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Michael Sam y su novio.

Lo que implica que un futbolista sea abiertamente gay

El hecho de que durante el proceso de selección de los jugadores de la National Football League (NFL), Michael Sam haya demostrado públicamente que es homosexual, ha obligado al mundo deportivo a confrontarse con la discriminación.

Los Rams son un equipo histórico de fútbol americano.

En 1946 rompieron las barreras de raza de la NFL (Liga Nacional de Fútbol Americano, por sus siglas en inglés) al contratar al primer jugador afroamericano del deporte más tradicional y representativo de los Estados Unidos: Kenny Washington.

El sábado 10 de mayo los Rams hicieron historia de nuevo. El equipo de San Louis seleccionó a Michael Sam para reforzar su línea defensiva, convirtiéndolo en el primer jugador abiertamente gay en ser reclutado por la NFL.

La temporada pasada, Sam fue la revelación del fútbol americano universitario no sólo por el indiscutible talento deportivo que le valió el título de mejor jugador defensivo de la conferencia más competitiva de su liga, sino porque en febrero de 2014 anunció públicamente lo que sus familiares y compañeros de equipo ya sabían que es gay.

Antes de que saliera del clóset, a nadie le cabía la menor duda de que a Sam le esperaba un futuro brillante en la NFL. Sin embargo, tras el anuncio, la especulación comenzó: el mundo de los deportes de equipo, y sobre todo de los de contacto, es uno de los espacios más violentos para las personas LGBT.

En los vestidores, así como en el lenguaje de aficionados, entrenadores y comentaristas deportivos, abundan las alusiones discriminadoras por orientación sexual y el desprecio por todo lo que no sea considerado lo suficientemente varonil. Existe un culto a una masculinidad agresiva que se considera incompatible con la diversidad sexual y de géneros.

En este contexto, la NFL no sólo no es la excepción, sino que es quizás el bastión más poderoso de la “hipermasculinidad” norteamericana. El fútbol americano es un espacio de culto a todas aquellas características que definen la masculinidad tradicional: la fuerza, la agresividad, la competitividad y no demostrar dolor ni debilidad.

La liga se enorgullece de practicar uno de los deportes más rudos, un espacio donde sólo hay lugar para los “hombres de verdad” pues las exigencias físicas del juego, así como la cultura de camaradería masculina que lo rodea, impiden que todo lo que escape de este angosto marco sea aceptado.

Ensalzar estos valores y comportamientos tiene un efecto perverso en todos los jugadores y no solamente en aquellos que se identifican con una de las letras de la sigla LGBT.

En los últimos años, la NFL se ha visto salpicada por escándalos que van desde esconder los serios problemas de salud a los que sus jugadores están expuestos y de impedirles el tratamiento médico apropiado, hasta negarse a parar una cultura de acoso físico y verbal en los casilleros en temas que van desde la raza a una jugada mal hecha, pasando, por supuesto, por la orientación sexual real o percibida. En la mayoría de casos la respuesta de la liga ha sido la misma: “sé hombre, defiéndete tú mismo”.

Sin embargo, las cosas han empezado a cambiar. En los últimos años, algunos equipos han dado pasos para modificar esta imagen y demostrar que el deporte debe ser, ante todo, un espacio de camaradería, destreza y salud física y mental.

Todo mejora

Por ejemplo, en 2012 los 49 de San Francisco hicieron un video para la exitosa campaña “Todo Mejora” y, en enero de 2014, Víctor Cruz, un jugador de los Giants de Nueva York, hizo otro en el que habló con un joven que había sido víctima de intimidación por homofobia por parte de sus compañeros de equipo en el colegio.

Cruz enfatizó en la importancia de cambiar esa cultura y de acoger a todos los jugadores sin importar diferencias de raza, origen y sexualidad.

El 10 de mayo la liga dio otro importante paso. La especulación que se había desatado en febrero llegó a su fin cuando, ante las cámaras de la cadena deportiva ESPN, Michael Sam recibió la llamada del entrenador de los Ram invitándolo oficialmente a hacer las pruebas para formar parte del equipo.

Las imágenes de un Sam emocionado, tomado de la mano de su novio y dándose besos para celebrar, le dieron la vuelta al mundo y reafirmaron su decisión de no negar la importancia que su pareja tiene en su vida.

La decisión de grabar y circular dichas escenas es importante por varias razones. Por una parte, las imágenes de Sam, un afroamericano de 1.88 metros de estatura y 116 kilos de peso junto a su novio italiano-americano rompen estereotipos respecto a las complejas relaciones entre la expresión de género (la idea de que todos los homosexuales son afeminados), la raza y la sexualidad.

Además, el emotivo momento contribuye a dejar a un lado el ámbito sexual de las parejas del mismo sexo al mostrar que, contrario a lo que muchas personas aún piensan, los vínculos más fuertes entre éstas son, como en cualquier otra, el apoyo, el amor, la confianza, el afecto, etc.

Si todos los demás jugadores abrazan y besan a sus novias, esposas o hijos al celebrar este importante momento de sus vidas ¿por qué no habría de hacerlo Sam?

Otro aspecto interesante es la manera en la que los medios de comunicación, el entrenador y la mayoría de los jugadores han manejado el tema. En entrevista en ESPN, tras anunciar su decisión, el entrenador habló con naturalidad de las cualidades atléticas de Sam, resaltando que era la mejor elección por sus características deportivas y las necesidades del equipo.

Eso mismo hicieron sus nuevos compañeros en las primeras entrevistas sobre el tema, enfatizando en que lo único que debe importar a la hora de seleccionar a un jugador que no ha violado los derechos de nadie ni dado señas de tener un carácter conflictivo o violento, son sus habilidades para hacer lo que se le paga por hacer: jugar.

Más aún, al reportar las reacciones negativas expresadas en las redes sociales por algunos fans, exjugadores o jugadores de otros equipos ante las imágenes de Sam besando a su novio, la cadena CNN hizo un excelente trabajo al mencionar que el contenido de los mensajes era peyorativo pero no los reprodujo, deteniendo y no azuzando la circulación del discurso homofóbico.

Además, entrevistó a jugadores que si bien reconocieron que a algunos les tomaría tiempo dejar a un lado los años de socialización con mensajes discriminatorios por orientación sexual, y adaptarse a convivir con personas abiertamente gays, expresaron su apoyo a Sam y reiteraron que todas las personas son bienvenidas en la NFL.

La decisión de Michael Sam de declarar abiertamente su sexualidad antes del proceso de selección de la NFL ya ha dado frutos. Ha obligado a la liga deportiva más poderosa de los Estados Unidos a confrontarse a sí misma y a tomar una posición clara ante la discriminación por orientación sexual.

Además, ha roto una de las barreras más guardadas de la heterosexualidad predominante: el mundo “hipermasculino” del fútbol americano. Ojalá esta sea una tendencia que continúe y se replique en otros deportes y regiones.

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