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Hombres feministas

Hombres ¿feministas?

10 hombres hablaron con Sentiido sobre qué tan válido es que algunos se llamen feministas y cuál debería ser su rol en la lucha por la igualdad de género. También propusieron cómo darle un nuevo significado a la masculinidad.

En la clase de movimientos sociales de una universidad en Bogotá, la profesora mencionó la frase “hombres feministas”. Sus estudiantes se ríen resistentes a creer que esas dos palabras funcionen juntas. Están convencidos de que la una no tiene nada que ver con la otra.

Hace unos días, la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo en una entrevista en el portal La Silla Vacía que ningún hombre puede ser feminista , pero sí solidario. Como respuesta a esta afirmación, Catalina Ruiz-Navarro escribió en su columna en El Espectador que ella piensa que sí pueden serlo.

“Cualquiera, incluso un hombre cisgénero (persona con genitales masculinos que se ve y se identifica como hombre), puede ser feminista siempre y cuando esté dispuesto a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida”, Dijo Ruiz-Navarro.

Como complemento a esta columna, su colega Estefanía Vela, escribió en el periódico mexicano El Universal , que la posibilidad de que los hombres sean feministas no es una discusión nueva.

“Puede que sientan que el problema no es con ellos o que ya está resuelto porque ven mujeres trabajando y no se preguntan qué cargos ni qué salarios tienen”, Johanna Peters.

“Es una constante dentro de las discusiones sobre feminismo que tiene que ver con el papel que juegan y, más importante aún, que pueden jugar los hombres en el desmantelamiento del sistema”, afirmó Vela.

El pasado 12 de mayo, Johanna Peters, consultora en comunicaciones, escribió en el periódico Portafolio: “A muchos hombres les parece importante que las mujeres estén presentes en igualdad de condiciones, tanto en lo laboral como en lo político, pero claramente no hay un sentido de urgencia en este tema “.

El feminismo, agregó Peters, sigue manteniendo una connotación negativa en la sociedad. “Además, las mujeres estamos hablando entre nosotras y no con los hombres para que sean abanderados del feminismo”.

En el discurso que la actriz Emma Watson pronunció el 20 de septiembre de 2014 como embajadora de buena voluntad de ONU Mujeres, dijo: “¿Cómo podemos cambiar el mundo si sólo la mitad de éste se siente invitado o bienvenido a participar en la conversación?”

También es su problema

“Hombres: La igualdad de género también es su problema. He visto a jóvenes que padecen una enfermedad mental y no se atreven a pedir ayuda por temor a parecer menos ‘machos’. He visto hombres que se han vuelto frágiles e inseguros por un sentido distorsionado de lo que es el éxito masculino. Ellos también están atrapados por los estereotipos de género “, agregó Watson.

Teniendo en cuenta que el rol de los hombres en el feminismo cada vez exige un debate más profundo, Sentiido  propone darles voz en esta discusión. ¿Pueden o no ser feministas? Y ¿cuál creen que es su papel en la lucha por la igualdad de género? Fueron dos de las preguntas que nos surgieron.

Elaboramos, entonces, una lista con 17 nombres de hombres de diferentes razas, ocupaciones, orientaciones sexuales, identidades de género, regiones y hasta países para contactar y entrevistar.

El único requisito era que, en alguna oportunidad, se hubieran definido como feministas, aliados o solidarios con la igualdad de género o que su trabajo estuviera enfocado en el tema. La idea era que tuvieran un mínimo de acercamiento para que sus respuestas fueran fundamentadas.

De los 17 contactados, tres no respondieron. Uno más dijo que estaba de viaje y que no podía participar. Otro dijo que se sintió muy honrado de participar pero no volvió a aparecer. Uno más confirmó su participación cuando el artículo ya estaba en proceso de elaboración. Otro declinó la invitación argumentando, entre otras razones, lo siguiente:

  1. Desde el lugar de hombre sí puedo identificarme como feminista, sin que esto signifique que no sea sexista. Sin embargo, identificarse así, también trae una responsabilidad de no usar esa posición para ocupar espacios . En este caso, no les corresponden a los hombres feministas acaparar la discusión de hacia dónde deben ir los feminismos o sobre el feminismo con el que se sienten identificados.
  2. El deber principal del hombre feminista es autoevaluarse en cada acción y escuchar muy bien los reclamos frente a sus posturas y acciones.
  3. Participar en esta discusión siendo leído como hombre, justificando por qué sí puedo autodenominarme “hombre feminista” es caminar peligrosamente por la cornisa del mansplaining (cuando un hombre asume que su interlocutora, por ser mujer, está menos informada o preparada que él en algún tema y la interrumpe y le explica). Es poner a un hombre a decirles a las mujeres por qué están equivocadas en su lucha por la igualdad de género y por qué uno sí puede formar parte de ella.

Así, quedaron 10 hombres a quienes les formulamos las siguientes preguntas:

  1. Hace unos días en una entrevista en el portal La Silla Vacía , la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo: “ningún hombre puede ser feminista, pero sí pueden ser solidarios”. ¿Qué opina de esta afirmación?
  2. La periodista Catalina Ruiz-Navarro expresó en una columna que cualquier persona, incluidos los hombres, pueden ser feministas, siempre y cuando estén dispuestos a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida. ¿Qué opina de esta posición?
  3. ¿Qué opina de la idea de que no les corresponden a los hombres discutir hacia dónde deben ir los feminismos, sino que el principal deber de un hombre feminista es auto evaluarse para evitar comportamientos discriminadores?
  4. Algunas personas coinciden en que no les compete a los hombres decir si pueden o no formar parte de la lucha por la igualdad de género sino que este es un asunto exclusivamente femenino. ¿Qué opina al respecto?
  5. ¿De qué manera cree que los hombres pueden aportar, de la mano de los feminismos, a darle un nuevo significado a ser hombre ya trabajar en temas como las nuevas masculinidades?

Por supuesto, no habría gustado tener más variedad en las voces y un mayor número de hombres participando, pero por tiempo y logística, 10 son quienes, en esta primera oportunidad, hablan sobre el tema. Sin embargo, bienvenido sea el debate y todas las opiniones que quieran sumarse.

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Alexis Hernández

Hombres feministas
Alexis Hernández. Foto: archivo particular.

Activista mexicano por el aborto seguro y por la deconstrucción del género.

“No debemos necesitar ser nombrados ‘hombres feministas’. Nuestra ansia debe ser transformar los sistemas establecidos”.

Alexis llegó al feminismo hace más o menos 15 años buscando espacios de sanación personal. Sentía malestar respecto a ciertas exigencias sociales y creación en un entorno social de violencia.

Inicialmente se acercó a los temas de género pero después, dice, tuvo la fortuna de encontrarse con mujeres feministas que resultaron reveladoras para él. Empezó, entonces, a formarse en el tema.

Aunque lo sigue estudiando, ahora está enfocado en llevar el feminismo a su vida diaria. Sin embargo, no se define como un “hombre feminista” porque de entrada no quiere ser hombre de la manera como la sociedad lo ubica.

“Quisiera cada vez ser menos hombre para ser un mejor humano , una mejor persona. No tengo una ansiedad o una necesidad de ser reconocido de esa manera”.

Según Alexis, un ejercicio interesante sería que los hombres empezaran a construirse ya reflejarse no solamente en la mirada masculina, sino en la femenina y feminista. “Y el feminismo no es para hacernos sentir bien sino para cuestionarnos”.

“Para mí es más importante estar expuesto a la mirada crítica del feminismo que ante una complaciente como la que se construye desde las nuevas masculinidades al ubicarlos en un lugar de privilegio, al decirles ‘qué bueno lo que hacen’ y aplaudirlos. Yo prefiero una mirada que me confronte en mi cotidianidad “.

