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¿Qué pasó realmente con La Prohibida?

En mayo de 2018 salió a la luz con gran éxito “La Prohibida”, canal de YouTube liderado por el periódico El Espectador y Matilda González Gil, abogada y activista trans. Meses después este canal de contenidos LGBTI cambió de nombre, Matilda salió del equipo y los vídeos ya no son públicos. ¿Qué pasó?

En abril de 2018 la abogada y activista trans Matilda González Gil recibió una invitación por parte del periódico El Espectador: ser la presentadora de una nueva temporada de la sección “Sin Clóset”, destinada a abordar temas LGBTI. (Inicialmente se acordó de palabra que su vinculación no tendría remuneración económica alguna hasta que el proyecto consiguiera algún tipo de financiación). La propuesta venía de la apuesta de El Espectador por el formato youtuber y por tener dentro de este esquema a una persona LGBTI.

A Matilda en principio la idea no le sonó porque veía este espacio para compartir contenidos que principalmente consumen personas LGBTI. A ella le parecía más estratégico llegarle a un público al que poco se le estaba hablando: hombres heterosexuales que sienten atracción por las personas trans.

Les sugerí retomar el tema de la campaña que hicimos con Sentiido de #MeGustanTrans y hablar de amor“. De ahí el nombre que Matilda propuso para el nuevo canal de YouTube: La Prohibida. (Ver: Por qué #MeGustanTrans).

Esta es la conversación de WhatsApp en la que Matilda González le propone al equipo de trabajo de El Espectador el nombre del nuevo canal de YouTube: La Prohibida, así como el borrador del guión del primer capítulo.

“Los guiones los construíamos en equipo pero en ocasiones sentí censura”, Matilda González.

Después de adaptar una columna que había publicado en el portal Egocity, Matilda armó el guión del primer capítulo: “Él no sabía que yo era trans”. El vídeo se lanzó con muy buena acogida el 19 de mayo de 2018.

Poco después de grabar el segundo vídeo, Matilda les dijo a los dos periodistas de El Espectador con los que trabajaba en La Prohibida, que era momento de formalizar su participación en este espacio. No se sentía en igualdad de condiciones, al no tener, por ejemplo, acceso a las cuentas de redes sociales creadas para el canal y a que muchas de las decisiones del nuevo producto no se tomaban de manera democrática.

Matilda decidió hablar con Fidel Cano, director de El Espectador, sobre las desigualdades que sentía. Cano le respondió que iban a formalizar su colaboración.

A propósito, en una carta del 22 de marzo de 2019 dirigida tanto a Fidel Cano como a Matilda González, Pedro Vaca, director de la Fundación para la libertad de prensa (FLIP) señaló: “la FLIP les ha insistido a los medios de comunicación sobre la importancia de formalizar desde el inicio la relación con sus colaboradores. La experiencia y trayectoria de los medios debe estar en función de delimitar roles, funciones, responsabilidades, vigencias, alcance editorial, procesos y anticipar mecanismos para el trámite de controversias“.

Otra de las inconformidades de Matilda cuando La Prohibida empezó a ser un éxito fue que a los dos periodistas de El Espectador que también participaban de este espacio, les empezaron a valer horas de trabajo de su contrato laboral en La Prohibida mientras que ella aún no recibía remuneración por su trabajo. En otras palabras dice: “a ellos les pagan y a mí no”.

La propuesta

En noviembre de 2018 Matilda recibió una propuesta de El Espectador que establecía que por cualquier acuerdo de financiación de La Prohibida gestionado por ella, obtendría el 10% de los recursos y el 5% por los no gestionados por ella. Según Cano, se trataba del mismo acuerdo que El Espectador tiene con otros youtubers: “Una de las colaboradoras del canal Las Igualadas no es empleada del periódico y ha tenido un acuerdo igual“.

La propuesta de El Espectador también mencionaba que todos los derechos patrimoniales sobre La Prohibida pertenecían sin restricción alguna, de forma definitiva, permanente y exclusiva a dicho medio, “pudiendo explotarlos dentro y fuera del país, de cualquier modo y por cualquier medio, contando con los derechos exclusivos de reproducción,  comunicación pública,  transformación  y  distribución  de  cada  uno  de  los capítulos” señala el documento.

