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¡Listos los resultados de la primera encuesta de bullying LGBT de Colombia! 9 voces opinan

Sentiido y la ONG Colombia Diversa lideraron la primera encuesta de bullying escolar LGBT de Colombia. Las cifras evidencian una preocupante realidad. 9 expertos analizan cómo superar esta forma de intimidación escolar tan oculta e ignorada.

Samuel tiene 15 años. En el conjunto donde vive, en el colegio donde estudia y en sus redes sociales le dicen “¡marica!”, “¡gay!”, “parece una niña” y “¡aprenda a correr como un hombre!”. A él le apasionan la tecnología, las series de Netflix y hablar de política, pero no le gustan los deportes y no sale con niñas como lo hace la mayoría de los adolescentes de su clase.

Aunque no juega fútbol, se ha matriculado en academias de este deporte con la esperanza de que algún día sus compañeros lo acepten y disminuya el bullying que ha vivido desde que tiene 8 años. Pero en la práctica, no ve la hora de que se acaben los partidos en donde, rara vez, le permiten jugar como arquero.

No habla con sus papás ni docentes de los insultos que a diario recibe. En el fondo piensa que la culpa es suya: por no jugar fútbol, no tener novia ni correr como los demás, tienen razón en “montársela”. Además, ha crecido escuchando que ser o parecer homosexual es un pecado y una anormalidad.

El problema de Samuel es ser quien es y no ajustarse al modelo de masculinidad que la sociedad ha impuesto. Él es uno de los tantos menores que padecen bullying o intimidación escolar por no cumplir con los comportamientos que la sociedad espera de un hombre.

Por ser distinto a la mayoría, Samuel recordará el colegio como una de las peores pesadillas de su vida.

Enrique Chaux, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes, señala en el libro Educación, convivencia y agresión escolar, que esta clase de intimidación escolar reproduce un modelo de masculinidad, según el cual los hombres deben ser fuertes, agresivos, poco sensibles y conquistadores de mujeres.

El comportamiento contrario es castigado con intimidación porque representa lo opuesto de aquello que es valorado en los hombres. A esta clase de acoso escolar se le conoce como bullying por orientación sexual, expresión e identidad de género.

Miguel Rueda, PhD en Psicología Clínica y director de Pink Consultores, le explicaba Sentiido que muchas veces estos menores ni siquiera se identifican como LGBT, pero a un niño amanerado inmediatamente le van a decir “gay”.

Como lo analizaba Sentiido, esta clase de intimidación escolar es una de las más difíciles de manejar porque si un estudiante busca insultar a otro llamándolo “negro”, varias personas intervendrán para decirle que eso está mal y que todas las razas merecen el mismo respeto.

¿La culpa es de la víctima?

Por el contrario, si es “marica” la palabra utilizada para referirse a un niño que tiene comportamientos considerados femeninos, menos gente frenará la situación. Existe una cierta aprobación a este tipo de agresiones, con frases como “quién le manda ser así” o “por no ser como los demás es que lo molestan”, se responsabiliza a la víctima de los ataques.

Chaux señala en el libro Educación, convivencia y agresión escolar que algunos de los estudiantes que sufren intimidación por homofobia tienden a faltar al colegio porque se sienten incómodos o inseguros en estos espacios.

Asimismo, los adolescentes hombres que son víctimas de insultos homofóbicos tienen mayor tendencia a la ansiedad, la depresión, la angustia y una pérdida del sentido de pertenencia con la escuela. Las adolescentes mujeres tienden al retraimiento.

“Varios estudios han mostrado que los hombres homosexuales que en su adolescencia fueron víctimas de intimidación estuvieron en mayor riesgo de suicidio que quienes no lo vivieron”, agrega Chaux.

Para detener el bullying LGBT, los estudiantes deben aprender a frenar las dinámicas homofóbicas en sus grupos de pares.

En otros países, continúa Chaux, algunos colegios han promovido la integración de temas LGBT a los currículos académicos, por ejemplo en literatura, promoviendo la reflexión y el pensamiento crítico sobre la homofobia.

Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, los comportamientos homofóbicos se refuerzan en las dinámicas de grupo. Los adolescentes tienden a armar grupos con aquellos que tienen actitudes homofóbicas similares.

El 15 de marzo de 2013, el Congreso de Colombia promulgó la Ley 1620: “por la cual se crea el sistema nacional de convivencia escolar y formación para el ejercicio de los derechos humanos, la educación para la sexualidad y la prevención y mitigación de la violencia escolar”.

Desde entonces, muchas instituciones educativas han tomado en serio el bullying por raza, religión, condición socioeconómica o discapacidad, pero en pocas se aborda, de manera explícita, por motivos de orientación sexual, expresión e identidad de género.

Respeto por unos…

En otras palabras, se promueve el respeto por las personas negras, indígenas, de escasos recursos, con discapacidad, pero no por las homosexuales, bisexuales, lesbianas o trans.

La mayoría de veces las directivas consideran suficiente con hablar de respeto en general. Pero el problema de fondo es que un buen número de rectores, docentes y padres de familia, no abordan este tema porque tienen prejuicios y desconocimiento al respecto.

Aún hay quienes piensan que la homosexualidad es una enfermedad que se contagia o una orientación sexual que puede fomentarse.

Adicionalmente, en muchas instituciones se parte de la base de que todos los estudiantes son (o deben ser) heterosexuales y de que, según sus genitales, una persona debe obligatoriamente considerarse hombre o mujer.

Además, los ejemplos puestos en clase son siempre sobre relaciones heterosexuales y se obvia la orientación sexual homosexual o bisexual de personajes históricos.

La escuela siente que parte de su labor es fomentar el ideal de masculinidad en los hombres y el de feminidad en las mujeres. Y cuando aparecen expresiones que se salen de ahí, el sistema las interpreta como desviaciones de “lo normal”.

En algunos casos, las directivas y docentes no se toman en serio el bullying por orientación sexual, expresión e identidad de género porque creen que son casos aislados y no conocen cifras que evidencien la magnitud de este problema.

Hay algunos estudios por ciudades y otros de clima escolar en general, pero faltaba una encuesta nacional enfocada en bullying escolar por orientación sexual, expresión e identidad de género dirigida a estudiantes que se identifiquen como lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT).

La encuesta de clima escolar LGBT

Por este motivo, en septiembre de 2015, las directivas de GLSEN, organización norteamericana que promueve que cada una de las personas de la comunidad educativa sea respetada sin importar su orientación sexual, identidad o expresión de género, invitaron a Sentiido y a Colombia Diversa, para liderar en Colombia la primera encuesta de bullying LGBT.

Todo Mejora Chile, organización que trabaja por el bienestar de quienes sufren bullying por su orientación sexual, identidad o expresión de género, fue junto con GLSEN quienes lideraron el proyecto regional. La encuesta también se llevó a cabo en Brasil, Uruguay, Argentina, México, Chile y Perú.

La encuesta fue difundida por redes sociales, principalmente Twitter, Instagram y Facebook, dirigida a residentes en Colombia, quienes la respondieron de manera voluntaria y anónima.

Estudiantes LGBT manifestaron si se sintieron inseguros o si fueron acosados en sus colegios.

Para diligenciarla, se solicitaba que las personas participantes tuvieran al menos 13 años y máximo 20, haber asistido a una institución educativa secundaria en Colombia durante 2015 e identificarse como lesbiana, gay, bisexual (o una orientación sexual no heterosexual) o con una identidad de género trans (entre otras opciones).

La recolección de la información (no se preguntaron datos personales ni de contacto) se realizó entre diciembre de 2015 y marzo de 2016 por medio del enlace mivozcuenta.co. La muestra final se compuso de 581 estudiantes LGBT (la edad promedio fue de 16 años) de la mayoría de departamentos de Colombia.

La información recogida fue analizada por investigadores de GLSEN y un profesor de la Universidad de Harvard (Estados Unidos). Estos son algunos de los datos que la encuesta reveló:

  • 21 % afirmó que no asistió al colegio al menos una vez durante el último mes porque sintió inseguridad o incomodidad.
  • 67 % informó que se sintió inseguro/a en su colegio durante el año pasado debido a su orientación sexual.
  • 54 % se sintió inseguro/a debido a cómo expresa su género (la manera de vestirse, comportarse, peinarse etc).
  • 71 % fue víctima de acoso verbal debido a su expresión de género (la manera de vestirse, comportarse, peinarse etc).
  • 70 % fue víctima de acoso verbal en el colegio debido a su orientación sexual.
  • 43 % fue víctima de acoso físico en el colegio debido a su orientación sexual.
  • 42 % fue víctima de acoso físico debido a su expresión de género.
  • 37 % se sintió agredido/a por un/a profesor/a del colegio a raíz de su orientación sexual o identidad de género. El 22 % se sintió agredido/a por una directiva.

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Enrique Chaux

Cifras de bullying o matoneo LGBT Colombia
Foto: escudosdelalma.org.

Profesor de Psicología de la Universidad de los Andes e investigador en competencias ciudadanas, manejo de conflictos y prevención de la intimidación escolar (bullying).

“Ningún manual de convivencia puede discriminar porque estaría violando la Constitución de Colombia”.

