Nuestro sitio usa cookies de terceros para permitirnos elaborar estadísticas sobre las visitas y gestionar el envío de nuestras newsletter. Más información aquí.
ACEPTAR
Feminismo transincluyente

Los súper poderes del feminismo transincluyente

El feminismo no solamente busca garantizar los derechos de unas mujeres sino de todas las personas víctimas del sistema machista. Cuatro feministas hablan de la fuerza de la unión.

Una premisa por la que lucharon las precursoras del feminismo es: “el cuerpo no es nuestro destino”, frase que parece entrar en cuidados intensivos cada vez que el llamado “feminismo crítico del género” rechaza o niega la existencia de las personas trans y no binarias, quienes también han vivido la violencia y opresión machista. (Ver: Feminismo: de dónde viene y para dónde va).

Este intento de exclusión se ha convertido en estandarte de las llamadas “feministas radicales”, muchas de las cuales dicen sentirse amenazadas por la presencia de las personas trans y no binarias en espacios y discusiones feministas. (Ver: La fuerza de Lola Dejavu).

En tiempos de postverdades y “likes” esto sirve como combustible de discursos de odio contra una población que ha enfrentado discriminación y violencia todos los días de su vida. (Ver: Postverdad: la gente cree lo que quiere creer).

Por fortuna, se trata solamente de una fracción del feminismo. Para un gran número de feministas, el movimiento es un espacio plural, diverso, con causas diferentes, pero con cuestiones fundamentales en común, entre ellas la lucha contra las opresiones y violencias machistas. (Ver: No hay feminismo sin personas trans).

feminismo transincluyente

El feminismo no es uno, es plural: hay feminismo negro, indígena, decolonial, lésbico y claro, transfeminismo, entre otros.

feminismo transincluyente

Sentiido habló con feministas y transfeministas latinoamericanas para resaltar por qué no es posible pensar en un verdadero feminismo sin personas trans y no binarias. También hablamos sobre cómo se retroalimentan feminismo y transfeminismo. (Ver: Miluska Luzquiños, transfeminismos por los caminos del Perú).

La vivencia diaria

Claudia Sofía Garriga-López, académica y feminista puertorriqueña, ha investigado el transfeminismo en Ecuador y ahora lo hace en su natal Puerto Rico. En su experiencia, la sincronía entre el feminismo y el transfeminismo se dio de una forma natural, casi obvia. (Ver: Transfeminismos latinoamericanos: sororidad, resistencia y cambio social).

Detrás de las posturas transexcluyentes, considera Garriga-López, hay un esencialismo biológico contrario al feminismo. “Nuestras ancestras feministas decían mi cuerpo no es mi destino, mi cuerpo es mi cuerpo, y yo determino que voy a hacer con él. Entonces, para mí fue fácil interiorizar las ideas del transfeminismo, para mí eran una extensión natural de mi posición feminista”. (Ver: Es feminismo: no humanismo ni “igualismo”).

“El transfeminismo enriquece al feminismo, al igual que al feminismo negro o el de mujeres indígenas”, Claudia Sofía Garriga-López.

Garriga-López expresa que cuando el transfeminismo señala las condiciones de vida de las personas trans marginadas, no se trata de personas exclusivamente trans, también son negras, son indígenas, son migrantes, son personas desplazadas o con dependencia de sustancias. (Ver: Mónica Estefanía Chub, mujer trans, católica e indígena de Guatemala).

Entonces, el beneficio del transfeminismo por encima de, por ejemplo, los estudios cuir, es que tiene una base material. Tenemos todas estas intersecciones, tenemos todas estas conexiones, pero no se basan en una teoría, se basan en las experiencias de las personas trans, que también son las experiencias de muchas mujeres cisgénero en cuanto al trabajo sexual, la migración, el desplazamiento… (Ver: Qué es el transfeminismo en América latina).

No pienso en el feminismo exclusivamente como algo para mujeres. El feminismo es una política de liberación para todas las personas. Claro que hay gente que padece efectos mucho peores que otra, pero al fin y al cabo, toda nuestra sociedad se empeora por la falta de expresión emocional de los hombres, por la violencia, por la manera en que se usa el chisme, la gordofobia y cuanta cosa hay para tratar de controlar y manipular a otra gente”, puntualiza. (Ver: Feminismo: lo que se dice vs. Lo que es).

feminismo transincluyente
feminismo transincluyente

El borrado de las personas trans

Ya se ha popularizado bastante la frase “borrado de las mujeres” empleado por las feministas críticas del género para acusar a las personas trans de que, con su sola existencia, se intenta “borrar a las mujeres” cisgénero o a quienes llaman “mujeres biológicas”. (Ver: Un feminismo sin mujeres trans, no es feminismo).

