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Periodismo de diversidad sexual, ¿qué le falta y para dónde va?

Sentiido aprovechó el Festival Gabo 2018 para entrevistar al periodista y escritor mexicano Guillermo Osorno sobre el panorama del periodismo enfocado en diversidad sexual. Osorno fue director de la revista Gatopardo y es autor del libro Tengo que morir todas las noches, acerca del underground y la cultura gay de Ciudad de México.

La revista de periodismo narrativo Gatopardo es una de las publicaciones soñadas de muchos periodistas. Wikipedia no se equivoca cuando dice que Gatopardo, enfocada en crónicas y reportajes, sigue adelante bajo la convicción de que así cada vez se repita con más fuerza que “la gente ya no lee”, hay grandes cronistas y lectores interesados en estos géneros periodísticos.

Aunque Gatopardo fue fundada en Colombia, a partir del número 70 (julio de 2006) se trasladó a Ciudad de México, para ser publicada por Editorial Mapas que tiene entre sus fundadores al mexicano Guillermo Osorno, quien fue director de dicha revista entre 2008 y 2014. Osorno estudió Relaciones Internacionales y periodismo en la Universidad de Columbia, es autor del libro Tengo que morir todas las noches, (2014) que reúne el underground y la cultura gay de Ciudad de México de los ochenta, ha sido colaborador del New York Times en español y actualmente es director y fundador de Horizontal.mx, una plataforma de periodismo independiente con enfoque cultural.

Sentiido aprovechó su paso por el Festival Gabo 2018 para además de entrevistar al periodista Cristian Alarcón, hablar también con Guillermo Osorno sobre el panorama del periodismo enfocado en diversidad sexual y de género. (Ver: Cristian Alarcón: una perspectiva queer o feminista va más allá de hablar de maricas o de mujeres)

Periodismo de diversidad sexual
Guillermo Osorno fue director de la revista Gatopardo entre 2008 y 2014. Es fundador y director de Horizontal.mx, una plataforma de periodismo independiente con enfoque cultural. Foto: La Tempestad – Ricardo Velmor.

Sentiido: hace unos días hablábamos con el periodista Cristian Alarcón que en muchos medios de comunicación existe una división muy marcada entre “periodismo” y “activismo”. Se ve una seria resistencia hacia los contenidos que se perciban como de “defensa de derechos” o de “promoción de la igualdad”. ¿Qué opina?

Guillermo Osorno: efectivamente en la mayoría de medios de comunicación existe una tensión respecto al cubrimiento de los temas de derechos humanos, víctimas y LGBT. Pero la conciencia de los periodistas normalmente los lleva a apuntar hacia los lugares donde hay desigualdades de poder y a darles voz a quienes no la tienen. Y acá entran estos temas. Por supuesto, la audiencia tiene que saber quién es el autor de la nota o del contenido, de dónde viene y si tiene alguna intención con esa publicación. También es fundamental que los periodistas no pierdan el norte: lo más importante es la verdad y su audiencia. Si son transparentes en cuanto a su trabajo y a sus intenciones, dicen la verdad y de paso aportan a construir ciudadanía, ¿cuál es el problema con la combinación entre derechos humanos y periodismo? (Ver: Menos periodismo Kardashian).

Muchas veces cuando el tema a tratar son los derechos de las personas LGBT, los medios invitan a un activista LGBT y a un pastor evangélico o a un líder religioso para presentar dos puntos de vista o las supuestas dos caras de la moneda, ¿qué opina de esta práctica?

No me parece la práctica más adecuada porque estos temas no tienen dos puntos de vista sino que existe una diversidad de opiniones mucho más amplia. De hecho, hay personas LGBT que piensan que la lucha por el matrimonio entre personas del mismo sexo es una conversación entre élites y que en realidad esta población tiene problemas más graves derivados de la marginalidad, como las dificultades para hacer los cambios legales de género en los documentos de identidad, el acceso a los sistemas de salud, el desempleo… Es cierto que la lucha por derechos como el matrimonio hace más visibles a las personas LGBT pero no es su única causa ni mucho menos la más importante. En realidad, es ante todo un tema llamativo para los medios porque replica la norma heterosexual al buscar los mismos derechos de las personas heterosexuales. Pero a veces lo que hay que marcar es la diferencia y ser más ruidosos con esto que con la “igualdad”.

Desde 2016, en buena parte de nuestros países hemos visto cómo algunos sectores religiosos conservadores resucitaron un concepto llamado “ideología de género” que ha tenido muchas repercusiones sociales y políticas. ¿Cómo ha visto el cubrimiento de los medios respecto a este tema?