1. ¿Qué percepción tiene de los datos que conoció de la encuesta sobre bullying escolar por orientación sexual, expresión e identidad de género en Colombia?

Estudios realizados en América Latina y otros países han venido mostrando que, lentamente y especialmente entre los jóvenes, está teniendo lugar una mayor aceptación y valoración de la diversidad. Saben que existen diferentes orientaciones sexuales y que todas merecen respeto e igualdad de derechos

Sin embargo, resultados como el de esta encuesta evidencian que aún hay muchos jóvenes recibiendo maltrato en sus instituciones educativas por su orientación sexual, expresión e identidad de género.

“Este tipo de encuestas permiten conocer, de manera anónima, la realidad de muchos estudiantes”.

Los estudiantes que agreden son pocos, pero esta violencia hace que la escuela no sea el espacio seguro que quisiéramos que fuera o en donde cada estudiante pudiera expresar su identidad sin miedo a ser maltratado.

2. El bullying LGBT sería menos legítimo si las instituciones educativas especificaran en sus manuales de convivencia que en sus colegios se respetan todas las orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, pero pocas lo hacen. ¿Cómo manejar esto?

En nuestro trabajo con colegios vemos que la mayor parte de las directivas de instituciones educativas está dispuesta a promover la valoración de las diferencias por origen, etnia e incluso por orientación sexual, expresión e identidad de género.

Sin embargo, hay unos rectores y unas asociaciones de padres de familia que tienen resistencias y prejuicios al respecto y no han dado ese paso.

Pareciera como si en todos los colegios discriminaran o que existiera un gran movimiento de rectores y profesores en contra de las diferencias. Pero tengo la percepción de que estas personas son una minoría, pero una minoría que se hace sentir.

Son personas a las que les cuesta comprender que todos tenemos los mismos derechos y quienes todavía creen que un programa educativo que promueva la valoración de las diferencias busca que los estudiantes sean homosexuales.

En primer lugar, la homosexualidad no se puede promover y mucho menos por programas educativos. Eso no pasa. Lo que estas iniciativas buscan es disminuir la discriminación y el maltrato, enseñar que todas las personas tienen los mismos derechos y que pueden expresar libremente sus identidades.

3. El bullying LGBT podría disminuir con una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género, pero algunos papás, docentes y directivas interpretan esto como “imponer una ideología de género”. ¿Cómo manejar esto?

Los programas educativos que promuevan la valoración de las diferencias y la empatía -la capacidad de ponerse en los zapatos de quienes están sufriendo discriminación- podrían contribuir a la disminución del bullying por homofobia y de otros tipos de maltrato e intimidación que ocurren en los contextos escolares.

Estas propuestas deberían involucrar a estudiantes y a adultos, para que todos puedan reflexionar sobre qué implica la diversidad y estén dispuestos a aceptar que el otro es distinto a mí y que eso no implica que yo me sienta con el derecho de maltratarlo.

4. Para evitar que en los colegios se implemente una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, algunas directivas y papás acuden a “la autonomía institucional” y al “derecho de los padres a educar a sus hijos”, ¿cómo manejar esto?

Los derechos de los seres humanos y en particular de niños, niñas y jóvenes están por encima de cualquier autonomía institucional. Ningún colegio puede afirmar que su autonomía le permite violar los derechos de las personas y, menos aún, los de los menores.

Justamente, la Corte Constitucional de Colombia busca que los manuales de convivencia sean consistentes con los derechos de los seres humanos, incluido el libre desarrollo de la personalidad. Ningún manual de convivencia puede discriminar.

5. Algunos docentes evitan apoyar a los estudiantes que son víctimas de bullying LGBT, por miedo a que los señalen de gais o de “promover la homosexualidad”. ¿Cómo fortalecer a los profesores?

Hay muchos adultos que tienen temor de las represalias que puedan recibir si llevan a cabo acciones para favorecer a quien es discriminado. Para enfrentar esto, es importante generar cambios institucionales.

En la Universidad de Los Andes, por ejemplo, lideramos una iniciativa en donde estudiantes y docentes sumamos esfuerzos para dejar en claro que la institución ofrece espacios seguros libres de discriminación.

En esa iniciativa se involucran tanto personas heterosexuales como LGBT o quienes quieran que la universidad sea un espacio seguro, sin maltrato y donde se valoren a las personas con todas sus diferencias.

Ese tipo de ideas permiten que las personas den un paso y digan de manera firme y clara que valoran la diversidad y que no van a tolerar que en su salón de clases se discrimine a una persona por ser diferente a la mayoría. Eso envía una señal de seguridad y de tranquilidad para quien busque apoyo en otras personas.

En estas iniciativas que ya tienen lugar en muchas instituciones educativas (en otros países se conocen como alianzas gay – heterosexuales), las personas dejan claro que están en contra de cualquier clase de discriminación, sin especificar si la víctima es heterosexual u homosexual.

Hay que apoyar aún más estas ideas, muchas veces lideradas por jóvenes. Es importante que las instituciones educativas, ojalá desde la rectoría, estén dispuestas a respaldarlas.

6. ¿Cómo trabajar con los testigos -estudiantes que no son víctimas y que tampoco hacen bullying- quienes prefieren mantenerse al margen para evitar ser calificados como gais o por temor a ser blanco de intimidación?

Una de las principales lecciones que hemos aprendido sobre cómo prevenir el bullying en general, es lograr que la gente comprenda que si ve maltrato alrededor y no hace nada para detenerlo, está contribuyendo a mantener esa violencia. Pero si las personas actúan y en grupo dicen “eso no está bien”, se puede tener un gran impacto para frenarlo.

7. ¿Cómo trabajar en la disminución del bullying LGBT sin que algunos rectores, docentes y papás crean que se está “promoviendo la homosexualidad” como si las orientaciones sexuales pudieran fomentarse?

Nosotros desarrollamos iniciativas que buscan prevenir la discriminación en general. Es más fácil que las personas comprendan que no está bien cualquier tipo de  discriminación, sea por origen, etnia, habilidades, orientación sexual e identidad de género.

Cuando el programa es sobre prevención de bullying en general, es más fácil conseguir la aceptación de papás y rectores y, por tanto, que más personas estén dispuestas a identificar y a frenar cualquier tipo de discriminación. Cuando se trabaja en temas específicos suelen aparecer muchos prejuicios y falsas creencias.

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Moisés Wasserman

Cifras de bullying o matoneo LGBT Colombia
Foto: Juan Carlos Sierra – Revista Semana.

Bioquímico. Fue director del Instituto Nacional de Salud y presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Fue rector de la Universidad Nacional de Colombia. Le interesan los temas de ética, ciencia, educación y sociedad.

“No veo por qué pueda ser negativo hablar con los niños, de manera abierta, sobre situaciones sociales, humanas y biológicas”.

1. ¿Qué percepción tiene de los datos preliminares que conoció de la encuesta sobre bullying escolar por orientación sexual, expresión e identidad de género en Colombia?

La encuesta revela un escenario preocupante de discriminación: una parte de los adolescentes afirmó que ha dejado de ir al colegio por miedo e incomodidad ante una situación de bullying. Y una parte también siente que ha sido maltratada por sus profesores, lo que agrava el asunto.

Todo esto está muy relacionado con el debate que suscitó la revisión de los manuales de convivencia por parte del Ministerio de Educación y con las manifestaciones que se vieron en contra de ese proceso.

A pesar de que quienes participaron hicieron ver que los niños y las familias eran las amenazadas, la situación real es todo lo contrario: la amenazada es esa minoría diversa sexualmente.

2. El bullying LGBT sería menos legítimo si las instituciones educativas especificaran en sus manuales de convivencia que en sus colegios se respetan todas las orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, pero pocas lo hacen. ¿Cómo manejar esto?

Detrás de esta resistencia hay una gran cantidad de prejuicios. Y las religiones no aportan a la solución del problema. Por el contrario, usualmente tienen preceptos muy negativos sobre la diversidad sexual y de género, sustentados en prejuicios.

En las marchas del 10 de agosto contra el Ministerio de Educación, los manuales de convivencia se hicieron ver como una norma impuesta y no es así. Estos son documentos que responden a un proceso de construcción colectiva en el que participa toda la comunidad educativa, con la asesoría de quienes más conocen sobre derechos humanos y educación, para construir en conjunto mejores manuales.

3. El bullying LGBT podría disminuir con una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género, pero algunos papás, docentes y directivas interpretan esto como “imponer una ideología de género”. ¿Cómo manejar esto?

A mí la frase “ideología de género” me parece de un absurdo tan grande que ni siquiera quienes señalan de que se está promoviendo entienden de qué hablan.

En todo caso, no puede haber un mal en decir la verdad. Eso siempre es bueno. No hay nada peor que ocultarla. Si algo tiene la historia de la humanidad desde antes de la Edad Media, o por lo menos este Occidente judeocristiano, es que muchas personas han ocultado lo que sienten por considerarlo pecaminoso y condenado por los libros sagrados.

Pero esa represión solamente conduce a conflictos, maltrato y dolor. La educación es un motor esencial y decir las verdaderas de manera clara nunca será malo para los estudiantes.

