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Hablar con las niñas

Hace unos meses Lisa Bloom escribió un corto artículo titulado “Cómo hablar con las niñas”. El texto rápidamente se volvió popular debido a su sencillez y al profundo impacto de su simple pero contundente reflexión, pues trata sobre qué tan difícil es hablar con las niñas pequeñas sin constantemente mencionar su apariencia,  hacer referencia a la de los demás o señalar la ropa o accesorios que llevan puestos.

La autora cuenta que hace un tiempo se propuso no entablar una conversación con ninguna niña mencionando su aspecto físico, reemplazando frases como “qué bonita eres”, “qué vestido más lindo”, “qué zapatos tan espectaculares”, “mira que princesa más bonita”, etc., por comentarios como “qué aprendiste hoy en el colegio”, “cuál es tu materia favorita”, “qué quieres ser cuando seas grande”, “cuál es tu libro favorito”, etc.

Este gesto tan sencillo, tal y como la autora lo dice, resulta increíblemente difícil. Inténtenlo y verán. Estamos tan acostumbrados a valorar la belleza y a estimular el interés de las mujeres desde su más temprana infancia por cosas como ropa, maquillaje, vestidos, zapatos, cremas, uñas, peinados, y, por supuesto, príncipes azules que solucionen nuestros problemas, que nos cuesta un gran trabajo hablar y estimular su interés por aspectos más intelectuales, racionales y activos de la sociedad.

Un buen ejercicio para darnos cuenta de hasta qué punto afianzamos esta obsesión femenina por la apariencia física desde la infancia es un recorrido por una juguetería, sobre todo en esta temporada navideña que acaba de pasar.

tudiscoverykids.com

Las opciones de los niños, si bien con fuerte énfasis en la violencia, son mucho más variadas y hay una mayor gama profesional: carros, kits de mecánica, herramientas, maletines de médico, de científico, dinosaurios, libros que explican cómo funciona el cuerpo humano o el de distintos animales, juegos que promueven la motricidad y agilidad o la resolución de problemas lógicos, etc.

La sección de niñas es, primero, enceguecedora con su gama de rosados y morados salpicados de escarcha, y, segundo, francamente deprimente: casi todos los productos promocionados enseñan a las niñas a fijarse en su apariencia (peinarse, maquillarse, hacerse las uñas, cambiarse de ropa) o en la de sus muñecas (peinarlas, maquillarlas, hacerles las uñas, cambiarse la ropa). Las imágenes de las cajas muestran a niñas vestidas y maquilladas igual que las muñecas, invitándolas a verse y a tratarse a sí mismas como eso mismo: bonitas muñecas de plástico.

Con esto no quiero hacer una diatriba más contra las Barbies ni sugerir una segunda revolución francesa en la que haya que cortarle la cabeza a todas las princesas.  Pero creo que sí vale la pena reflexionar sobre cómo la manera en la que tratamos a los niños les dice a ellos qué cosas valoramos más y qué esperamos de ellos.

No se trata, tampoco, de negarse a decirle a una niña que su vestido es bonito de vez en cuando, o de halagarla por cómo se ve en una ocasión especial; pero sí se trata de no dejar que estas menciones reemplacen ni eclipsen preguntas por otros aspectos de su vidas que las llevan a pensar en sí mismas como personas independientes, activas, profesionales y líderes cuyo valor no depende de su apariencia física ni del maquillaje o los accesorios que lleven puestos.

Si durante años lo primero que le decimos a una niña es un comentario sobre su apariencia, ella aprenderá que la manera en la que se ve es particularmente importante y que pesa más que, digamos, su éxitos académicos o deportivos, o, simplemente, sus demás atributos y proyectos: su capacidad de liderazgo, sus creatividad, generosidad, sus ideas, su carácter inquisitivo, su destreza manual o física, etc.

Así, luego de esta temporada navideña los invito a que además de comentar los zapatos y vestidos de las pequeñas en sus vidas, y de hablar de bonitas princesas que bailan, cantan cocinan y esperan a su flamante príncipe; les pregunten también por sus amigos, el colegio, lo que quieren ser cuando grandes, su instrumento musical favorito, el animal que más les gusta, cómo solucionarían tal o cual problema, qué lugares les gustaría conocer, etc. Es más difícil de lo que parece, y su impacto a largo plazo es también más radical y profundo de lo que pensamos.

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3 thoughts on “Hablar con las niñas

  1. Me encanta el artículo, muy interesante. Pero creo que también es importante y necesario hablar con niños. El azul también es un color estereotipado al igual que el falso prototipo de hombre Max Steel y sus amigos.

  2. No puedo dejar de resaltar la belleza física de Lisa, quien, en sentido contrario, se parece a una Barbie. 😉

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