Alexis está convencido de que el patriarcado (sistemas donde los hombres tienen el poder) quiere a los hombres lejos del feminismo y en disputa con las feministas.
Nos necesita indiferentes, ciegos y sordos ante las causas feministas.

“También necesita que estemos desarticulados. Le sirve la desconfianza y la sensación de desesperanza. El patriarcado gana cada vez que renunciamos a las posibilidades de construir alianzas y códigos comunes de compromiso anti patriarcal”.

1. Hace unos días en una entrevista en el portal La Silla Vacía , la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo: “ningún hombre puede ser feminista, pero sí pueden ser solidarios”. ¿Qué opina de esta afirmación?

Estoy de acuerdo. Sin embargo, es una declaración que no hay que entender literalmente, sino de manera más profunda. La idea de “hombre feminista”, teniendo en cuenta la carga histórica, política y simbólica de la palabra “hombre” en estas sociedades de dominación masculina, es contradictoria con el término “feminismo”.

Según el cuerpo con el que llegamos a este mundo, recibimos una herencia de representación y, en el caso de los cuerpos masculinos, ciertos privilegios en relación con los cuerpos femeninos . Es posible cuestionar esos roles pero no desprenderse del todo porque socialmente son leídos como hombres.

“Mientras sigamos viviendo y siendo tratados como hombres, será muy difícil el enunciado ‘hombres feministas’. Además, no nos corresponde a nosotros llamarnos de esa manera”.

He visto que algunos hombres tienen ansias por ser nombrados y reconocidos como feministas e incluidos en estos espacios, más que llevar el feminismo a su cotidianidad. Lo más importante es valerse de sus postulados para transformar otros escenarios. Nuestra ansia debe ser por cambiar sistemas establecidos.

2. La periodista Catalina Ruiz-Navarro expresó en una columna que cualquier persona, incluidos los hombres, pueden ser feministas siempre y cuando estén dispuestos a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida. ¿Qué opina de esta posición?

Coincido más con la columna que, posterior a la de Catalina Ruiz-Navarro, escribió su colega Estefanía Vela. Es muy difícil que nos desprendamos totalmente de los privilegios y significados masculinos porque no depende por completo de nosotros. Influye la manera como nos lee la sociedad.

Estamos inmersos en un sistema que nos trata de una forma determinada por tener un cuerpo masculino. Por más consciente que esté a no ser visto de esa manera, no puedo, porque no depende solamente de mí. Es el entorno quien me trata así.

No me siento en riesgo caminando solo en el espacio público y de eso no podré desprenderme mientras este sistema siga leyendo los cuerpos masculinos como los “no violentables” y los femeninos como los “ultrajables” y “acosables”.

Una de las características del sistema patriarcal es su capacidad para centrarse cada vez, entonces esta idea de nombrarnos “hombres feministas” nos vuelve a centrar en un movimiento que han desarrollado y liderado las mujeres desde su experiencia de vida. Los hombres no podemos tener esto, pero sí podemos ser menos hombres y más humanos independientes de la etiqueta “hombres feministas”.

3. ¿Qué opina de la idea de que no les corresponda a los hombres discutir hacia dónde deben ir los feminismos, sino que el principal deber de un hombre feminista es autoevaluarse para evitar comportamientos discriminadores?

Es poco, por no decir nada, lo que los hombres pueden enseñarle al feminismo. Es al revés. Es más lo que podemos aprender. Me parece inaceptable que los hombres traten de influir o de determinar hacia donde deben ir los feminismos. Asimismo, tampoco me siento cómodo señalando lo que “deberían” hacer los hombres. Nos corresponde explorar más qué “podríamos” hacer para contribuir a las causas feministas.

4. Algunas personas coinciden en que no compiten con los hombres decir si pueden o no formar parte de la lucha por la igualdad de género sino que este es un asunto exclusivamente femenino. ¿Qué opina al respecto?

No estoy de acuerdo. Somos actores políticos y sociales que contribuyen a reproducir o a cuestionar las normas. En ese sentido, me parece que sí podemos tomar la iniciativa de involucrarnos en temas de igualdad de género.

De otra manera, me parecería una participación muy pasiva y de ubicarnos en una actitud cómoda de esperar a que las mujeres nos inviten a participar. Es importante que nos asumamos como actores activos en este proceso.

5. ¿De qué manera cree que los hombres pueden aportar, de la mano de los feminismos, a darle un nuevo significado a ser hombre ya trabajar en temas como las nuevas masculinidades?

No hay recetas. Cada sujeto construye sus propios procesos, pero en principio, una manera de contribuir es no obstaculizando las demandas feministas y reconociendo cómo de manera consciente o inconsciente somos barreras para sus avances.

Otra manera de aportar es escuchando las preocupaciones, críticas y posibilidades de articulación feministas. Preguntarnos qué tanto nos preocupamos por  traer el feminismo a nuestra vida ya nuestros espacios cotidianos.

Por otra parte, no creo en la promoción de “nuevas masculinidades”. El discurso y las acciones de estas propuestas se han quedado en dar recetas de lo que los hombres podrían hacer, pero de poco sirve quedarnos en el nivel de nuevos comportamientos de masculinidad si no se cuestionan las prácticas de fondo, los asuntos de raíz.

El discurso de las nuevas masculinidades es un espacio que algunos hombres han utilizado para cuestionar el feminismo y hablar de “victimización”. Es un brazo sofisticado del machismo. ¿Por qué no más bien huir de la masculinidad?

Quizás estos espacios de las nuevas masculinidades reproducen el privilegio masculino . Para la muestra, la relevancia mediática y social que se le da a pequeños gestos emprendidos por hombres en comparación con los que han hecho las mujeres.

Incluso, una acción o declaración dicha por un hombre toma una importante relevancia posicionando “nuevas masculinidades” en un espacio de privilegio. ¿Por qué en vez de transformar la masculinidad, no construir algo nuevo?

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Mauricio Albarracín

Hombres feministas
Mauricio Albarracín.

Abogado, activista e investigador en el Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia).

“El feminismo tiene una potencia política relacionada con darles voz a las mujeres y que un hombre se llame feminista es usurpar ese gesto”.

Mauricio cursaba primer semestre de Derecho en la Universidad Industrial de Santander (UIS), en Bucaramanga, cuando unas amigas suyas, estudiantes de humanidades, lo invitaron a asistir a un espacio para discutir temas de género. Tiempo después, formaron el grupo de género y sexualidad de la UIS. Era fundamentalmente una coalición feminista muy abierta a los temas de diversidad sexual.

Afianzó su cercanía con el feminismo cuando conoció de cerca el juicio que se llevó contra un diputado que abusó sexualmente de una mujer , en el que también se involucraron la Fundación Mujer y Futuro, organización feminista con mucha trayectoria en Santander, y varias profesoras de Derecho .

Asimismo, la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) tenía un grupo que abordaba temas de género, lo que llevó a que se consolidara una coalición de personas trabajando en Bucaramanga por los asuntos de género y diversidad sexual.

Según Mauricio, su solidaridad con el feminismo la formó viendo a mujeres trabajar en el tema y acompañándolas en sus luchas. Además, su práctica en la Corte Constitucional de Colombia le permitirá acercarse a un derecho que siempre ha defendido: la despenalización del aborto , que se suma a otros de autonomía personal. Así que primero participó en discusiones de género y después pasó a hacer activismo LGBT .

1. Hace unos días en una entrevista en el portal La Silla Vacía , la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo: “Ningún hombre puede ser feminista, pero sí pueden ser solidarios”. ¿Qué opina de esta afirmación?