4. Buena parte de las personas que se oponen a una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género, argumentan creencias religiosas. Si Colombia es un Estado laico, ¿cómo manejar esto?

Las religiones frenan el avance ético de la humanidad. Esto es lo que vienen haciendo desde hace años. Tal vez en un principio, en los inicios, fueron útiles porque establecieron los primeros códigos éticos y morales de la sociedad, pero desde hace milenios están frenando el progreso y el desarrollo ético de la humanidad.

En las marchas del 10 de agosto contra la revisión de los manuales de convivencia por parte del Ministerio de Educación, se vieron mensajes de una presunta “amenaza a la familia”, sustentada en creencias religiosas. Se ha dado por hecho que la familia la regula la religión y se constituye a través de una ceremonia religiosa.

Me parece que se están mezclando ideas. Quienes tienen una orientación sexual diferente a la mayoritaria son hijos de una familia y muchos de ellos son papás y mamás.

Si la amenaza de la que hablan es que existen familias compuestas por personas del mismo sexo, pues de eso no se habla en los manuales de convivencia de los colegios ni eso es lo que está en discusión.

En últimas, lo de la “defensa de la familia” es un sofisma. No es eso lo que se está discutiendo y en ningún punto de los manuales de convivencia se está poniendo en peligro. Lo que sí está en juego es el respeto por el otro.

5. ¿Cuáles serían sus sugerencias para empezar a disminuir el bullying en las instituciones educativas, pero especialmente el bullying por orientación sexual e identidad y expresión de género, uno de los más ocultos?

Por un lado, con una educación abierta. De lo contrario sería una “antieducación” porque implica ocultar información. Y la educación es lo opuesto a ocultar.

Por otro, es importante tener en cuenta que los manuales de convivencia son resultado de un proceso de construcción colectiva apoyado por el Ministerio de Educación en el marco de la Constitución Política de Colombia y la jurisprudencia de las cortes.

Las instituciones educativas podrán ser lo religiosas que quieran, pero están en Colombia y deben cumplir con su Constitución. Ninguna institución puede negarse a cumplir con las leyes, teniendo en cuenta que dentro de ese marco tienen un amplio campo de acción.

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Lina Cuellar Wills

Profesional en Estudios Literarios. Magister y PhD en Historia. Tiene amplia experiencia en investigación y docencia. Cofundadora y directora de Sentiido

“Esta encuesta nos hace reflexionar sobre qué tanto estamos escuchando a los jóvenes LGBT”

1. ¿Qué percepción tiene de la primera encuesta sobre bullying escolar por orientación sexual, expresión e identidad de género de Colombia?

Los resultados me parecen reveladores. A pesar de que algunas personas puedan considerar que las cifras no son altas, sí lo son en la medida en que solamente contemplan estudiantes que se identifican como lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT).

Además, tomaba entre 18 y 20 minutos responderla y 581 personas destinaron este tiempo para hacerlo. Esto nos dice que niños y jóvenes sí quieren hablar sobre lo que están viviendo en los colegios y que necesitan ser escuchados, pero que tienen miedo a ser señalados. No tienen espacios seguros para hablar de ese tipo de experiencias.

“La encuesta nos hace pensar que la discusión sobre la diversidad sexual y de género está dirigida a adultos”.

En la cotidianidad, se discuten temas como el matrimonio y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, derechos patrimoniales, donación de sangre, la discriminación en bares y pocas veces se habla del rechazo diario que viven algunos jóvenes LGBT.

Esto es fundamental de abordar si se tiene en cuenta que son personas que están en proceso de formación, que muchas veces no saben cómo reaccionar ante este tipo de agresiones y no conocen sobre sus derechos ni herramientas legales para defenderse.

Esta encuesta nos hace reflexionar sobre qué tanto evitamos abordar la diversidad sexual y de género con niños y jóvenes por desconocimiento o miedo. Estamos tomando decisiones sobre sus vidas, sin tener en cuenta qué han experimentado y qué tienen para decir.

2. El bullying LGBT sería menos legítimo si las instituciones educativas especificaran en sus manuales de convivencia que en sus colegios se respetan todas las orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, pero pocas lo hacen. ¿Cómo manejar esto?

Las directivas tienen que conocer más sobre lo que los jóvenes están viviendo. No basta con repetir: “los jóvenes ya no leen”, “los jóvenes ahora solo andan pegados al celular” o “a los jóvenes ya no les gusta estudiar”, hay que preguntarse por qué.

Por el hecho de que los adultos hayamos tenido una experiencia educativa distinta, no significa que los jóvenes tengan que ajustarse a lo que nosotros vivimos: somos los educadores quienes debemos comprender lo que ellos están viviendo.

No podemos olvidar que cuando fuimos estudiantes, muchas veces dijimos que los profesores no nos entendían. Hay que cerrar la distancia que los adultos, especialmente del sector educativo, hemos fijado con respecto a niños y jóvenes.

Muchas veces no tenemos idea de las series que ven ni de la música que oyen, pero solo por curiosidad sería interesante saber qué dicen las letras.

Estamos comunicando que no nos interesa conocer el mundo de los jóvenes, sino que ellos tienen que adaptarse al nuestro”.

Cuando empecemos a ver sus series, a escuchar su música y a entender cómo se relacionan entre sí, podremos conocer mejor sus dinámicas sociales. Y es posible que al hacerlo, entendamos que por miedo, desconocimiento o la razón que sea, no estamos abordando temas sexuales que ellos ya están viviendo.

Muchos jóvenes tienen acceso ilimitado y sin acompañamiento a toda la información disponible en Internet. Hablan con propiedad de temas sexuales –así no lo hagan de la manera más conveniente– porque ante la duda o la curiosidad está YouTube. Esa es una realidad.

3. El bullying LGBT podría disminuir con una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género, pero algunos papás, docentes y directivas interpretan esto como “imponer una ideología de género”. ¿Cómo manejar esto?

Es importante abrir más espacios de diálogo, honesto y libre de prejuicios, con los estudiantes, para saber qué información quieren y deben conocer. Nos guste o no, en Internet lo encuentran todo aunque, por supuesto, esa es una pobre formación sexual.

Así que el papel de los adultos es formarlos y brindarles las herramientas críticas para que sepan manejar esa información y seleccionar cuál les conviene y cuál no.

Es probable que los menores sepan mucho más de lo que los papás quisieran o esperan. Mucho antes de que los adultos se los mencionen, ellos ya saben qué es un preservativo o una relación sexual, lo que pasa es que probablemente no han adquirido esa información de la manera más positiva o cuidadosa posible.

Las directivas deben abordar con los padres de familia la importancia de una educación sexual integral. Muchas veces tienen miedo de tratar esos temas con sus hijos, pero la solución nunca será evitarlo.

La educación sexual no solamente debe contemplar a los estudiantes sino también a los papás para que sepan responder las preguntas que sus hijos les formulen y entiendan que educar al respecto, no significa promover que los menores empiecen su vida sexual.

Los alumnos tienen clase de educación física desde kínder hasta undécimo y hay unos que se gradúan y jamás vuelven a practicar deporte. El hecho de que se les enseñe un tema no significa que los estudiantes corran a aplicarlo sino que lo comprendan.

La educación sexual implica una formación en valores y en ciertas habilidades, pero el hecho de que se les hable de relaciones sexuales no significa que la niña o el niño vaya a iniciar de inmediato su vida sexual. Esa una idea de los adultos fundamentada en el miedo.

4. Algunos docentes evitan apoyar a los estudiantes víctimas de bullying LGBT, por miedo a que los señalen de gais o de “promover la homosexualidad”. ¿Cómo fortalecer a los profesores?

El mensaje tiene que venir desde arriba, a partir de las políticas de la institución educativa. Directivas, docentes y coordinadores saben que muchas veces se crean relaciones más cercanas entre profesores y alumnos -que no son sentimentales- y que hay docentes a los que los estudiantes les tienen más confianza.

Esos profesores que van más allá de lo que los estudiantes puedan aprendar en su materia, son unos puentes fundamentales para abrir el diálogo entre las políticas del colegio y lo que piensan los alumnos, sin romper la distancia que debe existir entre uno y otro rol.

Ahora, muchas veces esos docentes no solamente tienen miedo de lo que puedan decir las directivas sino también sus colegas, quienes en ocasiones actúan como espías, pensando más en normas y en reprender, vigilando lo que consideran deben ser los “límites” y por eso les resulta difícil encontrar aliados entre sus propios pares.

Es importante fortalecer a esos docentes y hacerles entender que ellos pueden ser definitivos en la vida de un estudiante. Si Sergio Urrego hubiera encontrado un profesor aliado, que lo hubiera apoyado y defendido, probablemente estaría vivo.

5. ¿Cuáles serían sus sugerencias para empezar a disminuir el bullying en las instituciones educativas, pero especialmente el bullying por orientación sexual e identidad y expresión de género, uno de los más ocultos?

Lo primero es desarrollar la empatía o la habilidad de aprender a ponerse en los zapatos del otro para saber qué siente y por qué actúa de una u otra manera. Es una habilidad que se desarrolla tanto en la casa como en el colegio.

