“Nada más cercano que el feminismo y la espiritualidad”

Soy lesbiana y feminista. Desde hace más de 20 años empecé en el activismo por las dos causas. Pero antes de identificarme como lesbiana y feminista era una mujer católica muy practicante. (Ver: “Vivo el feminismo en la espiritualidad”).

De hecho, hice proceso vocacional durante cinco años para ser monja de una comunidad maravillosa. Me alejé de la espiritualidad el día en que confundida por lo que sentía por las mujeres fui a confesarme y el cura me dijo: “cada vez que le esté pasando eso -sentirme atraída por mujeres- busque un cura para confesarse. Rece tantas avemarías y padres nuestros“. (Ver: Somos obra divina).

Ese día entendí que esa religión no me representaba, así para ese momento fuera una ferviente rezandera del Rosario, por lo que mi “penitencia” estaba pagada con creces. (Ver: “El budismo me salvó”).

Estuve lejos de la espiritualidad cerca de 10 años. Sin embargo, con el tiempo, esa parte profunda de lo que uno es encontró nuevos caminos: redescubrí la potencia del espíritu y de los seres lejos de las religiones y me adentré al encuentro conmigo misma y con mi verdad. (Ver: Creo en el “yo superior”).

Fue así como retomé lecturas sobre ese bello círculo que es la vida y la muerte y encontré un lugar en el mundo para mí y mi espiritualidad. (Ver: Fe y lucha feminista).

El feminismo, aunque está muy conectado con el cuerpo y con el ser, ha olvidado su conexión con algo más allá de “esta tierra”, casi que feminismo y espiritualidad parecen irreconciliables. (Ver: Es feminismo: no humanismo ni “igualismo”).

Sin embargo, en mi camino espiritual he podido reconciliarlos porque estoy convencida de que se abre con más fuerza un nuevo tiempo para la humanidad. (Ver: Power Plumas en un mundo en armonía).

Un tiempo en donde el lugar de las mujeres es indispensable, recuperando así su fuerza y reconocimiento. Por eso mi espiritualidad recobra el valor del feminismo como esa corriente que ha traído este nuevo momento de valoración de la fuerza femenina y de su reconfiguración en el ordenamiento del mundo. (Ver: Gloria Careaga: el feminismo transformó mi vida).

Ahora viene nuestro gran reto: el reconocimiento de nuestros masculinos y femeninos en cada cuerpo más allá de la biología. Nada más cercano que el feminismo y la espiritualidad a esta apuesta. (Ver: Claudia Mejía: mi vida entera ha estado marcada por el feminismo).