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interseccionalidad

¿Qué es la interseccionalidad?

El término interseccionalidad es cada día más usado en espacios activistas y académicos, pero qué significa realmente.

Por Lily Sweeting*

El término “interseccionalidad” se ha utilizado durante varias décadas en círculos académicos y activistas principalmente. En los últimos años, este concepto se ha generalizado causando muchas veces confusión (y ocasionalmente indignación) entre aquellas personas que no están familiarizados con su uso. Pero ¿qué significa realmente la interseccionalidad? 

Kimberlé Crenshaw, una académica feminista afroamericana, fue quien en 1989 acuñó el término “interseccionalidad”, aunque el concepto existía mucho antes de que Crenshaw le diera un nombre y obtuviera un mayor reconocimiento. Crenshaw utilizó este concepto para examinar cómo la ley en los Estados Unidos respondía a los casos de discriminación basados en raza y género. (Ver: Ser lesbiana y afro en Colombia).

En su análisis inicial, Crenshaw se centró en la experiencia de las mujeres negras, reconociendo que no podían ser comprendidas solo a través del lente del racismo o del sexismo, sino que necesitaban ser vistas en su complejidad y en las interacciones de ambos sistemas de opresión.

Kimberlé Crenshaw, académica feminista afroamericana, fue quien en 1989 acuñó el término “interseccionalidad”, aunque el concepto existía mucho antes de que ella le diera un nombre.

La interseccionalidad es un marco que permite comprender mejor cómo los diferentes sistemas de poder y de opresión pueden superponerse y combinarse.

Crenshaw discrepó del hecho de que la ley consideraba la raza y el género como asuntos separados, lo que a menudo resultaba en que la discriminación que enfrentaban las mujeres negras se pasara por alto y no se lograra justicia para ellas. Desde entonces, el concepto de interseccionalidad se ha expandido abarcando una amplia gama de identidades y experiencias. (Ver: “Yo no soy gay, soy marica, una loca de Montería”).

En otras palabras, la interseccionalidad es un marco que nos permite analizar y comprender mejor cómo los diferentes sistemas de poder y de opresión pueden superponerse y combinarse, dando lugar a diferentes experiencias en función de identidades como la raza, el sexo, la identidad de género, la orientación sexual, la clase social, la religión y la capacidad física y mental. También aborda las relaciones existentes entre estas, así como de los sistemas políticos y sociales establecidos. (Ver: Jess: soy yo sin pedir permiso ni dar explicaciones).

Un aspecto clave de la interseccionalidad es reconocer que las diversas facetas de la propia identidad, así como los sistemas de poder y opresión, están intrínsecamente vinculados y se refuerzan mutuamente, por lo que no pueden separarse y examinarse como temas aislados.

Las personas que se encuentran en la intersección de múltiples formas de opresión experimentan una discriminación única y acumulativa, y separar sus diversas identidades sería negar e ignorar sus experiencias individuales. (Ver: Mónica Estefanía Chub, mujer trans, católica e indígena de Guatemala).

interseccionalidad

Para utilizar el artículo original de Crenshaw como ejemplo, las mujeres negras que presentaron una demanda contra General Motors alegaron que los despidos en la empresa habían afectado en primer lugar a las mujeres negras.

Cuando se juzgó el caso, el tribunal examinó las demandas por discriminación utilizando la raza y el género como categorías separadas, negándose a reconocer a las “mujeres negras” como una clase singular que pudiera ser objeto de discriminación.

El tribunal no encontró pruebas de que General Motors hubiera cometido discriminación por motivos de raza o género y, al hacerlo, como argumenta Crenshaw, ignoró la forma en que las mujeres que presentaron la demanda sufrieron una discriminación debido a la interseccionalidad de sus identidades como mujeres negras. 

¿Qué importancia tiene?

Aunque la interseccionalidad pueda parecer un marco académico abstracto, es una herramienta muy útil e importante para la justicia social. Al aplicar un lente interseccional en contextos políticos y sociales, podemos entender mejor cómo el diseño y la ejecución de diversas leyes, programas sociales e instituciones afectan a las personas de diferentes maneras. (Ver: Los súper poderes del feminismo transincluyente).

La interseccionalidad juega un papel fundamental en la construcción de movimientos incluyentes y diversos.

Al reconocer que las personas tienen experiencias diversas y únicas de opresión, evitamos caer en un enfoque homogéneo y centrado en una única causa.

Un aspecto importante de la interseccionalidad es que no sólo se centra en reconocer los distintos niveles de privilegio y opresión entre grupos, sino también dentro de los propios grupos marginados.

En lugar de asumir que una identidad compartida crea una experiencia única para todas las personas que forman parte de ese grupo, la interseccionalidad nos permite reconocer las formas en que los miembros de las comunidades marginadas pueden seguir participando -o beneficiándose- de los sistemas de poder y opresión basados en otros aspectos de su identidad. 

Al reconocer que las personas tienen experiencias diversas y únicas de opresión, evitamos caer en un enfoque homogéneo y centrado en una única causa. Un buen ejemplo de esta práctica es el feminismo interseccional. 

Históricamente, muchos movimientos feministas se han centrado en abordar las causas más importantes para las integrantes más privilegiadas del movimiento, es decir, las mujeres blancas, heterosexuales y cisgénero. (Ver: Feminismo: de dónde viene y para dónde va).

Al hacerlo, han ignorado la multiplicidad de problemas que enfrentan otras mujeres cuyas identidades no les otorgan el mismo nivel de privilegio, como las mujeres negras e indígenas, las personas LGBTIQ y las mujeres pobres, entre otras.

Los diferentes niveles de opresión entre los grupos dan lugar a diferentes objetivos dentro de cualquier movimiento en particular, y al no reconocer las identidades que se entrecruzan en muchos movimientos, los sistemas de poder y opresión existentes simplemente se reproducen dentro del propio movimiento. (Ver: Miluska Luzquiños, transfeminismos por los caminos del Perú).

El feminismo interseccional, por su parte, trata de reconocer cómo los diferentes aspectos de la propia identidad conforman la experiencia vivida, y aborda las diversas formas de marginación a las que se enfrentan las mujeres dentro del movimiento. (Ver: Transfeminismos latinoamericanos: sororidad, resistencia y cambio social).

En lugar de considerar el sexo y el género como factores monolíticos y unificadores que dan lugar a experiencias y objetivos universalmente compartidos, el feminismo interseccional entiende que el sexo y la identidad de género no son más que un aspecto singular de la identidad de una persona que no puede separarse de los demás. (Ver: El sexo no es tan binario ni tan evidente como se cree).

No sólo comprendiendo, sino también integrando la interseccionalidad en diversos movimientos sociales, podemos abordar mejor los innumerables sistemas de poder y opresión que siguen afectando a la sociedad, así como comprender mejor nuestras identidades y cuestionar nuestro papel en la perpetuación del daño. 

*Estudiante de periodismo en American University, Washington D.C, practicante en Sentiido.

La inclusión de múltiples voces y perspectivas fortalece la lucha por la justicia social al abordar las intersecciones de la opresión y promover soluciones más integrales.

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