Sentiido invitó a la actriz, cantante, escritora, activista, pedagoga y gestora cultural argentina Susy Shock, a conversar sobre cómo el arte ha sido una de sus más inspiradoras formas de activismo travesti. #AlOídoConSentiido
Ilustración: Saro Agustina para Sentiido.
Actriz, cantante, escritora, activista, pedagoga y gestora cultural. La artista argentina Susy Shock es muchas cosas a la vez pero por encima de todas se define como: “artista trans, sudaca, trava”. (Ver: Hangout en vivo con Susy Shock).
Invitamos a Susy Shock a conversar sobre cómo el arte ha sido una de sus más amadas e inspiradoras formas de activismo travesti. (Ver: Artivismo transfeminista: el arte de la resistencia).
“Soy Susy Shock, artista trans, sudaca…Trava”.
Canción Milonga Queer: “Me pegaste una etiqueta antes de saber quién soy… Cuando me pusiste nombre, me condenaste a ser vos… Nunca podrás atraparme con una palabra no… Una pluma no es un ganso, yo solo quiero ser yo…”. (Ver: Queer para dummies).
Sí, ella es Susy Shock, artista trans, sudaca pero sobre todo trava. Con mucho orgullo lleva Susy su identidad travesti, una identidad que en el sur del continente han abrazado, subvertido y convertido en una posición política. (Ver: Travesti, una breve definición).
Esta artista y activista argentina es un torbellino de ideas y acciones. A su paso, todo lo toca y lo transforma a través de su arte, su voz poderosa y su abrazo cariñoso para todas aquellas personas que, como ella, han tenido que sobrevivir en un mundo que castiga y margina todo lo que no se encaje dentro la norma. Por eso, ella siempre ha aplicado en la vida diaria ese famoso verso suyo: “que otros sean lo normal”. (Ver: “Mi cuerpo es un tanque de guerra pintado de rosa”).
Invitamos a Susy a responder algunas preguntas sobre la relación entre el arte y el activismo travesti y esto fue lo que nos contó.
Canción Milonga Queer: “Milonga queer, soy lo que soy, si te gusta bien y si no, no”.
Susy Shock es una actriz, cantante, escritora, activista, pedagoga y gestora cultural argentina. Susy Shock es muchas cosas a la vez pero por encima de todas, es una “artista trans, sudaca y trava.
Sentiido: Susy bienvenida y gracias por conversar con Sentiido. ¿Cómo y por qué empieza tu relación con el arte?”
Susy Shock: El arte atraviesa mi vida desde chiquita. Primero bailando folclore, el folclore de mi país. Y a los 14 años empecé en un mundo maravilloso que es el teatro, que me dio la posibilidad de encontrar lo poético. También encontrar la música y el cantar.
Después de ahí se fue construyendo el oficio y los oficios dentro del oficio, con un aprendizaje profundo, con maestras, con maestros y sobre todo en un recorrido. (Ver: Amara Moira: literatura en tránsito).
Yo soy de la generación que cuando empezaba a aprender un oficio, en este caso las artes del teatro, lo empezó a hacer. Empecé a hacer teatro inmediatamente.
Entonces esa formación práctica hace que me sienta, por ejemplo, una artista escénica. Yo creo que soy eso, sobre todo una artista escénica.
S: ¿Qué sientes que ha hecho posible que te puedas dedicar al arte y desarrollar tu potencial de manera tan inspiradora?
S.S.: El abrazo de mi mamá, la Nelly, la tucumana y el de mi papá, el Benincho, el pampeano, han sido vitales no solamente para mí, para mi hermano y mi hermana también ese compromiso que, debería ser algo bastante común, pero que en realidad no lo es. (Ver: “Dejemos que nuestros hijos vivan su vida y no nuestros sueños”).
Por eso soy muy crítica con paternidades y maternidades. Nos expulsan de los hogares heterosexuales y quien nos espera con todo su conflicto y toda su violencia es la calle, negociando con nuestros cuerpecitos porque somos infancias y adolescencias expulsadas. (Ver: “Cuando los hijos salen del clóset, los papás entran en él”).
No somos personas adultas autónomas que podemos decidir con nuestro cuerpo desde la libertad, qué queremos hacer.
Somos infancias y adolescencias negociando con un mundo cruel y necio y cínico, sobre todo, a cambio de poder comer. (Ver: “Dejemos de decir que no queremos hijos LGBT”).
