El 14 de enero del 2014, el candidato al Senado de la República, Armando Benedetti (congresista desde 2002), presentó uno de sus videos de campaña. El video ya no se encuentra en línea.
En una clara muestra de que la población LGBT es eje fundamental de su estrategia, allí se ven dos parejas del mismo sexo, una masculina y otra femenina. Al final, Benedetti dice: “el tema acá no es de tolerancia, es que ellos, usted y yo tenemos los mismos derechos”.
Poco después de que el video empezó a circular, algunos medios de comunicación titularon la noticia así: “El ‘polémico’ video de campaña de Armando Benedetti”. Estaban tan poco convencidos de que en realidad lo era, que hasta comillas le pusieron a la palabra.
Mientras los medios sigan señalando como polémicos asuntos que no lo son, esa será la percepción que transmitirán a buena parte de sus espectadores. ¿Por qué decirles a los colombianos lo que debían pensar sobre el video? ¿Por qué algunos medios consideran que el hecho de que aparezcan parejas del mismo sexo, como tantas que existen en la realidad, debe ser calificado de esta manera?
Titulares como esos alimentan los pobres argumentos de personas como Javier Suárez, director de la Fundación Marido y Mujer, quien solicitó al Consejo Nacional Electoral (CNE), retirar dicho video porque, según él, viola los derechos de la familia constituida por un hombre y una mujer. En otras palabras, por prejuicios, desconocimiento y homosexualidad reprimida.
Para completar, cuando en W Radio transmitieron la noticia sobre la solicitud de Suárez, quien también es candidato al Congreso de la República por el Partido Conservador, una de las periodistas de la mesa de trabajo dijo: “¿Por qué? ¿Acaso están transmitiendo el video en horario familiar?” Es decir, ¿una pareja heterosexual sí puede salir dándose un beso en horario familiar, como habitualmente sucede y una del mismo sexo no?