Nuestro sitio usa cookies de terceros para permitirnos elaborar estadísticas sobre las visitas y gestionar el envío de nuestras newsletter. Más información aquí.
ACEPTAR
Juan Pablo Salazar, Arcángeles Bogotá.

“Necesitamos apagar juntos el mismo incendio”

Juan Pablo Salazar, quien aspiró al Senado de Colombia, habló con Sentiido de la importancia de que los diferentes movimientos sociales, incluido el LGBT, trabajen de manera articulada.

Fueron 21.188 votos. Aunque era la primera vez que Juan Pablo Salazar, publicista bogotano, participaba en unas elecciones políticas, su resultado estuvo muy por encima de figuras con reconocimiento nacional como el general (r) Freddy Padilla de León, la ex alcaldesa de Cartagena Judith Pinedo y actrices y presentadoras que aspiraban a una curul en el Congreso de Colombia.

Aunque ni la votación de Juan Pablo, ni la de ninguno de los arriba mencionados fue suficiente para llegar al Senado, la principal diferencia radica en que él, a sus 33 años, se consolidó como una revelación en la política nacional.

También es cierto que Juan Pablo no llegó de ceros a protagonizar una campaña política: desde hace 8 años es reconocido en el ámbito de las personas en situación de discapacidad, las ONG y los Derechos Humanos.

Todo empezó hace 10 años en el matrimonio de su hermana. Durante la celebración, Juan Pablo sufrió una lesión en la médula espinal y quedó paralizado del cuello para abajo. “No pisé una mina antipersona ni me dispararon. Yo tomé una decisión estúpida de tirarme de cabeza al agua y me partí el cuello”, asegura.

Como en cualquier proceso de duelo, llegó el momento en que tuvo que elegir entre quedarse en el dolor o seguir adelante. Desde entonces aceptó que viviría en una silla de ruedas y está tranquilo con eso.

También pasó por la etapa de culpar a Dios. “El accidente me enfrentó a preguntas que son más fáciles de evadir cuando uno está en otras circunstancias. Ahora, en un nivel muy íntimo, trabajo a mi manera en un camino espiritual. No es un proceso vinculado a ninguna religión”.

Más adelante vino la autocompasión hasta que finalmente inició un proceso de rehabilitación en Teletón (Bogotá). Posteriormente viajó a un hospital en Michigan (Estados Unidos) a continuar con el tratamiento.

Dos años después no solamente aceptó su nueva realidad sino que buscó darle mayor sentido a su vida. Empezó por traer a Colombia el sistema que había experimentado en Estados Unidos.

Así nació lo que hoy es el Grupo Social Empresarial Arcángeles. “La idea de crearlo se concretó a punta de prueba y error. Si uno tiene una idea, el paso a seguir es llevarla a cabo. Ejecutarla. Así que arrancamos ‘fusilando’ el método de rehabilitación que conocí allá y cuya base es el deporte, una de las herramientas más efectivas para empoderar el espíritu”.

Al practicarlo, explica Juan Pablo, uno se conecta con aspectos que pensaba había perdido como la emoción de una competencia o las ganas de ganar.

Pieza clave de su vida

Cuando estaba en Estados Unidos, una persona del centro de rehabilitación le propuso jugar rugby. Juan Pablo asistió un sábado con la idea de ver cómo era, pero desde ese día y, durante algunos años, su práctica se convirtió en parte fundamental de su vida.

“Con el rugby me puse la camiseta de un equipo, participé en campeonatos y, a través de todo esto, encontré la cura que buscaba. Ahora han llegado jóvenes más rápidos y menos barrigones que yo que se están encargando de hacer los goles, mientras yo estoy tras bambalinas como presidente del Comité Paralímpico Colombiano”.

Con el tiempo entendió que si la idea era trabajar por las personas en situación de discapacidad, además de programas de rehabilitación física, Arcángeles debía ofrecer iniciativas para acceder a empleo y educación. Así, poco a poco, fueron ajustando el modelo.

Actualmente, es un holding social con 120 empleados, con programas en los 32 departamentos de Colombia y en seis países de Suramérica y con cinco líneas de acción: salud, capital social, comunicaciones, construcciones y deportes.

El proyecto piloto de la iniciativa de inclusión laboral se llevó a cabo en el Centro Comercial Gran Estación en Bogotá, empleando como guardias a personas en situación de discapacidad. A partir de esa experiencia, fue posible desarrollar un modelo que hoy tiene vinculadas a más de 400 personas en 60 empresas de Colombia y fuera del país.

Además de su trayectoria, Juan Pablo sabe que buena parte de sus más de 21.000 electores son el resultado de la originalidad de su estrategia publicitaria.

