Para cerrar los quince días de deportes olímpicos, nos preguntamos por qué los medios y muchas personas siguen esperando que se cumplan las “leyes” de lo masculino y lo femenino.
Ha pasado la fiesta de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y mucho puede decirse del encuentro deportivo que duró dos semanas y que reunió a la más alta calidad de atletas del mundo.
La infraestructura, la variedad de deportes, la preparación y sin duda la entrega y la pasión que los competidores demostraron son algunos de los temas más hablados.
Uno de los que más nos llamó la atención fue la presencia física, la aparición corporal de los atletas, que eran objetivo de todas las cámaras, espectadores y curiosos. Muchas de las versiones digitales hicieron sus listas de los competidores más atractivos, de los cuerpos más apetitosos y de quienes “inocentemente” hicieron su mejor esfuerzo para dejar con la boca abierta a más de uno.
El hecho de que el joven clavadista británico Tom Daley tenga un cuerpo apropiado para cualquier revista de deportes, de variedades femeninas y masculinas o de un catálogo de ropa (o simplemente de pedacitos de tela para la piscina) no tiene nada de malo.
Sus diminutos Speedo fueron un aliciente para que aquellos que no entienden nada de ese deporte, se quedaran atentos a la participación del muchacho. Y lo mismo podría decirse de las diferentes delegaciones de nadadores, de los equipos femeninos de voleibol y de los competidores en las diferentes áreas del atletismo de pista.
Lo que poco a poco nos empezó a sorprender fue la reiterada alusión y ausencia de excelentes deportistas que no cumplían con los parámetros de lo que muchas revistas esperan que sea femenino en una mujer y masculino en un hombre.
“Parece un hombre”
La discusión ya se había desatado tres años antes cuando la atleta sudafricana Caster Semenya ganara la competencia de 800 metros en el Mundial de Atletismo de Berlín con una aventajada distancia. Desde ese momento se empezó a cuestionar su sexo biológico y muchas de las críticas se basaban en que “parecía un hombre”.
Independientemente de los resultados que dieron los exámenes, lo que más le incomodaba a muchas personas era que su cuerpo era “como el de un hombre” porque no tenía busto, los músculos de sus brazos y piernas eran muy pronunciados y los rasgos de su cara eran poco finos.
En estas olimpiadas esta mirada cambió poco y volvimos a ver pequeñas notas que, por el afán de tener un alto nivel de visitas en las estadísticas diarias, recurrieron al uso de un lenguaje sexista y claramente concentrado en los estereotipos de revistas, publicidad y todo lo que ya sabemos.
La versión digital de la revista Semana, por ejemplo, el día en que la pequeña proeza china de quince años Ye Shiwen se llevó la medalla de oro en 200 y 400 metros en natación e impuso un nuevo récord olímpico en la primera categoría, decidió publicar afanosamente un titular que decía “Competidora china nadó como un hombre”. Horas después lo cambiaron a “La nadadora china que remató más rápido que un hombre”.
Pongamos un ejemplo más obvio. El 2 de agosto la pesista australiana Seen Lee participó en la categoría de 63 Kg. Quedó de séptima, pero al parecer ni siquiera la ganadora de la competición, la kazaja Maiya Maneza, fue tan popular ese día.
Muchos medios digitales se lavaron las manos diciendo que la australiana era el tema del día en las redes sociales, lo que en apariencia los excusaba de también publicar ellos una nota superficial y vacía sobre la estética de la pesista.
Y que nos perdonen los promotores y usuarios de Gilette y de la depilación con láser, pero aunque se burlen de los pelos de Seen Lee, muy pocos son capaces de llegar a donde ella llegó.
Muchas veces, sin embargo, prima la actitud cómoda del televidente y del tuitero que desde su silla se burla de esta, critica a aquella y se siente orgulloso/a de su feminidad o masculinidad definida, de que nadie lo confunde por la calle con el género que no es.
La razón: Lee no se había depilado las axilas.
Flaco, alta, guapo, perfecta
¿Qué hacer entonces con los deportistas que confunden, enredan, cambian las tallas de los ceñidos y tecnológicos uniformes de Nike, aparecen en categorías aparentemente equivocadas, tienen pelos donde pocos los quieren tener (aunque evitarlos sea una tortura) y ganan medallas con todos sus músculos, sus muecas y su fibra muscular ubicada en partes que Vogue no ha explicado?
Es posible que la respuesta deba ir orientada hacia el otro lado. Los deportistas tienen los cuerpos que tienen por practicar su disciplina (aunque algunos se ayuden de vez en cuando con pastillitas e inyecciones de más). Si se cortan el pelo, si les sale barriga o si gritan desmesuradamente no debe ser un problema para evaluar, como espectador de sofá con cerveza y papas de paquete en mano, si eso afecta la calidad de su desempeño.
¿Que son feos los competidores? ¿Quién lo dice? ¿Un periodista, fotógrafo, editor u observador que le duele la espalda por estar todo el día sentado en una silla, le duele el túnel del carpio y de vez en cuando cojea porque se le encarna una uña?
Parece que es hora de despertar. De dejar de escandalizarse tontamente porque un competidor que ganó medalla de oro tiene el pene mirando hacia arriba bajo su tecnológico pantaloncillo, porque una lanzadora de martillo tiene barriga (así sea toda de músculo) o porque un luchador no tiene punto de comparación con el abdomen que está detrás de las 18 medallas de oro de Michael Phelps.
Preparémonos todos. Tal parece que algunos deportistas están pasando por encima de estas normas para hacer lo que más les apasiona. Si los medios y los televidentes quieren insistir en señalar estos aparentes defectos, seguramente se quedarán sin disfrutar lo más bello del deporte: la excelencia, la técnica, la pasión y el placer de la diversión.
Muy chevere este post. Y los atletas ni se diga.
El problema de las personas radica, principalmente, en su inconformismo con sus propios cuerpos y la ausencia de prioridades y metas en sus propios proyectos de vida (si es que tienen alguno) a la hora de fijarse en las habilidades de los y las atletas antes que de su apariencia
Hola todos, este es un claro ejemplo de cómo el mercado (capital) trabaja por el ideal del deber ser, creo que los medios de comunicación son concomitantes con ese ideal ascético de los cuerpos que demanda la sociedad, a toda costa se debe mantener un cuerpo, esbelto, adecuado y bello. Esto es importante, claro, pero que no sea requisito o exigencia de la sociedad, el cuerpo debe hacer parte de la aceptación de uno mismo.