En Guatemala los medios de comunicación han enfrentado persecuciones, acoso judicial y crisis económicas. Sentiido habló con la periodista Evelyn Boche sobre la reinvención del periodismo en su país. #PeriodismoQueResiste.
Fotos y video Productora Espectro.
“Tome. Se va para el segundo piso y se lee este expediente completo. Cuando acabe, regresa”. Le dijo a la periodista guatemalteca Evelyn Boche su primer jefe hace más de 20 años cuando entró a trabajar al extinto diario Siglo XXI.
Ella, en ese entonces una reportera novata pero con sentido crítico innato, se sumergió en los folios durante horas mientras entraba de lleno en un caso de corrupción a la vez que iniciaba un camino profesional sin regreso: el del periodismo investigativo, que ha sido su pasión toda la vida.
Después de haber formado parte de Siglo XXI y de El Periódico -medios tradicionales que destaparon grandes casos de corrupción en Guatemala y que hoy día no existen- Evelyn trabaja actualmente como periodista independiente. (Ver: Mujeres y medios: una conversación pendiente).
Durante dos décadas ha vivido las crisis del periodismo y ha reportado los altibajos políticos y sociales de Guatemala, un país que ha atravesado dictaduras militares, guerras civiles, escándalos de corrupción, juicios ejemplares contra esa corrupción, gobiernos de extrema derecha, ascenso de grupos conservadores religiosos al poder y persecuciones judiciales contra periodistas, entre otros acontecimientos. (Ver: Elecciones en Guatemala: una contienda de agendas conservadoras).
Con esta entrevista, Sentiido empieza su especial #PeriodismoQueResiste, en la que exploramos cómo se están reinventando los medios y los periodistas en algunos países de América Latina.
Compartimos la visión de esta experimentada periodista guatemalteca, con quien conversamos en dos oportunidades (2023 y 2025) sobre este oficio. En estas charlas, nuestra colega nos habló tanto de desencanto como de esperanza.
La situación guatemalteca
Las crisis políticas y económicas han acabado con varios medios convencionales en Guatemala, afectando el derecho a la información y dejando a cientos de profesionales de la información a la deriva. (Ver: Sandra Morán: sentía más miedo de enfrentar a la sociedad como lesbiana que como revolucionaria).
“Desde que empecé mi carrera como periodista no he sabido de un sólo medio que al hacer su balance anual pueda decir que no tuvo pérdidas. Obviamente, el periodismo no es un negocio, pero esa vulnerabilidad económica ha sido permanente y decisiva en el cierre de algunos medios que han sido muy importantes para el país”, dice Evelyn.
Por supuesto, no han sido sólo las dificultades económicas sino también las realidades políticas las que han afectado a la prensa en ese país centroamericano.
Durante los gobiernos de Jimmy Morales y de Alejandro Giammattei -predecesores del actual presidente Bernardo Arévalo- Guatemala experimentó una fase de intensos asedios y ataques a la prensa que han contribuido a debilitar a los medios tradicionales en el país y que han enviado a la informalidad a cientos de periodistas como Evelyn, quienes hoy o trabajan de manera independiente o han abandonado el periodismo para subsistir de otras maneras.
La organización Reporteros sin Fronteras (RSF) reconoció la apertura a la prensa por parte del actual presidente Arévalo, quien en noviembre pasado firmó la Declaración de Chapultepec que establece principios para salvaguardar el periodismo independiente.
Pero la organización afirmó que el acoso y la corrupción judicial se mantienen contribuyendo a un ambiente hostil contra los periodistas. De hecho, RSF reportó que entre enero y julio de 2024 hubo 34 agresiones contra comunicadores que incluyeron intimidación, amenazas y acoso legal por parte de funcionarios y fuerzas de seguridad. (Ver: Nueva guía para periodistas: elecciones y cubrimiento de temas LGBTIQ).
Según el Centro Civitas durante el gobierno de Giammattei, se exiliaron al menos 20 profesionales de la información. Por otro lado, en 2024 al menos 11 periodistas fueron judicializados.
Sin embargo, el caso más conocido se inició en 2022 y es el del exdirector del diario El Periódico, José Rubén Zamora, sentenciado a seis años de prisión por supuesto lavado de activos en un caso que no ha sido transparente y que organizaciones como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) han catalogado como viciado y violatorio de los derechos de Zamora.
Como empleada de El Periódico hasta los últimos días en que estuvo en circulación, Evelyn vivió en carne propia el deterioro del medio debido a la persecución judicial de su director y de otros colegas que estaban cubriendo el caso.
Con la llegada del presidente Bernardo Arévalo al poder y su coalición progresista había esperanzas de que la situación pudiera mejorar. Y sí, pero hasta cierto punto.
“Sí dio un aire de esperanza pero poco a poco se fue desvaneciendo y esto tiene que ver con que el presidente apenas controla el ejecutivo, el gabinete de gobierno y la policía, mientras que el ministerio público, la fiscalía general y los juzgados están bajo el control de poderes que favorecen la criminalización de opositores y que ejercen el derecho penal de forma indebida para intimidar y amedrentar”, dice Evelyn.