Lejos de las tradicionales vallas protagonizadas por la foto de un candidato con las mangas de una camisa blanca remangadas y la frase “¡sí se puede!” o “El cambio es ahora”, Juan Pablo le apostó a una serie web: “U10 La Campaña”, caracterizada por la irreverencia y el humor. Allí participaron, entre otros personajes, Carlos “El pibe” Valderrama, Pirry y la actriz Natalia Durán.

Con un mensaje claro y contundente pero no por esto menos creativo, Juan Pablo dejó atrás la típica “publicidad política pagada” donde un candidato crítica a sus rivales o donde la imagen del aspirante, rejuvenecido a punta de photoshop, viene acompañado del eslogan: “¡Ahora sí!”.

Arrancó su campaña con la idea de que es urgente renovar la forma de hacer política en Colombia, lo que incluye la manera de comunicarse. “El hecho de que el 56 por ciento de la gente no vote, habla mal de ese porcentaje, pero aún peor, de la clase política que no es capaz de atraer a esas personas”.

Su apuesta fue llegarle a la gente de otra manera y sabe que si puso a pensar a los políticos en alternativas distintas de hacer política, ya ganó.

quién es Juan Pablo Salazar que fue candidato al Senado
Juan Pablo Salazar en la sede de Arcángeles en Bogotá.

¡Éste es!

Sus más de 21.000 votos llevaron a que seguramente más de un político o movimiento ya lo tenga “fichado” como un jugador clave en el panorama político nacional. Por ahora, sin embargo, no está pensando en una próxima campaña aunque no descarta dar un nuevo paso en este sentido.

Más que la inclusión de las personas en situación de discapacidad, su causa es la inclusión en general. “Un mundo posible para un joven con parálisis cerebral es un mundo posible para cualquiera. Y a esta causa puedo servir desde un cargo político, la sociedad civil, un medio de comunicación o desde el Gobierno”.

Lo que sí tiene claro es que no quiere llegar a un cargo político debiendo favores. “De haber logrado una curul en el Senado, habría sido gracias a mi trayectoria”.

Las críticas que recibió en redes sociales y eventos, nunca fueron por su trabajo sino por “La U”, el partido en el que estaba, algo que le parece injusto.

“Si uno se queda esperando el aval perfecto no haría política nunca. En Colombia no hay ningún partido por el que puedan ponerse las manos en el fuego. Mal que bien, el actual partido de Gobierno tiene una propuesta concreta que es la paz con la cual me siento plenamente identificado”.

Para Juan Pablo, lo más importante de participar en las pasadas elecciones fue haberle dado mayor visibilidad a su causa, lo que no murió el 9 de marzo. “Yo no me levanté al día siguiente preguntándome qué iba a hacer ahora, seguí haciendo lo mismo que planeaba para el Senado pero desde la sociedad civil”.

Como activista de derechos humanos, la campaña que mayor difusión ha tenido es “remángate”, la cual creó con el propósito de disminuir la indiferencia frente a las minas antipersona.

Esta iniciativa ha llegado a 73 países y logró que se “remangaran” presidentes de varios países y personajes como Ban Ki Moon, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

“Existe mucha apatía e indiferencia y eso es, a mi juicio, lo que patrocina buena parte de las situaciones perversas que suceden en nuestra sociedad. Remángate busca despertar conciencias y que la gente entienda que el dolor de quienes están en la guerra, no es solamente de ellos sino de todos. Hay que aprender a ponerse en los zapatos del otro”.

Juan Pablo también habló con Sentiido, entre otros temas, sobre Teletón y la articulación de diferentes movimientos sociales, incluido el LGBT:

Algunas personas dicen que Teletón no pasa de ser una Institución Prestadora de Salud (IPS) que promueve la imagen de mendicidad de las personas en situación de discapacidad. ¿Qué opina al respecto?

Teletón es una fundación privada con derecho a tener sus propias estrategias de financiación. Eso es legítimo.

Nuestra principal batalla no es conseguir más recursos ni construir más centros de rehabilitación sino cambiar paradigmas con respecto a las personas en situación de discapacidad. Y 48 horas de televisión poniendo a esta población como víctima no suma sino que le resta a este propósito.

A las personas discapacitadas no se les debe marginar, ni compadecer sino vincular. Y el tono dramático del programa, basado en la lástima, le quita puntos a los objetivos del movimiento.

Nosotros somos un movimiento como el LGBT o las minorías étnicas, que busca la garantía de sus derechos. A nadie se le ocurre hacer una teletón para recaudar fondos porque “pobrecitos los homosexuales”, entonces ¿por qué en este caso sí?