Según esa lógica, reconocer que las mujeres trans existen automáticamente borra a las mujeres cisgénero. Por tanto, las feministas radicales se niegan a lo más básico: a reconocer a las mujeres trans y a llamarlas por su nombre y pronombres. También, a compartir espacios feministas con ellas y se oponen, por supuesto, a la aprobación de leyes de identidad de género y a otros derechos.

La académica y activista brasileña, Letícia Carolina Pereira do Nascimento, transfeminista negra y autora del libro Transfeminismo, explica que las mujeres trans y travestis no tienen el menor interés en “borrar” a nadie. (Ver: Travesti, una breve definición).

“El transfeminismo interpela al feminismo que piensa que sólo hay una única manera de ser mujer porque hay múltiples maneras de serlo”, Letícia Carolina Pereira.

El transfeminismo rechaza que sólo un determinado tipo de mujer pueda ser sujeto político del feminismo porque así como existen muchas formas de ser mujer (blanca, negra, indígena, migrante, de clase media, trans…) también existen otras personas que pertenecen al feminismo aunque no se identifiquen como mujeres, como las personas no binarias y los hombres trans. (Ver: “Yo no soy gay, soy marica, una loca de Montería”).

El transfeminismo no existe para pelear con el feminismo negro como el feminismo indígena no existe para pelear con el feminismo lésbico. Todos coexisten. Nadie crea corrientes para acabar con otras corrientes, nadie puede decir:  la discusión de ustedes no importa”. (Ver: Andy Panziera: no ser un hombre ni una mujer).

Letícia se identifica como travesti y transfeminista negra y considera que las diferencias entre sujetos del feminismo tiene que ser un motivo de alianza y no de división. (Ver: Mónica Fonseca: si nos sumamos a las causas LGBTIQ, el mundo será mejor).

El feminismo necesita ser transincluyente, porque nuestra fuerza está en las diferencias. Yo soy diferente en cuanto mujer travesti de otra mujer. Pero las mujeres cisgénero blancas también son diferentes de las mujeres cisgénero negras. Esas diferencias no nos deben dividir sino ser capaces de producir alianzas. Todas juntas, debemos derrumbar las estructuras opresoras”. (Ver: Ser lesbiana y afro en Colombia).

feminismo transincluyente

La casa común del feminismo

Cuando el feminismo crítico del género habla de sus temores sobre las mujeres trans, la docente e investigadora mexicana Siobhan Guerrero no puede evitar pensar en la deshumanización que ha adquirido la discusión.

Siobhan es investigadora y docente de la Universidad Autónoma de México. Es bióloga y filósofa y es una mujer trans que ha dedicado parte de su carrera a investigar sobre género y parte de su vida al activismo transfeminista. (Ver: El género existe y no es una ideología).

Yo aspiro a un feminismo donde, a pesar de su pluralidad, no haya ninguna corriente que esté dispuesta a deshumanizar a otro ser humano, ninguna corriente que esté dispuesta a -en nombre de la justicia para unas- considerar a algún otro grupo como uno que debe ser sacrificado o dejado de lado”, dice.

Muchas posturas transfóbicas están sustentadas en el miedo o el desconocimiento y como estos no suelen ser buenos consejeros, Siobhan cuestiona la racionalidad de uno de estos temores cuando explica que una encuesta de junio de 2022 arrojó que en México hay aproximadamente 900.000 personas trans de las cuales dos tercios son personas no binarias y aproximadamente unas 170.000, mujeres trans.

Esto lo digo porque es imposible que 170.000 mujeres trans puedan borrar a 62 millones de mujeres mexicanas. O sea, demográficamente no tiene sentido que 170.000 mujeres trans mexicanas puedan generar una situación de peligro para 62 millones de personas, sobre todo cuando estamos hablando de un colectivo, como el trans, que no tiene mucha influencia política ni recursos económicos”.

Lo triste es que en alguna época el feminismo fue un lugar de acogimiento para Siobhan. “Para mí los espacios feministas habían sido espacios seguros durante una parte importante de mi exploración identitaria. Y entonces encontrarme con que ya no lo eran, fue algo muy sorprendente”, recuerda.

Ella dice que, en sus primeros acercamientos al feminismo, este le dio una serie de herramientas para entender que la lucha en contra de lo que ella al principio creyó era solamente LGBTI-fobia era en realidad un fenómeno más complejo y entretejido con otras formas de discriminación. “Empecé a darme cuenta de que a mucho de la homofobia y de la transfobia le subyacía la misoginia y el sexismo”.