El problema es que muchas veces la empatía riñe con la competitividad que los colegios fomentan, para que les vaya muy bien académicamente, suban el ranking de la institución en las Pruebas Saber y en certificaciones internacionales, dejando de lado la importancia del trabajo en equipo y la reflexión sobre cómo ayudar a un compañero.

El trabajo cooperativo en los colegios es fundamental porque implica que, cuando se crean grupos de estudio, cada uno de los integrantes se preocupa por sus compañeros porque los resultados dependen del trabajo de todos.

También, hay que reflexionar sobre qué tanta libertad o coerción se está llevando a cabo con los estudiantes en temas como el uniforme y el pelo o qué estereotipos de masculinidad y feminidad se están promoviendo.

A mí, por ejemplo, por ser la alta del curso, en las presentaciones del colegio siempre me tocaba hacer el papel de hombre. ¿Por qué no podía interpretarlo una alumna bajita y de pelo largo?

¿Por qué en los colegios femeninos se habla de la casa de muñecas y no de la casa de juegos o donde hay más que cocinas y muñecas?”

Prácticas muy sencillas podrían enviar el mensaje de que los hombres no tiene por qué ajustarse solamente a unos determinados comportamientos (jugar fútbol o con carros, ser agresivos, llevar el pelo corto) y las mujeres a otros (jugar con cocinas, coches, ser delicadas).

Sin embargo, más allá de todo esto, un punto clave es tener claro que el bullying por orientación sexual, expresión e identidad de género sí existe.

Muchos adultos dicen: “toda la vida ha pasado y eso es normal”, pero probablemente piensan esto porque no fueron las víctimas. Hace unos días supe que el pintor colombiano Lorenzo Jaramillo (murió en 1992) sufrió de una constante intimidación escolar porque sus compañeros lo consideraban afeminado. Y eso pasó hace muchos años.

La pregunta es: ¿qué tiene que este bullying no sea nuevo? Eso no significa que sea menos grave ni que sea bueno y que no se deba detener. Lo único que indica es que las instituciones educativas no han sabido identificar y reconocer que se trata de una práctica que afecta, seriamente, la vida de las personas.

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José Fernando Mejía

Cifras de bullying o matoneo LGBT Colombia
Foto: escudosdelalma.org

Director ejecutivo del Programa Aulas en Paz.

“Por abordar la diversidad sexual y de género, un niño o un joven no va a ser homosexual”

1. ¿Qué percepción tiene de los datos preliminares que conoció de la encuesta sobre bullying escolar por orientación sexual, expresión e identidad de género en Colombia?

Me parece interesante que se haga este ejercicio. Es de gran valor para que la gente entienda cuál es la situación de muchos niños, niñas y adolescentes del país que tienen una orientación sexual o una identidad de género distinta a la mayoritaria.

También permite hacer comparaciones entre países, lo que podría tener un impacto importante en un movimiento regional para la defensa de derechos.

Por otra parte, como se trata de una encuesta que los menores responden de manera voluntaria, queda la duda de qué tanto llegó a quienes más están sufriendo. Acudieron los que eran capaces de responder al llamado, pero quizás no lo hicieron las personas que no cuentan con las herramientas psicológicas necesarias.

“A los estudiantes que peor están les da miedo contestar una encuesta como esta”.

Me preocupa que los datos estén subvalorados sin que esto le reste valor a la información. Asimismo, la lectura de las cifras puede estar sesgada según la visión de quien las mire.

Si lo hace una persona que está a favor del respeto por los derechos de las personas LGBT, le van a parecer terribles, pero si lo hace quien está en contra, seguramente dirá que es una minoría. Aunque, por supuesto, esto es grave.

2. El bullying LGBT sería menos legítimo si las instituciones educativas especificaran en sus manuales de convivencia que en sus colegios se respetan todas las orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, pero pocas lo hacen. ¿Cómo manejar esto?

En los últimos meses se ha visto en el país una confrontación poco productiva. Hay que decir las cosas como son, de manera clara, pero lo que ha prevalecido es un enfrentamiento con declaraciones defensivas de lado y lado y eso corta la comunicación.

El paso más importante para poder avanzar con la comunidad educativa, no es proponer temas que a ellos les parezcan demasiado revolucionarios, aunque sean ciertos. Hay que ser estratégicos y empezar por lo que ellos puedan aceptar.

Lo que ha pasado en Colombia demuestra que hay división. Sin embargo, también es interesante en la medida en que hace 20 años la gente ni siquiera se preguntaba si la homofobia debía discutirse; todo el mundo habría dicho que la homosexualidad es una enfermedad y un pecado.

Es muy positivo que ahora muchas personas no piensen esto, así como el hecho de que se esté dando una discusión, así no sea en los mejores términos. Esto me parece bueno pero a veces siento que le pedimos a la gente entender rápidamente temas que son demasiado retadores.

“Me parece importante enfocarse en que hay niños, niñas y adolescentes que la están pasando mal”. 

Independiente de que la gente reconozca que las personas LGBT tienen derechos y que no son pecadoras ni enfermas -que para muchos eso ya es difícil de aceptar- pueden dar un paso al entender que hay menores que están sufriendo.

Esto es importante de hacer porque está desligado de las ideas que cada quien tenga y acerca un paso más a la dirección a la que todos queremos llegar.

Me parece bien que la mayoría de la gente esté convencida de que a las personas LGBT hay que respetarlas, pero todavía hay quienes hablan de “esa gente”, así que falta mucho por hacer. Hay que pensar en el paso a seguir y yo creo que comprometerse a ayudar a alguien que está sufriendo es algo relativamente fácil de hacer.

3. El bullying LGBT podría disminuir con una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género, pero algunos papás, docentes y directivas interpretan esto como “imponer una ideología de género”. ¿Cómo manejar esto?

La educación sexual no solamente incluye la orientación sexual, expresión e identidad de género. Y esos temas no están incluidos en la que reciben los niños pequeños.

En la educación sexual de bachillerato sí deberían abordarse. Seguramente en ese momento surgirán discusiones pero lo importante es que se den de la manera más informada posible.

También es importante aclarar que ninguna persona puede volver homosexual a otra, así como saber que hay estudiantes que la están pasando mal. El mayor número de suicidios en adolescentes se da por temas de homofobia.

Lo mejor, no es discutir con papás y mamás sobre los derechos de las personas LGBT. Pero sí explicarles que por abordar la diversidad sexual y de género en el colegio un niño o un joven no va a ser homosexual y lo que sí va a pasar es que unos estudiantes que no la están pasando bien, se van a sentir mejor y vamos a evitar suicidios.

4. Algunos docentes evitan escuchar o apoyar a los estudiantes que son víctimas de bullying LGBT, por miedo a que los señalen de gais o de “promover la homosexualidad”. ¿Cómo fortalecer a los profesores?

En los casos de bullying, nosotros tratamos de que haya más docentes que apoyen a los niños. Se podría acudir, por ejemplo, a campañas que valoren el rol del que apoya para que más gente se convenza de esta idea y no sea solamente un asunto de un profesor sino de dos, tres o más.

De esta manera, así haya confrontaciones, la situación es más balanceada y los docentes se sienten más fuertes. Se trata de impulsar a aquellos que están más cerca de ayudar y a los que les preocupe que haya estudiantes sufriendo, a que empiecen a hacer algo.

En Colombia tratamos de resolver todos los problemas con leyes y documentos y, en el caso de los colegios, a través de los manuales de convivencia. Y aunque eso ayuda, su impacto real no es mayor. Hay que pensar más en los cambios en la gente o, al menos, en ambos temas de manera paralela.

5. Para evitar que en los colegios se implemente una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, algunas directivas y papás acuden a “la autonomía institucional” y al “derecho de los padres a educar a sus hijos”, ¿cómo manejar esto?

En los conflictos hay que buscar intereses comunes que nos pongan en el mismo lado. Deberíamos tratar de hacerlo. El otro paso es desescalar el conflicto o antes de hacer algo preguntarnos si eso le echa más leña al fuego o si, por el contrario, contribuye a enfriar la situación.

“Toda esa confrontación que se ha visto en los últimos meses tiene a nuestros niños y jóvenes en mayor riesgo que nunca”.

Las posiciones radicales desencadenan situaciones que nadie quiere que pasen en los colegios, pero es un hecho que hay desacuerdos en ciertos puntos y consenso en otros.

Por ejemplo, nadie quiere que los niños vean contenidos pornográficos ni abordar con los menores temas para los que no están preparados. Tampoco se pretende quitarles autonomía a las familias ni a los colegios.

Si uno se pone de acuerdo en lo fundamental, es más fácil identificar dónde está el desacuerdo para discutirlo. Hay que buscar puntos de encuentro, más que confrontaciones y entender al otro para después abordar las diferencias.

6. ¿Cómo trabajar con los testigos -estudiantes que no son víctima y que tampoco hacen bullying- quienes prefieren mantenerse al margen para evitar ser calificados como gais o por temor a ser blanco de intimidación?

Lo que nosotros hacemos en caso de cualquier tipo de bullying, es desarrollar empatía, que la gente se conecte emocionalmente con el que está sufriendo. Tratamos de prevenir antes que tratar las situaciones y trabajar a partir de la literatura infantil o de situaciones hipotéticas para que los niños anticipen lo que podría pasar.

