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Importante empresa busca joven profesional con amplia experiencia

“La práctica hace al maestro” y “más sabe el diablo por viejo que por diablo” son frases populares que aluden a la importancia de la experiencia, pero que parecen haber entrado en desuso en muchos espacios laborales.

Fernanda entró emocionada a la recepción de la empresa. Se sentó a esperar a que la jefe de recursos humanos autorizara su ingreso. Finalmente, una cara jovial y alegre se asomó por la puerta y la invitó a pasar.

Se sentaron. La “jefe” empezó a organizar los papeles que Fernanda debía firmar, quien estaba feliz con esa nueva oportunidad profesional.

Hablaron de los trámites para incorporarla al sistema de salud y de los objetivos de su nuevo trabajo. Todo era emocionante y motivador hasta que “la cara jovial y alegre” le dijo: “Mira, te voy a decir la verdad, tú tienes 38 años y ya estás fuera del mercado laboral, pero nuestra empresa no se fija en esas cosas, así que ¡bienvenida!“. (Ver: El camino de Google hacia la igualdad).

Fernanda sonrió asombrada sin saber si firmar su contrato como un gesto de caridad empresarial o si sentirse fatal porque en su primer día de trabajo la recibían diciéndole que laboralmente era vieja.

Edad límite: 30 años

Desde hace un tiempo vengo buscando un cambio en mi vida laboral y, con un entusiasmo similar al de Fernanda, empecé a mirar ofertas confiada en mi experiencia de más de 15 años.

Fue entonces cuando vino la sorpresa: un gran porcentaje de los avisos mencionaba entre los requisitos la edad: Hasta 25 años – excluyente” o “Edad máxima: 30 años – excluyente“.

Un “excluyente” enfático que no dejaba dudas, que claramente me advertía que mi hoja de vida no sería tenida en cuenta, sin importar mis años de experiencia, las horas que he pasado diseñando o la calidad de mi trabajo.

Todos esos “plus” quedan anulados. ¿Por qué? Para empezar, esa restricción es indicio de mal pago: quieren recién graduados de la universidad para pagarles poco.

El perfil ideal

La edad siempre ha sido un factor importante en las convocatorias laborales”, afirma Mariana Benavides, profesional en Psicología Organizacional. “Las empresas buscan, lo que consideran ‘el perfil ideal’ para un cargo”.

Sí, ‘el perfil ideal’, en el que no es fácil encajar si se tienen más de 25 años. “Durante todos estos años he visto entre los criterios de selección: gente que viva fuera del norte no, mujeres con hijos no, gente mayor de 30 años no, gente que no sea blanca no, lo que es ofensivo como profesionales y como personas”, comenta Benavides.

Sin embargo, ella debe continuar con su labor como psicóloga organizacional y “descartar” a quienes no cumplen con los “requisitos”.

Es innegable que el rango de edad es un parámetro de elección pero varía según las expectativas de los jefes inmediatos. En general, la tendencia es buscar gente joven porque se asume que tienen cierta cercanía con la tecnología, la creatividad y adaptabilidad a las condiciones laborales ofrecidas, entre otras”, concluye.

Todos tenemos derecho al trabajo, pero en la práctica, esto es solo para los menores de 30 años.

Trabajo, edad y ley

Encontrarme frente a esa limitación, me indignó y desalentó mi búsqueda. Por esto quise saber cómo es el tema en distintos países. “En Francia, tú puedes buscar trabajo sin importar la edad, lo importante es lo que sepas y tu experiencia”, me dijo Brieuc, mi profesor de francés.

Aquí no pasa eso, porque simplemente los demandas, me dijo mi amiga Andrea que vive en Georgia (Estados Unidos). Y en Colombia, ¿será legal esa discriminación laboral?

Consulté el código del trabajo colombiano para saber si en alguna de sus páginas se mencionaba el máximo de edad para postularse. En ninguno de sus artículos encontré algo.

Así que me dirigí directamente al Ministerio del Trabajo. Allí, una asesora contestó amablemente mi duda: “Ninguna discriminación debería existir, de entrada el solo término sería y debería ser inaplicable, pero ‘señora Lila’, existe libertad de contratación por parte de las empresas”. (Ver: De cómo me convertí en “señora”).

Como quien dice, tengo que resignarme a este “limbo laboral” en el que nos quedamos los mayores de 30 años. Nunca fui de las personas que lucharon contra el sistema, pero ahora que me tocó a mí estoy muy enojada con su injusticia.

¿Tendré que abandonar mi idea de aspirar a un trabajo por ser mayor de 30 años y porque mis posibles empleadores suponen que, por tener experiencia, soy menos creativa o que voy a salirles muy costosa?

¿Cómo se espera, entonces, que trabajemos hasta los 60 años para jubilarnos, si cuando tenemos 30 las empresas nos patean?

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