Si el género, una categoría que permite crear realidades fundamentadas en inclusión, respeto y equidad, es para algunas personas una “ideología”, habría que promoverla antes que combatirla.
Por: Genilma Boehler*
En todas las sociedades hay al menos tres grandes diferencias: la sexual, la étnico-racial y las de clase, explicaba la socióloga estadounidense Joan Scott (1941).
Las relaciones de desigualdad se estructuran, no por la existencia de estas diferencias, sino por los valores atribuidos a cada una de estas categorías, jerarquizando así las relaciones.
La noción “género” -acuñada en la década de los 80 en el campo de los estudios feministas- explica que “la biología no es el destino” y que las relaciones entre hombres y mujeres, así como las identidades asignadas, al ser culturales, pueden ser modificadas. (Ver: Es feminismo: no humanismo ni “igualismo”).
De ahí que instituciones como la familia, iglesias, medios de comunicación y todas aquellas cuya misión es educar tengan un papel fundamental a la hora de defender los derechos a ser, a vivir y a estar.
Las desigualdades no son producto de la diversidad sino del valor atribuido a las personas según sus diferencias.
Sin embargo, las instituciones están ordenadas para que los privilegios sean para los hombres blancos heterosexuales. Por siglos, esto ha sido considerado “un orden natural”. (Ver: Decir “no”: un privilegio de los hombres).
La herramienta de análisis “género” desnaturaliza este orden, cuestiona los roles definidos como “normales” y reivindica la diversidad, lo que crea resistencias, principalmente para quienes no quieren que dicho orden sea modificado.
¿Por qué se oponen los fundamentalismos religiosos a lo que llaman “ideología de género”? Porque el concepto “género” permite sospechar del orden y de los roles que se han establecido desde una lógica machista. (Ver: Ideología de género, ¿de dónde viene y para dónde va?).
Desde mi perspectiva como investigadora de estudios de género desde 2004, es intrigante el fenómeno de los grupos que hoy protestan contra lo que llaman “ideología de género”.
Poner en duda “las verdades”
En 2005 o 2006 la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos), una institución confesional/religiosa, no tenía grupos o líneas de investigación sobre feminismo o mujeres pero sí sobre género.
En aquel entonces, la resistencia era antes que al concepto “género”, a los feminismos y a los estudios de las mujeres. Hoy es al revés porque los estudios de género han puesto en duda “las verdades” sobre posturas éticas, biogenéticas, estudios de la sexualidad e ideas morales cerradas bajo la llave de los fundamentalismos.
Si hacemos un análisis de coyuntura política y miramos el regreso del dominio de las élites excluyentes, el hecho de mantener a la gente desinformada y luchando entre sí, es parte de una estrategia planificada nada ingenua. (Ver: Diversidad sexual y religión: el paso a seguir).
Y acá regreso en defensa de los estudios de género. Creo firmemente en una educación que incluya los cuestionamientos, los nuevos conocimientos y cuyo único compromiso sea con “la verdad”, entendiendo esta como el ejercicio permanente de la duda.
Ya maestros como Nietzsche y Marx nos enseñaron que todo lo que aparece como “natural” tiene un tufillo ideológico. Es decir, esconde, disimula, deforma o instala algo para el dominio de uno sobre otro.
Para allá van quienes luchan contra lo que llaman “ideología de género”. Buscan resistirse a los cambios, que no se cultiven nuevas inteligencias y que la humanidad no sea dinámica, porque “lo natural” ha sido así y debe seguir siéndolo siempre.
Así, quienes hablan de “ideología de género” les parece amenazante informar a adolescentes y a jóvenes acerca de los estudios de género, porque uno de los temas que aborda es la violencia de género y sexual. Y, por supuesto, un currículo que propone enfrentar esto genera incomodidades para quienes no desean cambios.
Quienes persiguen la “ideología de género” argumentan el carácter “natural” del cuerpo sin valorar que es justamente ahí donde habita la mediación ideológica: hombre/mujer o blanco/negro/indígena son conceptos políticos, no biológicos.
Según la escritora feminista Monique Wittig, hombres y mujeres son creaciones políticas concebidas para donar un mandato biológico a dispositivos sociales en los que un grupo de seres humanos oprime a otro.
Por todo esto, es momento de intervenir, alterar y cuestionar aquellas situaciones intolerables como el bullying y los actos de violencia y desprecio. Pero el punto fundamental es proponer otros modos de conocer y de pensar. Esto supone abandonar las normas conocidas en los currículos y dejar atrás la lógica de lo seguro.
Las herramientas de análisis de la categoría “género” contribuyen a construir una realidad distinta donde el objetivo sea formar y educar a nuevas generaciones en inclusión, solidaridad, respeto, reconocimiento y equidad. Si esto es una “ideología”, reafirmo que antes de combatirla habrá que defenderla.
Es relevante reflexionar sobre las formas de vivir la sexualidad, sobre las muchas formas de ser y de experimentar placeres y deseos.
* Brasileña, profesora de Teología en la Universidad Bíblica Latinoamericana en Costa Rica desde (2011) y doctora en Teología por la Escuela Superior de Teología (EST) de la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en Brasil (IECLB).
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PERSECUCIÓN RELIGIOSA A NIVEL MUNDIAL. Organizaciones y organismos internacionales han bajado línea, a las autoridades de todos los países para que, en todas las escuelas, desde jardín de infantes, se enseñe la IDEOLOGÍA DE GÉNERO; la cual, apunta a lograr que, los niños “CAMBIEN DE SEXO”; con el objetivo de que, al no haber casamientos en el futuro, la población mundial no aumente. Esto viene del mismo infierno. Por eso, todos los CRISTIANOS, católicos, evangélicos y demás confesiones religiosas, debemos CLAMAR A DIOS para que esta enseñanza no se dé más; y además, debemos SOLICITAR a nuestras autoridades que se detenga esta enseñanza diabólica.
1) Nada de lo escrito después del titular en mayúsculas sostenidas lo justifica; ni siquiera lo explica. 2) Lo que usted denomina “ideología de género” no viene de línea alguna bajada de organizaciones ni organismos internacionales, sino que es el desarrollo de los derechos humanos elaborado, en el caso colombiano, por la Corte Constitucional y las instituciones públicas y privadas. 3) ¿Cuál es su fuente sobre el enrevesado objetivo de la “ideología de género”? Si su objetivo final realmente fuera que la población mundial no aumentara, hay caminos mucho más eficientes que lograr que los niños (y supongo que también las niñas) cambien de sexo. Y también que el crecimiento de la población mundial no es consecuencia directa de los casamientos (estos no son condición ni necesaria ni suficiente para la reproducción), la cadena causal que presupone y que conectaría lo primero con lo segundo, se rompe. 4) Creo que una imagen más cercana del infierno es la malthusiana: un planeta con tanta gente que no si quiera puede alimentarla ni hidratarla.
Recuerda Hermano mio, lo que le sucedió a sodomía y a gomorra, no te preocupes, esta eterna lucha dialéctica de los pares de opuestos, es parte del proceso para ascender y descender de lo humano a lo divino y viceversa. Swami MahaPremananda, japadrom@gmail.com