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Quedamos notificados de lo que viene

Detrás de la llamada “ideología de género” que busca deslegitimar un enfoque de género, algunos sectores religiosos han convertido a las personas LGBT en el blanco de sus prejuicios y señalamientos.

Por: Luis Shaka Gutiérrez*

“Quedamos notificados”. Así lo anunció la senadora Claudia López durante el debate de control político que se le realizó en agosto pasado, a la entonces ministra de educación Gina Parody. Lo dijo refiriéndose a la oleada de discriminación LGBT que no tardó en llegar. (Ver: Lo que dejó el debate de los manuales de convivencia).

¿El motivo? La llamada “ideología de género” que supuestamente se promovía a través de unas cartillas tituladas “ambientes escolares libres de discriminación”. (Ver: 5 claves para entender el enredo de los manuales de convivencia).

El interés de ciertos sectores por limitar los derechos de mujeres, personas LGBT, indígenas, afros, etc., es una realidad preocupante. En los últimos meses, el panorama político de Colombia ha estado atravesado por discusiones en torno a la tal “ideología de género”, expresión utilizada para deslegitimar el enfoque de género.

Este es un enfoque que lleva años aplicándose en numerosos espacios, entre estos la academia. Allí, además, es un campo de estudio que abarca no solamente lo concerniente a mujeres, como algunas personas lo asumen, sino que se plantea como “una forma para significar las relaciones de poder”, como lo explica la historiadora Joan Scott.

Los estudios de género también se ocupan del individuo y de su cuerpo, de las políticas de identidad, de las interacciones y acciones que se dan en la sociedad y de las construcciones sociales y culturales, como lo plantea la filósofa Judith Butler.

Aquí algunas personas no han entendido eso. Este enfoque se ha malinterpretado y usado como excusa para vilipendiar los derechos de las mujeres y las personas LGBT.

Acá es y sigue siendo uno de los argumentos utilizados por algunos de los promotores del “No” en el pasado plebiscito por la paz. Han mentido diciendo que se pretende imponer un “modelo homocastrochavista” con la intención de destruir a la familia tradicional.

El blanco: las personas LGBT

A punta de desinformación, miedos y falsas afirmaciones han exacerbados los ánimos. Acudiendo a la libertad de expresión, han atacado a minorías (en sintonía con esas relaciones de fuerza y poder). Así, el sexismo, el racismo, la misoginia y las violencias por prejuicio siguen siendo el pan de cada día.

Es lamentable que la discusión contra el enfoque de género en los acuerdos de paz, sea producto del interés por no reconocer que las personas LGBT también hemos sido víctimas del conflicto armado y social en Colombia. (Ver: Líderes LGBT se reunieron con las FARC – EP).

Lo hemos vivido y lo seguimos viviendo cuando se nos señala por lo que somos y representamos. A esto se suman los lamentables índices de violencia contras las mujeres, los ataques con ácidos y la violencia intrafamiliar, entre otros. (Ver: ataques con ácidos y el machismo de cada día).

“Ciertos sectores conservadores siguen reproduciendo, minimizando y naturalizando acciones discriminadoras”.

Solo por mencionar algunas situaciones donde son evidentes esas relaciones de poder que les permiten a ciertos sectores discriminar y atacar, están el caso de la escritora Carolina Sanín y los insultos a las periodistas María Paulina Baena (La Pulla) y Catalina Ruiz Navarro, porque ellas tienen la gallardía de decir las cosas como son.

Ojalá aprendiéramos a reconocer y a entender las diferencias. El camino para alcanzar una paz estable y duradera comienza aceptando que todas las personas tenemos los mismos derechos y oportunidades.

Si levantamos nuestras voces en favor del respeto y la inclusión, iremos construyendo sociedades más respetuosas de las diferencias. Por ahora, lamentablemente, tenemos que decir “quedamos notificados”.

*Activista y líder social.

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