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Marco Fidel Ramírez llegó al Concejo de Bogotá respaladado por el cuestionado partido PIN, hoy llamado Opción Ciudadana. Foto: marcofidelramirez.com.

Marco Fidel, yo no te odio

El impulso de responder a los insultos con más insultos debe transformarse en argumentos, en vez de intentar silenciar a quienes se oponen a las personas LGBT.

Los debates sobre cómo los marcos constitucional y legal deben ampliarse para proteger, garantizar y promover los derechos humanos de las personas LGBTI no han avanzado por caminos suaves ni libres de escollos.

Por el contrario, hemos visto que, a mayor exposición mediática, política y social, nuestros opositores/as endurecen sus planteamientos.

Como respuesta, algunas personas se ponen bravas, critican esas posturas, las tachan de retardatarias, ignorantes, conservadoras, homofóbicas y otra larga lista de epítetos descalificadores.

No resulta claro cómo aún existen personas que nos lanzan piedras a quienes avanzamos hacia la liberalidad soñada o esa en la que podamos ir tranquilamente por la calle de la mano de nuestra parejas.

Una figura que logra acumular bastante “mala vibra” por este motivo es el auto denominado “concejal de la familia”, Marco Fidel Ramírez, quien fue elegido para el Concejo de Bogotá con 7.972 votos, como representante de algunas voces católicas y cristianas.

Amparado en sus libros y doctrinas, Ramírez promueve la “preservación de los valores familiares y sociales” que no ven con buenos ojos la existencia de familias LGBTI (conformadas por parejas del mismo sexo) o que se hable de estas personas en medios de comunicación y en instituciones educativas.

En Marco Fidel tenemos a una persona que, abierta y públicamente, encarna los discursos que no nos gustan. Pero no sólo porque nos disgustan, sino porque han justificado muchas violencias contra nosotros/as.

Algunos padres y madres de familia, compañeros/as de salón, profesores/as y médicos/as, entre otros, nos han señalado, excluido y violentado, apoyados como Ramírez, en el Levítico, Romanos o el Éxodo.

Por esto, cada vez que podemos caemos con todas nuestras fuerzas a criticar a Marco Fidel o a quienes salgan con esas ideas. Algunas personas se llenan de rabia, lo insultan y exigen que lo manden a la cárcel por discriminador.

¿Enfrentar la violencia con más violencia?

Acá es dónde me pregunto: ¿queremos garantizar nuestros derechos callando a los opositores/as? ¿Queremos enviar a la cárcel a quienes piensan diferente? ¿Queremos repetir el ciclo de violencia que ellos/as han creado?

Mi apuesta va por otro lado: por dejar el odio que me generan estas personas, por no cargarle bronca a Marco Fidel y por entender que vivimos en una democracia que, aún con sus fallas, nos permite expresarnos libremente y dar a conocer nuestras ideas, las que sean.

Cada vez que me detengo a revisar cómo debatimos ahora en comparación a cómo se hacía años atrás, veo con alegría que hemos crecido. Ahora nos apoyamos en estudios psicológicos, jurisprudencia nacional e internacional y literatura de diferentes campos.  Hemos encontrado la manera de responder de manera inteligente a los prejuicios, estereotipos y al saber basado en fe exclusivamente.

Por ello les invito a que sigamos promoviendo el debate de ideas que justamente critica ideas y no personas, pues no creo que busquemos imponer un único modelo de pensamiento o una única forma de ver la vida. Si algo hemos aportado las personas LGBTI a la democracia, es entender que desde la diversidad se construyen más puentes y diálogos.

Claro está, no todas las personas quieren dialogar ni acercarse y están en su derecho. Pero mejor peleemos por un Estado en el que todas las personas podamos vivir de la mejor manera posible.

Ese impulso irracional de responder a un insulto con otro, debe transformarse en un impulso por buscar más información y argumentos más elaborados.

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