Estoy de acuerdo. El feminismo tiene una potencia política relacionada con darles voz a las mujeres y que un hombre se llame feminista es usurpar ese gesto político . Uno como hombre puede y debe ser solidario, pero en la línea del frente deben estar las mujeres.

No creo mucho en la idea de un hombre feminista. Al menos yo no asumo ese nombre y no es porque lo rechace, todo lo contrario; porque respeto mucho a las feministas no me atrevo a usurpar esa identidad.

2. La periodista Catalina Ruiz-Navarro expresó en una columna que cualquier persona, incluidos los hombres, pueden ser feministas siempre y cuando estén dispuestos a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida. ¿Qué opina de esta posición?

Uno puede tener ideas feministas, un pensamiento político que analice la dominación de los hombres y consumir análisis y teorías feministas. Un hombre también puede revisar sus propias prácticas porque, al fin y al cabo, formamos parte de un sistema de dominación que reforzamos y puede trabajar en deconstruir su patriarca interior, pero yo no creo que eso lo haga a uno feminista.

Lo hace, tal vez, un hombre solidario con las mujeres, que entiende la discriminación, la dominación de los hombres y que hay una distribución de beneficios a favor de ellos, pero son las mujeres el sujeto político del feminismo.

Entiendo el mensaje de los que se declaran feministas y algunos pueden no ser machistas, pero me parece un poco arrogante asumir esa posición. No quiero, necesariamente, criticar a los que se declaran feministas, pero sí les preguntaría por qué es tan importante para ellos afirmarse de esta manera, en qué creen que cambia la situación.

A veces ni siquiera lo importante son los nombres o si la persona se define o no como feminista, sino que quienes lo asuman lo hagan de manera consciente.

3. ¿Qué opina de la idea de que no les corresponde a los hombres discutir hacia dónde deben ir los feminismos, sino que el principal deber de un hombre feminista es autoevaluarse para evitar comportamientos discriminadores?

Los hombres tenemos la obligación de deconstruir el patriarcado (sistemas donde los hombres tienen el poder) en la cotidianidad. Por ejemplo, en muchos espacios ellos hablan más que las mujeres o tienen mayor credibilidad.

La manera en que los hombres nos comportamos en los grupos y en las tareas cotidianas, reflejan el machismo. Yo soy muy sensible, por ejemplo, a sentarme en una mesa donde solamente hay hombres o ver que en una clase hablan más los hombres que las mujeres.

4. Algunas personas coinciden en que no les compete a los hombres decir si pueden o no formar parte de la lucha por la igualdad de género sino que este es un asunto exclusivamente femenino. ¿Qué opina al respecto?

No estoy de acuerdo. Sí creo que la lucha del feminismo es principalmente de las mujeres, pero en la que también deben participar los hombres. Tenemos que contribuir en la deconstrucción del sistema patriarcal.

Así sucedió en el apartheid en Sudáfrica. Aunque fue derrotado principalmente por los activistas negros, eso no impidió que personas blancas participaran de manera solidaria. En este tema, es más un asunto de respeto por el sujeto político que está en el frente. Usurpar el espacio de las mujeres llamándose “hombre feminista” es algo que no hago.

5. ¿De qué manera cree que los hombres pueden aportar a darle un nuevo significado a ser hombre y a trabajar en temas como las nuevas masculinidades?

Implica pasar por un examen de los comportamientos cotidianos en entornos educativos, laborales, sociales y familiares. Una enseñanza del feminismo es que lo personal es político y tiene mucho sentido como mirada al mundo y en cómo se distribuyen el poder, los beneficios y libertades de ser hombre y ser mujer.

La perspectiva de género es una mirada permanente. Si uno dice que está a favor de la justicia social y no reconoce las injusticias contra las mujeres, no es coherente. Una persona que esté con la justicia social, tiene que preguntarse necesariamente qué lugar ocupan las mujeres en todos los espacios. Y esta es una actitud permanente.

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Tak Combative

Hombres feministas
Tak Combative. Foto: archivo particular.

Filósofo, profesional en Estudios Literarios y máster en Escrituras Creativas. Profesor de yoga kundalini y performer.

“Cualquier persona puede sufrir una violencia por su feminidad, independiente de su cuerpo o  identidad de género”.

Tak tiene una historia de amor tormentosa con el feminismo. Llegó a este cuando estudiaba en un colegio femenino de monjas, gracias a Stella, una profesora. Con ella leyeron apartes de La dominación masculina de Pierre Bourdieu. Ahí empezó a percibir el feminismo como un asunto importante y rebelde al que quería pertenecer.

Sin embargo, cuando entró a estudiar Filosofía en la Universidad Nacional de Colombia, el feminismo no solo era invisible, sino hasta mal visto (ya lo sabrán por la polémica que se generó hace poco). “Esas histéricas del departamento de género”, recuerda que decían.

Tak olvidó el feminismo hasta que comenzó su tránsito de género y dejó de reconocerse como mujer para pensar en algo intermedio y, en ocasiones, en construirse como hombre. Entonces, triste e irónicamente, encontró que el feminismo era (aunque no todo ni en todo lugar ni en todas las personas) un espacio de hostilidad hacia las personas trans.

En muchos de estos espacios, los hombres trans son criticados por su supuesta reivindicación al patriarcado (sistemas donde los hombres tienen el poder) y las mujeres trans eran excluidas por no ser “totalmente” mujeres.

No obstante, Tak sabe que hay muchos tipos de feminismo y de feministas y prefiere asumir esta propuesta como una manera de estudiar, visibilizar y transformar las desigualdades y violencias causadas por el sistema sexo/género.

1. Hace unos días en una entrevista en el portal La Silla Vacía, la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo: “ningún hombre puede ser feminista, pero sí pueden ser solidarios”. ¿Qué opina de esta afirmación?

Desde que empecé a abandonar mi identidad como mujer y pensaba en el feminismo, buscaba argumentos para seguir sosteniendo que yo formaba parte de esto y que luchaba por desenmascarar las desigualdades y violencias de género.

Decía que tenía vagina y que había tenido una identidad femenina, que tenía derecho a hablar de feminismo y que ahora como persona trans era, además, víctima de otras violencias. Trataba de justificar que algo de mujer había en mí para legitimarme como feminista.

Pero ¿no resulta absurdo que haya que dar explicaciones para defender la igualdad? El sistema sexo/género nos atraviesa a todos por el hecho de tener un cuerpo y vivir en sociedad.

También, porque el género es un espectro del que vamos y venimos, de manera que cualquier persona puede sufrir una violencia por su feminidad independiente de su anatomía o de su identidad de género. En ese sentido, esa es una justificación -si es que se necesita- para que quien así lo considere pueda nombrarse feminista.

2. La periodista Catalina Ruiz-Navarro expresó en una columna que cualquier persona, incluidos los hombres, pueden ser feministas siempre y cuando estén dispuestos a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida. ¿Qué opina de esta posición?

3. ¿Qué opina de la idea de que no les corresponde a los hombres discutir hacia dónde deben ir los feminismos, sino que el principal deber de un hombre feminista es auto evaluarse para evitar comportamientos discriminadores?

2 y 3. Son preguntas que activan muchas alarmas. El subtexto podría ser: “claro, mucha inclusión y todo, pero ¿qué pasaría si los hombres se tomaran el feminismo y dijeran hacia dónde debe ir?”. Nos escandalizamos porque, en ese caso, se cometería una injusticia y las luchas y triunfos de las mujeres se vendrían abajo.

Aquello construido y reconocido como feminismo ha seguido y sigue su curso a manos de quienes lo piensan y practican. No habría que suponer que si los hombres participan se van a apoderar de éste o que si dan ideas al respecto serán negativas para las mujeres.

Es lo mismo que dar por hecho que todas las mujeres que se proclaman feministas son justas o que solo por ser mujeres no pueden tener ideas cuestionables sobre el rumbo del feminismo. Esas son generalizaciones.