Matilda no estuvo de acuerdo con esos y otros apartes de la propuesta y el 14 de enero de 2019 la devolvió solicitando que cualquier patrocinio o subvención gestionado por ella le representara el 40% de los recursos y de aquellos no gestionados por ella, el 30%.

Acuerdo de colaboracion la prohibida
Fragmento del acuerdo de colaboración propuesto por El Espectador a Matilda González Gil.

“Con La prohibida El Espectador tenía otras ganancias no necesariamente económicas, sino en marca, clics y posicionamiento”, Matilda González.

La propuesta de Matilda también señalaba: “Dado que el canal La Prohibida es una cocreación de El Espectador con Matilda González Gil –donde varios capítulos han relacionado las experiencias de vida íntimas y personales de ella– La Prohibida no podrá continuar sin la participación de Matilda González Gil, debido a que es un producto único que consiste en la alianza entre dos partes”.

Fidel Cano le dijo a Sentiido que Matilda confunde “autoría” con “titularidad patrimonial” de la obra. “Siempre le hemos reconocido su participación activa en la elaboración de los guiones de varios capítulos de La Prohibida. No por otra cosa su nombre apareció en los créditos. Cosa diferente es que ella pretendiera ser dueña de La Prohibida. La titularidad patrimonial de una obra audiovisual recae en su productor, en este caso, El Espectador“.

Según el director de este medio, La Prohibida es propiedad de El Espectador: el producto se hubiera hecho con o sin Matilda. “No creo que ella sea la única voz para tratar estos temas. Los hemos manejado antes y los seguiremos manejando con el mayor profesionalismo posible, incluso si fuera posible con Matilda. Lo importante es el aporte que podamos hacer a la batalla por la igualdad, no los egos ni los protagonismos personales“.

“La batalla por la igualdad no puede ser de una única voz, ojalá haya muchas más y que no se pierda de vista este propósito por el afán de protagonismo”, Fidel Cano, director de El Espectador.

Sin embargo, según Matilda, la presentación, la estética del canal, buena parte de los invitados y de las historias que se compartieron en la primera temporada de este producto audiovisual –y que contribuyeron a su éxito– fueron idea suya.

En esto coincide Mauricio Albarracín, abogado y activista LGBTI:

Además, señala Matilda, en la carta para la obtención de recursos que los periodistas de El Espectador formularon y dirigieron al Fondo Internacional de Mujeres Mama Cash para la financiación del proyecto Sin Clóset (antes de que La Prohibida se oficializara), se incluyó el siguiente aparte: “Hire a trans woman as presenter and scriptwriter. The Sin Closet team is co-managed by a trans woman”. (Se contrata a una mujer trans como presentadora y guionista. El equipo de Sin Clóset es codirigido por una mujer trans).

El argumento de tener a una mujer trans lo acomodaban según la audiencia: para los financiadores yo sí era parte fundamental del equipo pero para reconocer la cocreación, no“, señala Matilda, lo que considera equivalente a usar a las personas trans para extraerles su conocimiento y experiencias de vida.

Para la muestra, dice, en los dos primeros vídeos del canal LGBTI de El Espectador –que ya no se llama La Prohibida sino La Disidencia (“por respeto a Matilda decidimos salir con otro nombre”, dice Fidel Cano)– en los créditos aparecen como guionistas los dos periodistas con los que ella trabajó en La Prohibida, mientras que las personas LGBTI que ahora participan figuran como “presentadores y experiencias”.

Como yo reclamé mis derechos, a mi me sacaron, invitaron a otras personas LGBTI y le cambiaron el nombre al espacio como si fuéramos fichas desechables que apenas reclaman, ya no sirven”, señala Matilda.

“No se trata de traer a unos presentadores LGBTI para que unos guionistas heterosexuales les señalen qué decir como si fueran títeres”, Matilda González.

Créditos de un vídeo de “La Disidencia”, canal de YouTube de contenidos LGBTI del periódico El Espectador.

“No es cocreadora”

La respuesta de El Espectador a la propuesta presentada por Matilda especificó que la iniciativa de crear un canal de YouTube sobre temas LGBTI nació en la redacción de dicho medio por parte de una de sus periodistas y que fue ella quien invitó a formar parte del grupo de trabajo a otro periodista del mismo medio y a Matilda González Gil.

