En muchos pueblos o municipios puede existir un sólo restaurante, pero hay al menos tres peluquerías. La más conocida de Ubaté se llama Arco Iris LGBTI.
Esto lo pudimos confirmar a finales de 2011, cuando tuvimos la oportunidad de hacer un recorrido por algunos pueblos y municipios del centro de Boyacá y del nororiente de Cundinamarca.
Encontramos salones de belleza vacíos al medio día, esperando clientes para alisar, tinturar o maquillar, mientras el único restaurante del lugar estallaba en pedidos de almuerzo y los desafortunados hambrientos esperaban una mesa vacía desde la puerta (en esa fila estaba Sentiido).
Pero la mejor sorpresa de todas nos la llevamos en el municipio de Ubaté, más conocida como la capital lechera de Colombia, ubicado en el área rural del departamento de Cundinamarca.
Sus referentes más cercanos son los quesos, arequipes y otros deliciosos productos lácteos. Sin embargo Ubaté se caracteriza ahora por tener entre sus negocios uno muy particular.
Al haber pasado unos minutos conociendo su iglesia, basílica menor que resalta por encima de las edificaciones del municipio, nos dimos cuenta de que tenía como vecino un local cuyo letrero anunciaba el “Salón de Belleza LGBTI Arco Iris”.
La sorpresa nos embargó. Sentiido, un medio que en poco tiempo cumplirá un año de existencia, se ha enfocado principalmente en los temas LGBTI que abundan en las ciudades y en vida acelerada. Y no habíamos sido conscientes de esto hasta que nos encontramos cara a cara con este negocio de belleza ubatense.
El salón se encuentra ubicado en el costado suroccidental de la plaza del municipio. Es un local pequeño que recibe a los clientes con un tapete de bienvenida que dice “Centro Orient: joyería y relojería”. El negocio de componer relojes funciona ahí desde hace 40 años y es atendido por el esposo de Luz Marina, la dueña del salón de belleza.
El local está dividido verticalmente por una línea imaginaria: en el costado izquierdo hay vitrinas con correas para reloj, pilas y herramientas para arreglar los mecanismos, así como alguna que otra joya.
En el costado derecho se destacan dos muebles negros para peluquería con sus respectivos cajones, espejos, sillas y utensilios de trabajo.
Al entrar nos recibe Luz Marina sentada en una de las sillas que se usan para peluquear y peinar, mientras Víctor Hugo, uno de los empleados, le arregla un par de mechones a una cliente.
Con tono serio la dueña nos explica que el salón de belleza fue bautizado de esa forma para marcar una distinción con el resto de los negocios de este tipo en Ubaté, dado que en ellos la mayoría de personas que atienden son mujeres mientras que en la peluquería Arco Iris las dos personas que reciben a la clientela pertenecen al sector LGBTI.
Lo dice sin misterios, sin cambiar el tono y casi con indiferencia, como si ser lesbiana o gay fuera completamente normal para todo el mundo. Aunque, en realidad, a mediados del año pasado cuando empezaron con los trámites con la Alcaldía para legalizar el negocio surgieron algunas trabas debido que algunas personas se molestaron por el hecho de que los empleados del salón fueran gays.
Sin embargo no hubo argumentos suficientes para negarles los permisos necesarios y así se instalaron a la diestra de la casa del Señor.
Ahora reciben clientes de todo tipo, orientación sexual y denominación y consideran precisamente que su fortaleza principal es tener empleados gays. Tal parece que esto ha llamado la atención no solo de los habitantes de Ubaté sino también de Zipaquirá, de donde vienen amigos y desconocidos a que les compongan la imagen en el Salón Arco Iris.
Sin embargo la competencia no es fácil, pues en Ubaté hay más salones de belleza que conocen el valor agregado del negocio de Luz Marina.
De hecho, Víctor Hugo considera que ellas han sido las personas que más resistencia han opuesto a la novedad de este salón pues, además de que Arco Iris les ha quitado algunos clientes, éstos han retomado la creencia generalizada de que los peluqueros hombres son más cuidadosos en este oficio y obtienen mejores resultados.
Alguna vez una lectora de nuestro medio y amiga en Facebook nos comentó que ser gay en un pueblo era muy difícil porque se sufría mucho rechazo. Esto es igual de cierto a que en otros lugares es más amigable ser gay en un lugar pequeño que en una gran ciudad.
Víctor Hugo es una muestra de ello. Nació en Medellín y se crió en Zipaquirá pero encontró que en Ubaté, un municipio de 25.000 habitantes, hay un espacio para él, para vivir su orientación sexual y lo que más le apasiona que es trabajar en el área de la belleza.
Y aún más, en este lugar hay una persona que cree que ser LGBTI puede ser una oportunidad para tener un negocio, poner en práctica lo que más le gusta hacer y convocar personas que, más allá de la orientación sexual de quien los atienda, quieren que les arreglen el pelo.
vea ps muy buena informacion q ue en ubate haya una peluqueria del la comunidad los felicito por ese buen dato jeje quien iba a pensar que en un pueblo se llegara a encontrar con esto wow los felicito y sigan poniendo mas documentos i reportajes de este estilo…
Me encanta que no solo en Bogotá puedan tener libertad de ser y hacer, me alegra que se vayan abriendo puertas en otras partes, conozco la historia de una chica trans en un pueblito tamb cercano Subachoque, Cundinamarca,y ella fué expulsada del pueblo y no le arrendaron ningun local, y le toca marcharse.
Me alegra cómo se estan abriendo puertas en otras partes y gracias a personas valientes como estos chicos.
Excelente, soy una mujer hetero, y aca en TUNJA prefiero siempre a los esteticistas y peluqueros LGBTI incluso, y yo diria que Tunja es una de las ciudades con mas proporción de Peluqueros Gay y Bi, pues en solo la zona de Centro Norte hay 10 Salones de Belleza y de esos 8 son atendidos por Hombres gay y asi es por toda la ciudad.
Por aca los esperamos