Entonces esto, que es una realidad que todavía sigue en todo el mundo y en la Argentina también -pese a 11 años de la ley de identidad de género- es una realidad que cuesta todavía revertir. Porque es el mundo heterosexual el que tiene que hacerse cargo de su propia violencia y eso es lo que más cuesta, quizás. (Ver: Laura Weinstein, una fuerza que no morirá).
Pero yo tuve ese abrazo y eso hizo que yo estuviera en casa, aprendiendo un oficio, terminando el secundario, abrazada en el abrigo ese que no necesita entender a Foucault, ni a Judith Butler. (Ver: “Lo de menos es que mi hijo sea gay, lo importante es él como ser humano”).
Porque mi papá y mi mamá han sido obreros, trabajadores y tuvieron la ciencia enorme de saber abrazar, que es la primera, que es la más silvestre, que es la urgente y la necesaria. (Ver: Las “casas trans”, un hogar más allá de las calles).
Canción de cuna para niñxs diversxs: “Esta noche no tengo miedo, las cañas me hacen de sonajero, y la brisa con ella baila, esta noche, no tengo miedo….”
Entonces, cuando yo hablo de abrazo, hablo desde ahí, ¿no? Entendiendo que el des-abrazo también es un hecho político, no solamente un hecho cruel.
S: Hablemos de cómo se conjugan el arte que creas y el activismo que ejerces por los derechos de las personas travestis y trans.
S.S.: No estoy suelta ni alejada del movimiento político y social de mi propio país. Yo pertenezco a lo que me hago llamar “la generación del nunca más“, porque fue en el regreso de la democracia, después de la última dictadura argentina tan cruel. (Ver: Mujeres trans, migrar para descubrirse).
Entonces, yo empecé también teatro en medio de una ebullición que fue ese país despertándose, recibiendo a mucha gente que se tuvo que ir, volviendo a hablar cosas que no se hablaban, cicatrizando. Y desde entonces para acá ese recorrido es un recorrido que nos ha hecho, entiendo yo, mejores…
Ahí las travas también entramos en ebullición, absolutamente ligadas a eso que despertaba. No es casual los derechos ganados en la Argentina, porque están intrínsecamente ligados a los derechos humanos, que es el movimiento que en general ha ganado una batalla cultural en la Argentina. (Ver: La Mocha: un bachillerato popular travesti-trans).
S: ¿Y cómo se empezó a manifestar tu música, tu poesía, tu teatro en el activismo travesti trans?
S.S.: Yo empecé a cantar, entonces empecé a juntarme, por 2001, con mi propia comunidad. Yo venía específicamente del teatro, en el activismo político, en el teatro, en la calle, también desde el teatro peleando las reivindicaciones contra censuras, contra la impunidad que fueron los 90, muy fuerte. (Ver: “Soy La Poderosa, soy masculina y soy femenina”).
Y entonces me encuentro ahí con mi propia comunidad y esa conexión hizo que estallara un mundo que estaba vacío, un mundo que no tenía contenidos travestis, trans, desde dónde aferrarnos, desde dónde mirar y proponer belleza propia también.
Siempre ese mundo hegemónico al que teníamos que traducir, que nos gustaba en muchos sentidos, que valorábamos en muchos sentidos, pero que no nos pertenecía. No estaba nuestro cuerpo ahí para decir: “así yo miro el mundo, así yo amo y me amo por eso”. (Ver: Nix: mi lucha es ser yo, mi esencia)
En el caso específico del folclore y de la música que yo vengo proponiendo, la necesidad urgente de escribir canciones, zambas, chacareras, que hablaran desde ahí fue quizás lo que más primó y lo que más resonó.
Hay muchísimas generaciones que se sienten abrazadas por esa época, que nacieron también con contenidos propios, con canciones, con poesías que les hemos dado y que han hecho espejo hermoso para que puedan también cantar y componer y crear desde esas mismas diferencias o desde otras que vienen surgiendo y que están muy bien y que nos enriquecen.
S: Tu obra es muy prolífica, sería difícil hablar de cada uno de tus poemas, obras de teatro, canciones… Pero ¿podrías mencionar algunas de tus creaciones, aquellas más significativas para ti y para tus compañeras de lucha?
S.S.: Creo que Monstruo mío sigue siendo la poesía que me devuelve todo el tiempo mucha gente en distintos puntos del mundo, que le ha significado mucho. (Ver: Yo, monstruo mío).