En México este concepto no fue muy abordado por los medios tradicionales, pero sí fue analizado por buena parte de los medios independientes. En Ciudad de México, las marchas por la tal “ideología de género” fueron lideradas especialmente por sectores de la Iglesia católica y grupos de derecha. El asunto fue que por ese entonces se conoció el caso de una periodista que fue acosada sexualmente en un barrio de clase media alta y una cámara registró todo el episodio. Ella, desde entonces, empezó a visibilizar con mucho impacto el acoso callejero y este tema tuvo un importante protagonismo mediático. (Ver: La tal ideología de género, ¿de dónde viene y para dónde va).

“En México la prensa tradicional no tomó en mayor consideración lo de la ‘ideología de género’ pero sí tuvo un amplio debate en otros medios”.

Medios independientes como Horizontal nos sumamos a la discusión sobre el acoso siguiendo otras rutas, evidenciando por ejemplo, la violencia que sufren las periodistas deportivas y que se nota en tuits como “tú no sirves” o “deberías estar en la casa”. De igual manera les sucede a muchas mujeres visibles en la discusión pública y que reciben, entre otras, amenazas de violaciones. Era una manera de sumarnos a visibilizar el machismo presente en la sociedad. Los periodistas debemos poner adelante esas voces que importan, no tanto las que están en contra o a favor, sino las personas que están afectadas por la desigualdad. (Ver: Acoso sexual: lo que se dice vs. lo que es).

Muchos periodistas por un supuesto equilibrio en temas de derechos LGBT terminan por darles espacio a personas que van a compartir una serie de prejuicios sobre la diversidad sexual y de género. En temas de igualdad, ¿no siempre los dos argumentos son iguales de válidos?

En estos temas no hay contraparte. El objetivo es que exista una igualdad de derechos y en ese sentido no hay discusión. La cotidianidad de un sacerdote, de un pastor o de un padre de familia no se verá afectada porque se amplíen a las personas LGBT derechos ya existentes. O ¿en qué les afecta en su diario vivir que una pareja de hombres o de mujeres se case? Por esto no creo que los medios deban daban darles espacio a estas personas para discutir estos temas. No me parece que acceder a unos derechos deba ser discutido con quienes quieren impedir que esto pase. No son voces pertinentes en este escenario.

Hace poco un editor de un periódico colombiano decía que no importa si un medio toma partido a favor de un tema (por ejemplo, de una educación para la sexualidad de calidad) siempre y cuando argumente bien su posición. ¿Qué opina al respecto?

Estoy de acuerdo. Tanto los columnistas como los medios pueden escoger sus batallas y si la de un medio en particular es la garantía de los derechos humanos está en todo su derecho de expresarlo, de hacerlo explícito a su audiencia y de dejar claro que los argumentos que presenta son producto de un riguroso ejercicio de reportería e investigación para aportar a la discusión. Un medio puede tomar partido sobre un tema siempre y cuando sea transparente, lo que implica que evidencie por qué lo hace y sus argumentos al respecto.

En Sentiido tenemos la percepción de que a buena parte de las nuevas generaciones que llegan a los medios de comunicación les interesan mucho los temas de igualdad y de género. En parte, por esto, son temas cada vez más visibles. ¿Qué opina?

Así es. Me parece que casi una marca de la generación millennial es querer darle sentido y significado a su trabajo. No son generaciones que se adapten a un engranaje impersonal, sino que les importan mucho las causas que les den significado a sus vidas. Esto también lo veo mucho en México.

En muchos debates de “Sí” y “No” propios de los medios sobre temas LGBT, la discusión termina en que las personas LGBT deben justificar su existencia con frases como “somos normales” o “la homosexualidad no se contagia”. ¿Qué opina?

Me parece un formato simple. Me gusta más lo que hizo, por ejemplo, la Revista Anfibia, un medio progresista y a favor de los derechos humanos, al entrevistar a un personaje como el argentino Agustín Laje, autor de El libro negro de la nueva izquierda y quien se define como “contra la hegemonía del progresismo”. Anfibia le dio un muy buen espacio a Laje para tratar de entender de dónde viene su resistencia al feminismo y a los derechos LGBT. Fue muy interesante la manera como el medio lo presentó: como un intento por entender a quienes están en contra de estos temas. Era algo más allá de “sí” y “no” sino que buscaba analizar por qué piensan así.

El cambio en el modelo de negocio de los medios, donde la publicidad ya no es el eje de la sostenibilidad, ¿ha incentivado una lógica binaria o la polarización en el periodismo como manera de informar para aumentar el rating y el número de clics?

Está claro que hubo un cambio en el modelo de negocio cuando la información empezó a hacer un tránsito del papel a lo digital, lo que también llevó al clickbait (o a producir contenidos de baja calidad acompañados con titulares sensacionalistas o engañosos para que el usuario haga clic).