¿Qué opina de que el 11 de marzo la Corte Constitucional haya avalado la esterilización de menores con discapacidad sin el consentimiento de estas personas?

Me parece una decisión nazi y salvaje. Además, legalmente hablando, Colombia ratificó la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de las Naciones Unidas que tiene un artículo donde señala, de manera explícita, que eso no se puede hacer.

Como en el caso de la pastora Piraquive, es evidente que en nuestra cultura hay muchos paradigmas de exclusión y discriminación. Básicamente lo que dice esta sentencia es que asumimos como algo normal que se abuse sexualmente de las personas con discapacidad.

¿Cree que hay mayor violación de los derechos sexuales y reproductivos de las personas que están en situación de discapacidad que en el resto de la población?

En Colombia hay un tabú sexual en general. No es un problema específico de las personas con discapacidad. Quizás, con respecto a esta población, existen más miedos e ignorancia al respecto.

Parte del duelo que uno hace cuando aterriza en una situación de discapacidad es volver a encontrar la esfera sexual de la vida porque, claramente, no es la misma. Cuando estaba en el proceso de rehabilitación les pregunté a los médicos sobre cómo era la vida sexual en esta nueva situación y ellos no sabían muy bien qué responder.

Para los asuntos más íntimos, como ir al baño o la sexualidad, quien mejor lo desvara a uno es una persona que esté pasando por la misma situación.

¿Es posible lograr la articulación de movimientos como el LGBT con el de personas en situación de discapacidad?

No solamente es posible sino fundamental que los distintos movimientos sociales, llámese LGBT, afro o indígena, trabajen en equipo; finalmente estamos apagando el mismo incendio.

El problema acá es la exclusión en general y no solamente la de las personas con discapacidad. El asunto de fondo es que no tenemos igualdad de derechos ni acceso a las mismas oportunidades que quienes no forman parte de estos sectores o minorías.

El “pero” es que en los mismos movimientos hay conflictos. Yo me considero un soldado de una causa pero estoy lejos de ser el líder. Si las personas con discapacidad en Colombia estuvieran unidas bajo una sola bandera, yo habría sacado 2.600.000 votos, pero en todos los movimientos hay divisiones y “broncas” internas.

Si dentro de los mismos movimientos no existe unidad, es aún más difícil lograr una coalición de varios. Sin embargo, ese es el “deber ser” y es algo en lo que me gustaría trabajar.

¿Cómo cambiar los prejuicios que tanto afectan a las personas LGBT como aquellas en situación de discapacidad?

Poco a poco. Las abuelas de muchas personas de mi generación no fueron a la universidad, pero actualmente estas instituciones están llenas de mujeres. Esto ahora es algo normal, pero décadas atrás no lo era. Aunque aún existe mucho machismo, hay que reconocer que en algo se ha avanzado.

Los cambios culturales requieren de generaciones. Que una persona afrodescendiente fuera presidente de los Estados Unidos era legalmente posible desde 1965, pero culturalmente era imposible siquiera pensarlo. Solamente hasta 2009 lo cultural empató con lo legal.

Para hacer cambios no hay una fórmula mágica, más allá de levantarse cada mañana teniendo claro que cada quien vale por lo que es y con la conciencia de hacer respetar los derechos que la Constitución de Colombia garantiza.

¿Qué opina del activismo de plantones y otras formas de protesta?

No me gusta. Creo más en la zanahoria que en el palo. Cogerle “bronca” a la pastora Piraquive es ingenuo porque ella no es el problema, sino un síntoma de la enfermedad. Para mí es más útil coordinar programas deportivos o de empleo para personas con discapacidad y trabajar en políticas públicas que ponerme bravo e ir a protestar.

En mi opinión, el activismo de regañar no logra sino generar más polarización y odio. Para mí es más efectiva una estrategia de zanahoria y de hacer valer los derechos, no a la brava, sino generando conciencia.

Sin embargo, esta es una opción de lucha que respeto y que en otros movimientos y contextos ha traído resultados. Bienvenida sea pero mi estrategia es otra.

¿Cuál considera es la principal necesidad de las personas en situación de discapacidad en Colombia?

Es un asunto transversal de Derechos Humanos. Si me tocara escoger una de las problemáticas para resolver, me inclinaría por el empleo. Aunque ¿a qué trabajo es posible acceder si no se tiene una buena educación?

También, a pesar de los avances, las personas en situación de discapacidad deben continuar luchando diariamente para adaptarse a un entorno que no las tiene en cuenta ni en su movilidad ni en su arquitectura.

Deja un comentario

¿Qué piensas sobre este artículo?

Newsletter Sentiido