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Menos periodismo Kardashian

El día del periodista es una buena oportunidad para reflexionar sobre cómo lograr un periodismo digital que vaya más allá del número de clics y ponga en práctica un ejercicio profesional más incluyente y amable con la diversidad y la pluralidad.

Uno de los objetivos de quienes están detrás de los medios de comunicación digitales o de las plataformas virtuales, es lograr el mayor número de clics, comentarios, “me gusta” y retuits en los contenidos y enlaces que comparten.

Esta es la manera de tener cifras llamativas para las agencias que anuncian en estos espacios. Finalmente, la publicidad sigue siendo el principal método de financiación tanto de los medios impresos como de los digitales.

Esto no pasaría de ser una lógica más de un mercado, si el afán por lograr audiencias masivas no se hubiera convertido en una excusa para publicar titulares sensacionalistas y notas sin contexto, incompletas o con frecuentes errores de digitación o de ortografía.

“En su búsqueda de la verdad, los periodistas deben proveer el contexto de los contenidos para garantizar precisión y evitar la simplificación de las historias”, señala María Mercedes Gómez, coordinadora regional para América Latina y el Caribe de la organización OutRight Action International.

A mayor número de “visitantes únicos” o de clics en los enlaces, mayor sostenibilidad económica.

A la falta de contexto, se suman el afán por publicar lo que sea, la oleada de videos superficiales y el “copy-paste” (así le llamen “curaduría”) de algunos medios que buscan publicidad –y por tanto ganancias– a punta del esfuerzo ajeno.

Lo cierto es que a pesar de todas estas estrategias, la sostenibilidad económica de los medios digitales no es fácil. A muchos anunciantes les resulta más efectivo pautar en Google o en redes sociales.

Para completar, en algunos casos se evalúa el trabajo de los periodistas según el número de clics que tengan sus artículos, lo que aumenta la tentación de publicar contenidos de baja calidad, sin contexto, pero con “alto rating” como caídas accidentales, robos en almacenes o agresiones en espacios públicos.

En un reciente evento, Juanita León, directora del portal La Silla Vacía, explicaba que esa práctica crea una distorsión de lo que es hacer buen periodismo. “Cuando el criterio de éxito es que una nota la visiten 10.000 personas, desenfoca el rol de los periodistas”.

De ahí que el reto de los medios independientes o de aquellos que no están sujetos a intereses del gobernante de turno o de grandes grupos económicos, sea ir más allá del número de visitas, así esto exija un desafío mayor en términos de modelo de negocio.

La ética y el rigor

“Evitar el periodismo Kardashian, el que más clics produce, implica perder miles de visitas y el dinero que estas traen. Pero el número de clics no puede ser la manera de medir el periodismo digital. En la medida en que un medio asume que las visitas son su vocación fundamental, la ética y el rigor salen por una puerta y el periodismo Kardashian entra por la otra”, agrega León.

La calidad del contenido, explica, sí pesa. Se puede competir con grandes medios, con una infraestructura de menor costo mediante información valiosa. “El talento pesa más que los contactos. Estamos ante una gran oportunidad para quienes quieran hacer un periodismo independiente”, afirma León.

Parte de la misión de las nuevas propuestas digitales es aumentar la oferta de contenidos de calidad para que suba su interés. Hay que poner sobre la mesa un mayor abanico de temas para promover su demanda.

De alguna manera, la gran diferencia que actualmente existe entre el periodismo impreso y el digital va más allá de las narrativas utilizadas: tiene que ver con la calidad de los contenidos producidos en uno y otro formato.

Es común que Cada quien suba a estas secciones el contenido que quiera sin pasar por la revisión de un editor.

Para Daniel Moreno, director de Animal Político, medio de comunicación digital mexicano, Internet no es solamente una plataforma que permite ejercer el periodismo sino que implica el mismo rigor, ética, responsabilidad y transparencia del buen periodismo.

Una de las estrategias utilizadas por los medios para generar más contenidos y, por tanto, más visitas a sus páginas, es permitir que cualquier persona publique sus opiniones en espacios llamados “nota ciudadana” o “periodismo ciudadano”.

Aunque esto puede ser una forma de “democratizar la opinión”, también implica riesgos. Muchas veces son aprovechados para desacreditar, calumniar o hacer señalamientos sin mayores pruebas o argumentos.

El problema es que buena parte de los lectores digitales no logran diferenciar si esa información es producida por un periodista siguiendo ciertos lineamientos editoriales o si se trata de una opinión personal.

De hecho, cada vez más gente entra a los contenidos a través de Google y de las redes sociales, sin tener presente en qué medio o en qué sección fue publicada la nota o quién es el autor de la información. Les interesa el dato puntual sin ahondar en cómo fue producido o en los intereses de quién está detrás.