También desarrollamos habilidades como la asertividad para evitar que los menores acudan a la agresión. Muchas veces cuando alguien dice que hay que defender a alguien piensa que debe hacerlo a los puños, pero la violencia empeora la situación.

La idea es aprender a responder sin agresiones pero con firmeza, aprender a decir “no” y a que varios estudiantes se unan para frenar la agresión, no para celebrarla. Esto significa que alguien se pare y diga “eso no es chistoso. No lo haga más”.

Por otra parte, lo que sucedió con quienes marcharon en contra de la revisión de los manuales de convivencia evidenció que no se trata de una discusión racional. El conflicto, por tanto, no se soluciona con datos y razones aunque hay que darlas.

Hay gente que tiene miedo y está indignada y hay que buscar la manera de llegar a ese miedo y a esa indignación porque no quieren oír razones.

7. ¿Cuáles serían sus sugerencias para disminuir el bullying en las instituciones educativas, pero especialmente el bullying por orientación sexual e identidad y expresión de género, uno de los más ocultos?

Lo primero es entender de qué estamos hablando. La mayoría de la gente no tiene claro que el bullying no es cualquier agresión ni un conflicto mal manejado, sino que implica repetición y desbalance de poder y por eso es tan peligroso.

Teniendo claro qué es, hay que pasar a desmontar prejuicios. Mucha gente piensa que la intimidación escolar es normal, fortalece el carácter y no tiene mayores implicaciones ni consecuencias para la vida.

“La comunidad educativa debe aprender a ver el bullying. Siempre que llego a un colegio me dicen ‘acá no hay’”.

Si en las instituciones educativas se dieran cuenta de los pequeños gestos que ocurren antes de que la agresión aumente, habría mayores posibilidades de trabajar la situación de manera más eficiente. La detección temprana es fundamental.

Los colegios están montados en un esquema de sancionar al que comete errores y el bullying no se puede abordar desde ese enfoque porque es poco efectivo. Y los manuales de convivencia, independiente de los ajustes que se hagan, se convirtieron en documentos de sanción.

La intimidación escolar no es un problema de quien lo realiza y no se resuelve con el castigo, es un problema de todos y cada quien puede aportar a solucionarlo. Lo pedagógico queda oculto o rezagado, pensando que sancionar enseña, pero lo que se necesita es desarrollar las habilidades para que los niños no lo hagan.

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Miguel Rueda

PhD en Psicología y director de Pink Consultores.

“Crecer en una sociedad homofóbica, tiene unos impactos emocionales casi irreparables”.

1. ¿Qué percepción tiene de los datos que conoció de la encuesta sobre bullying escolar por orientación sexual, expresión e identidad de género en Colombia?

Las cifras me aterran. Me angustia que sigan sucediendo situaciones que pasaban en la década de los ochenta.

2. El bullying LGBT sería menos legítimo si las instituciones educativas especificaran en sus manuales de convivencia que en sus colegios se respetan todas las orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, pero pocas lo hacen. ¿Cómo manejar esto?

Esto ha sido el nudo en el zapato. Cuando hablamos de respetar la diversidad, mucha gente dice “sí”, pero cuando hay que especificar que esto incluye las diferentes orientaciones sexuales e identidades de género, buena parte se echa para atrás porque le tiene miedo al tema. Y es legítimo que lo sientan, pero hay que enfrentarlo.

Ahora, no importa si solamente unas pocas instituciones educativas le abren las puertas a esos temas, por esas se empieza. Esto es un proceso y es importante tener aliados para que el resultado se vaya viendo. El cambio no va a ser de un día para otro.

En todo caso, lo de los manuales de convivencia es un asunto de ley, de la 1620 o de convivencia escolar, más las sentencias de la Corte Constitucional. Es un proceso que les va a permitir a las instituciones educativas, así no quieran, abordar el tema con claridad.

Me molesta que algunas personas hablen de una “ideología de género” cuando se trata de una perspectiva basada en derechos y un enfoque diferencial. Las ideologías son las religiosas.

3. El bullying LGBT podría disminuir con una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género, pero algunos papás, docentes y directivas interpretan esto como “imponer una ideología de género”. ¿Cómo manejar esto?

La educación para la sexualidad como se ha venido planteando hasta ahora en Colombia, no sirve. Este tiene que ser un tema transversal y abordarse con todas las instancias: papá y mamá, cuidadores, responsables de la educación, en el bus, en el recreo, en la clase de matemáticas, en la de geografía…

Hace un tiempo la Procuraduría General dijo que la cátedra adicional de sexualidad debía estar prohibida en primaria y, por primera vez, estuve de acuerdo con esta entidad porque se trata de una clase más a la que los estudiantes no le ponen atención, no les importa y no se aborda el tema de manera adecuada.

“Se debe hablar con claridad. Dejar atrás creencias como que la homosexualidad se contagia, como si se tratara de una enfermedad”.

Por supuesto que a ningún niño se le puede enseñar lo que él o ella no esté interesada en oír en ese momento y nadie está proponiendo hablarle a un niño de 4 años de orientación sexual.

También deben crearse espacios libres de prejuicios que garanticen el desarrollo de la orientación sexual y de la expresión e identidad de género sin ningún tipo de violencia. Finalmente, entre el 7 y el 12 por ciento de la población es diversa sexualmente incluida la identidad de género.

Lograr esto es un reto para todas las personas, no solamente para los colegios y las familias. De lo contrario, se convierte en la responsabilidad de una instancia y solamente se plantea su punto de vista.

4. Algunos docentes evitan escuchar o apoyar a los estudiantes víctimas de bullying LGBT, por miedo a que los señalen de gais o de “promover la homosexualidad”. ¿Cómo fortalecer a los profesores?

Este tema tiene que empezar en las universidades que están formando a los docentes, enseñándoles sobre diversidad sexual y de género, bajo las banderas del respeto, la inclusión y la diversidad en general.

Las facultades de Psicología y de Trabajo Social que hacen labores de acompañamiento psicosocial y psicopedagógico en instituciones educativas también deben incluir una formación clara sobre diversidad sexual y de género.

El Colegio Colombiano de Psicología está haciendo una apuesta importante al respecto acompañados de la Asociación Americana de Psicología y de la Red Internacional de Psicología LGBT de la que formo parte.

Paso a paso se avanza en esta labor de acompañamiento para quienes ya están en los colegios. También es importante tener en cuenta a los profesores LGBT a quienes muchas veces maltratan o no les renuevan el contrato y repiten la historia que vivieron cuando eran estudiantes.

5. ¿Cómo trabajar con los testigos -estudiantes que no son víctima y tampoco hacen bullying- quienes prefieren mantenerse al margen para evitar ser calificados como gais o por temor a ser blanco de intimidación?

Es importante demostrarles a todos los estudiantes, independiente de quiénes son y qué les gusta, que eso no está bien. El mensaje que se les debe enviar es que tienen una participación importante a la hora de frenar este tipo de situaciones de discriminación.

Se trata de fomentarles una participación estudiantil a aquellos chicos que no son víctimas ni victimarios, en donde se conviertan en mediadores y voceros de mantener una actitud pacífica en el colegio.

Esto es lo mismo que pueden hacer los profesores. Si un docente de matemáticas se da cuenta de que en su clase se la están “montando” a un estudiante, puede parar la lección de álgebra porque es más importante la lección de vida que pueda dar en ese momento.

6. ¿Cuáles serían sus sugerencias para disminuir el bullying en las instituciones educativas, pero especialmente el bullying por orientación sexual e identidad y expresión de género, uno de los más ocultos?

Como es un bullying que tiende a ser oculto, lo primero es visibilizarlo. Esto no significa evidenciar a quien ha sido violentado porque sería revictimizarlo. Pero sí presentar las cifras de esta encuesta. Hay jóvenes que se están suicidando.

Crecer en una sociedad homofóbica o en un ambiente prejuicioso hacia la diversidad sexual y de género, tiene unos impactos emocionales en la edad adulta casi irreparables.

Y puede que en muchos casos el suicidio no se lleve a cabo, pero están los intentos y las ideas al respecto, la ansiedad, la depresión y el abuso en el consumo de alcohol o de sustancias psicoactivas.

Una vez conocidas las consecuencias, la estrategia a seguir es sentarse a hablar. No se trata de convencer al otro o de obligarlo a que esté de acuerdo conmigo, sino de revisar los puntos de convergencia que permitan avanzar para que no exista más violencia por razones de orientación sexual, expresión e identidad de género en los colegios.

“Si la persona no aborda el miedo que siente sobre esos temas, esto se convierte en un monstruo enorme”.

Es importante hablar de los miedos y validarlos para que cobren su valor real, pero no legitimar la violencia a partir del miedo. El punto es encontrar puntos de encuentro que favorezcan a niños y niñas y les den voz. Algún joven me decía: “esa es una discusión de los viejos, a nosotros no nos importa que nuestro amigo/a sea gay o lesbiana”.

7. Para evitar que en los colegios se implemente una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, algunas directivas y papás acuden a “la autonomía institucional” y al “derecho de los padres a educar a sus hijos”. ¿Cómo manejar esto?

