Muchas lecciones nos dejó el referendo propuesto por la senadora Viviane Morales, que fue archivado en la Cámara de Representantes. Estas son algunas.
Los tiempos que corren, y los que se avecinan, hacen necesario concentrar los esfuerzos en evitar que Colombia avance por el camino del fanatismo, la desinformación y el odio.
Para la muestra, algunas de las lecciones que dejó el referendo propuesto por la senadora Viviane Morales para evitar que personas solteras, viudas o separadas, así como parejas del mismo sexo, puedan postularse a procesos de adopción:
1. La postverdad – mentiras modernas
El uso de la postverdad –o lo que antes se llamaban mentiras– se volvió pan de cada día en los promotores de este referendo. Para sustentarlo, insinuaron con persistencia que las personas homosexuales representamos un peligro para nuestros hijos, que tenemos intenciones ocultas con ellos y que queremos volver a todo el mundo homosexual. (Ver: ¡Victoria! El estilo de vida homosexual sale del clóset).
Además, sostuvieron otra postverdad: que la iniciativa no se adelantaba porque los promotores fueran homofóbicos (¡ni dios lo quiera!), sino porque les interesaba única y exclusivamente el bienestar de los niños. (Ver: La Corte Constitucional aprobó la adopción igualitaria, ¿por qué esta vez sí?).
Quienes repitieron sin descanso estos argumentos acudieron a otro aún más descabellado, según el cual exigirles respeto a las personas LGBT y sustento a sus afirmaciones temerarias, era un ataque contra sus convicciones religiosas.
Cada vez que se vieron evidenciados en sus contradicciones, los impulsores del referendo recurrieron a decir lo dicho, a “dorar la píldora” para que no sonara tan grave, para que no se hiciera evidente la agenda religiosa fundamentalista y con intenciones políticas, que es lo que realmente hay detrás de esta propuesta. (Ver: Lo que falta saber del referendo de Viviane Morales).
2. Estudiar y verificar las fuentes
Los argumentos con los que se sustentó la iniciativa legislativa del referendo fueron desvirtuados uno a uno, incluso por los mismos autores cuyos estudios fueron manipulados.
Esto fue lo que pasó con el profesor Kyle Pruett quien terminó enviándole una carta a la senadora Viviane Morales, solicitándole que no utilizara sus estudios para sostener afirmaciones en contra de las personas homosexuales que él nunca concluyó.
Nos corresponde verificar más las fuentes en las cuales sustentan sus afirmaciones quienes se oponen a los derechos de las personas LGBT. Especialmente ahora que, en el afán de dejar claro que no son homofóbicos (¡ni dios lo quiera!), acuden a argumentos “seudojurídicos” o a interpretaciones forzadas de fuentes científicas aparentemente neutrales. (Ver: 9 razones por las que el referendo de Viviane Morales sí discrimina).
El referendo demostró que partir de la buena fe y dar por hecho que la gente dice la verdad, debe ser revisado.
El referendo no se cayó porque los homosexuales fuéramos el blanco directo de esta iniciativa. No se cayó por homofóbico.
3. La gente soltera
La exclusión de las personas solteras para que pudieran adoptar, el argumento que más peso tuvo para que el referendo se cayera, fue un claro error de cálculo político de sus promotores.
Pero un error explicable a la luz de la ignorancia estratégica que mantienen acerca del país en el que viven, en el que la población de solteros aumenta y cada vez es menor el número de personas que se casa.
Es decir, la iniciativa se cayó por la gente soltera. Les quitaba un derecho a estas personas que son cada vez un porcentaje más grande de la población colombiana. Y la gente soltera fue incluida en la iniciativa porque, en la lógica de los promotores, cualquier forma de familia que no sea la tradicional nuclear, es una forma viciada. Una forma no óptima.
El referendo se cayó porque algunos representantes a la Cámara tienen familiares solteros que asumieron el cuidado de sus hijos, solo eso les impidió votar a favor. No hay que llamarse a engaños: sin solteros el referendo discriminatorio seguiría su curso.
4. El bienestar de los niños
Tan concentrados estuvieron los promotores del referendo en tratar de mostrarse neutrales y no homofóbicos (¡ni dios lo quiera!), que dejaron de lado las evidencias más claras de la manera en que esta propuesta afectaba a las niñas y niños que están a la espera de ser adoptados.
Se olvidaron de mencionar -o de pensar siquiera en ellos- a los 13.280 niños (cifras del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF a marzo de 2017) que están en el sistema de protección, internados en hogares del ICBF. Niños y niñas que cada noche se van a la cama rodeados de otros niños abandonados. (Ver: Niñas y niños opinan).
Tampoco fueron importantes en sus discursos los 1.857 niños con discapacidad que esperan ser adoptados. Ni los 2.842 que están entre los 13 y los 18 años, es decir, los que ya están casi condenados a seguir en el sistema.
Por supuesto, ni se les ocurrió mencionar que, una vez cumplidos los 18 años, estos niños y niñas, salvo los que tienen discapacidad, quedan a merced de sí mismos. Sin ningún apoyo afectivo o emocional, sin ningún apoyo familiar o estatal.