El periodismo, una mirada

En su libro Zona de obras, la periodista argentina Leila Guerriero dice: “que una persona envíe su opinión o una foto a un medio no la convierte en periodista. El periodista tiene una mirada particular. Decir lo contrario es como afirmar que meter un pollo en el horno transforma a una persona en chef”.

Entre sus estrategias para aumentar sus visitas, algunos medios también le han apostado a contenidos que antes poco abordaban, como los relacionados con diversidad sexual y género. Es una manera de dejar atrás la homogeneidad que durante años reinó en las salas de redacción, bajo la premisa de que la diversidad no vende.

Son interesantes los avances por mostrar que hay muchas formas de ser y de existir. Además, contrario a lo que se cree, los medios públicos no son, necesariamente, la solución para aumentar la pluralidad de voces.

Muchas veces su presupuesto, en buena parte proveniente de dinero público, es utilizado en concentrar voces a favor del gobierno que los sostiene. A su manera, también estarían al servicio de políticos, lo que va en detrimento de la diversidad.

Parte de la misión de los periodistas es dar voz a quienes no la tienen, no promover que la gente diga lo que el periodista quiere.

Sin embargo, según María Mercedes Gómez, el poder de los medios no es solamente afirmar y afianzar la democracia, sino también formar la opinión pública. De ahí la importancia de fomentar un periodismo más incluyente y amable con la diversidad y la pluralidad. Para tal fin, propone los siguientes retos:

1. Dejar atrás los prejuicios: una tarea de los medios de comunicación es desmontar los prejuicios, lo que implica conocer los de cada periodista. Finalmente cada quien crece con los propios y de los cuales es difícil deshacerse.

Los prejuicios son una especie de mapas de cómo moverse que impiden ver más allá. La persona confunde la verdad con lo que cree, siente o prefiere porque le resulta más cómodo. Sin embargo, hay que superarlos porque carecen de argumentos: son juicios previos al conocimiento.

2. Aceptar y respetar: una de las razones de que en los medios de comunicación se vean tantos estereotipos es porque muchas veces nombran a las personas sin saber cómo cada quien se autodefine.

Si no es posible preguntarle a la persona, una alternativa es informarse sobre el uso de términos referentes a la orientación sexual, la identidad de género y la expresión de género y procurar usar los más neutrales.

Ahora, cuando se usan adjetivos como: “hombre gay es detenido en asalto”, se genera un estereotipo y se promueve una falsa generalización: los gais son delincuentes. Finalmente, en muchos casos estos adjetivos son usados en un contexto negativo. Así, la palabra gay pasa de ser una manera de nombrarse a convertirse en un insulto.

3. Todas las personas tienen orientación sexual, identidad y expresión de género: es equívoco creer que cuando se habla de estos temas solamente se refiere a lesbianas, gais, bisexuales o trans (LGBT).

Además, muchas veces se incluye la orientación sexual no heterosexual o la identidad de género trans de manera innecesaria o ligadas a delitos o prácticas antinaturales. En estos casos se utiliza para criminalizar a una persona o para intentar demostrar que es menos apta que otra.

Otro aspecto a resaltar es que la orientación sexual no se ve. Algunas personas pueden presumir que alguien es homosexual por su forma de vestir o de comportarse, pero esa es una hipótesis, no una certeza. Y no se puede asumir que lo es.

4. Reportar con matices: muchas veces la orientación sexual y la identidad de género se asumen como un todo y son agrupados bajo el término “gay” con titulares como: “gay fue asesinado en Cartagena”, pero resulta que se trataba de una mujer trans. De ahí la importancia de saber diferenciar.

5. El llamado lobby gay: quienes se oponen a que las personas LGBT tengan igualdad de derechos suelen argumentar: “estas perversiones vienen de países que perdieron la moral y buscan corromper a otros donde no hay homosexuales” o “los respetamos pero que hagan lo que quieran en sus casas: que no vengan acá a imponer sus gustos”.

Es decir, envían el mensaje de que son comportamientos antinaturales que están mal hechos. Y esta idea la relacionan con la creencia de que existe “una agenda gay” que quiere “conducir a los niños a sus perversas tendencias”.

6. Más allá de ser víctimas: en la mayoría de notas que incluyen personas LGBT se mencionan crímenes, víctimas y desigualdad, pero rara vez los hechos positivos de la cotidianidad. En muchos casos, el argumento para no hacerlo es que “eso forma parte del estilo de vida de ellos” o “es parte de su intimidad”. Pareciera entenderse la diversidad sexual y de género como un asunto íntimo.

Sin embargo, para mucha gente no es un asunto privado que si su pareja está enferma no pueda autorizar procedimientos médicos en el hospital porque legalmente no tienen ningún vínculo.

En últimas, una manera de regular el poder de los medios de comunicación y de evitar que el periodismo digital reproduzca los vicios del periodismo tradicional, es apuntando a que el ejercicio de este oficio parta de los derechos humanos.

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