Independiente de que un colegio sea confesional, la creencia religiosa no puede evitar que existan niños, niñas y adolescentes en proceso de reconocer una orientación sexual o identidad de género diversa. Esa es una realidad que ninguna religión puede cambiar.

Por más de que alguien no quiera ser homosexual, va a sentir atracción por personas de su mismo sexo. Puede cambiar su comportamiento, es decir, casarse y tener hijos, pero eso no va a cambiar la esencia de quién es realmente.

“Los roles de género (qué significa ser una mujer y qué un hombre) se construyen socialmente”.

Por más de que una persona no quiera sentir que su cuerpo no está acorde con el género asignado, no va dejar de sentirlo. Sería muy interesante que esas conversaciones pudieran darse con tranquilidad, pero hay personas que no lo permiten.

Así como se pide respeto por la autonomía institucional y por el derecho de los padres a educar a sus hijos, también debe existir respeto por las orientaciones sexuales e identidades de género diversas. Tenemos que respetar las diferentes creencias, siempre y cuando no se vulneren los derechos de niños, niñas y adolescentes.

Es un asunto de ley propender por entornos protectores para niños, niñas y adolescentes. Es fundamental oírlos, que no sea, como siempre, una discusión de adultos ejerciendo su poder sobre los menores, ellos tienen mucho para decir.

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Óscar Sánchez

Cifras de bullying o matoneo LGBT Colombia
Foto: Revista Semana.

Exsecretario de educación de Bogotá. Coordinador de EducaPaz, programa nacional de educación para la paz.

“En todos los aspectos de la vida, incluida la educación, el mínimo común denominador son los derechos humanos”.

1. ¿Qué percepción tiene de los datos preliminares que conoció de la encuesta sobre bullying escolar por orientación sexual, expresión e identidad de género en Colombia?

La homofobia se está reduciendo desde el punto de vista de la percepción y la disposición. Cada vez más jóvenes comprenden que la homofobia es una violación a los derechos fundamentales de sus compañeros, pero esto todavía dista mucho de ser un problema resuelto.

Si se siguiera trabajando en la dirección de construir conciencia sobre la discriminación, podría mejorarse. Si los adultos lo permiten, los jóvenes saldrán rápido del problema, pero si se dedican a reprimirlos y a castigarlos, el asunto se complicará.

2. El bullying LGBT sería menos legítimo si las instituciones educativas especificaran en sus manuales de convivencia que en sus colegios se respetan todas las orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, pero pocas lo hacen. ¿Cómo manejar esto?

Mi percepción es que este tema genera temor, incluso entre personas que no son racistas ni clasistas, pero aceptar personas con una orientación sexual o una identidad de género diversa les despierta miedo, fundamentalmente por ignorancia.

Sería muy útil acercar a estas personas, sin juzgarlas, a gente LGBT con vidas comunes y corrientes para que con su presencia y palabras les derrumben los prejuicios.

Alguna vez propuse llevar a los colegios a personas destacadas tanto homosexuales como heterosexuales, para mostrarles a estudiantes y docentes que todas las personas, independiente de raza, clase social, orientación sexual e identidad de género, tenemos valores y que lo uno no tiene nada que ver con lo otro.

3. El bullying LGBT podría disminuir con una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género, pero algunos papás, docentes y directivas interpretan este hecho como “imponer una ideología de género”. ¿Cómo manejar esto?

La educación para la salud sexual y reproductiva, en equidad de género y sobre igualdad de derechos LGBT tiene que verse como una sumatoria de temas que forman parte de un universo común pero cada uno con su propio contexto.

En el debate que este tema ha tenido en los últimos meses ha contribuido el lenguaje técnico utilizado, difícil de comprender, que hace que la gente no sepa de qué le están hablando y saque por tanto conclusiones erradas.

Es importante enfocar la discusión y encontrar la manera de comunicar los conceptos básicos con precisión. La jerga técnica dificulta la comprensión y muchas veces los especialistas en diversidad sexual y de género hablan de manera enredada para la mayoría de la población. Y cuando la gente no entiende asume que la están engañando.

4. Algunos docentes evitan escuchar o apoyar a los estudiantes víctimas de bullying LGBT, por miedo a que los señalen de gais o de “promover la homosexualidad”. ¿Cómo fortalecer a los profesores?

Hay que crear espacios de diálogo seguros. Hay que buscar sujetos de poder dentro de las instituciones para que ayuden a protegerlos. Si no es el rector, será el coordinador y si no es éste, el presidente de la asociación de padres de familia.

Lo importante es tener individuos dispuestos a proteger y a promover esos espacios. Qué bueno que los profesores hablen con los estudiantes que tienen una orientación o una identidad de género diversa y que lo reconozcan para que esas conversaciones se legitimen.

5. Para evitar que en los colegios se implemente una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, algunas directivas y papás acuden a “la autonomía institucional” y al “derecho de los padres a educar a sus hijos”, ¿cómo manejar esto?

La autonomía institucional es un principio importante en Colombia. Nadie puede imponer currículos ni el contenido de los manuales de convivencia, lo que no tiene nada que ver con la obligación que tienen todos los ciudadanos y las instituciones educativas de respetar y promover los derechos fundamentales de las personas.

En todos los aspectos de la vida, incluida la educación, el mínimo común denominador son los derechos humanos. La autonomía tiene límites razonables.

Los colegios deben establecer, en el marco de su autonomía, cómo luchar contra la discriminación. No pueden apoyarse en esto para no reconocer que las personas somos libres e iguales en dignidad y derechos.

6. ¿Cuáles serían sus sugerencias para disminuir el bullying en las instituciones educativas, pero especialmente el bullying por orientación sexual e identidad y expresión de género, el más oculto?

Por una parte, hay que seguir midiendo y haciendo encuestas. También hay que conocer más historias de vida. Hay que mostrar y visibilizar la problemática con datos, evidencias y elementos de juicio para que la gente se informe de manera adecuada.

Es importante entender que una persona no puede ser ciudadana por partes: participar en política democrática y ser racista. La ciudadanía es una construcción integral.

Esto implica trabajar en una educación que incluya los derechos humanos, la no discriminación, la participación y el sentir crítico sobre la sociedad. La construcción de ciudadanía es un componente del currículo, de la planeación educativa y de la formación docente.

No se puede asumir que cualquier persona puede enseñar ciudadanía pero que el docente de química sí debe ser un experto. Para hacer bien un trabajo educativo hay que tener capacidad técnica.

“La formación en ciudadanía debe incluir la no discriminación hacia personas LGBT”.

Hay que crear redes de trabajo, comunidades de práctica y grupos de investigación de docentes que trabajen el tema. En Bogotá, por ejemplo, hay alrededor de 600 profesores que hicieron su tesis de maestría sobre educación ciudadana. Sería interesante mirar cómo manejan la discriminación por homofobia y fortalecer sus redes de trabajo.

En todo caso, a pesar de lo negativo que pudieron ser las marchas del 10 de agosto como protesta a la revisión de los manuales de convivencia, también fueron un “campanazo”.

Muchas personas comprometidas con las causas de la libertad, pero que no salían y no se movilizaban, están más inquietas. Por esto también se vieron dos grandes movilizaciones de apoyo a las personas LGBT.

Me pregunto, por ejemplo, si el cardenal de Bogotá no estará arrepentido o al menos preocupado de haber invitado a participar en un evento movido por el odio. La sociedad colombiana demostró un carácter de derecha. En todo caso, la gente que tiene otra mirada, está más sensible y hay que seguir convocándola.

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Fidel Mauricio Ramírez

Cifras de bullying o matoneo LGBT Colombia
Foto: archivo particular.

Docente e investigador en diversidad sexual y de género.

“Muchos niños no denuncian este bullying por miedo a ser señalados de no ser como los demás”

1. ¿Qué percepción tiene de los datos preliminares que conoció de la encuesta sobre bullying escolar por orientación sexual, expresión e identidad de género en Colombia?

En los colegios distritales se ha visto un avance en la aceptación de los estudiantes LGBT. Las cifras de esta encuesta se ajustan a las de países como Ecuador, México y Brasil.

2. El bullying LGBT sería menos legítimo si las instituciones educativas especificaran en sus manuales de convivencia que en sus colegios se respetan todas las orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, pero pocas lo hacen. ¿Cómo manejar esto?

La sexualidad de los menores sigue siendo tabú. La experiencia que tuve trabajando en el área de diversidad sexual de la Secretaría de Educación, es que entre los docentes hay desconocimiento del tema. No logran entender qué es la diversidad sexual y de género.

En algunas oportunidades, por ejemplo, nos decían que tenían alumnas lesbianas o alumnos gais, pero en muchos casos los menores no se identificaban así sino que los profesores lo daban por hecho por su expresión de género, es decir por su manera de vestirse o de comportarse.

Tenemos que educar a los docentes al respecto, pero el tema religioso influye mucho. Algunos profesores abordan la sexualidad según sus creencias y dicen que otras orientaciones sexuales distintas a la heterosexual son pecado.

La educación es la que nos puede salvar y, especialmente, la formación de los docentes en las licenciaturas. Ahí puede aportarse a una mayor apertura y sensibilidad frente al tema.