Según los promotores del referendo, todos esos niños están esperando una pareja de hombre y mujer para adoptarlos. No un hogar, no una familia, no amor y cuidado, sino una pareja heterosexual que los cuide. Una pareja heterosexual como la mayoría de las que abandona a sus hijos. Según ellos, cualquier otra propuesta de familia sería rechazada por estos niños y niñas.
No es un argumento homofóbico (¡ni dios lo quiera!) sino una conclusión de los promotores sobre estos estos niños a los que nunca les han preguntado. A quienes ni siquiera se han acercado pero a los que interpretan con absoluta claridad, aún sin conocerlos.
Los promotores del referendo Negaron que, en los últimos diez años, una vez a la semana un niño o niña ha sido adoptado por una persona soltera.
5. Religión y política
La alianza de religión y política se vuelve peligrosa cuando se mezcla con dogmatismos. No creo que haya que renunciar a las convicciones religiosas para hacer política. Hay gente religiosa haciendo política y, mientras no pretendan imponer sus creencias, sino acogerse al Estado democrático, no hay motivos para reprochar.
El problema surge cuando quien tiene unas convicciones religiosas, pretende imponerlas por la fuerza o por la vía del desconocimiento del Estado de Derecho para el cual trabaja. (Ver: La creciente y preocupante influencia de la religión en la política).
Para la muestra el nefasto paso de Alejandro Ordóñez por la Procuraduría General de la Nación o los miembros de concejos municipales, asambleas departamentales o del Congreso que citan la biblia, olvidando por completo que la estructura del Estado colombiano se rige por la Constitución Política, no por un libro sagrado.
En el debate sobre el referendo, un representante a la Cámara manifestó, y lo sustentó con amplias citas, que para tomar su decisión de voto no consideró necesario consultar la ley o la Constitución, le bastó con leer la biblia.
Y la pregunta es: ¿Le parecería bien a las y los colombianos si en lugar de hacer decorar un oratorio con imágenes católicas, otro funcionario resolviera utilizar recursos públicos para adecuar una mezquita en un edifico igualmente público para su uso personal?
¿Sería recibido sin indignación que algún congresista dijera: “No necesito consultar la Constitución para definir mi criterio sobre una ley, me basta con la lectura del Corán”? Con toda seguridad habría protestas, indignación y molestia generalizada en este país que se precia de ser mayoritariamente católico cristiano.
Este es un país regido por una Constitución Política que acoge la libertad de cultos. Es decir, reconoce que las personas pueden tener las creencias que quieran y que sin importar cuáles sean, el Estado les garantiza a todas las personas los mismos derechos. Sin preferencias.
Pero para que esta sea una premisa exitosa, es necesario que no se privilegie ninguna creencia sobre otra. (Ver: El camino para que Colombia sea un Estado laico).
Justo ahí está la enorme potencia del concepto de Estado laico: que cada persona crea o no crea lo que quiera. Y que independientemente de esto, tenga los mismos derechos y las mismas restricciones.
Debe estar prohibido utilizar recursos públicos para crear espacios de culto, de uso público o privado, de cualquier denominación religiosa. Y debe establecerse que independiente de las convicciones de cualquier servidor público, la norma que rija sus actuaciones sea la Constitución y la ley, no un texto que considere sagrado.
La protección de las expresiones religiosas es un objetivo deseable, que no debe caer en los extremismos. Acaba de ser condenado a tres años y medio de prisión un joven ruso porque subió a sus redes sociales un vídeo que lo muestra jugando Pokemon Go en un templo ortodoxo.
¿Tres años y medio de prisión, un día de prisión al menos, por jugar en un templo? A esos extremos se llega cuando la relación iglesia – Estado pierde las sanas distancias y se convierte en el maridaje inconstitucional que pretende el fundamentalismo religioso.
A Alejandro Ordóñez lo tutelaron por utilizar recursos públicos para promover la religión católica en la procuraduría.
Sorprende escuchar a representantes a la Cámara decir que no deben acogerse a las decisiones de nueve “iluminados”.
6. Un Estado de Derecho
Nos corresponde a todos los colombianos defender el Estado de Derecho. Hay ataques permanentes contra las instituciones del Estado. En el debate sobre el referendo se escuchó un argumento que resulta desconcertante, especialmente cuando quienes lo esgrimen son servidores públicos, nombrados o elegidos.
Se dijo con insistencia, refiriéndose a la Corte Constitucional, que las decisiones de nueve magistrados (“iluminados” los llamaron varios representantes a la Cámara) no podían determinar los destinos de 44 millones de colombianos.
Es un argumento ridículo y supremamente peligroso. Por una parte, desconoce de raíz que el funcionamiento del Estado depende de la separación de poderes y que el poder Ejecutivo (el Presidente y sus Ministros); el Legislativo (El Congreso con su Senado y Cámara) y el Judicial (con las Altas Cortes – La Suprema, la Constitucional y el Consejo de Estado y todos los jueces y juezas de la República) funcionan de forma independiente.
