Entre los legados que dejó el crítico cultural Fernando Toledo, está haber fundado una de las primeras publicaciones que existieron en Colombia dirigida a un público gay. ¿Por qué desapareció la revista?
El pasado 23 de abril falleció Fernando Toledo, un destacado publicista, escritor y crítico cultural colombiano.
Desde junio de 2013, se desempeñaba como director de la emisora HJUT de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en Bogotá.
Toledo también será recordado por haber sido fundador y director de la revista Acénto, una de las primeras publicaciones que existieron en el país dirigida a un público homosexual.
Incluía temas a profundidad y noticias breves, así como secciones de cine, turismo, gastronomía, decoración, horóscopo y fotografía artística, entre otras.
Ante todo, Acénto pretendía ser un medio hedonista y de fácil lectura. “Era una revista divertida y grata desde el punto de vista de diseño”, explicó Fernando Toledo durante el Ciclo Rosa Audiovisual de 2013 en Bogotá.
Tenía también una doctora corazón que resolvía con humor las consultas de los lectores. “Construimos ese personaje inspirados en una típica señora bogotana”, explicó Mario Cifuentes, quien se desempeñó como periodista de la revista.
En alguna oportunidad, se publicó un “gaycionario”, que contenía palabras y expresiones comunes entre las personas homosexuales, con su respectivo significado.
La revista se le ocurrió a Fernando Toledo cuando aún era director de una agencia de publicidad. “Vi que había una posibilidad muy interesante de negocio”, dijo.
Partía de la premisa de que la mayor parte de la población LGBT no tiene responsabilidades económicas con hijos y de que cuenta con el dinero suficiente para viajar y consumir en moda, automóviles y tecnología. Según su idea, Acénto sería un medio perfecto para que anunciaran las marcas interesadas en llegarle a este segmento.
Toledo dijo que no optó por hacer una revista gay porque fuera un “misionero” o “redentor” sino porque vio allí una oportunidad económica. Sin embargo, y aunque no la creó con un espíritu activista, la publicación sí buscó darle visibilidad a este sector de la población. Y el mismo hecho de apostarle a una revista con esta temática era ya un gesto político.
A la hora de sentarse a planearla, sus fundadores tenían claro que no querían hacer una publicación que la gente sintiera que debía ocultar cuando estuviera con alguien o recibiera una visita en su casa.
“Queríamos que pensaran que podían tenerla en la mesa de la sala al llegar la mamá o la tía y no que tenían que salir corriendo a esconderla debajo del colchón. La idea era que la revista estuviera afuera de ese lugar jartísimo llamado clóset”, afirmó Cifuentes.
Una noche, mientras trabajaban en alguna de las ediciones, entró a la revista una llamada de una persona que solicitaba hablar con el director. Fernando la atendió por el altavoz: “lo llamo desde Quimbaya (Quindío) para decirle que nunca me había sentido tan bien tratado como en su revista” y colgó.
El presupuesto, sin embargo, solamente alcanzó para ocho ediciones (entre noviembre de 1997 y junio de 1998). Con el tiempo y, en buena medida por esa llamada, Fernando entendió que, a pesar de haber invertido en el proyecto dinero que nunca recuperó, la experiencia de hacer Acénto había valido la pena.
¿Anunciar en una revista gay?
El punto de quiebre fueron los avisos publicitarios, la principal fuente de ingresos de una publicación de esta naturaleza.
Aunque marcas como el vodka Absolut estuvieron presentes desde el primero hasta el último número, no sucedió igual con otros anunciantes.
Para la muestra, en alguna oportunidad Fernando Toledo visitó a José Fernando Isaza, en ese entonces presidente de la Compañía Colombiana Automotriz, y quien le autorizó publicar un anuncio.
El problema vino cuando el jefe de publicidad de la compañía, un hombre gay, se enteró. “Se opuso rotundamente a que anunciaran en una revista gay porque no quería que lo señalaran de ser homosexual”, agregó Toledo.