3. Para evitar que en los colegios se implemente una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, algunas directivas y papás acuden a “la autonomía institucional” y al “derecho de los padres a educar a sus hijos”, ¿cómo manejar esto?

La educación es un derecho fundamental que prima sobre otros. La autonomía institucional no se puede poner al mismo nivel del derecho a la educación que no solamente es un derecho de los niños sino una obligación del Estado.

Se trata de un servicio público que puede ser prestado por privados pero donde el Estado tiene la obligación de garantizar que se ofrezca bajo los parámetros constitucionales o, en otras palabras, sin manuales de convivencia homofóbicos.

“La Ley General de Educación (115 de 1994) ratifica la obligación de la educación sexual y de una formación integral en ciudadanía”.

Algunas personas afirman que a la escuela no le corresponde formar en sexualidad, que esto le compete solamente a la familia y que las instituciones educativas deben limitarse a formar en áreas específicas como matemáticas o español.

Esto no es cierto. La Ley 115 establece que la función educativa va más allá de desarrollar competencias en áreas específicas, también debe formar en ciudadanía lo que incluye que una persona pueda reconocer y vivir libremente su sexualidad.

4. Algunos docentes evitan escuchar o apoyar a los estudiantes víctimas de bullying LGBT, por miedo a que los señalen de gais o de “promover la homosexualidad”. ¿Cómo fortalecer a los profesores?

Para muchos docentes la sexualidad es un tabú. Además, tanto estudiantes como docentes somos vistos y tratados como seres asexuados. Lo cierto es que desde 1999 la orientación sexual fue eliminada del código disciplinario como impedimento para que los profesores pudieran ejercer su profesión.

Muchos docentes evitan mostrarse sensibles frente a la realidad de determinados niños, por miedo de que vayan a pensar que son gais. El maestro debe poder prestar sus servicios siendo quien es. Hay que empezar por desmontar los prejuicios que existen alrededor de las orientaciones sexuales no heterosexuales desde la formación docente.

Así como se ignora la sexualidad de los niños y adolescentes LGBT, también se desconoce la sexualidad de los maestros homosexuales, quienes muchas veces sufren de bullying por parte de estudiantes y de otros profesores.

Yo tuve colegas que se negaban a tratar la diversidad sexual y de género porque “eso era para problemas” o porque les daba miedo que fueran a sospechar de su sexualidad y los despidieran. Y aunque no es posible hacerlo, hay temor de abordar el tema.

5. ¿Cómo trabajar con los testigos -estudiantes que no son víctima y tampoco hacen bullying- quienes prefieren mantenerse al margen para evitar ser calificados como “gais” o por temor a ser blanco de intimidación?

El bullying homofóbico pretende “normalizar” a los niños que son diferentes a la mayoría. En muchos casos, los estudiantes que son testigos de este tipo de maltratos, los legitiman porque consideran que ese bullying “ayudará” al niño a “adaptarse” a la sociedad. Esa violencia se convierte en algo normal.

“Hay docentes que les dicen a los estudiantes ‘compórtate de manera más masculina para que no te molesten'”. 

En el fondo, no se considera mala porque, en teoría, le está ayudando al niño a ser más “macho” o a la niña más femenina. Los responsabilizan de las agresiones.

Por este motivo, muchos niños tampoco se atreven a decir que son víctimas de violencia LGBT. Sienten que van a recibir una acusación por parte de sus padres o docentes por, supuestamente, no portarse bien. Es importante hacer campañas para que este tipo de violencia no se vea como algo normal.

6. ¿Cuáles serían sus sugerencias para disminuir el bullying en las instituciones educativas, pero especialmente el bullying por orientación sexual e identidad y expresión de género, uno de los más ocultos?

Lo primero es implementar una formación sexual integral en los colegios. Hay que superar el tabú de que los niños no tienen sexualidad. Asimismo, el Estado debe intervenir para garantizar que ni los manuales de convivencia ni ninguna otra norma atente contra las personas LGBT.

También es fundamental la formación docente. Son los profesores quienes aterrizan estos temas. Y en la medida en que se logre una intervención temprana con ellos, formándolos y sensibilizándolos frente a estas realidades, será posible transformar la escuela.

Otra necesidad son las escuelas de padres. Algunos colegios han dejado de lado esa función y es importante implementarla. También es clave que los estudiantes tengan alternativas para denunciar los abusos.

Muchas veces estas denuncias se quedan en los coordinadores y, con el tiempo, el tema queda olvidado. Insisto en desnaturalizar la violencia, que no se considere parte del comportamiento normal de niños y adolescentes.

7. Buena parte de las personas que se oponen a una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género, argumentan creencias religiosas. Teniendo en cuenta que Colombia es un Estado laico, ¿cómo manejar esto?

Una institución educativa tiene la libertad de ser confesional, pero eso no significa que pueda pasar por encima de la Constitución. El hecho de que sea confesional, no puede ser motivo para que en ciencias sociales no se enseñen las teorías evolucionistas.

“Un colegio puede ser confesional, pero debe reconocer que existen diferentes orientaciones sexuales e identidades de género”.

Las libertades no son ilimitadas y no pueden pasar por encima de los derechos de niños y adolescentes. Vivir en un Estado democrático implica tensiones entre las libertades que se disponen y las que tienen que ser negociadas. Hay que crear un diálogo.

Lo preocupante es que el Gobierno ceda a intereses religiosos como se vio con el Presidente Santos cuando después de reunirse con líderes de la Iglesia Católica dijo que el Ministerio de Educación no iba a imponer una “ideología de género”, cuando lo que existe es un enfoque de género.

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María Clara Cuevas

Cifras de bullying o matoneo LGBT Colombia
Foto: javerianacali.edu.co

PhD en Psicología con énfasis en violencia en niños y adolescentes. Profesora e investigadora del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Javeriana (Cali) y terapeuta infantil. 

“No se puede pedir que no se discriminen a indígenas o a negros, pero sí a quienes no son heterosexuales.

1. ¿Qué percepción tiene de los datos que conoció de la encuesta sobre bullying por orientación sexual, expresión e identidad de género en Colombia?

Las cifras coinciden parcialmente con lo que se viene encontrando de acoso escolar.

2. El bullying LGBT sería menos legítimo si las instituciones educativas especificaran en sus manuales de convivencia que en sus colegios se respetan todas las orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, pero pocas lo hacen. ¿Cómo manejar esto?

Con lo que ha pasado en los últimos meses, es necesario que el Ministerio de Educación establezca, con mayor claridad, los lineamientos a seguir. En este momento estamos parados por lo que ocurrió con la revisión de los manuales de convivencia.

Así como el Congreso promulgó el Decreto 1965 mediante el cual se reglamentó la Ley 1620 de 2013 de convivencia escolar, también se necesita que el gobierno “aterrice” esto. De no ser así, con todas las reacciones que se vieron por parte de padres de familia y de otras instancias, se podrían generar más problemas de los que se resuelven.

“La intimidación escolar LGBT no es un tema ajeno a la convivencia escolar, es una arandela más que se estaba pasando por alto”.

Lo cierto es que se estaba hablando de exclusión por muchas razones, sin tener en cuenta que la orientación sexual, la expresión y la identidad de género también son causas de maltrato y acoso escolar.

La recomendación es no dejar el tema de lado. Sin embargo, hay que reconocer que así un rector quiera trabajar la inclusión LGBT, si esto no ha sido muy bien socializado con el resto de la comunidad educativa, se le puede armar un problema.

3. El bullying LGBT podría disminuir con una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género, pero algunos papás, docentes y directivas interpretan esto como “imponer una ideología de género”. ¿Cómo manejar esto?

Padres de familia e instituciones educativas son la instancia educadora por excelencia y quienes de manera concertada debieran impartir los primeros elementos de formación en sexualidad.

Si bien ese es el ideal, en algunos sectores hay rechazo de que así sea. De hecho, no hemos sido capaces de movilizarnos por asuntos que sí son claramente violadores de los derechos humanos, de la manera en que se vio en las marchas del 10 de agosto para protestar contra el Ministerio de Educación.

Eso que sucedió tiene que llevarnos a preguntar cuál es la cultura general que opera en el país en relación con la diversidad sexual y de género. Todo esto nos está señalando que, por un lado, no hubo suficiente información y que por otro, hay que hacer pedagogía sobre una serie de posturas arraigadas en algunos sectores de la sociedad.

4. Algunos docentes evitan escuchar o apoyar a los estudiantes víctimas de bullying LGBT, por miedo a que los señalen de gais o de “promover la homosexualidad”. ¿Cómo fortalecer a los profesores?

Esto es una clara muestra de la cultura general que hay en relación con el tema de la homosexualidad y el género. Por eso creo que la pedagogía debe ir más allá de las instituciones educativas.

5. ¿Cuáles serían sus sugerencias para disminuir el bullying en las instituciones educativas, pero especialmente el bullying por orientación sexual e identidad y expresión de género, uno de los más ocultos?

Por mandato de la Ley 1620, las instituciones educativas tienen que realizar acciones coordinadas sobre convivencia escolar. Independiente de la razón por la cual las personas son excluidas -raza, clase social, orientación sexual o la que sea- todas están contempladas en la convivencia escolar.