No podemos negar que el feminismo también se ha utilizado para agredir a otros, al menos simbólicamente, porque nuestro pensamiento y ego tienen un lado perverso y utilizan cualquier idea, por más libertaria o igualitaria que parezca, para satisfacer los deseos propios de dominación.

El feminismo seguirá vivo en la medida en que siga movilizando sujetos y grupos para pensar y actuar diferente frente al sistema sexo/género. Apoyando la postura de Catalina Ruiz-Navarro, también resalto que una mujer tampoco puede ser feminista si no desmantela las desigualdades y discriminaciones en su propia vida.

4. Algunas personas coinciden en que no les compete a los hombres decir si pueden o no formar parte de la lucha por la igualdad de género sino que este es un asunto exclusivamente femenino. ¿Qué opina al respecto?

No estoy de acuerdo. Esta postura supone que no hay nada en los hombres que tenga que ver con lo femenino.

5. ¿De qué manera cree que los hombres pueden aportar, de la mano de los feminismos, a darle un nuevo significado a ser hombre y a trabajar en temas como las nuevas masculinidades?

Las transformaciones empiezan una vez una persona se reconoce como hombre, piensa en el sistema sexo/género y observa realmente -no evadiéndose ni burlándose- los efectos de éste sobre su vida. Se cuestionará cada acción y, si es su momento, podrá a través de su ejemplo, transformar a otros y, si tiene la disposición o la vocación, empezará a hablar y a construir teorías sobre nuevas formas de ser hombre. Pero esto depende de muchos factores y nadie está obligado a hacer algo que no le nace.

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Ricardo Vallarino

Hombres feministas
Ricardo Vallarino. Foto: Cyril Bailleul, UNESCO.

Vicepresidente de 100% Diversidad y Derechos Argentina y docente de filosofía.

“Ser activista LGBT irremediablemente me acerca al feminismo”

Ricardo llegó al feminismo por el activismo LGBT. Sin embargo, desde siempre fue consciente del tema porque fue criado en una familia de mujeres empoderadas y donde buena parte de ellas se ha dedicado al ejercicio político.

Su mamá, por ejemplo, fue concejal y secretaria de gobierno de un municipio en Buenos Aires (Argentina) y una de sus hermanas es activista por el derecho al aborto legal y todas, en algún momento, se encontraron con el feminismo.

Cuando Ricardo se vinculó al activismo LGBT, empezó a profundizar en las raíces de las sociedades machistas y discriminadoras y las herramientas teóricas que encontró para acercarse al tema fueron feministas. De manera paralela, estudiaba Filosofía, una carrera que, dice, “sigue siendo muy machista”.

Según Ricardo, definirse como activista LGBT irremediablemente lo acerca al feminismo porque parte de su misión es cuestionar los roles de género. Es una lucha común pero con diferentes énfasis. “Si las mujeres no quieran que me defina como feminista, estoy de acuerdo, puedo llamarme solidario o aliado, pero en últimas es lo mismo para mí: comparto sus luchas”.

1. Hace unos días en una entrevista en el portal La Silla Vacía, la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo: “ningún hombre puede ser feminista, pero sí pueden ser solidarios”. ¿Qué opina de esta afirmación?

No estoy de acuerdo. Es como decir que una persona con recursos no puede luchar por una sociedad más equitativa. Para mí el feminismo es una mirada, un compromiso y un cuestionamiento permanente.

Coincido en que los hombres no podemos ser los protagonistas del movimiento ni tomar la voz en los espacios de mujeres. Nosotros no hemos vivido las desigualdades por las que ellas han pasado ni sufrido violencias por el hecho de ser hombres. Sin embargo, creo que sí podemos apoyar el movimiento de manera política y teórica.

2. La periodista Catalina Ruiz-Navarro expresó en una columna que cualquier persona, incluidos los hombres, pueden ser feministas siempre y cuando estén dispuestos a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida. ¿Qué opina de esta posición?

Me identifico más con esta posición. Me parece más amplia al reconocer que los hombres podemos, no solamente acompañar, sino hacer propias las luchas del feminismo. Podemos asumir una posición activa al cuestionar los roles de género y las discriminaciones que viven las mujeres. Decir que los hombres somos feministas no es una suerte de favor sino comprometernos más en la lucha.

3. ¿Qué opina de la idea de que no les corresponde a los hombres discutir hacia dónde deben ir los feminismos, sino que el principal deber de un hombre feminista es auto evaluarse para evitar comportamientos discriminadores?

Esa posición describe lo que tratamos de hacer los hombres que somos aliados o nos definimos como feministas. No buscamos el protagonismo ni ser los referentes de esta lucha. La voz tiene que ser de las mujeres. A mí no se me ocurriría decir lo que el feminismo debe hacer, me parece más productivo cuestionar mi rol como hombre.

“Hay hombres que sin tener la voz principal, hacen aportes valiosos, aunque coincido en que nuestro rol principal es auto cuestionarnos”.

4. Algunas personas coinciden en que no les compete a los hombres decir si pueden o no formar parte de la lucha por la igualdad de género sino que este es un asunto exclusivamente femenino. ¿Qué opina al respecto?

Podemos participar en la medida en que el movimiento feminista nos invite y nos abra las puertas. Sí creo que las mujeres necesitan y deben tener espacios para ellas, porque así uno asista con las mejores intenciones, las miradas de los hombres son determinantes por el solo hecho de ser masculinas. Nuestro rol puede ser muy comprometido pero secundario donde no peligren ni la voz, ni la visibilidad ni las decisiones de las mujeres.

5. ¿De qué manera cree que los hombres pueden aportar, de la mano de los feminismos, a darle un nuevo significado a ser hombre y a trabajar en temas como las nuevas masculinidades?

Autoevaluándonos y cuestionando nuestras actitudes y formación. Hay que hacer propias las luchas del feminismo y reflexionar sobre los mecanismos sociales que llevan a pensar en una sola forma de ser hombre o de ser mujer.

Si se cuestiona a profundidad el rol masculino, también se cuestionarán los roles que se les asignan a las mujeres. Nuestro papel es comprometernos con las luchas de ellas, apoyarlas, hacerlas propias y difundirlas.

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Ricardo Abdahllah

Hombres feministas
Ricardo Abdahllah. Foto: archivo particular.

Escritor y periodista.

“Un hombre no puede ser del todo feminista porque así no quiera, se beneficia de un sistema machista”

Su llegada al feminismo no fue algo que ocurrió de la noche a la mañana. Fue un proceso que empezó con la educación que recibió en su casa. Creció al lado de una mamá progresista que siempre les inculcó a él y a su hermana la igualdad y el respeto. “Nunca hubo esa división de que a las mujeres les corresponden determinados roles y a los hombres otros”, señala.

Después, cuando estudiaba Ingeniería Electrónica en la Universidad Industrial de Santander (UIS), en Bucaramanga, se encontró con grupos feministas donde empezó a tener más presentes estas discusiones, que tomaron fuerza en Francia, país en el que vive desde hace 10 años.

A Ricardo no le parece útil discutir si un hombre puede o no llamarse “feminista” o si es mejor nombrarse “aliado” o “solidario”. “La idea es romper con estereotipos de que si un hombre se nombra feminista sería entrar a un terreno que no le corresponde, pero si se define como aliado podría interpretarse como que está ahí, pero no del todo”, agrega.

Prefiere decir que es feminista porque está convencido de su lucha y porque sabe que todavía hay mucho por hacer. “Más que como uno se defina, lo importante es la lucha”.

1. Hace unos días en una entrevista en el portal La Silla Vacía, la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo: “ningún hombre puede ser feminista, pero sí pueden ser solidarios”. ¿Qué opina de esta afirmación?

