte Constitucional estudiaba la adopción de menores por parte de parejas del mismo sexo, Gina y Cecilia iniciaron un proceso de adopción, pero este se frenó porque la Corte no se había pronunciado. Después llegó la “ideología de género” y optaron por parar el proceso.

“Todavía hay mucha ignorancia sobre la diversidad sexual y de género. Hay gente que piensa que a las lesbianas nos gustan todas las mujeres. ¡Nada que ver!”

“Comencé a escribir literatura como parte de un oasis dentro de lo que estoy haciendo, que es un doctorado en economía”.

En este momento, además de estar dedicada a la tesis de su doctorado, está escribiendo su segunda novela. La primera fue Mujer Amurallada que cuenta la historia de Magdalena Corso, una mujer de clase alta del Caribe colombiano que se va descubriendo a sí misma y rebelándose contra el “qué dirán”. (Ver: “Yo era rara pro principio”).

La novela que ahora está escribiendo está relacionada con un tema que le causa muchas preguntas: “¿por qué el movimiento #MeToo no pegó tanto en Colombia, un país en donde hay acoso, machismo, violencia y desigualdad de género, mientras que en una ciudad como Nueva York las mujeres tumbaron a un alcalde? En Colombia estas denuncias parecen quedarse en el aire o las mujeres quedan como las culpables por la manera como iban vestidas, por no denunciar antes o por la razón que sea”. A este tema, como a tantos otros, Gina Parody quiere encontrarle respuestas. (Ver: Acoso sexual: lo que se dice vs. lo que es).

Escrito por
María Mercedes Acosta
Cofundadora y editora de Sentiido. Comunicadora social y periodista, magister en Periodismo Digital. Ha trabajado, entre otros medios, en Revista Diners, Editorial Televisa Colombia y Revista Semana.
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