Cada vez un mayor número de jóvenes buscan a través de redes sociales, el trabajo con organizaciones y el ejercicio periodístico, trabajar por sociedades más incluyentes.
Muchas veces cuando una persona sale del clóset y recibe el apoyo de sus padres y amigos, se siente con el ánimo necesario para vivir tranquila, lejos de los sentimientos de culpa o vergüenza que alguna vez experimentó.
Otras, incluso, adquieren la fuerza suficiente para dar un salto al activismo y contribuir para que otras se sientan igual de libres a ellas.
En su rol de activistas, luchan por la igualdad de derechos, la no discriminación y por cambios culturales. Asimismo, apoyan a otras personas en el proceso de aceptación de su orientación sexual o identidad de género, entre otras actividades.
Para quienes tengan entre sus planes vincularse al activismo LGBTI, para aportarle a la construcción de sociedades más incluyentes, el primer paso es tener claro qué buscan con esa actividad. El siguiente, identificar organizaciones donde puedan aportar.
Lo aconsejable es conocer qué hace cada entidad o colectivo para seleccionar la que más se ajuste a los intereses de la persona. Posteriormente, podrá contactar a alguno de sus integrantes para escoger las actividades en las que se sienta más cómoda.
Para Carolina Herrera y Simón Torres, psicólogos clínicos de Liberarte Asesoría Psicológica, es importante que, además del activismo, la persona tenga espacio para su vida privada. “La idea es que avance poco a poco porque cualquier exploración debe hacerse con cuidado, finalmente se está entrando a un terreno desconocido”.
Me cansé del activismo
También están quienes, por el contrario, llevan años como activistas LGBTI y sienten que ya cumplieron su ciclo. Aunque saben que su esfuerzo ha dado resultados, saben que el camino es largo, que la sociedad aún tiene prejuicios y que algunos funcionarios públicos siguen actuando según sus creencias personales.
Es normal que en este tema, como en tantos otros en la vida, vengan etapas de desanimo y de dudar si se avanza por el camino correcto. Los activistas, al ser promotores de cambios sociales, gestores de igualdad y al vivir en permanente función de protección de los demás, suelen desgastarte emocionalmente en corto tiempo.
Adicionalmente, muchas veces su labor no recibe una remuneración económica, genera rivalidades y consume parte importante de su tiempo libre, de pareja o familiar.
Así que, además de delimitar entre los espacios personales y los de activismo, estas personas deben saber que los cambios sociales son lentos y no van al ritmo del ciclo vital. “Es difícil sentir que se lleva muchos años dedicados a esta labor y que la respuesta no ha sido tan rápida como se esperaba”, agregan Herrera y Torres.
Sin embargo, y aunque aún falta camino por recorrer, América Latina ha mostrado avances que hasta hace unos años eran impensables. Uno de ellos: el matrimonio entre parejas del mismo sexo en países como Uruguay, Colombia, México DF y Argentina (este último, con una de las leyes de identidad de género más avanzadas del mundo).
Además, los movimientos LGBTI son relativamente jóvenes y en este tiempo han conseguido avances importantes. “Cada vez más autoridades gubernamentales reconocen a las personas LGBTI como sujetos de derechos y cada vez menos las señalan como ‘enfermas’. La lucha de los activistas abrió el camino”, explica Gloria Careaga, docente de la facultad de psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Cosecretaria General de la Asociación Internacional para Gays y Lesbianas (ILGA).
Esperanza de igualdad
La tarea de transformación social es a largo plazo. Cualquier cambio de esta naturaleza está lejos de ser una carrera de velocidad. Sin embargo, diariamente se ven pasos positivos no solamente en políticas públicas, derechos humanos y marcos legales, sino también en la cotidianidad y en los medios de comunicación.
“La ILGA ha abogado para que Naciones Unidas incluya políticas públicas de aceptación. El movimiento LGBTI por la igualdad de derechos no tiene marcha atrás”, enfatiza Careaga.
Lo más importante es persistir. “Las personas LGBTI deben ser más visibles porque lo desconocido es lo que da lugar a miedos y estereotipos”, agrega Pilar Cuéllar, psicóloga y sexóloga del Centro de Psicología, Sexología y Género Amara de Sevilla (España).
El camino está abierto para que, de la mano de los activistas, cada vez más personas se sumen a un verdadero cambio social en el que haya espacio para todas las orientaciones sexuales e identidades de género sin distinción alguna.
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Propósito # 1: este año sí salgo del clóset.
Propósito # 2: aceptarse.
Propósito # 3: abandonar la homofobia.
Propósito # 4: aceptar a los hijos LGBTI.
Nota: este artículo fue originalmente publicado el 14 de enero de 2013 y actualizado el 31 de mayo de 2016.