Yo creo que lo que Florence Thomas quiso decir no es tan en blanco y negro como parece. No es que un hombre no pueda ser feminista sino que por el hecho de ser hombre, disfruta de los privilegios de un sistema machista. Un hombre no puede ser del todo feminista porque así no lo quiera, se beneficia de un sistema machista.

2. La periodista Catalina Ruiz-Navarro expresó en una columna que cualquier persona, incluidos los hombres, pueden ser feministas siempre y cuando estén dispuestos a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida. ¿Qué opina de esta posición?

Estoy de acuerdo y no creo que exista una contradicción entre su posición y la de Florence Thomas. No hay un feminismo sino luchas e ideas feministas que persiguen una igualdad que interpretan de distintas maneras, pero en últimas todas apuntan a la desaparición de los privilegios para los hombres.

3. ¿Qué opina de la idea de que no les corresponde a los hombres discutir hacia dónde deben ir los feminismos, sino que el principal deber de un hombre feminista es autoevaluarse para evitar comportamientos discriminadores?

Estoy de acuerdo. El cambio comienza por uno. Sin embargo, un hombre que se define como feminista, puede más o menos ser consciente de cuánto está aprovechando los privilegios que ofrece el sistema, entonces hay que ir más allá y señalarles a los amigos, familiares, colegas y a quienes se aprovechan de sus privilegios de hombre que ciertas actitudes son discriminadoras y les quitan oportunidades a las mujeres. También hay que cuestionar a quienes tratan de simplificar o ridiculizar los feminismos.

“Son las mujeres quienes deben decidir para dónde van los feminismos y cuáles los objetivos de la lucha. Mal haríamos los hombres en intervenir en ese aspecto. Los señalamientos nos los tenemos que hacer entre nosotros”.

4. Algunas personas coinciden en que no les compete a los hombres decir si pueden o no formar parte de la lucha por la igualdad de género sino que este es un asunto exclusivamente femenino. ¿Qué opina al respecto?

Hay espacios donde las mujeres deben discutir entre ellas. Creo en esos espacios, pero también en otros mixtos. No son los hombres quienes deben decidir para dónde van los feminismos, pero también tienen la libertad de decir si están de acuerdo o apoyan algo.

Yo no criticaría una lucha feminista como no criticaría la lucha por los derechos de cualquier comunidad. Diría en qué estoy de acuerdo y en qué no, pero siempre respetando sus objetivos.

5. ¿De qué manera cree que los hombres pueden aportar, de la mano de los feminismos, a darle un nuevo significado a ser hombre y a trabajar en temas como las nuevas masculinidades?

Lo primero es no negando las desigualdades, dejando de pensar que porque las mujeres pueden votar entonces no hay diferencias. También es importante no asumir posiciones caricaturescas de que las feministas son de una u otra manera.

Es fundamental que los hombres seamos capaces de identificar los privilegios que tenemos y tratar de desmontarlos. Hay que dejar de tenerle miedo o pena a asumir una posición de feminista o aliado y cuestionar el papel de macho incapaz de ser solidario con las mujeres.

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Brando Flores

Hombres feministas
Brando Flores. Foto: Archivo particular.

Historiador. Coordinador del área de innovación social y participación ciudadana del Instituto de liderazgo Simone de Beauvoir, en México.

“Hablar de ‘hombre feminista’ significa que no estoy renunciando a la masculinidad tal como hoy la conocemos”.

Llegó al feminismo cuando tenía 16 años y les ayudaba a unos abogados responsables de litigar casos de trabajadoras sexuales en la zona de La Merced en Ciudad de México. Posteriormente conoció a feministas de larga trayectoria como Marta Lamas o Patricia Mercado y, a partir de los 20 años, se metió de lleno a aprender del tema.

A los 28 años se vinculó al Instituto de liderazgo Simone de Beauvoir, inicialmente como coordinador de una red de derechos sexuales y reproductivos. Su cargo actual es coordinador del área de innovación social y participación ciudadana.

Brando considera que a muchas personas les cuesta entender que un hombre se defina como feminista porque no comprenden la dimensión del término. En esto tienen que ver todos los frentes que han contribuido a satanizar la palabra “feminista”. Incluso hay mujeres que dicen no serlo.

En su opinión, falta entender que el feminismo busca igualdad, un objetivo al que muchas personas aspiran. Por eso cree que hay que trabajar en un proceso de reflexión sobre qué es y qué busca el feminismo para que cada quien se pregunté en qué lugar está.

1. Hace unos días en una entrevista en el portal La Silla Vacía, la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo: “ningún hombre puede ser feminista, pero sí pueden ser solidarios”. ¿Qué opina de esta afirmación?

No apoyo la expresión “hombre feminista”. Creo en la palabra “feminista” porque si hablo de “hombre feminista” quiere decir que no he renunciando a la masculinidad tal como la conocemos, un modelo heteronormativo que rige gran parte de nuestros acuerdos sociales.

“No se puede hablar de ‘hombres feministas’ sino de ‘feministas’ o personas que buscan un mundo más igualitario”.

Asumirse como feminista implica ver el mundo con otros lentes y eso es lo que más trabajo cuesta, pero una vez la persona empieza a reconstruir la masculinidad, a revisar los aspectos por cambiar y a entender que este mundo ha sido construido por y para hombres, se vuelve solidario. Cuando se entra con pasión a trabajar en estos temas, se apoya la idea de ser solidarios y de renunciar a los privilegios de la masculinidad.

2. La periodista Catalina Ruiz-Navarro expresó en una columna que cualquier persona, incluidos los hombres, pueden ser feministas siempre y cuando estén dispuestos a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida. ¿Qué opina de esta posición?

Justamente se trata de renunciar a muchos tipos de violencia que ejercemos de manera consciente o inconsciente contra las mujeres. Es tender puentes en la búsqueda de la igualdad y un ejemplo de esto es cómo la discusión de las tareas de cuidado empieza a volverse parte de las agendas de los países y de los organismos internacionales.

Ahí está el cambio no solo hacia mejores condiciones de vida y hacia una igualdad palpable, sino hacia el desarrollo sostenible de las naciones. Si no nos damos cuenta de los cambios que implica la llegada de las mujeres al mundo laboral y a la política, entre otros, estamos destinados a fracasar como países.

Esto implica renunciar a esa visión de la masculinidad y tender puentes con nuevas formas de asumirnos en igualdad. Hay muchas formas de vivir el feminismo, pero en principio hay que renunciar a los privilegios de ese mundo construido desde la masculinidad.

3. ¿Qué opina de la idea de que no les corresponde a los hombres discutir hacia dónde deben ir los feminismos, sino que el principal deber de un hombre feminista es auto evaluarse para evitar comportamientos discriminadores?

Podemos opinar pero no nos corresponde encabezar esos procesos. Podemos acompañar, pero lo primero es hacer un ejercicio de reflexión. Y esa es una labor ardua. Después de eso ya estaríamos en condición de acompañar y de, eventualmente, sugerir algún rumbo hacia visiones de igualdad, no hacia otro lado.

En Estados Unidos, por ejemplo, no fue la voz de una persona blanca, de un sector privilegiado, la que encabezó el movimiento por los derechos civiles de las personas afro. En este caso, el primer paso es renunciar a la manera como hemos construido el mundo y que los hombres dejen de asumir el lugar de víctimas cuando se proponen cambios.

4. Algunas personas coinciden en que no les compete a los hombres decir si pueden o no formar parte de la lucha por la igualdad de género sino que este es un asunto exclusivamente femenino. ¿Qué opina al respecto?