Así como decimos que no tenemos que juzgar a las personas por razones de raza y diferencias físicas, tampoco podemos hacerlo por orientación sexual, expresión e identidad de género.

“La ley de convivencia escolar es clara: aborda derechos humanos, inclusión, convivencia escolar y derechos sexuales y reproductivos”.

Todas las causas de exclusión importan pero en el tema LGBT sí hay factores culturales, religiosos y hasta políticos que influyen en ciertas posturas que no permiten analizar los hechos desde un punto de vista educador.

6. Para evitar que en los colegios se implemente una educación sexual integral que contemple las diversas orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, algunas directivas y papás acuden a “la autonomía institucional” y al “derecho de los padres a educar a sus hijos”. ¿Cómo manejar esto?

Hay posturas que obedecen más a personas que a instituciones. En todo caso, estos no son asuntos que se deciden según la opinión de la gente sino que deben ajustarse al mandato del Ministerio de Educación.

La Ley 1620 es para todas las instituciones educativas. Y si entre las causas de exclusión están la orientación sexual, la expresión y la identidad de género, la ley también las contempla.

Llama la atención que solo hasta tres años después de promulgada, algunas personas empezaron a cuestionarla: la revisión de los manuales de convivencia es obligatoria desde 2013.

Hay que invitar a reflexiones sobre qué es y qué implica la Ley 1620, entender que cuando hablamos de acoso escolar se busca proteger a niños, niñas y adolescentes de cualquier forma de exclusión.

Yo no puedo proteger a los niños si saco una de las causas de acoso escolar o ¿de qué protección estaríamos hablando?”

Yo no puedo pedir que no discriminen a indígenas, negros y a las personas con sobrepeso, pero sí a quienes no son heterosexuales. La ley perdería sentido. No podríamos hablar de convivencia. La diversidad sexual y de género no se puede sacar sino mirarla en el marco de los derechos humanos y del respeto por cualquier diferencia.

Los datos de esta encuesta son un insumo para generar una reflexión con una mirada analítica y posturas educadoras. La discusión se ha desdibujado. El tema central es la educación de niños, niñas y adolescentes y el respeto por todas las personas para que por ninguna razón sean objeto de discriminación y violencia.

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Francisco Cajiao

Cifras de bullying o matoneo LGBT Colombia
Foto: El Tiempo.

Licenciado en Filosofía y magister en Economía. Fue rector de la Universidad Pedagógica Nacional y de la Universidad Distrital, director del Departamento Administrativo de Bienestar Social de Bogotá y subdirector de Planeación del SENA. Se desempeña como rector de la Fundación Universitaria Cafam.

“La llamada ideología de género es un invento para disimular lo que sí son ideologías, como las religiones”.

1. ¿Qué percepción tiene de los datos que conoció de la encuesta sobre bullying escolar por orientación sexual, expresión e identidad de género en Colombia?

A mí la encuesta me pareció interesante, pero solo tuve oportunidad de ver un resumen. En ese sentido, no podría decir nada muy contundente, necesitaría conocerla completa.

2. El bullying LGBT sería menos legítimo si las instituciones educativas especificaran en sus manuales de convivencia que en sus colegios se respetan todas las orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, pero pocas lo hacen. ¿Cómo manejar esto?

La diversidad sexual y de género es una realidad que no es ajena a las instituciones educativas. En los colegios hay niños y niñas LGBT.

Hubo una época en la que no se admitían niños zurdos porque se creía que era “una maña” de algunos, hasta que se entendió que había una proporción de menores que escriben con la mano izquierda y que los colegios debían adecuarse a esa realidad.

En los colegios cada vez hay más disposición a aceptar las diferencias. Cada vez tienen más claro que no son niños distintos ni que “salieron mal”, sino que la diversidad es normal, lo que pasa es que no se atreven a decirlo en voz alta porque hay un montón de padres de familia como los que desfilaron el 10 de agosto contra el Ministerio de Educación.

A estos papás les han metido en la cabeza que el tema es de moral, que no es un asunto de la identidad de cada quien. Estas personas creen que uno nace “definido” (refiriéndose a la heterosexualidad) y que según los genitales el asunto quedó ahí (desconociendo la existencia de personas trans). Y creen que decir lo contrario es una “imposición”.

Según mi experiencia en colegios, no es fácil que los padres entiendan esto. Es un tema complejo de abordar. Sin embargo, cuando las instituciones educativas hacen un buen trabajo pedagógico, la gente empieza a entender.

Claro que con la influencia de las iglesias, el asunto es más complicado porque revuelven peras con guayabas y meten la familia y otras temas que no tienen lugar en esta discusión.

3. El bullying LGBT podría disminuir con una educación sexual que contemple las diversas orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género, pero algunos papás, docentes y directivas interpretan esto como “imponer una ideología de género”. ¿Cómo manejar esto?

En estos temas donde hay posiciones dogmáticas como las de la Iglesia católica, el asunto no se resuelve ni con cartillas ni con consejos, sino con una labor persistente como la que con un valor enorme hizo la exministra de educación Gina Parody.

“Es más fácil pelear por los derechos de los negros siendo uno blanco porque no es a uno al que le están cerrando las puertas”.

A mí no me cabe duda de que lo que pasó con las cartillas del Ministerio de Educación fue un asunto orquestado contra la exministra porque los temas de género se habían presentado en otros momentos y la discusión fue más serena.

Lo que esta vez no soportaron ciertos sectores de la sociedad era que la ministra de educación tuviera una orientación sexual que les confrontara sus creencias religiosas.

Estas son luchas muy largas, difíciles y en las que mucha gente sale herida. Es lo mismo que sucedió en los Estados Unidos cuando se empezó a plantear si las personas negras podían ir a la universidad.

Eso no le gustó a mucha gente, entre la que estaba quienes seguían movimientos religiosos. El Ku Klux Klan fue un movimiento de orientación religiosa. Sabemos que así ha sido el transcurso histórico de muchas luchas por la igualdad.

4. Algunos docentes evitan escuchar o apoyar a los estudiantes que son víctimas de bullying LGBT, por miedo a que los señalen de gais o de “promover la homosexualidad”. ¿Cómo fortalecer a los profesores?

El solo hecho de que estos temas se estén discutiendo públicamente, fortalece a los docentes porque quiere decir que el tema salió del clóset.

Una vez muchos maestros sientan que la diversidad sexual y de género está puesta sobre el tapete, encuentran más de dónde agarrarse porque lo que a muchos les da miedo es que por escuchar a los estudiantes, las instituciones los sancionen o no les renueven el contrato.

Detrás de todo esto hay una mentira terrible: creer que una persona cambia su orientación sexual o su identidad de género como resultado de abordar estos temas. Quienes tienen una orientación sexual no heterosexual sufren mucho para sentir que encajan en la sociedad, de manera que no es una moda ni una elección.

5. Para evitar que en los colegios se implemente una educación sexual integral que contemple las diversas orientaciones sexuales, expresiones e identidades de género, algunas directivas y papás acuden a “la autonomía institucional” y al “derecho de los padres a educar a sus hijos”. ¿Cómo manejar esto?

Los colegios cuentan con una gran autonomía institucional, que debe ser ejercida en el marco de la Constitución, la cual establece que Colombia es un Estado laico.

Ahora, los tiempos cambian y la gente también. Por eso ya no discutimos si la esclavitud es o no legal. Por tanto, no puede haber un colegio que por autonomía institucional o por preferencia de los padres, decida que los niños de ese colegio pueden tener esclavos.

“Ni la autonomía institucional ni el derecho de los padres a educar a sus hijos permite violar la constitución de Colombia”.

La autonomía institucional no implica desconocer la Constitución o las sentencias de la Corte Constitucional. Todo el debate que se vio por la revisión de los manuales de convivencia surgió porque la entonces ministra de educación hizo lo que le ordenó hacer la Corte: garantizar que los manuales de convivencia no discriminen por orientación sexual e identidad de género.

6. ¿Cuáles serían sus sugerencias para disminuir el bullying en las instituciones educativas, pero especialmente el bullying por orientación sexual e identidad y expresión de género, uno de los más ocultos?

El manejo del bullying es difícil porque, de alguna manera, es una práctica que viene del hogar: hay papás que les transmiten a sus hijos sus propios prejuicios por no hablar de aquellos que son claramente maltratadores.

Muchas veces al referirse a noticias de actualidad, algunos papás les hacen ver a sus hijos que tienen derecho a rechazar a otros. Y la homofobia se expresa de manera muy cruel.

“Hay que hacer, por años, un trabajo pedagógico con los papás”.

Hay niños y niñas que sufren por cuenta de unos papás que dicen, como se vio en las marchas del 10 de agosto, que prefieren un hijo muerto a uno homosexual. Y esas expresiones que se escuchan en el núcleo familiar influyen en el colegio.

Combatir este bullying también implica una labor intensiva de trabajo familiar: empezar a generar una conciencia de que existen unos derechos que no pueden confiscarse.

Muchas personas se involucran en estos debates con intereses distintos a los éticos y al crecimiento humano. Unas opciones de vida no pueden excluir a otras. Y una educación incapaz de reconocer al otro, evidencia que fracasó.

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