“Si bien estas tres personas integran el equipo de trabajo, el producto audiovisual le pertenece a El Espectador. De hecho, La Prohibida se encuentra en trámite de registro ante la Superintendencia de Industria y Comercio. Por tanto, la continuidad del producto no está sujeta a ninguno de los integrantes del equipo, depende exclusivamente de El Espectador y podrá continuar con o sin la participación de Matilda González Gil como guionista y presentadora”, señala la propuesta.

“La Prohibida es producida por El Espectador y En su desarrollo contó con una importante contribución de Matilda y de periodistas de El Espectador”, Pedro Vaca, director de la FLIP.

El acuerdo también dejó claro que El Espectador no aceptó incluir a Matilda González como cocreadora de La Prohibida. Y como contrapropuesta económica señaló que cualquier patrocinio o subvención gestionado por Matilda le representará a ella el 20% de los recursos y los no gestionados por ella, el 10%.

Cuando la palabra “cocreadora” se eliminó del acuerdo, Matilda contactó a sus abogados.Ellos me dijeron que yo podría incluso firmar el documento pero que no tendrá validez porque yo no puedo renunciar a algo que ayudé a crear“.

En el vídeo de la “Redacción al Desnudo” publicado el 11 de marzo de 2019, Fidel Cano señaló que por la presentación, la creación de algunos guiones y unas ayudas visuales, Matilda pretende la copropiedad de La Prohibida y que debido a que ella pasó la disputa a sus abogados, El Espectador tomó la decisión de poner los vídeos de La Prohibida en privado para evitar entrar en un pleito judicial.

Para Matilda esa decisión de El Espectador equivale a censura. “Cuando las personas LGBTI están en desigualdad en los medios de comunicación o no están presentes en estos espacios, el efecto es el mismo de la censura”.

También, agrega, el hecho de que el director de El Espectador haya dicho que decidieron poner en privado los vídeos por recomendación del equipo legal es una forma de lavarse las manos de las decisiones que su cargo implica.

Esta es la posición de Mauricio Albarracín, abogado y activista LGBTI, sobre la razón dada por El Espectador para poner en privado los vídeos de La Prohibida.

“Poner los videos en privado es un método de intimidación: una cosa es nuestra negociación de derechos de autor y otra la censura”, Matilda González.

Matilda González es abogada, master en Derecho Internacional y activista. Foto: Andrés Camilo Gómez para Sentiido.

Además, pregunta, “¿qué podría reclamarle yo a El Espectador mientras negociamos unos derechos de autor si La Prohibida no da plata? Lo máximo que monetizó, entiendo, fueron 10 dólares, ¿por qué, entonces, mantener los vídeos fuera del aire?”.

Para Matilda, cuando una persona trans trabaja sin contratación formal y sin recibir un salario fijo, en un país donde su expectativa de vida es de 35 años, padece altos niveles de violencia y donde mucha gente considera que sus vidas valen menos, puede llevar a abuso de poder, evidente en este caso en quitar del aire este contenido.

Según Cano, dejar los vídeos de La Prohibida en privado no es censura sino una protección frente a una acción judicial anunciada. “Si Matilda se compromete a no adelantar acción alguna contra El Espectador el asunto es tan sencillo como oprimir un botón y volver a dejar los capítulos de La Prohibida al aire. Yo también soy el director de la revista Cromos, de El Espectador, y a pesar de estas diferencias, Matilda ha seguido escribiendo allí su columna refiriéndose incluso a esta controversia sin censura”.

“Rechazo que Fidel Cano, director de El Espectador, diga que yo aporté menos de lo que en realidad aporté”, Matilda González.

Sin embargo, según la FLIP, El Espectador censuró el acceso a un contenido previamente disponible. “Y la pregunta es si la medida que este medio tomó fue proporcionada y si no había otras menos drásticas”. Para la FLIP, deshabilitar el acceso público al material de La Prohibida es la más drástica entre las alternativas posibles sobre un contenido periodístico escaso y democráticamente relevante.

Esta organización también señala que es deseable que El Espectador tenga en cuenta variables como el valor democrático del discurso, el pluralismo, el interés de los colaboradores de hacer visible su trabajo y de las audiencias en conservar el acceso al material, en especial cuando se trata de expresiones especialmente protegidas de acuerdo con estándares interamericanos como aquellas que expresan elementos esenciales de la identidad o dignidad de las personas, característicos de La Prohibida.

