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Las infancias trans siempre han existido y existirán

Carlos e Ivania, padres de Martín, le contaron a Sentiido cómo le han acompañado en su tránsito de género.

Martín viene de la unión de la montaña con el mar. Es descendiente de brisas Caribe mezcladas con verdes de los Andes. Martín es la luz de los ojos de Carlos e Ivania, una pareja de científicos colombianos, él cartagenero y ella nariñence.

Martín es un niñe trans no binarie de 10 años que desde los seis supo que no se identificaba como un niño, como le habían decretado los doctores al nacer. Pero también supo que sus padres le apoyarían incondicionalmente en la aventura de expresar su verdadero ser. (Ver: Ni hombre ni mujer: persona no binaria).

Sí. Las infancias trans existen, siempre han estado y siempre estarán. No son un invento, son seres humanos que desde edades tempranas exigen respeto por su identidad de género, distinta de la que se les asignó al nacer. (Ver: El género desde una perspectiva trans).

Como las demás infancias, necesitan amor, amparo, juego y comprensión, pero pasa que, a muchos adultos, las manifestaciones de una identidad trans en la infancia les despiertan ansiedad y rechazo. Esto suele desencadenar en tratos crueles bajo la excusa de “corregirles” o en violencia psicológica porque creen que de ese modo podrán “enderezarles”. (Ver: Esto no es terapia).

Pero este no en el caso de Martín. Esta es una historia de amor y respeto, una ventana al mundo de lo posible, de lo que significa crecer en una familia que te reconoce como persona. (Ver: “El amor por mis hijos estaba por encima de lo que decían en la iglesia”).

Carlos se crio en Cartagena e Ivania en un área montañosa de Nariño, al sur del país. Se conocieron en la universidad mientras cursaban un doctorado y desde entonces son un gran equipo. Son una mixtura de acentos y regiones, de saberes, sabores y experiencias. (Ver: “Dejemos de decir que no queremos hijos LGBT”).

Ambos decidieron que antes de cumplir 40 años tendrían un bebé. Todo marchaba según lo planeado: ecografías, chequeos médicos y un parto sin complicaciones. Todo fluía en casa y en la guardería y Martín crecía con salud y amor.

Las primeras manifestaciones de rechazo de Martín con la idea de ser niño estuvieron relacionadas con la forma de vestir. Cierta vez sus padres le compraron una ruana. Martín no se la quitaba. (Ver: “Desde que las niñas son rosadas y los niños azules, estamos jodidos”).

Poco a poco la ruana se tornó en una falda con la que Martín paseaba por todos lados y que utilizaba siempre a la altura de la cadera. Carlos e Ivania intentaron persuadirle para que dejara de usarla de esta manera, pero Martín insistía en ponérsela así y se convirtió en su vestimenta favorita durante mucho tiempo. (Ver: Juguetes sin barreras de azul ni rosado).

Carlos e Ivania fueron conscientes de que Martín estaba transitando de género cuando tenía cinco años y le fueron a comprar unas botas y escogió unas de color rosado. En el almacén el vendedor insistía en que eran inapropiadas para Martín porque, según él, eran para niña. (Ver: Disculpe, ¿en dónde está la sección de ropa indefinida?).

Ivania era consciente de que la identidad de género no es algo que se pueda enseñar, sino que es un proceso personal. En ese camino de descubrimientos, Martín reconoció muy temprano que no encajaba en la identidad masculina.

Carlos, de Cartagena, es el papá de Martín.

El señor del almacén insistía: ‘esas botas son de niña´. Entonces yo le dije: ‘Vea, no me importa, dele las botas que quiere, es talla tal, bájeselas’. Vieras la cara de felicidad cuando se puso esas botas rosadas y salimos a caminar a la carrera Séptima. ¡Estaba feliz! Yo lloraba pensando: jamás voy a permitir que alguien pase por encima de Martín. Jamás voy a permitir que le pongamos una prescripción de género”, recuerda Ivania. (Ver: Aceptar a los hijos LGBT).

Apoyar a Martín despertó en Ivania confusión y miedo porque no sabía si el respaldo era beneficioso o perjudicial. Pero pudo más su certeza de que lo importante no era lo que otros pensaran sobre qué es lo mejor para Martín, sino su felicidad. (Ver: “Cuando los hijos salen del clóset, los papás entran en él”).

Ella no estaba completamente desprevenida frente al tema. Durante la gestación, Ivania se había interesado por estudiar libros que le permitieran hacer una crianza más consciente de las imposiciones de género.

Fue así como llegó al libro “Parenting Beyond Pink and Blue: How to Raise Your Kids Free of Gender Stereotypes” de la escritora norteamericana Christia Spears. Este libro inspiró a Carlos e Ivania a practicar una crianza libre de estereotipos.

Carlos e Ivania acordaron que Martín iba a tener el derecho de explorar el mundo sin restricciones de género.