Podemos aportar, pero no nos corresponde tomar la voz de esta causa, sino asumir procesos de reflexión, acompañar y ser solidarios para que las decisiones que se tomen nos lleven a un punto de igualdad. A pesar de todo el trabajo que podamos hacer como feministas, debemos entender nuestro lugar en este movimiento.

5. ¿De qué manera cree que los hombres pueden aportar a darle un nuevo significado a ser hombre y a trabajar en temas como las nuevas masculinidades?

Una manera es mediante un ejercicio interno de reflexión diario para después poner en práctica lo aprendido, porque todos los días de manera consciente o inconsciente se puede ejercer algún tipo de violencia machista.

También es posible asumir nuevos roles como pareja, hijo, hermano y ejerciendo tareas de cuidado que normalmente se cuestionan si las hacen los hombres por haber sido arbitrariamente asignadas a las mujeres.

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Sergio Camacho

Hombres feministas
Sergio Camacho Iannini.

Periodista.

“El primer paso es entender que el feminismo no odia a los hombres y no quiere un mundo sin ellos”.

Desde temprana edad, Adriana, la mamá de Sergio, le inculcó que todas las personas son iguales sin importar su raza, orientación sexual o cualquier otra diferencia. Así que desde muy niño Sergio tuvo esa noción de igualdad.

Sin embargo, el feminismo despertó en su vida a raíz de un reportaje sobre mujeres atacadas con agentes químicos, en el que participó en 2012 cuando trabajaba en el periódico El Tiempo. A Sergio le correspondió entrevistar a Gina Potes, el primer caso que se conoció en el país de personas víctimas de estas agresiones.

Salió conmovido del encuentro, aterrado de que algunos hombres intentaran “marcar” a las mujeres de esta manera. Su entrevistada le dijo una frase que no olvida: “nos hacen esto porque si no somos de ellos no somos de nadie”.

Al año siguiente, en 2013, el Fondo de población de las Naciones Unidas (UNFPA – Colombia), lo invitó al Chocó para que preparara un reportaje sobre mujeres parteras afro y Emberá Katío. Allí se dio cuenta de las desigualdades y de los problemas de salud sexual y reproductiva que padecen las mujeres de esta región de Colombia.

Ese viaje lo hizo en compañía de la directora de comunicaciones de UNFPA – Colombia quien al ver su interés por la equidad de género y salud sexual y reproductiva, le propuso vincularse a la red de periodistas con visión de género y lo invitó a una reunión.

Ahí se encontró con un grupo que, entre otras cosas, busca hacer visibles a las mujeres en los medios de comunicación, promover sus derechos en estos espacios y que sean consultadas como fuente de información.

Sergio, quien se identifica como “aliado del feminismo”, reconoce que por su orientación sexual homosexual, le han dicho “loca” o “marica”, pero que a pesar de esos insultos, sigue siendo visto y tratado como un hombre, lo que implica privilegios.

Aunque en un principio a sus amigos les resultaba gracioso que él se llamara “feminista”, como si se tratara de un asunto exclusivo de mujeres, con el tiempo han aprendido no solo a respetar su lucha sino a entenderla. “Creo, además, que ellos han hecho cambios en sus vidas y han comenzado a cuestionarse que es, al fin y al cabo, lo que el feminismo busca”.

“Más allá de lo divertido que pueda resultar la idea de un ‘hombre feminista’ o de la vergüenza que les despierte a muchos de ellos llamarse de este manera, en el fondo puede haber miedo. A la gente le asusta que le cuestionan su forma de vida”, concluye.

1. Hace unos días en una entrevista en el portal La Silla Vacía, la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo: “ningún hombre puede ser feminista, pero sí pueden ser solidarios”. ¿Qué opina de esta afirmación?

Tiendo a estar de acuerdo con Florence Thomas, aunque siento que su respuesta quedó incompleta. Cuando empecé a hacer artículos en El Tiempo que abordaban temas de equidad de género, me definía como “feminista”, pero cuando conocí más al respecto, pensé que sería más útil para el feminismo llamarme “aliado”. Finalmente, nunca voy a vivir las injusticias por las que pasan muchas mujeres por el hecho de ser mujeres.

Como hombre es difícil comprender lo que no se ha vivido en carne propia como ser juzgado porque querer interrumpir un embarazo o recibir un salario inferior teniendo la misma preparación. Tampoco me van a preguntar dónde estaba o cómo iba vestido después de ser víctima de un abuso sexual.

2. La periodista Catalina Ruiz-Navarro expresó en una columna que cualquier persona, incluidos los hombres, pueden ser feministas siempre y cuando estén dispuestos a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida. ¿Qué opina de esta posición?

Estoy de acuerdo. Creo que hay diferentes maneras de acercarse al feminismo. Para ser una persona feminista o un “aliado”, como prefiero llamarme por respeto y porque trato de hacerme a un lado para no ser protagonista, sí es importante cuestionarnos y entender los privilegios que tenemos y que no hemos querido ver.

En ocasiones los hombres que nos hacemos llamar “feministas” queremos serlo más que las mujeres feministas, lo que me parece machista porque llevamos siglos siendo los protagonistas.

Además, también están los hombres que se llaman feministas pero que son machistas en sus casas, con sus parejas o en sus trabajos. Es fundamental cuestionarnos y revisar los privilegios que tenemos.

3. ¿Qué opina de la idea de que no les corresponde a los hombres discutir hacia dónde deben ir los feminismos, sino que el principal deber de un hombre feminista es auto evaluarse para evitar comportamientos discriminadores?

Me gusta la idea de auto evaluarse porque el feminismo me ha permitido reflexionar y cuestionarme sobre el papel de “macho” que nos asignan desde que nacemos. De nada sirve llamarse “feminista” o “aliado” si van a seguir replicándose actitudes machistas en los espacios en los que la persona se mueve.

Sin embargo, también creo que el feminismo nos beneficia porque nos invita a dejar a un lado los roles de género y a ser más libres. En todo caso, me parece que la razón para unirnos al feminismo no debería ser que nos favorece.

Más bien, se trata de aprovechar los procesos de autoevaluación para entender que el feminismo busca un mundo en el que todas las personas sean tratadas como iguales, reconocer que por ser hombres sí hemos tenidos ventajas y que debemos promover un cambio social porque vivimos en sociedades machistas.

“Todos los espacios: la casa, los medios de comunicación y la política, entre otros, han estado dominados por hombres”.

Hay que autoevaluarse y escuchar a las mujeres. Con mis compañeras de la Red de periodistas con visión de género empecé a ver y a escuchar y a no ser yo el protagonista.

4. Algunas personas coinciden en que no les compete a los hombres decir si pueden o no formar parte de la lucha por la igualdad de género sino que este es un asunto exclusivamente femenino. ¿Qué opina al respecto?

Una Ted Talk de un activista llamado Jackson Katz dice algo que me llamó la atención: mientras sigamos llamando a la violencia contra las mujeres un asunto de mujeres, nada cambiará. La equidad de género no es un asunto que las mujeres deban resolver solas. Hablar de igualdad de género es hablar de derechos humanos.

5. ¿De qué manera cree que los hombres pueden aportar a darle un nuevo significado a ser hombre y a trabajar en temas como las nuevas masculinidades?

Muchas personas atacan el feminismo con palabras como “feminazi”. Utilizar términos como ese evidencia una profunda ignorancia del tema: se compara una propuesta de cambio social que propende por la igualdad por una ideología totalitaria y racista. Referirse de esta manera también invisibiliza las luchas de las mujeres.

El primer paso es entender que el feminismo no odia a los hombres y no quiere un mundo sin hombres. Nosotros debemos ser unos aliados en esa lucha, cuestionando el sistema machista en el que vivimos. Las nuevas masculinidades nos permiten una nueva forma de concebirnos y de entender que ese rol de “machos” está mandado a recoger.