Matilda, apoyada en el informe sobre violencia contra las personas LGBTI de 2015 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), señala que el hecho de que los grupos vulnerables (como las personas trans) no tengan canales para ejercer de manera vigorosa y permanente su derecho a expresar públicamente sus ideas y opiniones, los hace aún más invisibles y vulnerables.

Además, agrega Fanny Gómez Lugo, profesora adjunta de Georgetown University Law Center y excoordinadora de la Relatoría LGBTI de la CIDH, La Prohibida no era un espacio de una mujer trans hablando de medio ambiente sino de temas relacionados con su identidad. El asunto, por tanto, no es solamente la visibilidad de Matilda como mujer trans en un espacio en el que mucha gente puede reflejarse en sus historias, sino tratar temas tabú, generar reflexión y enlazar el derecho y la cotidianidad de las personas trans.

“¿Por qué no mantener los vídeos al aire mientras la negociación de esta disputa por derechos de autor?”, Carlos Cortés, abogado.

La decisión de sacar unos contenidos del aire o de silenciar unas voces usualmente al margen del debate público o que no tienen las mismas oportunidades de expresión de otras es más complicada. Fue una decisión desproporcionada de El Espectador contra una población en particular“, señala Carlos Cortés, abogado y magíster en Media and Communication Governance.

Según Fanny Gómez Lugo, retirando los vídeos del aire y eliminado la voz de una persona trans, no solamente pierde Matilda sino una sociedad diversa y democrática al dejar de recibir información de una persona que forma parte de una población tradicionalmente excluida, así como las personas LGBTI que no necesariamente tenemos referentes en medios masivos de comunicación.

Una disputa que El Espectador ha podido tener con cualquier otra persona, en este caso tiene un impacto diferenciado por vincular a una persona trans, población que muchas veces no es contratada de manera formal ni remunerada justamente. Y con mayor razón, en un país como Colombia donde en medios masivos no hay otro espacio como La Prohibida“, explica Gómez Lugo.

“Cada día que pasa esos contenidos están dejando de poner sobre la mesa una perspectiva de la realidad que normalmente no está en la discusión pública”, Carlos Cortés, abogado.

La censura a las mujeres se hace evidente cuando en el ámbito laboral ellas hablan en voz alta de las desigualdades que viven y por esto las callan o eliminan las pruebas de esa desigualdad. Poner los vídeos en privado fue un castigo por denunciar. Por eso también hablo de censura por género“, agrega Matilda.

Matilda dice que a cambio de emprender acciones legales contra El Espectador, propone que este medio les pida perdón públicamente a ella y a la audiencia y reconozca el rol que ella tuvo en la primera temporada. Y como medida de reparación, que la edición de la Revista Cromos de noviembre de 2019 esté dedicada a la remembranza trans que se conmemora el 21 de ese mes y sea coeditada con ella. “Si el problema es que La Prohibida representó dinero, yo renuncio a todo pero El Espectador también, para dárselo a las mujeres trans“.

Lo sucedido con La Prohibida pone de relieve, por un lado, la importancia ya mencionada, de que los medios de comunicación formalicen desde un principio las relaciones con sus colaboradores. Por otro, que por la situación económica de los medios, los periodistas ahora, además de cumplir con su ejercicio profesional, deben destinar parte de su tiempo laboral a buscar recursos para financiar sus contenidos. “Es triste, lamentable, pero inevitable como están hoy las cosas“, señala Fidel Cano.

Y en este escenario de precarización del oficio, donde los salarios son cada vez menores y donde muchos medios esperan colaboraciones sin ofrecer remuneración económica (o mínima), a quienes peor les va, agrega Matilda, es a las personas más desprotegidas: “Los efectos se multiplican en quienes ya están en una situación de vulnerabilidad“.

Otro aspecto importante –que la FLIP aborda– es que periodistas y editores de los medios de comunicación puedan tener plena autonomía frente a sus colaboradores para asegurar que los contenidos que publican cumplan con sus estándares de calidad. Esto puede implicar rechazar propuestas o hacerles modificaciones para que se ajusten a sus lineamientos editoriales sin que esto sea calificado de “censura”.

Ahora, que un medio de comunicación opte por incluir personas LGBTI para participar en la creación de contenidos relacionados con su identidad y/o experiencias de vida y aplicar a la financiación de dichos espacios señalando que dichas personas tendrán un liderazgo importante, implica, entonces, esperar que así será.

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