Ya eso en sí alcanzaría para sentir que una ha pasado por este mundo y…Con algún sentido. Y esa poesía que yo leo siempre, cada vez que llego por primera vez a un lugar que no estuve…
Porque siempre digo que esa poesía me llevó seguramente ahí con mucho agradecimiento y que muchas generaciones la han hecho como propia.
Se la han tatuado, la usan en remeras, la tienen escrita en las paredes de sus casas. Pero sobre todo, me parece que es lo que a mí me ha hecho la poesía, que es acompañarme, lo que me ha permitido la poesía, que es no sentirme sola.
Creo que lo logré en esa, sobre todo en esa. Y a la vez es algo que ya está, que va volando, que va abrazando solita.
Fragmento del poema “Yo monstruo mío”: “…Yo, mariposa ajena a la modernidad, a la posmodernidad, a la normalidad. Oblicua, bizca silvestre, artesanal, poeta de la barbarie. Con el humus de mi cantar, con el arcoíris de mi cantar, con mi aleteo; reivindico mi derecho a ser un monstruo y que otros sean lo normal”.
S: Muchas personas jóvenes ven en ti un faro. ¿Qué les dices a esas juventudes trans que hoy siguen reclamando lo que les pertenece?
S.S.: Yo soy una agradecida del abrazo que me da la juventud y que me dan las infancias y me genera mucho compromiso. Me siento muy responsable, me siento muy, muy comprometida a eso. (Ver: Alanis Bello: no quiero ser un hombre ni una mujer).
Siento que a mí el mundo adulto me agotó. A mí el mundo adulto me agobió en su fracaso y en su repetición sistemática del fracaso. Entonces, yo estoy ahí parada, abrazada a juventudes y a crianzas que no me mienten y saben que yo no les miento.
S: Trabajos como Nuestrans Canciones, una compilación de composiciones originales hechas por personas trans y no binarias y que tú coordinaste junto a Javiera Fantin, parece una manera de jalar a esas nuevas generaciones hacia espacios de creación, de realización, de protagonismo… ¿Puedes hablar un poco de ese trabajo?
S.S.: Nuestras canciones son una experiencia que todavía no ha terminado, que sigue en cada une, que abraza esa idea y la potencia y se pone a componer.
En un territorio heterosexual, donde nuestros contenidos no estaban, se fue haciendo urgente hablar con voz propia, gritar con voz propia, susurrar con voz propia como nos sale, de la manera que podemos, de la insistencia de que no haya otra interlocución que nuestra voz propia. (Ver: Geografía de las luchas trans en América Latina).
Así que esa es la excusa de un taller que pueden encontrar en las páginas del Centro Cultural Kirchner de la Argentina, en las que están grabadas 17 canciones.
La primera parte se llama Brotecitos dedicada a las infancias o a la propia infancia. O la infancia que hay que sanar. La infancia que lastimaron, a la infancia que quiero ser, que quiero proteger.
La segunda parte se llama Raíces, pensando en que venimos de historias, nombres propios que necesitamos rescatar y valorar.
S: Susy, ¿dónde encuentras inspiración?
S.S.: Encuentro inspiración en esa misma juventud, en verles, en ir a escucharles cantar, leer, en compartir escenario y trabajos y la calle y la militancia. (Ver: Miluska Luzquiños, transfeminismos por los caminos del Perú).
Encuentro inspiración en mi país y en mi continente alicaído, empobrecido, sin justicias, con todo un enorme interrogante de futuro y todo un enorme triunfo de lo más fracasado, donde nosotras tenemos que ir cortando la maleza para hacernos paso a un mundo que quizás puede ser mejor. (Ver: Los súper poderes del feminismo transincluyente).
No sé. Pero seguramente no se va a parecer a éste. Y entonces, en esa aventura sólo nos queda cómo soñar, que es una de las pocas venganzas que tenemos, cómo morir de viejas, que es otra de las pocas venganzas que tenemos, cómo ir con alegría, que es una de las pocas venganzas que nos quedan.
Canción Traviarca. “Celebrándote Lohana andará este guainito, mientras lo canto a la hermana, bailan viejas y chiritas…”
Entrevista, guion y narración: Andrea Domínguez. Edición y producción de sonido: Rodrigo Rodríguez, de Loro Podcast. Gracias a Susy Shock por esta conversación y por permitirnos usar sus canciones, sobre las cuales posee los derechos.
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