En Estados Unidos, Calvin Klein tenía publicidad en los diferentes medios de comunicación dirigidos a personas homosexuales. En Colombia, quienes tenían la representación de la marca decidieron que no anunciarían en una revista como Acénto.
Para completar, poco antes del lanzamiento, una de las socias de la revista no permitió que se publicara el primer anuncio que, después de mucho esfuerzo, lograba concretarse.
“El aviso era sobre un producto dirigido a la comunidad gay masculina y a esta persona le pareció inmoral. Es decir, nos habíamos asociado con alguien que, desde el primer momento, ocupó el papel de censora interna. Dijo, además, que no se publicarían desnudos masculinos ni femeninos”, agregó Toledo.
Según explicó, aunque ellos no tenían planeado hacer una revista pornográfica, tener una censura adentro generaba la cobardía de la que, justamente, querían huir. “De tal manera que, en ese sentido, la revista nació coja”, afirmó.
Otro asunto que dificultó la consecución de avisos fue que, en el momento en que salió la revista, llegaron los canales privados de televisión. Eso impactó las tarifas de publicidad en televisión y los grandes anunciantes recortaron los presupuestos estipulados para medios impresos.
“Eso incidió en la casi quiebra de revistas como Semana y Cromos y, por supuesto, afectó a una publicación nueva dirigida a una población más bien marginal. Esto, a pesar de que yo venía del mercado publicitario y les explicaba a los anunciantes que pocos grupos sociales tenían mayor disponibilidad económica que la población LGBT”, señaló Toledo.
Por otra parte, buena parte de los columnistas publicaban con su nombre, sin importar si esto pudiera asociarlos con un tema “polémico”. Así lo hicieron, por ejemplo, el periodista Karl Troller y Gloria Zea, directora del Museo de Arte de Bogotá.
Pero hubo casos como el de un crítico musical, homosexual, quien envió un artículo y, posteriormente, llamó a rogar para que no apareciera su nombre. “Muchos de quienes trabajamos allí teníamos cierto reconocimiento y nos estábamos jugando la vida al identificarnos con un tema tan complejo”, dijo Toledo.
Hablaron los aspirantes a la Presidencia
El equipo de la revista también logró algo que, incluso hoy, resulta difícil: que siete de los ocho aspirantes a la Presidencia de Colombia para las elecciones de 1998, expresaran sus posiciones sobre la homosexualidad.
El único que se abstuvo de hacerlo fue Andrés Pastrana y fue justamente quien llegó a la Presidencia.
En ese entonces, el actual presidente de Colombia Juan Manuel Santos dijo: “La discriminación, así como la intolerancia, no se pueden corregir con leyes o con decretos, esto solo lo lograremos con mecanismos de educación y de información. Creo que es necesario, en primera instancia, que el movimiento se organice y se haga sentir. Una forma de iniciar esto es precisamente esta publicación”.
Acénto, además, tuvo muy buena acogida en los medios de comunicación. Periódicos como El Tiempo y El Espectador y la revista Semana le dedicaron una página y el periodista Julio Sánchez Cristo entrevistó a sus directivas.
“Un día ‘La Negra’ Candela me llamó para una entrevista y, como ella hablaba de chismes, la gente de la revista me dijo que no fuera. Yo, sin embargo, fui. Y el respeto con el que trató el tema me hizo pensar muy bien de ella. Lo manejó con extraordinaria altura”, señaló Toledo.
Apenas salió la revista, periodistas de una emisora invitaron a Fernando y a Mario para que fueran a hablar del proyecto. Durante la entrevista les preguntaron si ellos eran homosexuales. Su respuesta fue: “¿venimos a hablar de la revista o de nuestra orientación sexual? Si es para esto último, nos vamos”.
Pocos meses después, cuando Toledo se dio cuenta de que económicamente era imposible continuar con el proyecto, trató de regalarle la revista a alguna casa editorial. Visitó en Venezuela al Bloque De Armas, que editaba publicaciones para Latinoamérica. No la aceptaron.