Entonces Martín tenía juguetes que iban desde carros hasta muñecas y se vestía como quería… Pero lo duro es cuando eso empieza a notarse fuera de la casa. “Nos preguntábamos: ¿lo dejamos?, ¿no lo dejamos?, ¿Qué tanto esto le va a afectar?”, recuerda Ivania. (Ver: Los juguetes que regalamos: más que diversión, una oportunidad).

Por supuesto, acompañar a un menor trans en su proceso requiere de un gran esfuerzo y es una tarea que no está libre de temor en el contexto en el que vivimos. Hay miedo a que otras personas no le acepten y se siente incertidumbre de cómo se va a desarrollar por fuera del hogar, con la familia extensa, en la escuela, el parque y en la sociedad en general. (Ver: Así vivió la pandemia la juventud LGBTIQ de Colombia).

Cuando las infancias afirman su identidad trans, es común que las familias quieran protegerles de posibles violencias, por eso, muchos papás optan por frenar el tránsito y aislarles. Sin embargo, Carlos e Ivania optaron por “deconstruirse” como dicen ellos mismos y, a partir de ahí, crear un ambiente de respeto, cuidado y aceptación de Martín.  (Ver: “Dejemos que nuestros hijos vivan su vida y no nuestros sueños”).

Ivania, de Nariño, es la mamá de Martín.

Martín les enseñó a sus padres a nombrar su identidad, a respetarla y a cambiar esos imaginarios de ver a las infancias como entes sin voz propia.

Así lo expresa Carlos: “Eso no sale en las ecografías, y llegó la sorpresa, ¡oh, nuestro hijo es un niñe! Yo en particular tuve que hacer un proceso de deconstrucción de un pocotón de vainas raras que tenía en la cabeza, porque imagínate, yo criado en Cartagena, cultura machista, pero afortunadamente tengo esta mujer al lado (Ivania) que me ayudó a desaprender un montón de cosas”. (Ver: Guillermo Vives: tenemos que ser visibles).

Un elemento clave que fue mencionado por Carlos e Ivania en su proceso con Martín, fue que buscaron ayuda profesional para acompañar el tránsito. Acudieron a un grupo de terapeutas especializados en diversidad sexual y de género que les dieron herramientas para comprender los cambios y para adquirir un vocabulario respetuoso y adecuado para nombrarle. (Ver: Existencia y resistencia no binaria: consejos para aliados).

Gracias al apoyo recibido Martín empezó a identificarse como un niñe trans no binarie, cambió su armario por ropa femenina, se dejó crecer el pelo y mantuvo su nombre en masculino. Carlos e Ivania consideran que es un error pensar que las infancias son incapaces de usar su intelecto, de comprender el mundo o de utilizar un lenguaje elaborado.

En cada cita con el psicólogo eran tres libros para leer. Y de pronto un buen día Martín dijo: ‘Yo soy une niñe trans, no binarie’. Entonces le pregunté: ‘¿Y cómo entiendes eso?’. Me dijo: ‘La vida es como un río, en un lado están las niñas, en otro lado los niños. Yo a veces me voy a una orilla, a veces me voy a otra. A veces estoy en el centro’. Lloré. Sólo tenía seis años. Pero ¿qué mejor persona para entenderse que uno mismo?”, recuerda Ivania. (Ver: “La ternura radical es abrazarte como persona trans”).

Estudiando, Carlos e Ivania consiguieron desaprender muchos prejuicios. Por ejemplo, desmontaron esa idea de que son las familias las que generan una “mala” influencia en la identidad de género de las infancias, como si ser trans fuera algo negativo. (Ver: Chao prejuicios).

Esta pareja considera que ese es un argumento machista que intenta imponer culpas sobre las madres por ser afectuosas con sus hijos varones, o sobre los padres cuando no se comportan con rudeza. (Ver: “Tener una hija lesbiana es un orgullo para mí”).

Otro mito sobre las infancias trans es que es una etapa, un momento fugaz que cuando acabe conducirá a un supuesto destino “normal” de hombre o de mujer cisgénero. Pero es sabido que la mayoría de infancias que se asumen trans persisten en su identidad hasta la edad adulta, a pesar de las inmensas dificultades que esta decisión les acarrea en sus vidas. (Ver: Las madres trans: otra forma de ser mamá).

“La vida es como un río: a una orilla están las niñas y en la otra los niños. Yo a veces estoy en un lado y otras veces me voy al otro. Y a veces estoy en el centro”, definición de Martín a los 6 años de edad.

Nosotros no nos estamos inventando las infancias trans, eso es real y no es una cosa pasajera. Lo que yo puedo hacer es mostrarle al mundo que eso existe, que no es mentira. Uno no tiene por qué esconderse, no tiene que haber vergüenza, sino mucha conversación desde la empatía y el amor”, dice Ivania.

Carlos e Ivania han tenido que dar duras peleas para que se respete la identidad de género de Martín. Han discutido con sus familiares, con colegas del trabajo y con las instituciones educativas.

