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Javier Suárez, director de la Fundación Marido y Mujer.

La nueva cara del Partido Conservador

Del Partido Conservador Colombiano se saben muchas cosas. Se sabe, por ejemplo, que se opone al matrimonio y adopción por parte de parejas del mismo sexo y que tiene como director a Omar Yepes Alzate, quien forma parte de la “clase política tradicional” de este país, con las implicaciones que esta frase tiene.

También, que está en contra del aborto en cualquier caso y que tiene entre sus filas a un visionario (del pasado) como el ex congresista Pablo Victoria.

A pesar de todo esto, cuesta entender cómo los conservadores llegaron al punto de avalar a Javier Suárez Pascagaza para aspirar al Senado de Colombia. Suárez es el director, y al parecer único miembro, de la Fundación Marido y Mujer, organización creada con el único propósito de entorpecer los matrimonios entre personas del mismo sexo que algunos jueces colombianos están celebrando.

Era evidente que el partido le daría su aval a eminencias políticas de la talla de Roberto Gerlein y José Darío Salazar, pero sorprende que como estrategia de renovación haya incluido a un personaje que llega al punto de publicar en la página de Facebook de su organización el siguiente comentario:

¿No es llegar a límites insospechados promover la cárcel de por vida para personas que no están cometiendo ningún delito? Su eslogan de campaña es tan propositivo que dice: “no al matrimonio gay y no a la adopción de niños para ellos”. Es decir, de llegar al Senado, Suárez presentaría el proyecto para crear y presidir la comisión de “cacería de homosexuales”.

Su programa de campaña tiene seis puntos de los cuales tres están enfocados en prohibir que las parejas del mismo sexo tengan igualdad de derechos. En una y otra parte habla de defender la familia pero aún no ha especificado de qué o cuál es la amenaza que padece. Ahora, ¿cuáles serán sus propuestas sobre el proceso de paz, la salud, el transporte, el desempleo y otros tantos temas que realmente sí son de interés general?

Lo curioso de todo esto es que recientemente el periódico El Espectador publicó dos testimonios de ex compañeros de seminario de Suárez quienes aseguraron que él es homosexual.

Es lamentable que aún en este país ser LGBT esté tan estigmatizado, al punto que algunas personas prefieran convertirse en férreas opositoras de esta población como una manera de negar su propia realidad. Y esta premisa es válida para otros tantos funcionarios públicos a los que aún no han condenado a cadena perpetua.

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