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La fortuna de tomar tu mano

Tomar de la mano a una persona es un gesto de confianza, protección y amor. Nadie tendría por qué sentir miedo de hacerlo. Por esto, cuando sintamos el impulso de soltarla no lo hagamos. ¡Apretémosla más fuerte! 

Dos mujeres se suben a un bus de transporte público tomadas de la mano. Se ven felices.

Su expresión cambia cuando un hombre les lanza una mirada de desaprobación. Las manos se separan inmediatamente. (Ver: Más que homofobia, violencia por prejuicio).

Dos hombres se toman de la mano por debajo de la mesa de un restaurante. Dejan de hacerlo cuando llegan otros comensales.

Dos mujeres se toman de la mano en un cinema hasta que otras personas se sientan detrás de ellas.

Estas escenas, que parecen sacadas de la vida real, corresponden a un comercial que mi novio Andrés me envió hace unas semanas por Facebook. Forma parte de una campaña del Banco de Australia y Nueva Zelanda, que apoya la marcha del orgullo LGBTI de Auckland (Nueva Zelanda). (Ver: 9 miradas a las marchas LGBT de Colombia).

Me produjo muchas emociones. ¿Qué persona LGBTI no puede identificarse con estas situaciones?, me pregunté. Podría asegurar que en más de una ocasión nos morimos de las ganas de tomarle la mano a nuestras novias, novios, esposas, esposos, amantes, a quien sea, y no lo hacemos por diferentes razones.

Nos da miedo que nos señalen, que nos miren, que se burlen, que nos digan “maricones”, “areperas”, en fin, todas esas palabras que hemos escuchado varias veces y que buscan hacernos daño. Otras veces no lo hacemos porque puede significar una golpiza o perder la vida. Parece irreal, pero no lo es. (Ver: Un beso no incomoda, la homofobia sí).

Algo tan simple como tomarle la mano a una persona del mismo sexo puede significar una sentencia de muerte.

Hace unos días en Países Bajos, un país que en el imaginario colectivo es sinónimo de libertades individuales, dos hombres recibieron una golpiza mientras iban agarrados de la mano en la calle. Imaginen ustedes esta misma escena en Colombia o en algún país en los que ser LGBTI es considerado un delito. (Ver: Qué hacer con Uganda y Rusia).

Cogerle la mano a nuestras parejas se convirtió en una forma de llamar la atención pero por razones incorrectas, pues nos convierte en blanco de ataques homofóbicos y transfóbicos.

En Países Bajos, la reacción fue poderosa. En redes sociales comenzaron a aparecer fotografías de hombres tomados de la mano, acompañadas por el hashtag #allemannenhandinhand (todos los hombres de la mano). De esta forma se busca mostrar rechazo a actos de odio como el sucedido.

Tomarle la mano a una persona, independientemente de su orientación sexual o identidad de género, es expresar confianza. Significa protección y amor. Nadie debería tener que pensarlo dos veces antes de hacerlo y, mucho menos, sentir miedo.

El comercial termina invitando a las parejas LGBTI a que cuando sintamos el impulso de soltarnos las manos, hagamos lo contrario y las apretemos fuerte. Esta puede ser una forma de resistencia y de solidaridad con quienes no tienen la libertad de hacerlo.

Qué dicen, ¿nos unimos? Sería bonito que muchas personas lo hiciéramos para demostrar que el amor siempre es más fuerte y que no vamos a aceptar más la violencia de la que somos víctimas.

No se trata de que vivamos agarrados de la mano todos los días. Se trata de poder hacerlo cuando queramos, no cuando a la sociedad se le dé la gana de aceptar ver a dos mujeres o a dos hombres de la mano. Libertad es poder elegir, no que los demás elijan por mí.

Andrés, al enviarme el vídeo, escribió: “Me hace feliz poder tomar tu mano“. A él le digo que yo me siento afortunado de poder tomar la de él.

One thought on “La fortuna de tomar tu mano

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