Como vivimos en sociedades tan machistas, se cree que las nuevas masculinidades son un asunto exclusivo de hombres homosexuales, pero lo que se busca es entender que somos parte del problema para alcanzar un mundo igualitario.

Es alzar la voz para decir que no estamos de acuerdo con las discriminaciones contra las mujeres, con el hecho de que sean violentadas física, verbal o psicológicamente, sino que se quiere un mundo donde todas las personas seamos mejores seres humanos, libres para tomar decisiones sobre nuestros cuerpos y sin estar estar sujetos a roles que aprendimos desde la infancia por el hecho de ser hombres o mujeres.

Las nuevas masculinidades aportan a cambios culturales porque ya tenemos avances legales importantes, pero si no hay un cambio cultural y los hombres no empezamos a crear cambios, las desigualdades van a continuar.

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Giuseppe Caputo

Hombres feministas
Giuseppe Caputo.

Estudió Escritura Creativa y se especializó en Estudios Queer y de Género. Un mundo huérfano es su primera novela. Director de contenidos culturales de la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

“Ser feminista es ser, ante todo, un lector: de libros, sí, pero ante todo del mundo”.

Giuseppe llegó al feminismo siendo muy joven, a partir de la admiración que sentía por la posición que su mamá y su hermana tenían frente al machismo diario en su ciudad natal, Barranquilla.

Tenía que ver con el lugar que para muchos debían (o deben) tener las mujeres en la sociedad y la familia, la obsesión por disciplinar sus cuerpos, su sexualidad y sus modos de vestirse y de comportarse.

Tanto su mamá como su hermana han sido mujeres trabajadoras y poco sumisas que no permitían que las prescribieran. Luego, esa admiración que a fin de cuentas era una intuición de cómo Giuseppe quería vivir, la fue encontrando en otras personas.

Después empezó a estudiar la teoría detrás de esa manera de estar en el mundo que tanto admiraba. Un referente clave de esa educación en Colombia fue Florence Thomas, a quien admira mucho.

1. Hace unos días en una entrevista en el portal La Silla Vacía, la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo: “ningún hombre puede ser feminista, pero sí pueden ser solidarios”. ¿Qué opina de esta afirmación?


2. La periodista Catalina Ruiz-Navarro expresó en una columna que cualquier persona, incluidos los hombres, pueden ser feministas siempre y cuando estén dispuestos a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida. ¿Qué opina de esta posición?


3. ¿Qué opina de la idea de que no les corresponde a los hombres discutir hacia dónde deben ir los feminismos, sino que el principal deber de un hombre feminista es autoevaluarse para evitar comportamientos discriminadores?


4. Algunas personas coinciden en que no les compete a los hombres decir si pueden o no formar parte de la lucha por la igualdad de género sino que este es un asunto exclusivamente femenino. ¿Qué opina al respecto?

1, 2, 3 y 4. Abordo todas estas preguntas en un solo bloque porque creo que la respuesta que tengo le habla a todas esas cuestiones. La respuesta corta sería: no, no estoy de acuerdo con la postura de Florence Thomas (pero bienvenido el disenso en paz: si hay algo que admiro y valoro del feminismo es su estado permanente de diálogo y revisión).

Pienso, como la escritora Chimamanda Adichie, que todos deberíamos ser feministas. Pero hay algo que me parece muy interesante de la afirmación de Florence Thomas: el verbo “poder”.

Ella dice: ningún hombre puede ser feminista, pero sí puede ser solidario. Thomas obviamente no habla de una incapacidad de ser feminista (aunque esto sería interesante de ahondar, a veces hay tanta resistencia ante el término…) sino que habla de la imposibilidad de un hombre de ser feminista por su posición de privilegio social.

Mi mayor reparo con esa afirmación es que sólo tiene en cuenta el género y no otros factores determinantes de lo que hace que una persona esté arriba o debajo de la pirámide de privilegio social: raza y clase social, por ejemplo. Es decir, la afirmación no tiene en cuenta la interseccionalidad.

No es lo mismo un hombre blanco, heterosexual, millonario que, por ejemplo, un hombre gay, negro, de escasos recursos. Se me ocurre una pregunta desafiante, a propósito de la afirmación de ella: ¿quién tiene más privilegio social: una mujer blanca millonaria (o si no queremos decir “millonaria”, sí digamos entonces una mujer que tuvo acceso a la educación y que tiene un buen puesto y una entrada económica importante) o un hombre negro que no tuvo acceso a la educación y que no tiene una entrada digna?

Para mí la respuesta es clarísima. Pienso que el “hombre blanco, heterosexual, millonario” está en la cima de la pirámide de privilegio social y que, a medida que uno le va quitando “algo” a ese privilegio (género, raza, clase), se va bajando en la pirámide.

Hace un par de años tomé un curso de etnografía feminista con Ellen Lewin, académica estadounidense que hizo una labor importante integrando el feminismo y la antropología. Una palabra clave que aprendí en ese curso: posicionalidad. Ser consciente siempre desde qué lugar hablar uno.

Ahí, entonces, estoy de acuerdo con Catalina Ruiz-Navarro. Yo pongo los ojos en blanco cuando leo a algunos columnistas hablando de cuestiones de género, dictando cómo deben narrarse las mujeres o los gais o las minorías raciales, siendo ellos hombres blancos heterosexuales que tuvieron acceso a la educación.

Y me irrito porque, a pesar de haber tenido ese privilegio, esa posibilidad de educarse, parecen no querer entender nada de nada. Yo siempre que puedo mando a leer a quienes se resisten a entender estas cuestiones de género, clase, raza y posición. Ser feminista es ser, ante todo, un lector: de libros, sí, pero ante todo del mundo.

No pararse a pensar de qué manera lo que hacemos o no hacemos –y lo que decimos y no decimos– contribuye a naturalizar la violencia y la desigualdad que siguen sufriendo segmentos de la población es, a estas alturas, una irreflexión deliberada sobre el mundo y nuestro lugar en él.

5. ¿De qué manera cree que los hombres pueden aportar a darle un nuevo significado a ser hombre y a trabajar en temas como las nuevas masculinidades?

Incorporando, justamente, lo que los feminismos nos han enseñado: desde su cotidianidad hasta sus discursos públicos y privados. Entendiendo, como lo entendió Roberto Bolaño (un hombre heterosexual) en su novela 2666: La parte de los crímenes, que las grandes violencias como el feminicidio –el asesinato de mujeres por ser mujeres– está acompañada, nutrida, soportada por unas violencias simbólicas, violencias que pasan por el lenguaje y que demuestran que todo tiene que ver con todo.

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Alex Pérez

Hombres feministas
Alex Pérez. Foto: archivo particular.

Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y Educación de la Universidad de Cartagena. Responsable de investigaciones en la Corporación Caribe Afirmativo.

“Muchos hombres son discriminados porque no obedecen a las lógicas masculinas impuestas por la sociedad”

Alex llegó al feminismo cuando empezó a ser consciente de los privilegios que tenía por el hecho de ser hombre y de las opresiones que las mujeres viven por ser mujeres. Como hombre gay, femenino, se dio cuenta de que la sociedad obliga a “masculinizar” a quienes buscan formar parte de escenarios de poder.

A esta reflexión se sumó el hecho de estar rodeado de mujeres y de personas excluidas en sus espacios de trabajo, hecho que lo llevó a construirse desde el feminismo y a percibir el poder masculino como un modo de opresión.

Se define como feminista porque en la academia y en su vida cotidiana es consciente de las desigualdades entre hombres y mujeres. A Alex le preocupa no solamente que se diga que los hombres no pueden ser feministas -le parece una posición esencialista- sino que también se difunda que se debe estar en contra del feminismo.