Si la historia de los activismos LGBTIQ bebe en las aguas del feminismo, también el feminismo se nutre del regreso de esas aguas, enriquecidas con otras perspectivas, como la transfeminista.

“Cuando escuchamos que las mujeres trans son hombres que se disfrazan de mujeres para poder entrar a los baños y violar mujeres ya es algo descabellado”, Mónica Roa.

Un sueño transfeminista

Mónica Roa es una activista feminista que trabaja por los derechos humanos. Su interés por los derechos de las personas trans empezó hace años cuando escuchó por primera vez que la expectativa de vida de las personas trans en América Latina es de 35 años. (Ver: Mónica Roa: el feminismo ayuda a tener relaciones familiares más sanas).

Recuerdo el choque que eso me produjo porque obviamente ese es el resultado de haber sido expulsadas de sus familias, de no tener posibilidades de ingresar ni al sistema educativo, ni al sistema de salud, ni al sistema productivo. A mis ojos eso puso a las personas trans como uno de los grupos más vulnerables en nuestra región y desde entonces no he tenido duda de poner todo mi trabajo al servicio de esa causa”.

Al intentar entender el rechazo a las personas trans por parte de sectores del feminismo, Mónica dice que habría que diferenciar diferentes posturas. (Ver: Feminismo en Colombia: una historia de triunfos y tensiones).

Creo que por un lado hay feministas que sienten miedo del impacto que esto pueda tener sobre la causa feminista y sus luchas políticas y creo que hay otro sector que se preocupa mucho por la complejización del lenguaje y que cuando escucha términos como ‘persona menstruante’ dice, ‘no me quiero identificar así´”. (Ver: Existencia y resistencia no binaria: consejos para aliados).

Mónica dice que ese tipo de recelos se pueden trabajar en espacios de diálogo, no en las redes sociales como se ha venido dando. Pero agrega que hay un sector con el que simplemente no hay mucho que se pueda hacer. (Ver: No. La culpa no es de las redes).

Mónica tiene la percepción de que las feministas críticas de género son feministas privilegiadas que no han conocido de cerca la realidad de las personas trans. “Y muchos de esos casos terminan siendo usados por grupos anti derechos que ven la oportunidad de crear una fractura interna en el feminismo”. (Ver: Los pasos de gigante de la avanzada conservadora).

Para Mónica siempre fue claro que las personas trans forman parte del feminismo. Para ella, el objetivo del feminismo es acabar con el patriarcado y en ese sentido “el enemigo es el mismo”.

El feminismo tiene que abrazar todas las causas relevantes en la sociedad, no solamente unas, porque para el feminismo todo lo humano es relevante y si decimos que nada humano nos es ajeno, pues lo que ocurre con las personas trans tampoco debería sernos ajeno”. (Ver: Gloria Careaga: el feminismo transformó mi vida).

Para ella, estas ideas se resumen en un sueño feminista transincluyente: “un mundo donde las familias sean espacios de cuidado y bienestar para todos sus integrantes, donde todas las personas podamos realizar nuestro proyecto de vida en condiciones dignas, donde los baños los puedan usar quien los necesite, donde las calles las podamos caminar sin miedo a cualquier hora del día, en cualquier lugar del mundo, donde convivamos con la conciencia de que habitamos un mismo planeta, de que estamos interconectados y sepamos celebrar la diversidad como una característica valiosa del ser humano”.

“Los movimientos de justicia social deben estar al servicio de quienes los necesitan”, Mónica Roa.

Contenido producido por Sentiido en cooperación con Heinrich Boll Stiftung.

Enlaces relacionados

Yo, monstruo mío
#MeGustanTrans: ¡Me casé con una mujer trans!
Es feminismo: no humanismo ni “igualismo”
Feminismo: de dónde viene y para dónde va
Hombres ¿feministas?
8 miradas al discurso de Emma Watson
Más voces se suman contra la violencia de género

Miluska Luzquiños, transfeminismos por los caminos del Perú

One thought on “Los súper poderes del feminismo transincluyente

  1. Me gusta mucho ver este tipo de publicaciones que colaboran en ir fortaleciendo la idea de un feminismo inclusivo y trans. Lo que si me preocupa es la invisibilidad de trans masculinos, hombres trans y personas asignadas al género femenino al nacer, que siempre tenemos una inmensa cuota de invisibilidad de la misma forma y proporción que la han tenido por siglos las mujeres cisgénero.

Deja un comentario

¿Qué piensas sobre este artículo?

Newsletter Sentiido