“Se la ofrecí a Felipe López, el dueño de Publicaciones Semana y tampoco la quiso. En el fondo, había algo de discriminación y tenían el miedo que no sentimos nosotros cuando Acénto nació”, dijo Toledo.
Para la edición número ocho, el último ejemplar que circuló, todas las páginas salieron en negro. No había una sola imagen o letra. “Siempre soñé con hacer una revista así, porque creo que es una efectiva manera de protestar”, señaló Toledo.
Y en ese momento consideró que había dos motivos para hacerlo: acababa de presentarse una masacre en Barrancabermeja, a cargo de grupos paramilitares. En segundo lugar, los organizadores de la primera marcha gay que tendría lugar en Colombia, en Bogotá, lo visitaron para que la revista se sumara al evento.
“Me dijeron que la gente participaría con máscaras. Entonces, me pareció contradictorio que, por un lado, la población LGBT tenía necesidad de visibilizarse y, por el otro, que el tema gay se fuera a convertir en un carnaval o en algo caricaturesco”.
Un grito de protesta
Decidieron no participar en la marcha y rechazar, a su manera, tanto la masacre como la discriminación contra las personas LGBT, utilizando la revista como medio de protesta.
Para muchas personas, esa edición se convirtió en un elemento de colección. Todos los medios le hicieron eco. Ese número coincidió con el momento en que el presupuesto no daba más y fue la última.
En septiembre de 2013, en el homenaje que el Ciclo Rosa Académico le rindió a la revista Acénto, Fernando Toledo dijo que, aunque el tema LGBT ahora es mucho más visible, aún hay mucho por hacer. “Eso quedó demostrado en las discusiones que se dieron en el Congreso sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo”.
“Todos tenemos la posibilidad de construir un mejor país, a lo mejor no saliendo disfrazados a la marcha gay, sino estando con la pareja que cada uno quiera, sin importar lo que diga la familia, los vecinos o los compañeros de trabajo. Nadie, en el mundo heterosexual, le pregunta a la gente cuál es su orientación sexual, lo mismo quisiera yo que pasara en el LGBT”, afirmó Toledo.
Y agregó: “se trata de obligar al entorno a que respete a esta población, lo que puede lograrse llevando unas vidas tranquilas, no ruidosas ni escandalosas. La civilización tiene que ver con el respeto al otro independientemente de sus características, pensamiento, religión u orientación sexual. Y en ese sentido, Colombia está a mitad de camino”.
Además de los problemas económicos que tuvo Acénto, producto del miedo de los anunciantes a que su marca fuera asociada con temas “polémicos”, quizás también hubo otros factores que resultaron definitivos en el quiebre de la revista.
Para empezar, Toledo y su equipo plantearon la revista dirigida, principalmente, a un público gay. Sin embargo, partían de la base de una población homosexual homogénea, estereotipada y más bien limitada: con poder adquisitivo, sin hijos, amante del turismo, la decoración y el buen gusto… Posiblemente, con el tradicional argumento de que “las revistas son aspiracionales”. Es decir, que presentan el mundo con con el que sus lectores sueñan.
También, el hecho de que sus directivas consideraran que parte de la solución a la discriminación contra las personas LGBT radicaba en que estas se “camuflaran” con el resto o, en otras palabras, con las heterosexuales: que no se les “notara” su orientación sexual o identidad de género. Premisa que no reivindicaba el libre desarrollo de la personalidad y que se reflejaba en los contenidos.
Esta es, por lo menos, una manera de interpretar aquello de: “llevar vidas tranquilas, no ruidosas ni escandalosas”. Finalmente, este “tipo de vidas ruidosas y escandalosas” pueden estar presentes en cualquier persona sin importar si es o no LGBT.
Sin embargo, no se puede desconocer que a pesar de que solamente circularon ocho ediciones, Acénto fue un medio que, por su valentía al abordar un tema que aún estaba en el clóset, marcó la historia del periodismo en Colombia: “ayudó a abrir una puerta que estaba muy cerrada”, concluyó Toledo.