1. Hace unos días en una entrevista en el portal La Silla Vacía, la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo: “ningún hombre puede ser feminista, pero sí pueden ser solidarios”. ¿Qué opina de esta afirmación?

No comparto esta afirmación. Yo, por supuesto, no puedo representar a las mujeres, pero sí puedo pensar y hablar desde una orilla no machista. Es fácil decir que los hombres no pueden ser feministas pero también hay que escucharlos porque muchos de ellos han sido discriminados porque no obedecen a las lógicas masculinas dominantes impuestas por la sociedad.

2. La periodista Catalina Ruiz-Navarro expresó en una columna que cualquier persona, incluidos los hombres, pueden ser feministas siempre y cuando estén dispuestos a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida. ¿Qué opina de esta posición?

Me acerco más a esta postura. Creo que la discusión avanza más en este sentido. De lo contrario caemos en esencialismos peligrosos como que si una persona no es negra o no se reconoce de esta manera no puede pronunciarse contra el racismo o, si no es gay o lesbiana, no puede hablar de homofobia o de prejuicios por orientación sexual. Por supuesto que yo como hombre gay no represento a las mujeres trans, pero sí considero que tengo la capacidad de reconocer y de luchar conjuntamente contra las desigualdades.

3. ¿Qué opina de la idea de que no les corresponde a los hombres discutir hacia dónde deben ir los feminismos, sino que el principal deber de un hombre feminista es auto evaluarse para evitar comportamientos discriminadores?

Auto evaluarse a diario es insuficiente. Estas son discusiones que tanto mujeres como hombres desde distintos escenarios pueden plantear. Es cierto que las escuelas de género y de espacios que se reconocen como feministas son mayoritariamente de mujeres y también que en algunos de estos existe cierta predisposición a los hombres que se reconocen como feministas, pero esto no significa que sean las mujeres las responsables de definir la apuesta de los feminismos. Este es un asunto que les compete a todas las personas que queremos enfrentar la opresión masculina.

4. Algunas personas coinciden en que no les compete a los hombres decir si pueden o no formar parte de la lucha por la igualdad de género sino que este es un asunto exclusivamente femenino. ¿Qué opina al respecto?

Me parece una posición segmentada y peligrosa, porque el mundo terminaría dividido en particularidades y cada quien solamente podría opinar y trabajar desde su orilla. Creo que desde las distintas diversidades debemos pensarnos como sociedad y enfrentar las diferentes formas de opresión que atacan de una u otra manera por ser mujer, homosexual, lesbiana, negro, pobre…

5. ¿De qué manera cree que los hombres pueden aportar a darle un nuevo significado a ser hombre y a trabajar en temas como las nuevas masculinidades?

Una manera es a partir del lenguaje o discurso. También en la cotidianidad y en la manera como nos relacionamos con los otros. Es importante reflexionar sobre los prejuicios y creencias misóginas que se han vuelto parte de nuestro día a día y formar parte activa de las luchas del feminismo y en contra del machismo.

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Javier Omar Ruiz Arroyave

Hombres feministas
Javier Omar Ruiz Arroyave. Foto: archivo particular.

Cofundador del Colectivo Hombres y Masculinidades.

“El mundo  tenemos que cambiarlo entre todas las personas.”

Javier Omar no se define como “feminista”, se siente más aliado del feminismo y de los movimientos de mujeres.

Llegó al feminismo hace muchos años después de leer el libro Nuestras vidas, nuestros cuerpos de la Colectiva Mujeres de Boston.

Fue así como empezó a incorporar propuestas feministas en el Colectivo hombres y masculinidades del que es cofundador. “Desde las nuevas masculinidades nos sumamos al movimiento feminista para luchar por un mundo más justo”.

Para él, la manera como muchos hombres viven su masculinidad no los hace felices. “También cargamos con dolores, tristezas, recuerdos de un padre maltratador o ausente. La nuestra es una propuesta de transformación para lograr hombres más humanos”.

1. Hace unos días en una entrevista en el portal La Silla Vacía, la psicóloga y feminista Florence Thomas dijo: “ningún hombre puede ser feminista, pero sí pueden ser solidarios”. ¿Qué opina de esta afirmación?

Me parece que la propuesta de Florence Thomas va más allá de la idea de que el feminismo solamente corresponde a quienes portan un cuerpo de mujer y se identifican con el género femenino. La lucha feminista está adscrita a los movimientos de mujeres, pero los hombres podemos aportar mediante ejercicios de cambio de nuestra realidad y de nuestras pautas de crianza.

Desde ese lugar, la mirada hacia las mujeres se torna en compromiso, solidaridad y acompañamiento. Los hombres podemos tener nuestro lugar en la lucha por la transformación de los roles de género. Desde ahí podemos aportar al feminismo.

2. La periodista Catalina Ruiz-Navarro expresó en una columna que cualquier persona, incluidos los hombres, pueden ser feministas siempre y cuando estén dispuestos a desmantelar las discriminaciones y desigualdades en todos los aspectos de su vida. ¿Qué opina de esta posición?

Me siento más “pro feminista” en la medida en que puedo ser compañero de ruta. Sin embargo, un hombre no puede ser “feminista” o “pro feminista” parado en un sistema machista o en las lógicas de dominación masculinas.

Esa apuesta nos exige unos procesos de transformación. Es como si uno dijera que acompaña las luchas contra el racismo y no transforma actitudes y lenguajes racistas. De igual manera sucede en el tema de hombres y feminismo.

3. ¿Qué opina de la idea de que no les corresponde a los hombres discutir hacia dónde deben ir los feminismos, sino que el principal deber de un hombre feminista es auto evaluarse para evitar comportamientos discriminadores?

En Colombia, los grupos de hombres se han desarrollado, fundamentalmente, en dos campos: en las organizaciones de mujeres y del movimiento feminista. Allí, han empezado a replantear sus masculinidades de cara a las mujeres y a su relación con ellas.

En otros espacios, como en el Colectivo Hombres y Masculinidades, el ejercicio ha sido desde nosotros mismos. Reflexionamos en la masculinidad que hemos aprendido y después de habernos leído desde nuestra propia historia lo hacemos a través de la relación con las mujeres y con otros hombres. En este caso, el dialogo y el acompañamiento con las mujeres se hace después de haber cambiado muchos de nuestros paradigmas.

4. Algunas personas coinciden en que no les compete a los hombres decir si pueden o no formar parte de la lucha por la igualdad de género sino que este es un asunto exclusivamente femenino. ¿Qué opina al respecto?

Es una posición que no les da espacio a quienes hemos ido desarrollando experiencias de transformación personal. Los movimientos de mujeres y el feminista en general, no pueden cargar con la responsabilidad de cambiar el mundo.

“Tenemos que trabajar en alianza, no siguiendo necesariamente los mismos caminos, pero sí con propósitos similares”.

5. ¿De qué manera cree que los hombres pueden aportar, de la mano de los feminismos, a darle un nuevo significado a ser hombre y a trabajar en temas como las nuevas masculinidades?

Una manera es como lo hacemos nosotros: trabajando con hombres para replantear la masculinidad. El trabajo con indígenas, estudiantes, campesinos y docentes, entre otros, es una labor que no tiene que ser solamente desde grupos de hombres que trabajan con hombres, sino que cualquier organización puede hacer un proceso de reflexión crítica de las masculinidades.

Otra ruta es que el Estado les apunte a políticas públicas que replanteen los modelos machistas establecidos en las lógicas institucionales. Por ejemplo, las políticas públicas del embarazo adolescente se orientan fundamentalmente a las mujeres y esta es una mirada sesgada de la situación, porque también deben contemplar a los embarazadores y no descargar esa responsabilidad solamente en ellas.

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