“Una manera de mantener la calidad y la independencia de los medios es lograr que la audiencia pague por los contenidos”.

Pero ese modelo de negocio está entrando en una etapa de declive y a los medios de calidad, como lo demuestra Eldiario.es, que hacen periodismo de investigación, los sostiene su audiencia lo que garantiza su independencia. Hay una responsabilidad directa del periodista con su audiencia de ofrecer calidad, independencia -o la certeza de que no le debe nada a nadie- y el compromiso de darle la mejor información.

Periodismo de diversidad sexual
“Hace falta que los periodistas y las redacciones entiendan mejor las diferentes aristas del movimiento LGBTI”. Foto: Julián Roldán – Festival Gabo.

Un activista LGBT decía que a los medios tradicionales solamente les interesan los temas LGBT cuando pueden convertirse en un espectáculo o en un enfrentamiento. ¿Qué opina de esta afirmación?

Lo siento así especialmente en los medios tradicionales que en ocasiones llegan hasta caricaturizar estos temas. Para un mejor cubrimiento periodístico sobre la diversidad sexual y de género hace falta que los periodistas y las redacciones entiendan mejor las diferentes aristas del movimiento LGBT. Falta también que más allá de los temas de derechos se interesen por la cultura que producen estas personas, hay muchas expresiones en este campo que podrían cubrirse y que valdría la pena visibilizar.

“A los medios les compete ofrecer contexto e información suficiente para que la gente pueda entender mejor la situación de las personas LGBT”.

En México, por ejemplo, hay una fiesta llamada Traición que tiene lugar un domingo cada mes, que ha logrado reunir a la comunidad queer de Ciudad México y convertirse en un referente cultural de la ciudad. Participan los mejores productores, Dj, diseñadores de vestuario y de espectáculos. Ese tipo de manifestaciones culturales son expresiones sociales que vale la pena que los medios registren. Es importante que se interesen y cubran más lo queer y las manifestaciones culturales.

Las revelaciones periodísticas de #MeToo demostraron un reciente interés de los medios por temas de género que antes poco abordaban. ¿Por qué ahora tendrán mayor acogida?

En Estados Unidos se logró que gente con una gran audiencia se interesara por destapar el acoso sexual para darle una visibilidad importante a esta situación. Me refiero, por ejemplo, a que un periodista reconocido como Ronan Farrow haya conseguido los testimonios de tantas celebridades que fueron acosadas por Harvey Weinstein, hecho que desencadenó un movimiento muy visible porque las víctimas consiguieron un micrófono que resonó por todo el mundo. Antes, además, muchas de ellas no estaban listas para hablar y para denunciar a quien estaba detrás pero bastó que alguien cambiara los términos en que el tema se abordaba para que se convirtiera en un movimiento tan relevante.

“La relevancia del movimiento #MeToo también tiene que ver con el momento político conservador que vive Estados Unidos”.

Internet ha permitido el surgimiento de una cantidad de plataformas que se definen como “noticiosas”, “independientes” y “que dicen la verdad”, pero que en realidad están al servicio de grupos políticos y difunden noticias sesgadas. ¿Qué hacer ante este escenario?

Sí pasa, pero al final del día la audiencia no es boba y es capaz de distinguir de dónde viene la información y cuál es su intención. Y en caso de que no pueda o no quiera hacerlo, en todo caso es información que no sale de esa cámara de resonancia, se queda en la misma burbuja de quienes piensan igual.

El hecho de que Trump llegara a la Presidencia de Estados Unidos cuando la mayoría de medios de comunicación estaba en contra de él, ¿demuestra que los medios han perdido poder e influencia?

Más que demostrar que los medios están perdiendo poder e influencia, demostró que una parte de Estados Unidos no estaba siendo cubierta de la mejor manera ni se le estaba prestando mayor atención. Y esa parte de Estados Unidos fue definitiva para que Trump llegara a la Presidencia. Me refiero a esas comunidades de clase media inconformes y a los movimientos de ultraderecha. Ante esa realidad, los medios reaccionaron y empezaron a cubrir a esas comunidades y a prestarles mayor atención a los movimientos de ultraderecha, pero en un momento clave esta realidad les pasó por encima.

¿La esperanza del oficio periodístico está en hacer lo de siempre: un trabajo investigado, con contexto, de servicio a la ciudadanía y ahora aliado de la tecnología?

Además de todo esto que es muy cierto, el ejercicio periodístico también le apunta a la capacidad que ofrece la tecnología para poder escuchar a las audiencias y mantener conversaciones ya no verticales como las antes sino más horizontales entre el periodista y la audiencia. La relación ahora es otra.

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