Un ejemplo reciente es el proceso judicial contra un periodista de La Hora, Diego España, que fue denunciado por una fiscal por violencia contra la mujer y por coacción debido a que el periodista se acercó a la torre de tribunales a preguntarle a la fiscal por una reunión que ella había sostenido con una juez.
El periodismo de calidad es tan imprescindible como el pan de cada día
“Es increíble la facilidad con la que el sistema judicial y penal puede iniciar una persecución, en este caso una investigación penal contra el periodista, sin valorar los hechos de forma imparcial y catalogando la actividad periodística como una actividad criminal”, reclama Evelyn.
Este panorama la desanima lo que se suma a los desafíos económicos de ser una trabajadora freelance, pues debe realizar una variedad de proyectos con una enorme inversión de tiempo y dinero para producir cada nota que produce por encargo.
Y es que, como en tantas otras naciones latinoamericanas, la nueva configuración mediática ha empujado a muchos colegas a la informalidad lo que hace aún más precarias las condiciones económicas de la profesión.
Una inyección de vitalidad
Por otro lado, una luz de esperanza se enciende cuando se observa el panorama de medios independientes y digitales que han surgido en la última década en Guatemala, como nos lo hace notar la propia Evelyn.
Agencia Ocote, Plaza Pública, Ruda, Prensa Libre, Quórum y anteriormente No Ficción o Nómada… Forman parte de esa nueva camada de medios digitales, con audiencias más definidas, con agendas periodísticas arraigadas con frecuencia en la defensa de los derechos humanos y que privilegian temas como género, diversidad, migración, ruralidad con rigurosidad periodística. (Ver: “A los hombres no les dicen ‘zorro’ ni ‘malcogido’ para insultarlos”).
“Me entusiasma mucho la actitud de algunos jóvenes periodistas que tienen mucha conciencia de que la rigurosidad es necesaria ahora más que nunca. Además, tienen una forma de presentar las notas que es muy cercana a la gente, con narrativas más frescas y con un interés por cubrir ciertos temas que no han tenido cabida en los medios tradicionales, como la violencia de género y las temáticas que atañen directamente a la población LGBTIQ”, dice Evelyn. (Ver: Power Plumas en un periodismo incluyente).
Ella agrega que es un periodismo que no sólo informa sino que también acompaña a la gente porque al denunciar atropellos contra los derechos humanos o abusos de poder de alguna manera da un primer paso hacia la reparación, “contar las historias de la gente es un comienzo de justicia”, agrega. (Ver: Revista Acénto, cuando el periodismo colombiano salió del clóset).
Sin embargo, ella anota que aparte de las persecuciones judiciales que continúan presentándose contra periodistas, todos estos medios digitales tienen una vulnerabilidad económica grande porque muchos dependen de la cooperación internacional.
“El desafío es que sean autosostenibles porque muchos de los proyectos funcionan con la cooperación y esto puede ser muy volátil dependiendo de la situación política interna. Eso fue exactamente lo que poco a poco fue socavando las finanzas de los medios tradicionales, presiones políticas para que no se pagaran anuncios en determinados medios y todos sabemos que si no hay publicidad, no hay ingresos”.
En un contexto internacional como el actual, en el que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, congeló todos los fondos de la agencia estadounidense para la cooperación internacional, USAID, podemos ver cómo es de riesgoso depender de este tipo de ayudas.
Para Evelyn el camino es explicarles a las audiencias cómo se hace el periodismo y todo lo que involucra producir información veraz, oportuna, balanceada y con las fuentes autorizadas. (Ver: El periodismo, en primera plana).
“La gente cree que contenido es lo mismo que periodismo. Los creadores de contenido te dicen lo que quieres escuchar, mientras que desde el periodismo se privilegia la crítica”, dice. (Ver: Periodismo de diversidad sexual, ¿qué le falta y para dónde va?).
“La gente cree que contenido es lo mismo que periodismo. Los creadores de contenido te dicen lo que quieres escuchar, el periodismo privilegia la crítica”, Evelyn Boche.
La gran tarea de los medios
Sea Guatemala, Estados Unidos, Colombia o cualquier otro país, es un fenómeno ya arraigado. Muchas personas tienen como fuente primaria de información a las redes sociales y en la vida de muchos, el espacio dejado por los periódicos que se han ido a la quiebra ha sido llenado por los youtubers y los tiktokers del momento.
Habría que preguntarles a las audiencias si quieren saber la verdad o si quieren ver en sus dispositivos lo que les gustaría que fuera verdad. (Ver: Postverdad: la gente cree lo que quiere creer).
Desde el punto de vista de Evelyn, la gran tarea de los periodistas es hacerles entender a las audiencias la diferencia que hay entre la información producida bajo estándares periodísticos y el contenido generado por influenciadores en las diferentes redes sociales.
“Necesitamos que las audiencias entiendan la importancia de nuestro trabajo para ellos mismos, porque necesitamos que estén dispuestos a pagar por este servicio”, puntualiza.
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