Cada instancia de la estructura del Estado cumple unas funciones. Existe para ejecutarlas. Aducir que son muy poquitos y que esa es razón suficiente para desconocer lo que salga de sus pronunciamientos es altamente peligroso para la democracia, que es representativa, es decir, que acude a la elección de algunos para que cumplan con las labores de funcionamiento del Estado.
Con esa misma idea, alguien podría alegar que no le parece que 268 personas -elegidas para el Congreso- definan las leyes para 44 millones de colombianos. ¿Se darán cuenta los representantes y senadores que usaron ese argumento del riesgo en el que ponen sus propios puestos?
7. Las alianzas
La incidencia para que este referendo no siguiera su curso tuvo muchos involucrados. Las alianzas hechas con grupos de mujeres como la Red Nacional de Mujeres y la Corporación Humanas y la audiencia organizada por Sisma Mujer evidenciaron el absurdo de la prohibición de adoptar por parte de las personas solteras.
Asimismo, el Gobierno nacional se involucró a fondo con pronunciamientos del Ministerio del Interior y de Salud y con la presencia de los ministros durante todo el debate. La Procuraduría (al fin en unas manos decentes) y la Defensoría opinaron en contra de la continuación de esta iniciativa.
La voz de los medios de opinión cerrando filas en contra del referendo fue definitiva. También lo fueron los editoriales de medios regionales y de los principales medios de comunicación escrita del país, publicados el día anterior a la votación.
Todos esos factores incidieron para que el referendo discriminatorio no siguiera su curso.
Se escucharon las múltiples voces de periodistas, columnistas y analistas de opinión rechazando esta iniciativa o promoviendo debates informados en radio para demostrar los argumentos de parte y parte y permitir que la población definiera su criterio.
La brillante actividad y actitud férrea de Angélica Lozano, representante a la Cámara por Bogotá, y de su equipo de trabajo, fue fundamental. Estuvo acompañada por organizaciones de la sociedad civil, como Colombia Diversa y organizaciones y activistas LGBT de todas las regiones del país quienes trabajaron de manera articulada.
Contrario a lo que aducen los promotores del referendo, no se trata de lo que ellos llaman “lobby gay” o “dictadura LGBT” sino de la evidencia clara de que la democracia es un asunto que involucra a mucha gente y de que la defensa de las instituciones sigue moviendo a las mayorías del país. ¡A pesar de los discursos polarizantes de algunos, que no son homófobicos, claro, ni dios lo quiera!
8. Lo que sigue
No podrán quejarse los promotores del referendo de los efectos que han obtenido. La senadora Morales logró mantenerse vigente en medios, elemento muy importante para su campaña electoral de 2018, muy probablemente a la Presidencia. (Ver: El referendo de Viviane Morales es de majaderos).
Los pastores que se unieron a esta causa también lograron posicionar sus nombres y agendas para las próximas elecciones porque no está de más recordar el interés electoral que hay detrás de buena parte de esta iniciativa.
Por desgracia, ese afán electoral populista ha dejado también una polarización muy dañina hacia las personas homosexuales y con convicciones religiosas, que no necesariamente son sectarias. (Ver: Creo en Dios y soy homosexual).
Conviene la mesura en la manera de referirnos a nuestros contradictores. Es urgente encontrar maneras respetuosas de resolver las diferencias ideológicas, incluso con la gente que no comparte nuestras opiniones. El mínimo es el respeto, que es justamente lo que en este debate brilló por su ausencia.
Nos queda defender el Estado de Derecho. Hacer cada vez más fuerte la reivindicación del Estado Laico. Mantener el debate en un tono y con unos contenidos serios y técnicos y sobretodo ajenos a la postverdad – esas mentiras modernas- es decir, defender estos temas con la verdad. (Ver: La tal ideología de género, ¿de dónde viene y para dónde va?).
El referendo discriminatorio ha hecho mucho daño, pero ya no sigue su curso.
Nos queda buscar la manera de tender puentes de diálogo con la gente que ha quedado en medio de la polarización para encontrar causas comunes, la lucha contra la corrupción por ejemplo.
Una de las alianzas sorprendentes en todo este asunto es el de unos grupos religiosos que dicen defender la moral, con corruptos como Alejandro Ordoñez, retirado de su cargo por hacerse elegir dándoles cargos a familiares de sus electores. O con políticos locales o regionales vinculados con el paramilitarismo.
Las lecciones aprendidas son muchas y es conveniente recordarlas a diario. Vienen tiempos difíciles. Las campañas de 2018 abusarán hasta la saciedad de la postverdad.
Los corruptos usarán la bandera anticorrupción, los homofóbicos, la de la protección de los niños, los demagogos querrán convencer al país de que los homosexuales somos gente no apta, una especie de tribu que quiere acabar con la familia y con la sociedad.
Mantenerse unidos, defender la democracia, evidenciar a los corruptos que posan de una moralidad de la cual carecen y encontrar alternativas de diálogo con otras miradas, es lo que corresponde ahora.
Más allá de ser homosexuales, heterosexuales, solteros, casados, creyentes o ateos… Defender el Estado Derecho y rechazar de plano la corrupción es una tarea urgente que nos corresponde a todos.
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