Hace unos años Martín decidió que iba a ir al colegio con jardinera de niñas y esto generó temor en la familia por las violencias que podrían despertarse. En varias ocasiones Martín recibió insultos, burlas y humillaciones por parte de sus compañeros. Ante esta situación, sus padres emprendieron un proceso de sensibilización con docentes, directivos, estudiantes y padres de familia. (Ver: Bullying y homofobia en el colegio: hablamos mucho pero hacemos poco).

Esta familia ha cuestionado las normas de género de esta institución educativa. Por ejemplo, han levantado quejas sobre la división de baños por género, el uso de filas para niñas y niños y sobre la imposición de los uniformes que separan el pantalón de las jardineras. (Ver: Baños mixtos: una apuesta por la inclusión).

Carlos e Ivania saben que no pueden proteger a Martín de todas las violencias, por eso consideran fundamental que las infancias trans aprendan a defenderse y a no tener que explicarle a todo el mundo sus existencias.

Hemos intentado darle todas las herramientas para que pueda defenderse. ‘Si alguien te dice esto, tú respondes así, si ya eso escala, entonces vas a tal persona en el colegio y denuncias’. Al principio era muy reacio a contarnos. Siempre decía: ‘yo puedo solucionarlo’, pero justo hace unas semanas llegó muy mal porque le dijeron la palabra gay de manera despectiva. Y Martín sabe qué es, pero sabe que los niños no saben qué es. Entonces, la respuesta cuando le insultaron fue: ‘Yo antes era gay, pero ahora no, porque me gustan niños y niñas’. Martín va 20 pasos más adelante, pero uno sufre”, reconoce Ivania.

En el fondo, el activismo de Carlos, Ivania y Martín pone en evidencia que nuestra sociedad poco o nada escucha a las infancias, sean o no trans. Por eso, es importante que el mundo conozca sus voces y experiencias. (Ver: Mónica Roa: el feminismo ayuda a tener relaciones familiares más sanas)

Durante la pandemia Ivania aprovechó sus conocimientos en biología para iniciar un proceso de producción y edición de podcast en donde discute junto a Martín temas científicos desde la perspectiva de las infancias trans. Este proyecto se titula “El microscopio” y está disponible en Spotify. (Ver: Cuando nos volvamos a encontrar).

Nos inventamos El Microscopio podcast, en el que Martín participa, lo que sirve para mostrar que las infancias trans existen, que tienen voz y preguntas de ciencia chéveres”, dice su orgullosa mamá.

Para crear un ambiente protector para las infancias trans se necesita no tolerar la discriminación y enseñar con amor a convivir en la diferencia.

Tips para una crianza transamorosa

  1. Trabajar en equipo. Carlos e Ivania intentan ser soporte uno del otro. “Yo soy el frente de ataque y Carlos de contención”, dice Ivania. Ella se adscribe en las luchas feministas y suele ser contundente cuando las personas demuestran sexismo y transfobia, mientras que Carlos emplea estrategias para suavizar a la gente mediante el diálogo. (Ver: Los súper poderes del feminismo transincluyente).
  2. Conocer con qué se enfrentan. Ivania sostiene que por ser mujer la sociedad la ha juzgado mucho más duro por tratar de defender los derechos de Martín. “No es lo mismo que yo de mamá vaya y diga ‘mira, respeta a Martín’. Cuando va Carlos, a él no lo cuestionan, le hablan a él y no a mí, porque pesa más el respaldo del hombre de la casa”.

    La lucha contra el machismo y contra la transfobia son inseparables, por eso, ambos insisten en la importancia de que los hombres se solidaricen con las personas trans y aboguen por un feminismo que permita una liberación colectiva. (Ver: Transitar en la escuela primaria).
  3. Reconocer y respetar las infancias. Los adultos no somos dueños de las infancias.  Lo primero es escucharles atentamente y respetar lo que expresan. También es esencial ponerse a su altura: “Cuando vas a hablar con un niño, escucha y ponte a su altura. Eso puede ser literal, pero también subjetivo y bajarte no solo de tu estatura, sino de tu ego y de tu prepotencia de ser el adulto que lo sabe todo. Debes bajarte y aprender de lo que te está diciendo”, explica Carlos. (Ver: Ser LGBT no se aprende ni se impone, se vive).
  4. Fijar límites. Las infancias son dueñas de las decisiones sobre sus propios cuerpos y merecen cuidado, respeto y acogimiento. “Hay que transmitirles a los hijos: ‘hay muchas cosas que decido yo y cosas que puedes decidir tú. Hay que darles el espacio para que sientan que tienen poder sobre sí mismos”, agrega Carlos.

2 thoughts on “Las infancias trans siempre han existido y existirán

  1. Más que pensar asimilo para poder transmitir y yo misma entender los casos pues son académica y en sociologia jurídica, en género familias homoparentales y todo lo que villa sucediznso lo voy apnicando à las nuevas generaciones para que estén en comunidadcy que ellos también son y hacen parte de ellas y de las familias.
    Esto lo multiplico entre mis estudiantes, familia, y a todo el que pueda hay que aculturizar y desculturizar.

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